Número de Expediente 629/03

Origen Tipo Extracto
629/03 Senado De La Nación Proyecto De Ley PICHETTO : PROYECTO DE LEY MODIFICANDO EL ARTICULO 127 DEL CODIGO PENAL SOBRE EJERCICIO DE LA PROSTITUCION .
Listado de Autores
Pichetto , Miguel Ángel

Fechas en Dir. Mesa de Entradas

MESA DE ENTRADAS DADO CUENTA Nº DE D.A.E.
23-04-2003 28-05-2003 42/2003 Tipo: NORMAL

Fecha de Ingreso a Dir. Gral. de Comisiones

DIR. GRAL. de COMISIONES INGRESO DEL DICTAMEN A LA MESA DE ENTRADAS
24-04-2003 SIN FECHA

Giros del Expediente a Comisiones

COMISIÓN FECHA DE INGRESO FECHA DE EGRESO
DE JUSTICIA Y ASUNTOS PENALES
ORDEN DE GIRO: 1
24-04-2003 28-02-2005

EL EXPEDIENTE CADUCO EL 28-02-2005

ENVIADO AL ARCHIVO : 20-01-2006

En proceso de carga
Senado de la Nación
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones

(S-629/03)

PROYECTO DE LEY

El Senado y Cámara de Diputados,...

Artículo 1º.- Modifícase el artículo 127 del Código Penal de la
Nación, como sigue:

"Artículo 127: Será reprimido con prisión de tres a seis años, el que
explotare económicamente el ejercicio de la prostitución de una
persona, mediando engaño, abuso, coactivo o intimidatorio de una
relación de dependencia, de autoridad, de poder, violencia, amenaza o
cualquier otro medio de intimidación o coerción.

Será reprimido con prisión de uno a tres años quien, mediando o no las
circunstancias del párrafo anterior, ejerciere la prostitución en la
vía pública y/o en cualquier otra clase de espacio público."

Artículo 2º.- Comuníquese al Poder Ejecutivo.

Miguel A. Pichetto.-






















FUNDAMENTOS:

Señor Presidente:

El objeto de la presente iniciativa es materia sensible, por lo que
significa, en los momentos de crisis por los que atravesamos, punir el
ejercicio de la prostitución.

Pero, a poco que se examine detenidamente este proyecto, se advertirá
que no se trata de una medida punitiva generalizada, sino que apunta,
específicamente, al ejercicio de la prostitución en la vía pública y/ o
en espacios públicos.

Aquella crisis de la que hablara al comienzo y que conmina a muchas
personas, sin exclusión de sexo, a situaciones de extrema necesidad, a
punto tal de tener que prostituirse para sobrevivir, no es sinónimo
-para muchas otras personas- de situaciones desesperantes, haciendo de
la prostitución una profesión habitual, caracterizada por la
onerosidad de las relaciones promiscuas que mantienen.

El avance de los tiempos ha sido acompañado por el cambio de ciertos
valores sociales, y ha traído aparejado un criterio de normalidad
respecto de muchas conductas, que antes se reputaban como impropias y
escandalosas.

Hoy en día la aceptación, y la garantía, de la libertad sexual en el
sentido más amplio de la palabra, hace que ya no nos extrañemos ante el
transexualismo, o ante relaciones de tipo homosexual, admitidas a nivel
mundial.

Sin embargo, la comunidad viene observando un fenómeno de desborde de
ciertas conductas, que impide conjugar los intereses de los diferentes
actores de la sociedad.

A la aceptación, es decir, a la no discriminación de las personas por
su condición sexual, se suma, en muchos casos, una falta de correlato
en cuanto al respeto que debe tenerse a los derechos de los vecinos.

Son públicas las quejas, no sólo en el ámbito de la Ciudad de Buenos
Aires, de vecinos que están obligados a observar, en las puertas de sus
casas o en las adyacencias de su barrio, el ejercicio de la
prostitución por heterosexuales, travestis, transexuales y
homosexuales, de manera irrestricta, y hasta obscena.

Los medios de comunicación recogen a diario las quejas de esos vecinos,
no sólo por el espectáculo, la alteración del orden público y la
suciedad que produce esta actividad en la vía pública, hasta ahora
legal, sino también por la obligación en que se ven muchos padres, de
tener que explicar a sus hijos menores, espectadores habituales e
involuntarios del fenómeno, qué es lo que están presenciando, con todas
las implicancias que ello tiene, entre las que podemos señalar una muy
temprana educación sexual, que, entiendo, es patrimonio exclusivo, en
cuanto a tiempo y espacio, del ámbito familiar, y que muchos padres
prefieren se materialice, incluso, a través de la elección de
determinados colegios o instituciones de enseñanza.

Como vemos y advertimos a diario, no alcanza con la figura
contravencional admitida, por ejemplo, por el Código de Convivencia
Urbana, el que en sus artículos 71, 72 y 73, referidos al uso del
espacio público, entiende como lesivos el ofrecimiento o demanda de
servicios sexuales en espacios públicos, la perturbación del descanso y
el ensuciar bienes a través de todas las acciones posibles.

Conductas como las referidas no sólo afectan el uso del espacio
público, sino que avanzan sobre la tranquilidad pública, bien jurídico
que debe tutelarse -ab initio- desde su mantenimiento, y no desde su
simple alteración: el valor tranquilidad pública, que conlleva muchos
otros bienes jurídicos en su seno -desde los que nos señalan una
medida de moral pública, pasible de lesionarse en su integridad, hasta
aquellos que hacen a la seguridad pública- no admite un permisivo
quebrantamiento, pues su mantenimiento hace a la defensa de la
comunidad como tal, cuyos intereses son superiores a los de cualquier
componente de la misma.

Entiendo que si el ejercicio de la prostitución en la vía pública se ha
convertido en materia de intranquilidad para el ciudadano común,
forzado a aceptar formas de vida que en muchos casos no comparte, y que
no sólo lo perjudican en su vida cotidiana, sino también en sus bienes,
en la educación de sus hijos, en la deformación de ciertas reglas de
convivencia, en su fe, en su seguridad y en la de su familia, y en
definitiva, en todo lo que hace a su esencia y a su ser más íntimo y a
sus derechos más elementales, debe encontrar un límite, lo
suficientemente firme, como para acomodar los intereses en juego.

Pues el bien último a proteger es la sociedad, a través de la
tipificación de la conducta sexual disvaliosa.

Nada impide que quienes quieran ejercer la prostitución lo hagan en
forma privada y en lugares privados, en beneficio de toda la comunidad,
pues lo que aquí se reprocha es, sólo, el ejercicio de la prostitución
en la vía pública.

Nuestro país ha progresado mucho en materia de libertades individuales.
Sin ir más lejos, los diarios de mayor circulación publican servicios
sexuales de manera explícita, muestra de un verdadero y poco ingenuo
comercio del sexo, que nada tiene que ver con aquellos avatares de la
vida que llevan a las personas al colmo de la humillación sexual para
poder subsistir.

Entonces, es hora de restablecer ese delicado equilibrio que debe
reinar en toda sociedad, para que sus integrantes encuentren, todos, un
ámbito armónico de desarrollo personal, familiar, y social.

Por todo lo expuesto, solicito a mis pares la sanción del presente
proyecto.

Miguel A. Pichetto.-