Número de Expediente 850/03
N° | Origen | Tipo | Extracto |
---|---|---|---|
850/03 | Senado De La Nación | Proyecto De Comunicación | BAR : PROYECTO DE COMUNICACION SOLICITANDO INFORMES ACERCA DE LAS ACCIONES A DESARROLLARSE PARA REPATRIAR A LOS CIENTIFICOS ARGENTINOS . |
Listado de Autores |
---|
Bar
, Graciela Yolanda
|
Fechas en Dir. Mesa de Entradas
MESA DE ENTRADAS | DADO CUENTA | Nº DE D.A.E. |
---|---|---|
20-05-2003 | 28-05-2003 | 55/2003 Tipo: NORMAL |
Fecha de Ingreso a Dir. Gral. de Comisiones
DIR. GRAL. de COMISIONES | INGRESO DEL DICTAMEN A LA MESA DE ENTRADAS |
---|---|
21-05-2003 | SIN FECHA |
Giros del Expediente a Comisiones
COMISIÓN | FECHA DE INGRESO | FECHA DE EGRESO |
---|---|---|
ORDEN DE GIRO: 1 |
21-05-2003 | 28-02-2005 |
EL EXPEDIENTE CADUCO EL 28-02-2005
ENVIADO AL ARCHIVO : 31-01-0006
En proceso de carga
Senado de la Nación
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones
(S-850/03)
PROYECTO DE COMUNICACIÓN
El Senado de la Nación
Vería con agrado que el Poder Ejecutivo, informe a través de quien
corresponda sobre los siguientes puntos:
1. Cuáles son los programas y acciones que se llevarán a cabo para
repatriar a los científicos argentinos que se esfuerzan en hacer buena
ciencia, y se encuentran trabajando y procurando el desarrollo de otros
países del mundo.
2. Cuál será el incremento previsto para las partidas destinadas a
investigación de la ciencia básica y aplicada y su posterior desarrollo
tecnológico.
Graciela Bar.-
FUNDAMENTOS
Señor Presidente:
Son muchos los científicos argentinos, que partieron rumbo al Primer
Mundo llevando sus sueños, proyectos y el bagaje académico adquirido en
nuestras universidades. Fueron, voluntariamente o no, a contribuir con
el desarrollo científico, tecnológico y social de países donde el
futuro ya llegó y que no sufren los problemas que tiene la Argentina.
Investigadores todavía residentes en el país y con diversos métodos
concluyen que en los últimos 30 años se fueron hacia el exterior unos
50 mil graduados universitarios, y entre ellos, 20 mil científicos con
nivel de doctorado. A un costo promedio de 25 mil dólares por alumno
graduado y entre 60 y 80 mil por doctorado, han salido del país para no
volver, por lo menos, entre 1.000 y 1.250 millones de dólares en
formación académica. Tan sólo en las universidades estadounidenses
trabajan 831 académicos argentinos. Y, según la base de datos SESTAT de
la National Science Foundation, en 1999 había 4.377 argentinos activos
en Ciencia y Técnica de EE.UU., mientras que 6.218 se desempeñaban en
actividades de apoyo a esta área con distintos grados de formación.
A este cálculo provisorio, que probablemente según otras fuentes sea
mayor, hay que sumarle la capacidad potencial de desarrollo científico
y tecnológico que estos migrantes se llevan consigo y que hubieran
podido volcar en la Argentina. Se trata de una fuga de capitales,
diferente a la del dinero que sale hacia los paraísos fiscales. Es una
transferencia de inversión, no sólo por divisas perdidas, sino también
por el capital social y cultural que cruza la frontera con pasaje de
ida. Pero los jóvenes sienten que está en juego no sólo su
supervivencia económica, sino la posibilidad misma de conservar el
campo de investigación, de preservar su identidad científica, de
acceder a los modos con los cuales se requiere hoy trabajar en ciencia.
Según los científicos, el impacto de la ausencia de nuestros jóvenes
sobre el sistema científico nacional, se producirá en el mediano plazo,
ya que los mejores graduados jóvenes, en vez de formarse en los grupos
de investigación nacionales para convertirse en la generación de
recambio en nuestro país, están trabajando en el desarrollo de otros
países. Es decir que estudian e investigan pensando en soluciones para
problemas del Primer Mundo, no para la Argentina.
Unas de las preguntas alarmantes que recorre los circuitos académicos
y tecnológicos son: ¿cuál será el modelo de país que se proyecta a
futuro, si no se cuenta con las personas que pueden generar el
desarrollo científico y tecnológico adecuado y tampoco con quienes
puedan pensarlo y analizarlo?, ¿cuáles serán los programas para
reincorporar a todos los que se han ido, se les permitirá investigar,
tendrán recursos para ello o se verán obligados a ser técnicos?
Sabemos de los esfuerzos que se realizaron desde el CONICET, para
aumentar el número de investigadores. Coincidimos en que no se puede
hablar de repatriación de científicos, sin cambiar el modelo económico,
orientándolo hacia uno productivo de base tecnológica. Aumentar la
inversión en ciencia es prioritario. En la Argentina, la inversión es
sólo del 0,41 por ciento, mientras que la UNESCO recomienda que la
inversión en ciencia no puede estar por debajo del 1 por ciento del
PBI, requisito que sí cumple Brasil. En nuestro país, el Estado
participa del 74,3 por ciento de esa inversión, el resto son aportes
privados. Pero en el mundo desarrollado esa cifra es exactamente a la
inversa: en Francia, el Estado invierte el 38 por ciento, en Alemania,
el 31,6; en Estados Unidos, el 27; y en Finlandia el 26. El resto lo
aportan empresas, fundaciones y laboratorios.
Si no se logra aumentar la inversión en ciencia, será inútil cualquier
política de repatriación de científicos, dado que desde los centros de
alta tecnología europeos y norteamericanos se practica una política de
seducción a científicos de países asiáticos, africanos y
latinoamericanos, ofreciéndoles sueldos y condiciones de trabajo muy
superiores a las nuestras.
El nuevo orden internacional, se define a partir de la sociedad del
conocimiento, entendiendo por tal, una sociedad en la cual los bienes
más preciados ya no son los recursos naturales sino la posesión y
disponibilidad de los conocimientos. Por tanto, un nuevo criterio de
riqueza se impone: los intangibles. El capital cultural, se transforma
en capital directamente convertible en bienes materiales. Pero
solamente para aquellos que lo poseen. En este sentido, la
investigación científica básica y aplicada, deben ser uno de los brazos
fundamentales de cualquier política que se plantee un crecimiento. Pero
se debe pensar como una política a largo plazo, sostenida en el tiempo,
convertida en prioridad nacional a la que se le deben dedicar recursos.
No es posible mejorar la investigación en nuestro país sin el
compromiso de inversión.
La inversión en ciencia debe distinguir que, por una parte es
absolutamente necesario apoyar con recursos a la investigación básica
y aplicada, y por otra es necesario realizar una planificación
centralizada para su aplicación técnica. Entendiendo que producir y
difundir ciencia básica es un servicio social.
En un país tan empobrecido como el nuestro, no tenemos resto para el
despilfarro. Por esto, no podemos aceptar que nuestros mejores
investigadores tengan que irse al exterior, ni debemos pensar en
coartar sus investigaciones de acuerdo a criterios políticos. Si
debemos reaccionar rápidamente. Por ello, el nuevo gobierno, para
evitar una mayor destrucción, debe realizar programas y acciones de
repatriación de los científicos que hacen ciencia para el pueblo,
aumentar la inversión en investigación, y orientar su aplicación
técnica de acuerdo a nuestras necesidades.
Por todo lo expuesto es que solicito la aprobación del presente
proyecto.
Graciela Bar.-
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones
(S-850/03)
PROYECTO DE COMUNICACIÓN
El Senado de la Nación
Vería con agrado que el Poder Ejecutivo, informe a través de quien
corresponda sobre los siguientes puntos:
1. Cuáles son los programas y acciones que se llevarán a cabo para
repatriar a los científicos argentinos que se esfuerzan en hacer buena
ciencia, y se encuentran trabajando y procurando el desarrollo de otros
países del mundo.
2. Cuál será el incremento previsto para las partidas destinadas a
investigación de la ciencia básica y aplicada y su posterior desarrollo
tecnológico.
Graciela Bar.-
FUNDAMENTOS
Señor Presidente:
Son muchos los científicos argentinos, que partieron rumbo al Primer
Mundo llevando sus sueños, proyectos y el bagaje académico adquirido en
nuestras universidades. Fueron, voluntariamente o no, a contribuir con
el desarrollo científico, tecnológico y social de países donde el
futuro ya llegó y que no sufren los problemas que tiene la Argentina.
Investigadores todavía residentes en el país y con diversos métodos
concluyen que en los últimos 30 años se fueron hacia el exterior unos
50 mil graduados universitarios, y entre ellos, 20 mil científicos con
nivel de doctorado. A un costo promedio de 25 mil dólares por alumno
graduado y entre 60 y 80 mil por doctorado, han salido del país para no
volver, por lo menos, entre 1.000 y 1.250 millones de dólares en
formación académica. Tan sólo en las universidades estadounidenses
trabajan 831 académicos argentinos. Y, según la base de datos SESTAT de
la National Science Foundation, en 1999 había 4.377 argentinos activos
en Ciencia y Técnica de EE.UU., mientras que 6.218 se desempeñaban en
actividades de apoyo a esta área con distintos grados de formación.
A este cálculo provisorio, que probablemente según otras fuentes sea
mayor, hay que sumarle la capacidad potencial de desarrollo científico
y tecnológico que estos migrantes se llevan consigo y que hubieran
podido volcar en la Argentina. Se trata de una fuga de capitales,
diferente a la del dinero que sale hacia los paraísos fiscales. Es una
transferencia de inversión, no sólo por divisas perdidas, sino también
por el capital social y cultural que cruza la frontera con pasaje de
ida. Pero los jóvenes sienten que está en juego no sólo su
supervivencia económica, sino la posibilidad misma de conservar el
campo de investigación, de preservar su identidad científica, de
acceder a los modos con los cuales se requiere hoy trabajar en ciencia.
Según los científicos, el impacto de la ausencia de nuestros jóvenes
sobre el sistema científico nacional, se producirá en el mediano plazo,
ya que los mejores graduados jóvenes, en vez de formarse en los grupos
de investigación nacionales para convertirse en la generación de
recambio en nuestro país, están trabajando en el desarrollo de otros
países. Es decir que estudian e investigan pensando en soluciones para
problemas del Primer Mundo, no para la Argentina.
Unas de las preguntas alarmantes que recorre los circuitos académicos
y tecnológicos son: ¿cuál será el modelo de país que se proyecta a
futuro, si no se cuenta con las personas que pueden generar el
desarrollo científico y tecnológico adecuado y tampoco con quienes
puedan pensarlo y analizarlo?, ¿cuáles serán los programas para
reincorporar a todos los que se han ido, se les permitirá investigar,
tendrán recursos para ello o se verán obligados a ser técnicos?
Sabemos de los esfuerzos que se realizaron desde el CONICET, para
aumentar el número de investigadores. Coincidimos en que no se puede
hablar de repatriación de científicos, sin cambiar el modelo económico,
orientándolo hacia uno productivo de base tecnológica. Aumentar la
inversión en ciencia es prioritario. En la Argentina, la inversión es
sólo del 0,41 por ciento, mientras que la UNESCO recomienda que la
inversión en ciencia no puede estar por debajo del 1 por ciento del
PBI, requisito que sí cumple Brasil. En nuestro país, el Estado
participa del 74,3 por ciento de esa inversión, el resto son aportes
privados. Pero en el mundo desarrollado esa cifra es exactamente a la
inversa: en Francia, el Estado invierte el 38 por ciento, en Alemania,
el 31,6; en Estados Unidos, el 27; y en Finlandia el 26. El resto lo
aportan empresas, fundaciones y laboratorios.
Si no se logra aumentar la inversión en ciencia, será inútil cualquier
política de repatriación de científicos, dado que desde los centros de
alta tecnología europeos y norteamericanos se practica una política de
seducción a científicos de países asiáticos, africanos y
latinoamericanos, ofreciéndoles sueldos y condiciones de trabajo muy
superiores a las nuestras.
El nuevo orden internacional, se define a partir de la sociedad del
conocimiento, entendiendo por tal, una sociedad en la cual los bienes
más preciados ya no son los recursos naturales sino la posesión y
disponibilidad de los conocimientos. Por tanto, un nuevo criterio de
riqueza se impone: los intangibles. El capital cultural, se transforma
en capital directamente convertible en bienes materiales. Pero
solamente para aquellos que lo poseen. En este sentido, la
investigación científica básica y aplicada, deben ser uno de los brazos
fundamentales de cualquier política que se plantee un crecimiento. Pero
se debe pensar como una política a largo plazo, sostenida en el tiempo,
convertida en prioridad nacional a la que se le deben dedicar recursos.
No es posible mejorar la investigación en nuestro país sin el
compromiso de inversión.
La inversión en ciencia debe distinguir que, por una parte es
absolutamente necesario apoyar con recursos a la investigación básica
y aplicada, y por otra es necesario realizar una planificación
centralizada para su aplicación técnica. Entendiendo que producir y
difundir ciencia básica es un servicio social.
En un país tan empobrecido como el nuestro, no tenemos resto para el
despilfarro. Por esto, no podemos aceptar que nuestros mejores
investigadores tengan que irse al exterior, ni debemos pensar en
coartar sus investigaciones de acuerdo a criterios políticos. Si
debemos reaccionar rápidamente. Por ello, el nuevo gobierno, para
evitar una mayor destrucción, debe realizar programas y acciones de
repatriación de los científicos que hacen ciencia para el pueblo,
aumentar la inversión en investigación, y orientar su aplicación
técnica de acuerdo a nuestras necesidades.
Por todo lo expuesto es que solicito la aprobación del presente
proyecto.
Graciela Bar.-