Número de Expediente 925/04
N° | Origen | Tipo | Extracto |
---|---|---|---|
925/04 | Senado De La Nación | Proyecto De Declaración | FALCO :PROYECTO DE DECLARACION ADHIRIENDO A LA CONMEMORACION DEL CENTENARIO DE LA CREACION DEL INSTITUTO SUPERIOR DE AGRONOMIA Y VETERINARIA .- |
Listado de Autores |
---|
Falco
, Luis
|
Fechas en Dir. Mesa de Entradas
MESA DE ENTRADAS | DADO CUENTA | Nº DE D.A.E. |
---|---|---|
15-04-2004 | 21-04-2004 | 57/2004 Tipo: NORMAL |
Fecha de Ingreso a Dir. Gral. de Comisiones
DIR. GRAL. de COMISIONES | INGRESO DEL DICTAMEN A LA MESA DE ENTRADAS |
---|---|
16-04-2004 | 19-05-2004 |
Giros del Expediente a Comisiones
COMISIÓN | FECHA DE INGRESO | FECHA DE EGRESO |
---|---|---|
DE AGRICULTURA, GANADERÍA Y PESCA
ORDEN DE GIRO: 1 |
16-04-2004 | 19-05-2004 |
ENVIADO AL ARCHIVO : 05-07-2004
Resoluciones
SENADO |
---|
FECHA DE SANCION: 23-06-2004 |
SANCION: APROBO |
COMENTARIO: |
NOTA: |
Órdenes del Día
NÚMERO | DE FECHA | ESTADO | ANEXO |
---|---|---|---|
426/04 | 28-05-2004 | APROBADA | Sin Anexo |
En proceso de carga
Senado de la Nación
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones
(S-0925/04)
PROYECTO DE DECLARACIÓN
El Senado de la Nación:
DECLARA:
Su adhesión a la conmemoración del centenario de la creación del
Instituto Superior de Agronomía y Veterinaria, lo que hoy es la
Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de Buenos Aires, que
se celebrará el próximo 19 de agosto, fecha que recuerda su origen en
virtud de un Decreto del Poder Ejecutivo nacional del 19 de agosto de
1904.
Luis A. Falcó.-
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
Hacia fines del siglo XIX y cuando el gran desarrollo de la producción
agrícologanadera ya estaba alumbrando, el país contaba con unas pocas
instituciones de enseñanza agraria, entre ellas podemos mencionar la
Escuela Superior de Santa Catalina que diera, más tarde, origen a la
Facultad de Agronomía y Veterinaria de la Universidad Nacional de La
Plata; las Escuelas de Agricultura de Córdoba y de Villa Casilda en
Santa Fe y la Escuela de Vitivinicultura de Mendoza, agregándose a
ellas unas seis escuelas primarias de enseñanza agrícola.
En síntesis, muy pocas instituciones educativas especializadas para
responder adecuadamente a lo que resultaba ser entonces, la mayor
producción de la economía nacional. Por que mayor desarrollo productivo
demandaba mejores cultivos, animales, nuevas áreas para el desarrollo
agrícola y ganadero se observa, también, que de las principales
instituciones mencionadas, ninguna pertenecía a la región más
densamente poblada de entonces y de hoy, Buenos Aires.
De tal modo, en 1901 durante la segunda presidencia de Julio A. Roca,
se dispuso la creación de una Estación Agronómica con Granja Modelo y
Escuela de Agricultura en los terrenos de la "Chacarita de los
Colegiales", en el denominado "Parque del Oeste" delimitado por las
avenidas La Pampa, Del Carril, San Martín, Chorroarín y Donato Alvarez.
Al cabo de tres años, recién el 19 de agosto de 1904, por decreto del
Poder Ejecutivo Nacional, el Ministerio de Agricultura a cargo de
Wenceslao Escalante creó el Instituto Superior de Agronomía y
Veterinaria hoy Facultad de Agronomía.
Señor presidente, voy a hacer una breve reseña histórica de tan magno
acontecimiento. En 1893, la Comisión de Parques y Paseos recomendó al
intendente Bollini, "formar un amplio bosque en los terrenos de la
Chacarita, a fin de dotar a la población de un nuevo y extenso paseo
público...". El plan proyectaba utilizar un área de 80 a 100 hectáreas
para constituir el parque.
No fue sino hasta entrado el nuevo siglo que el Parque tuvo existencia.
En 1901, el Poder Ejecutivo resolvió asignar 185 hectáreas para el
Parque del Oeste, de las cuales 30 serían ocupadas por la futura
Estación Agronómica que el presidente Roca estaba dispuesto a crear. El
plano fue encargado al gran paisajista Carlos Thays, quien en esa época
cumplía una década al frente de la Dirección de Paseos de la
Municipalidad
Luego de tres años, la Estación Agronómica, por decreto del 19 de
agosto de 1904 del Ministro de Agricultura Wenceslao Escalante, se
convirtió en el Instituto Superior de Agronomía y Veterinaria. Este
debía integrar y presidir el plan de enseñanza agrícola en el país,
dado que ya existían escuelas para este fin a nivel primario y
secundario. Al menos, ese era el plan de Wenceslao Escalante, principal
hacedor de la nueva institución.
Se propone, además, premiar a los mejores alumnos con becas de estudios
de postgrado en el exterior, con la posibilidad de ser ayudantes de
laboratorio y, al cabo de dos años en esa tarea, optar por el título de
Doctor en Ciencias Agrarias o Veterinarias. Por último, respecto de la
dirección y gestión del establecimiento, el decreto dispone que quede a
cargo de un Rector, con rango de Jefe de División en el Ministerio de
Agricultura, y de un Consejo Directivo, cuya primera conformación
contará con algunos de los más ilustres científicos de la época, como
el gran paleontólogo Florentino Ameghino, el naturalista Angel
Gallardo, Octavio Pico, José Lignières, Joaquín Zabala, y una serie de
destacados profesionales extranjeros, como Marcelo Conti, Kurt
Wolffhügel, Salvador Baldasarre y Gualterio Davis. En el cargo de
Rector, se designará al químico Pedro Arata.
El 25 de septiembre de 1904, una semana después de lo previsto
originariamente, se realizó con todas las pompas la inauguración del
Instituto. Concluía por entonces el mandato de Roca al frente del
gobierno nacional y tanto el presidente como el Ministro de
Agricultura, querían retirarse con el crédito de haber materializado el
establecimiento de la nueva casa de estudios.
A principios de siglo, la educación agronómica en el país tenía
limitantes fundamentales. La principal, quizás, era la escasez de
docentes y profesionales que pudieran hacerse cargo de las cátedras y
la enseñanza, un requisito esencial para la puesta en marcha de
cualquier proyecto educativo. El tema era tratado de forma explícita
por el decreto fundador, que en sus artículos 17 y 18, preveía la
contratación de profesores extranjeros, a elección del Poder Ejecutivo.
Los mismos debían haberse destacado por sus trabajos o bien por la
experiencia docente en las respectivas disciplinas.
Ha sido muy ponderada por sus propios contemporáneos la tarea eximia
del Dr. Pedro Arata: "Cuanto ahora véis en estos lugares, no existía
hace cuarenta años; todo esto ha sido obra de una sola generación
anterior, en el violento impulso del progreso argentino. Todavía
vuestro primer decano, el sabio doctor Arata, pudo decir en un discurso
que cuando se fundó el primitivo instituto transformado luego en
Facultad, el establecimiento se reducía a unas modestas casillas y
galpones en medio de unos campos sin árboles.", dijo de él Ricardo
Rojas en 1928-
Se le debe al doctor Pedro Arata que el proyecto se haya consumado, y
que, como refiere la cita de Rojas, un descampado se transformara en un
núcleo de progreso y urbanismo. Otras palabras que datan también de
1928: "La elección no fue difícil -diría el Ministro de Agricultura Dr.
Damián Torino, quien reemplazó a Escalante pocos días después de la
inauguración del Instituto-, reconocí en el Dr. Pedro N. Arata, a la
sazón Director de Agricultura, sus dotes por nadie discutidas de
ilustración y capacidad."
"La labor fue pesada en exceso para el Dr. Arata -recordaba Torino-. Se
le dio un lote de terreno desprovisto hasta de las comodidades más
elementales". Todo hubo que hacerlo, salvo una modesta construcción que
sirvió de base a la inauguración de setiembre y, momentáneamente, para
aulas.
Arata no tuvo descansos: supervisó la elaboración de reglamentos y
fiscalizó la labor de los docentes. Desde el Consejo Directivo, que
integraba junto a Ameghino, José Agote, Eliseo Cantón, Nicanor de Elía,
Octavio Pico y Enrique Hermitte, entre otros, se ocupó también de
modificar los estatutos, a fines de 1905, de modo de adecuarlos a las
necesidades impuestas por la marcha real de la enseñanza y la
administración: se ajustaron los requisitos de admisión para los
alumnos, los planes y plazos de estudio, el cometido del Consejo
Directivo, las atribuciones del Rector, de los profesores y de los
alumnos, etc.
En 1908 el establecimiento cosechó sus primeros frutos, con la primera
promoción de 20 Ingenieros Agrónomos y 36 Médicos Veterinarios. El
acontecimiento tuvo suma importancia para la vida del Instituto, ya que
se consagraba con toda regularidad lo que sus fundadores se habían
propuestos.
Esta primera promoción fue también la última que salió del Instituto
Superior de Agricultura y Veterinaria. En mayo de 1909, sólo algunos
meses después, el Poder Ejecutivo Nacional decidió la anexión de la
institución a la Universidad de Buenos Aires. Según el parecer del
ministro de Instrucción Pública Rómulo S. Naón era preocupante que el
Instituto dependiera del Ministerio de Agricultura y no de su cartera,
ya que este estatuto le daba un sesgo de institución para la formación
industrial más que de una casa de altos estudios.
Fue así que, según decreto del 10 de mayo de ese año, el Instituto
Superior se transformó en la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la
UBA. Por resolución del 1º de julio de 1909, el Consejo Superior de la
Universidad reconoció la anexión, siendo esa la fecha oficial de
institución de la Facultad. En el mismo decreto se designa a Arata y a
Ramón Cárcano como Decano y Vicedecano, respectivamente, y se elige al
nuevo Consejo Directivo.
En 1918 se realizó la primera colación de grados, ocasión en la que se
entregaron premios y diplomas a los graduados desde 1908 a 1917. En ese
año, precisamente, la Reforma Universitaria se constituyó en un
fenómeno revolucionario que modificó sustancialmente la vida en los
claustros. Nacida la protesta en Córdoba, rápidamente todos los
estudiantes del país se hicieron eco del reclamo por una verdadera
democracia educativa, el fin de la influencia clerical en la educación
superior, la participación de los estudiantes en el gobierno de las
Universidades y la simplificación del ingreso y los planes de estudio.
Al cabo de varias semanas de gran agitación, el gobierno del presidente
Yrigoyen, dio respuesta positiva a las demandas más concretas.
Como resultado inmediato de la Reforma, todas las facultades fueron
intervenidas, de acuerdo a la Nueva Ley de Universidades. El
interventor designado en la Facultad fue el Dr. Francisco Lavalle,
debiendo cesar sus funciones el entonces decano Joaquín Anchorena. De
forma sumamente expeditiva (tardó sólo 9 días), Lavalle convocó a una
Asamblea Plenaria, con representantes de los claustros de profesores y
alumnos. Fue reelegido Anchorena, quien se convirtió en el primer
decano surgido de elecciones libres, con participación de toda la
comunidad académica. En el Consejo, en ese año y los siguientes, varias
personalidades fueron designados según los nuevos estatutos: Benito
Carrasco, Emilio Solanet, Lucien Hauman, Luis María del Carril,
Bernardo Houssay, etc. Para 1920, de los catorce consejeros, 13 eran
profesores de la casa, lo que significaba que los aires de renovación
surgidos de la Reforma se habían consolidado en la Institución.
Mientras tanto, los objetivos académicos se cumplían año tras año, y
cada temporada una nueva camada de ingenieros agrónomos y médicos
veterinarios se incorporaba a las filas de la producción, la
agroindustria, y la investigación, para nutrir esa elite intelectual
que habían soñado Escalante, Arata y sus contemporáneos
Desde la aparición de las primeras escuelas de enseñanza agronómica y
veterinaria, estaba visto que cada disciplina exigía una formación
particular, y que sólo una parte del plan de estudio podía compartirse.
Los antecedentes de esta idea se verifican ya a comienzos de siglo,
cuando un acta de la Sociedad de Medicina Veterinaria, de mayo de 1908,
considera la separación de los estudios disciplinares en carreras
particulares. A partir del primer lustro de la década del ´50, el tema
comenzó a generar debates, en especial cuando el peso específico del
área de agronomía comenzó a ser mucho mayor que el de veterinaria,
sobre todo en el número de alumnos inscriptos y graduados, y en la
asignación de recursos derivado de esa matrícula.
No obstante, la situación no fue crítica sino hasta 1971, cuando se
presentó un anteproyecto de división de las facultades ante el
Honorable Consejo de Rectores de las Universidades Nacionales, moción
que no prosperó
El escaso presupuesto, la falta de recursos esenciales para el dictado
de cursos y un supuesto trato preferencial para los alumnos de
agronomía, fueron las causas de reclamos cada vez más virulentos, que
impulsaron medida extrema por parte de "los veterinarios": una huelga
actividades, que se transformó poco después en una huelga de hambre
llevada adelante por 19 alumnos y dos docentes auxiliares de la Escuela
de Veterinaria. La huelga, comenzada el 19 de setiembre a las 9 de la
mañana, fue acompañada por movilizaciones y marchas en pleno centro de
la ciudad, que culminaron con 40 alumnos detenidos.
El conflicto fue reflejado rápidamente por los diarios capitalinos y
tomó dimensiones cada día mayores. La Nación, por ejemplo, realizó una
editorial sobre el asunto, que comenzaba con el título "Los estudiantes
de veterinaria han decidido cortar por lo sano. No desean nuevos pactos
ni arreglos, quieren una facultad propia."
Prosiguieron la toma de aulas, las marchas, las comisiones de estudio
(dirigidas por el propio Decano Burgos) y una resolución del Consejo
Directivo, elevando al Consejo Superior un proyecto de separación.
El crítico proceso duró un mes. Hubo una promesa de resolución, que se
fue licuando con el paso de los días, pero que logró que, luego de 322
horas de ayuno (y cuatro huelguistas que necesitaron ser
hospitalizados), la medida de fuerza se levantara.
Sin embargo, la separación no se efectuaba y tuvo que actuar el
gobierno nacional. Al cabo, el gobierno militar de Lanusse propuso al
Consejo de Rectores la creación de dos facultades en reemplazo de la
Facultad de Agronomía y Veterinaria. El 23 de octubre de 1972 se
promulgó la ley superior nº 19.908, que fijaba la fecha para ser
efectiva la separación: el primer día de 1973. Ese día, el Dr.
Guillermo Lucas se hizo cargo del decanato de la nueva Facultad de
Veterinaria de la UBA. Como decano de Agronomía permaneció el Ing. Agr.
Juan Jacinto Burgos.
Lo que siguió, a partir de 1976, fue el terror, el mismo que invadió el
país y que transformó a los ciudadanos en sospechosos, delatores y
colaboracionistas, en enemigos y subversivos, en víctimas y
victimarios.
Agronomía no pudo escapar a la sinrazón, la vergüenza y la muerte que
signaron aquella época de terror. También allí hubo exiliados
políticos, listas negras, muertos y desaparecidos. También allí el
mesiánico gobierno de las Juntas militares (guiado por la rapiña, el
saqueo organizado y el intento de acallar toda voz disidente, y
huerfano de todo programa político, económico o social coherente)
convirtió en tierra arrasada los lugares en los que previamente se
asentaban la sociabilidad y la participación cívica.
Así, si bien la Facultad no estuvo intervenida durante la dictadura,
sufrió los avatares que en general, debió atravesar la Universidad
entera: se clausuraron los claustros de estudiantes, docentes y
graduados, se prohibió la política y la participación, la pertenencia
al ámbito universitario era, por sí sola, causal de sospechas y
persecuciones, se alteraron los programas de estudio y los objetivos
académicos, etc. En 1983, al cabo de casi 8 años de locura y de muerte,
cuando la democracia retornó al país y a las instituciones, hubo que
comenzar otra vez a edificar la institución, sus relaciones sociales,
sus estructuras de gestión, administración y enseñanza fundamentales,
sus ritmos propios, la comunicación, la solidaridad, la autoconfianza,
las ganas de hacer y participar.(Fuente: "La Historia de la Facultad de
Agronomía de la UNBA" de la propia Facultad).
Hoy continúa siendo una excelente "fábrica" de mejores profesionales.
El "boom" del campo, su alta tecnificación, la agroindustria, las
nuevas técnicas de labranza, la biotecnología y los agroalimentos,
cuentan con una matrícula de profesionales agrónomos de primer nivel y
con una realidad laboral envidiable, es la única con pleno empleo,
incluso requeridos vorazmente por el exterior (ej. España) debido a su
alta calificación técnica.
Año tras año la evolución de la producción agraria resulta el mejor
espejo para mirarnos los argentinos y sentirnos orgullosos y seguros
que al observar hacía atrás en nuestra historia, esta, también, nos
depara ejemplos como el que nos ocupa, del que con gratitud y orgullo
debiéramos servirnos para repetirlos.
Hago expresa mi satisfacción por haber tenido la iniciativa de recordar
un hecho histórico que merece, a mi entender, este mínimo y simple
homenaje.
Luis A. Falcó.-
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones
(S-0925/04)
PROYECTO DE DECLARACIÓN
El Senado de la Nación:
DECLARA:
Su adhesión a la conmemoración del centenario de la creación del
Instituto Superior de Agronomía y Veterinaria, lo que hoy es la
Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de Buenos Aires, que
se celebrará el próximo 19 de agosto, fecha que recuerda su origen en
virtud de un Decreto del Poder Ejecutivo nacional del 19 de agosto de
1904.
Luis A. Falcó.-
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
Hacia fines del siglo XIX y cuando el gran desarrollo de la producción
agrícologanadera ya estaba alumbrando, el país contaba con unas pocas
instituciones de enseñanza agraria, entre ellas podemos mencionar la
Escuela Superior de Santa Catalina que diera, más tarde, origen a la
Facultad de Agronomía y Veterinaria de la Universidad Nacional de La
Plata; las Escuelas de Agricultura de Córdoba y de Villa Casilda en
Santa Fe y la Escuela de Vitivinicultura de Mendoza, agregándose a
ellas unas seis escuelas primarias de enseñanza agrícola.
En síntesis, muy pocas instituciones educativas especializadas para
responder adecuadamente a lo que resultaba ser entonces, la mayor
producción de la economía nacional. Por que mayor desarrollo productivo
demandaba mejores cultivos, animales, nuevas áreas para el desarrollo
agrícola y ganadero se observa, también, que de las principales
instituciones mencionadas, ninguna pertenecía a la región más
densamente poblada de entonces y de hoy, Buenos Aires.
De tal modo, en 1901 durante la segunda presidencia de Julio A. Roca,
se dispuso la creación de una Estación Agronómica con Granja Modelo y
Escuela de Agricultura en los terrenos de la "Chacarita de los
Colegiales", en el denominado "Parque del Oeste" delimitado por las
avenidas La Pampa, Del Carril, San Martín, Chorroarín y Donato Alvarez.
Al cabo de tres años, recién el 19 de agosto de 1904, por decreto del
Poder Ejecutivo Nacional, el Ministerio de Agricultura a cargo de
Wenceslao Escalante creó el Instituto Superior de Agronomía y
Veterinaria hoy Facultad de Agronomía.
Señor presidente, voy a hacer una breve reseña histórica de tan magno
acontecimiento. En 1893, la Comisión de Parques y Paseos recomendó al
intendente Bollini, "formar un amplio bosque en los terrenos de la
Chacarita, a fin de dotar a la población de un nuevo y extenso paseo
público...". El plan proyectaba utilizar un área de 80 a 100 hectáreas
para constituir el parque.
No fue sino hasta entrado el nuevo siglo que el Parque tuvo existencia.
En 1901, el Poder Ejecutivo resolvió asignar 185 hectáreas para el
Parque del Oeste, de las cuales 30 serían ocupadas por la futura
Estación Agronómica que el presidente Roca estaba dispuesto a crear. El
plano fue encargado al gran paisajista Carlos Thays, quien en esa época
cumplía una década al frente de la Dirección de Paseos de la
Municipalidad
Luego de tres años, la Estación Agronómica, por decreto del 19 de
agosto de 1904 del Ministro de Agricultura Wenceslao Escalante, se
convirtió en el Instituto Superior de Agronomía y Veterinaria. Este
debía integrar y presidir el plan de enseñanza agrícola en el país,
dado que ya existían escuelas para este fin a nivel primario y
secundario. Al menos, ese era el plan de Wenceslao Escalante, principal
hacedor de la nueva institución.
Se propone, además, premiar a los mejores alumnos con becas de estudios
de postgrado en el exterior, con la posibilidad de ser ayudantes de
laboratorio y, al cabo de dos años en esa tarea, optar por el título de
Doctor en Ciencias Agrarias o Veterinarias. Por último, respecto de la
dirección y gestión del establecimiento, el decreto dispone que quede a
cargo de un Rector, con rango de Jefe de División en el Ministerio de
Agricultura, y de un Consejo Directivo, cuya primera conformación
contará con algunos de los más ilustres científicos de la época, como
el gran paleontólogo Florentino Ameghino, el naturalista Angel
Gallardo, Octavio Pico, José Lignières, Joaquín Zabala, y una serie de
destacados profesionales extranjeros, como Marcelo Conti, Kurt
Wolffhügel, Salvador Baldasarre y Gualterio Davis. En el cargo de
Rector, se designará al químico Pedro Arata.
El 25 de septiembre de 1904, una semana después de lo previsto
originariamente, se realizó con todas las pompas la inauguración del
Instituto. Concluía por entonces el mandato de Roca al frente del
gobierno nacional y tanto el presidente como el Ministro de
Agricultura, querían retirarse con el crédito de haber materializado el
establecimiento de la nueva casa de estudios.
A principios de siglo, la educación agronómica en el país tenía
limitantes fundamentales. La principal, quizás, era la escasez de
docentes y profesionales que pudieran hacerse cargo de las cátedras y
la enseñanza, un requisito esencial para la puesta en marcha de
cualquier proyecto educativo. El tema era tratado de forma explícita
por el decreto fundador, que en sus artículos 17 y 18, preveía la
contratación de profesores extranjeros, a elección del Poder Ejecutivo.
Los mismos debían haberse destacado por sus trabajos o bien por la
experiencia docente en las respectivas disciplinas.
Ha sido muy ponderada por sus propios contemporáneos la tarea eximia
del Dr. Pedro Arata: "Cuanto ahora véis en estos lugares, no existía
hace cuarenta años; todo esto ha sido obra de una sola generación
anterior, en el violento impulso del progreso argentino. Todavía
vuestro primer decano, el sabio doctor Arata, pudo decir en un discurso
que cuando se fundó el primitivo instituto transformado luego en
Facultad, el establecimiento se reducía a unas modestas casillas y
galpones en medio de unos campos sin árboles.", dijo de él Ricardo
Rojas en 1928-
Se le debe al doctor Pedro Arata que el proyecto se haya consumado, y
que, como refiere la cita de Rojas, un descampado se transformara en un
núcleo de progreso y urbanismo. Otras palabras que datan también de
1928: "La elección no fue difícil -diría el Ministro de Agricultura Dr.
Damián Torino, quien reemplazó a Escalante pocos días después de la
inauguración del Instituto-, reconocí en el Dr. Pedro N. Arata, a la
sazón Director de Agricultura, sus dotes por nadie discutidas de
ilustración y capacidad."
"La labor fue pesada en exceso para el Dr. Arata -recordaba Torino-. Se
le dio un lote de terreno desprovisto hasta de las comodidades más
elementales". Todo hubo que hacerlo, salvo una modesta construcción que
sirvió de base a la inauguración de setiembre y, momentáneamente, para
aulas.
Arata no tuvo descansos: supervisó la elaboración de reglamentos y
fiscalizó la labor de los docentes. Desde el Consejo Directivo, que
integraba junto a Ameghino, José Agote, Eliseo Cantón, Nicanor de Elía,
Octavio Pico y Enrique Hermitte, entre otros, se ocupó también de
modificar los estatutos, a fines de 1905, de modo de adecuarlos a las
necesidades impuestas por la marcha real de la enseñanza y la
administración: se ajustaron los requisitos de admisión para los
alumnos, los planes y plazos de estudio, el cometido del Consejo
Directivo, las atribuciones del Rector, de los profesores y de los
alumnos, etc.
En 1908 el establecimiento cosechó sus primeros frutos, con la primera
promoción de 20 Ingenieros Agrónomos y 36 Médicos Veterinarios. El
acontecimiento tuvo suma importancia para la vida del Instituto, ya que
se consagraba con toda regularidad lo que sus fundadores se habían
propuestos.
Esta primera promoción fue también la última que salió del Instituto
Superior de Agricultura y Veterinaria. En mayo de 1909, sólo algunos
meses después, el Poder Ejecutivo Nacional decidió la anexión de la
institución a la Universidad de Buenos Aires. Según el parecer del
ministro de Instrucción Pública Rómulo S. Naón era preocupante que el
Instituto dependiera del Ministerio de Agricultura y no de su cartera,
ya que este estatuto le daba un sesgo de institución para la formación
industrial más que de una casa de altos estudios.
Fue así que, según decreto del 10 de mayo de ese año, el Instituto
Superior se transformó en la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la
UBA. Por resolución del 1º de julio de 1909, el Consejo Superior de la
Universidad reconoció la anexión, siendo esa la fecha oficial de
institución de la Facultad. En el mismo decreto se designa a Arata y a
Ramón Cárcano como Decano y Vicedecano, respectivamente, y se elige al
nuevo Consejo Directivo.
En 1918 se realizó la primera colación de grados, ocasión en la que se
entregaron premios y diplomas a los graduados desde 1908 a 1917. En ese
año, precisamente, la Reforma Universitaria se constituyó en un
fenómeno revolucionario que modificó sustancialmente la vida en los
claustros. Nacida la protesta en Córdoba, rápidamente todos los
estudiantes del país se hicieron eco del reclamo por una verdadera
democracia educativa, el fin de la influencia clerical en la educación
superior, la participación de los estudiantes en el gobierno de las
Universidades y la simplificación del ingreso y los planes de estudio.
Al cabo de varias semanas de gran agitación, el gobierno del presidente
Yrigoyen, dio respuesta positiva a las demandas más concretas.
Como resultado inmediato de la Reforma, todas las facultades fueron
intervenidas, de acuerdo a la Nueva Ley de Universidades. El
interventor designado en la Facultad fue el Dr. Francisco Lavalle,
debiendo cesar sus funciones el entonces decano Joaquín Anchorena. De
forma sumamente expeditiva (tardó sólo 9 días), Lavalle convocó a una
Asamblea Plenaria, con representantes de los claustros de profesores y
alumnos. Fue reelegido Anchorena, quien se convirtió en el primer
decano surgido de elecciones libres, con participación de toda la
comunidad académica. En el Consejo, en ese año y los siguientes, varias
personalidades fueron designados según los nuevos estatutos: Benito
Carrasco, Emilio Solanet, Lucien Hauman, Luis María del Carril,
Bernardo Houssay, etc. Para 1920, de los catorce consejeros, 13 eran
profesores de la casa, lo que significaba que los aires de renovación
surgidos de la Reforma se habían consolidado en la Institución.
Mientras tanto, los objetivos académicos se cumplían año tras año, y
cada temporada una nueva camada de ingenieros agrónomos y médicos
veterinarios se incorporaba a las filas de la producción, la
agroindustria, y la investigación, para nutrir esa elite intelectual
que habían soñado Escalante, Arata y sus contemporáneos
Desde la aparición de las primeras escuelas de enseñanza agronómica y
veterinaria, estaba visto que cada disciplina exigía una formación
particular, y que sólo una parte del plan de estudio podía compartirse.
Los antecedentes de esta idea se verifican ya a comienzos de siglo,
cuando un acta de la Sociedad de Medicina Veterinaria, de mayo de 1908,
considera la separación de los estudios disciplinares en carreras
particulares. A partir del primer lustro de la década del ´50, el tema
comenzó a generar debates, en especial cuando el peso específico del
área de agronomía comenzó a ser mucho mayor que el de veterinaria,
sobre todo en el número de alumnos inscriptos y graduados, y en la
asignación de recursos derivado de esa matrícula.
No obstante, la situación no fue crítica sino hasta 1971, cuando se
presentó un anteproyecto de división de las facultades ante el
Honorable Consejo de Rectores de las Universidades Nacionales, moción
que no prosperó
El escaso presupuesto, la falta de recursos esenciales para el dictado
de cursos y un supuesto trato preferencial para los alumnos de
agronomía, fueron las causas de reclamos cada vez más virulentos, que
impulsaron medida extrema por parte de "los veterinarios": una huelga
actividades, que se transformó poco después en una huelga de hambre
llevada adelante por 19 alumnos y dos docentes auxiliares de la Escuela
de Veterinaria. La huelga, comenzada el 19 de setiembre a las 9 de la
mañana, fue acompañada por movilizaciones y marchas en pleno centro de
la ciudad, que culminaron con 40 alumnos detenidos.
El conflicto fue reflejado rápidamente por los diarios capitalinos y
tomó dimensiones cada día mayores. La Nación, por ejemplo, realizó una
editorial sobre el asunto, que comenzaba con el título "Los estudiantes
de veterinaria han decidido cortar por lo sano. No desean nuevos pactos
ni arreglos, quieren una facultad propia."
Prosiguieron la toma de aulas, las marchas, las comisiones de estudio
(dirigidas por el propio Decano Burgos) y una resolución del Consejo
Directivo, elevando al Consejo Superior un proyecto de separación.
El crítico proceso duró un mes. Hubo una promesa de resolución, que se
fue licuando con el paso de los días, pero que logró que, luego de 322
horas de ayuno (y cuatro huelguistas que necesitaron ser
hospitalizados), la medida de fuerza se levantara.
Sin embargo, la separación no se efectuaba y tuvo que actuar el
gobierno nacional. Al cabo, el gobierno militar de Lanusse propuso al
Consejo de Rectores la creación de dos facultades en reemplazo de la
Facultad de Agronomía y Veterinaria. El 23 de octubre de 1972 se
promulgó la ley superior nº 19.908, que fijaba la fecha para ser
efectiva la separación: el primer día de 1973. Ese día, el Dr.
Guillermo Lucas se hizo cargo del decanato de la nueva Facultad de
Veterinaria de la UBA. Como decano de Agronomía permaneció el Ing. Agr.
Juan Jacinto Burgos.
Lo que siguió, a partir de 1976, fue el terror, el mismo que invadió el
país y que transformó a los ciudadanos en sospechosos, delatores y
colaboracionistas, en enemigos y subversivos, en víctimas y
victimarios.
Agronomía no pudo escapar a la sinrazón, la vergüenza y la muerte que
signaron aquella época de terror. También allí hubo exiliados
políticos, listas negras, muertos y desaparecidos. También allí el
mesiánico gobierno de las Juntas militares (guiado por la rapiña, el
saqueo organizado y el intento de acallar toda voz disidente, y
huerfano de todo programa político, económico o social coherente)
convirtió en tierra arrasada los lugares en los que previamente se
asentaban la sociabilidad y la participación cívica.
Así, si bien la Facultad no estuvo intervenida durante la dictadura,
sufrió los avatares que en general, debió atravesar la Universidad
entera: se clausuraron los claustros de estudiantes, docentes y
graduados, se prohibió la política y la participación, la pertenencia
al ámbito universitario era, por sí sola, causal de sospechas y
persecuciones, se alteraron los programas de estudio y los objetivos
académicos, etc. En 1983, al cabo de casi 8 años de locura y de muerte,
cuando la democracia retornó al país y a las instituciones, hubo que
comenzar otra vez a edificar la institución, sus relaciones sociales,
sus estructuras de gestión, administración y enseñanza fundamentales,
sus ritmos propios, la comunicación, la solidaridad, la autoconfianza,
las ganas de hacer y participar.(Fuente: "La Historia de la Facultad de
Agronomía de la UNBA" de la propia Facultad).
Hoy continúa siendo una excelente "fábrica" de mejores profesionales.
El "boom" del campo, su alta tecnificación, la agroindustria, las
nuevas técnicas de labranza, la biotecnología y los agroalimentos,
cuentan con una matrícula de profesionales agrónomos de primer nivel y
con una realidad laboral envidiable, es la única con pleno empleo,
incluso requeridos vorazmente por el exterior (ej. España) debido a su
alta calificación técnica.
Año tras año la evolución de la producción agraria resulta el mejor
espejo para mirarnos los argentinos y sentirnos orgullosos y seguros
que al observar hacía atrás en nuestra historia, esta, también, nos
depara ejemplos como el que nos ocupa, del que con gratitud y orgullo
debiéramos servirnos para repetirlos.
Hago expresa mi satisfacción por haber tenido la iniciativa de recordar
un hecho histórico que merece, a mi entender, este mínimo y simple
homenaje.
Luis A. Falcó.-