Número de Expediente 870/03
N° | Origen | Tipo | Extracto |
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870/03 | Senado De La Nación | Proyecto De Declaración | ESCUDERO : PROYECTO DE DECLARACION EXPRESANDO BENEPLACITO POR LA DESIGNACION DE LA PROF. LETIZIA PANI ERMINI EN LA PRESIDENCIA DE LA PONTIFICIA ACADEMIA ROMANA DE ARQUEOLOGIA DEL VATICANO . |
Listado de Autores |
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Escudero
, Sonia Margarita
|
Fechas en Dir. Mesa de Entradas
MESA DE ENTRADAS | DADO CUENTA | Nº DE D.A.E. |
---|---|---|
21-05-2003 | 28-05-2003 | 57/2003 Tipo: NORMAL |
Fecha de Ingreso a Dir. Gral. de Comisiones
DIR. GRAL. de COMISIONES | INGRESO DEL DICTAMEN A LA MESA DE ENTRADAS |
---|---|
22-05-2003 | 03-09-2004 |
Giros del Expediente a Comisiones
COMISIÓN | FECHA DE INGRESO | FECHA DE EGRESO |
---|---|---|
ORDEN DE GIRO: 1 |
22-05-2003 | 03-09-2004 |
ENVIADO AL ARCHIVO : 13-10-2004
Resoluciones
SENADO |
---|
FECHA DE SANCION: 15-09-2004 |
SANCION: APROBO |
COMENTARIO: |
NOTA: |
Órdenes del Día
NÚMERO | DE FECHA | ESTADO | ANEXO |
---|---|---|---|
988/04 | 06-09-2004 | APROBADA | Sin Anexo |
En proceso de carga
Senado de la Nación
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones
(S-870/03)
P R O Y E C T O D E D E C L A R A C I Ó N
El Senado de la Nación;
D E C L A R A
Su beneplácito por la designación por S.S. Juan Pablo II de la
Profesora Letizia Pani Ermini, quien será la primera mujer en
desempeñar la Presidencia de la Pontificia Academia Romana de
Arqueología del Vaticano.
Sonia Escudero
F U N D A M E N T O S
Señor Presidente:
La Iglesia Católica Romana ha enseñado desde siempre la plena igualdad
del hombre y la mujer a imagen de Dios. Sin embargo, desde sus inicios,
la tradición cristiana clásica y la tradición católica romana han sido
esquivas al reconocimiento de la dignidad o posición equivalente de la
mujer en cuanto a su naturaleza o creación.
La discriminación de la mujer ha sido - y sigue siendo- una realidad
presente en el mundo entero y ha marcado el desarrollo de la historia.
Así lo muestra también la antropología teológica. El propio Juan Pablo
II, en su carta a las Mujeres, en preparación de la IV Conferencia
Mundial sobre la Mujer en Beijing, expresaba: "somos herederos de una
historia de enormes condicionamientos que, en todos los tiempos y en
cada lugar, han hecho difícil el camino de la mujer, despreciada en su
dignidad, olvidada en sus prerrogativas, marginada frecuentemente e
incluso reducida a esclavitud. Esto le ha impedido ser profundamente
ella misma y ha empobrecido la humanidad entera de auténticas riquezas
espirituales". No podemos sino compartir con dolor este reconocimiento
del Santo Padre.
Desde que San Agustín y Santo Tomás - heredero de una aberrante
antropología aristotélica que consagrara la inferioridad
femenina-dieran forma a la perspectiva sobre la mujer tanto en la
creación como dentro de la Iglesia, que fuera adoptada como doctrina
por el Vaticano, transcurrieron más de 15 siglos hasta que la
jerarquía católica y el Papado sostuvieran la igualdad civil de la
mujer.
Puede llegar a afirmarse así que la Iglesia no acompañó efectivamente
las luchas de la mujer en el mundo para obtener paulatinamente puestos
de participación dentro de la sociedad, cuyos inicios encuentran
registro relevante durante el siglo XIX en el cual, en virtud del
proceso de industrialización, comienzan sus primeras incursiones en el
campo laboral.
Superar la discriminación patriarcal exige sobre todo una revisión y
sustitución de estructuras mentales, de actitudes y de sentimientos.
Implica superar - no superficialmente, sino en profundidad, unas
valoraciones erradas que ocultan y oprimen la dignidad de la mujer, su
manera de sentir, de apreciar y de vivir, su misión cultural, y sus
aportaciones insustituibles en el hogar, en las comunidades y en la
sociedad.
Por ello recibimos con profunda satisfacción la noticia de la
designación de la Profesora Letizia Pani Ermini, para presidir la
prestigiosa Pontificia Academia Romana de Arqueología del Vaticano, que
se convertirá de esta manera, en la primera mujer en ocupar un puesto
de esta importancia en las estructuras del Vaticano, donde todos los
cargos relevantes han venido siendo históricamente ocupados por hombres
y los puestos superiores de las instituciones, por eclesiásticos.
Tradicionalmente todos los consejos pontificales y las congregaciones
han venido siendo dirigidas por un religioso de alto rango, al menos un
Obispo y en el caso de las congregaciones, que son consideradas como si
fueran "ministerios" del Vaticano, generalmente por un Cardenal; pero
en esta ocasión que, sin lugar a dudas, constituye un hecho histórico,
la solvencia profesional de la profesora Pani Ermini, especialista de
arqueología medieval y actual Secretaria de la precitada Academia
Pontificia, hace posible actualizar aquello que comenzó a hacerse
evidente desde los años cincuenta del pasado siglo XX, la injusticia y
arbitrariedad de la discriminación contra la mujer al excluirla de los
ámbitos donde se toman decisiones que afectan a la humanidad.
Esta actitud y esta designación, que seguramente sólo constituye un
merecido logro por los valores propios y la capacidad de esta
especialista en arqueología, representa para todas las mujeres del
mundo, una distinción y un reconocimiento a la larga lucha que vienen
llevando a cabo por impulsar la transformación de los mecanismos que
originan las relaciones de poder en las sociedades y superar así las
situaciones de subordinación y desigualdad. Es también una esperanza en
la plena inserción de la mujer en todas las dimensiones del quehacer
humano, en todos los lugares de toma de decisiones, incluidos los de
la propia Iglesia.
No es ocioso reiterar que es esencial seguir instando con hechos y
logros, la participación de la mujer en la orientación de las diversas
políticas que se implementan en el mundo entero y en la toma de
decisiones; es imprescindible vencer los prejuicios que obstaculizan el
acceso de la mujer a fuentes de poder y que de una vez por todas
empiece a ocupar puestos de responsabilidad, si queremos alcanzar un
orden más justo.
Es deber de quienes ostentan un sitial de preponderancia, ejercer una
acción de seguimiento y vigilancia, para observar que no cese ni un
instante la marcha del convencimiento, promoviendo la igualdad de
oportunidades, eliminando las barreras invisibles y motivando a las
mujeres vinculadas a todo tipo de organizaciones, para que ejerzan su
liderazgo y se involucren en el quehacer mundial, ocupando puestos
directivos y participando aún en mayor medida, en los proyectos
orientados para el bienestar común de la humanidad. Y es tarea ética
fundamental para los cristianos y católicos que debemos ayudar a
generar (vivir, enseñar, predicar y transmitir) las condiciones
necesarias para el uso creativo y liberador del poder en nuestro amor y
trabajo.
Es que, como lo señalara el Santo Padre en la Carta a las Mujeres ya
aludida, la mujer contribuye, mediante su indispensable aportación, a
la elaboración de una cultura capaz de conciliar razón y sentimiento, a
la edificación de estructuras económicas y políticas más ricas de
humanidad.
Por lo expuesto, señor Presidente, descuento de mis pares, su voto
afirmativo al presente proyecto de declaración.
Sonia Escudero
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones
(S-870/03)
P R O Y E C T O D E D E C L A R A C I Ó N
El Senado de la Nación;
D E C L A R A
Su beneplácito por la designación por S.S. Juan Pablo II de la
Profesora Letizia Pani Ermini, quien será la primera mujer en
desempeñar la Presidencia de la Pontificia Academia Romana de
Arqueología del Vaticano.
Sonia Escudero
F U N D A M E N T O S
Señor Presidente:
La Iglesia Católica Romana ha enseñado desde siempre la plena igualdad
del hombre y la mujer a imagen de Dios. Sin embargo, desde sus inicios,
la tradición cristiana clásica y la tradición católica romana han sido
esquivas al reconocimiento de la dignidad o posición equivalente de la
mujer en cuanto a su naturaleza o creación.
La discriminación de la mujer ha sido - y sigue siendo- una realidad
presente en el mundo entero y ha marcado el desarrollo de la historia.
Así lo muestra también la antropología teológica. El propio Juan Pablo
II, en su carta a las Mujeres, en preparación de la IV Conferencia
Mundial sobre la Mujer en Beijing, expresaba: "somos herederos de una
historia de enormes condicionamientos que, en todos los tiempos y en
cada lugar, han hecho difícil el camino de la mujer, despreciada en su
dignidad, olvidada en sus prerrogativas, marginada frecuentemente e
incluso reducida a esclavitud. Esto le ha impedido ser profundamente
ella misma y ha empobrecido la humanidad entera de auténticas riquezas
espirituales". No podemos sino compartir con dolor este reconocimiento
del Santo Padre.
Desde que San Agustín y Santo Tomás - heredero de una aberrante
antropología aristotélica que consagrara la inferioridad
femenina-dieran forma a la perspectiva sobre la mujer tanto en la
creación como dentro de la Iglesia, que fuera adoptada como doctrina
por el Vaticano, transcurrieron más de 15 siglos hasta que la
jerarquía católica y el Papado sostuvieran la igualdad civil de la
mujer.
Puede llegar a afirmarse así que la Iglesia no acompañó efectivamente
las luchas de la mujer en el mundo para obtener paulatinamente puestos
de participación dentro de la sociedad, cuyos inicios encuentran
registro relevante durante el siglo XIX en el cual, en virtud del
proceso de industrialización, comienzan sus primeras incursiones en el
campo laboral.
Superar la discriminación patriarcal exige sobre todo una revisión y
sustitución de estructuras mentales, de actitudes y de sentimientos.
Implica superar - no superficialmente, sino en profundidad, unas
valoraciones erradas que ocultan y oprimen la dignidad de la mujer, su
manera de sentir, de apreciar y de vivir, su misión cultural, y sus
aportaciones insustituibles en el hogar, en las comunidades y en la
sociedad.
Por ello recibimos con profunda satisfacción la noticia de la
designación de la Profesora Letizia Pani Ermini, para presidir la
prestigiosa Pontificia Academia Romana de Arqueología del Vaticano, que
se convertirá de esta manera, en la primera mujer en ocupar un puesto
de esta importancia en las estructuras del Vaticano, donde todos los
cargos relevantes han venido siendo históricamente ocupados por hombres
y los puestos superiores de las instituciones, por eclesiásticos.
Tradicionalmente todos los consejos pontificales y las congregaciones
han venido siendo dirigidas por un religioso de alto rango, al menos un
Obispo y en el caso de las congregaciones, que son consideradas como si
fueran "ministerios" del Vaticano, generalmente por un Cardenal; pero
en esta ocasión que, sin lugar a dudas, constituye un hecho histórico,
la solvencia profesional de la profesora Pani Ermini, especialista de
arqueología medieval y actual Secretaria de la precitada Academia
Pontificia, hace posible actualizar aquello que comenzó a hacerse
evidente desde los años cincuenta del pasado siglo XX, la injusticia y
arbitrariedad de la discriminación contra la mujer al excluirla de los
ámbitos donde se toman decisiones que afectan a la humanidad.
Esta actitud y esta designación, que seguramente sólo constituye un
merecido logro por los valores propios y la capacidad de esta
especialista en arqueología, representa para todas las mujeres del
mundo, una distinción y un reconocimiento a la larga lucha que vienen
llevando a cabo por impulsar la transformación de los mecanismos que
originan las relaciones de poder en las sociedades y superar así las
situaciones de subordinación y desigualdad. Es también una esperanza en
la plena inserción de la mujer en todas las dimensiones del quehacer
humano, en todos los lugares de toma de decisiones, incluidos los de
la propia Iglesia.
No es ocioso reiterar que es esencial seguir instando con hechos y
logros, la participación de la mujer en la orientación de las diversas
políticas que se implementan en el mundo entero y en la toma de
decisiones; es imprescindible vencer los prejuicios que obstaculizan el
acceso de la mujer a fuentes de poder y que de una vez por todas
empiece a ocupar puestos de responsabilidad, si queremos alcanzar un
orden más justo.
Es deber de quienes ostentan un sitial de preponderancia, ejercer una
acción de seguimiento y vigilancia, para observar que no cese ni un
instante la marcha del convencimiento, promoviendo la igualdad de
oportunidades, eliminando las barreras invisibles y motivando a las
mujeres vinculadas a todo tipo de organizaciones, para que ejerzan su
liderazgo y se involucren en el quehacer mundial, ocupando puestos
directivos y participando aún en mayor medida, en los proyectos
orientados para el bienestar común de la humanidad. Y es tarea ética
fundamental para los cristianos y católicos que debemos ayudar a
generar (vivir, enseñar, predicar y transmitir) las condiciones
necesarias para el uso creativo y liberador del poder en nuestro amor y
trabajo.
Es que, como lo señalara el Santo Padre en la Carta a las Mujeres ya
aludida, la mujer contribuye, mediante su indispensable aportación, a
la elaboración de una cultura capaz de conciliar razón y sentimiento, a
la edificación de estructuras económicas y políticas más ricas de
humanidad.
Por lo expuesto, señor Presidente, descuento de mis pares, su voto
afirmativo al presente proyecto de declaración.
Sonia Escudero