Número de Expediente 57/06

Origen Tipo Extracto
57/06 Senado De La Nación Proyecto De Ley MASSONI : REPRODUCE EL PROYECTO DE LEY DECLARANDO PATRIMONIO NATURAL Y RECURSO ESTRATEGICO NACIONAL AL AGUA . REF. S.970/04
Listado de Autores
Massoni , Norberto

Fechas en Dir. Mesa de Entradas

MESA DE ENTRADAS DADO CUENTA Nº DE D.A.E.
01-03-2006 08-03-2006 004/2006 Tipo: NORMAL

Fecha de Ingreso a Dir. Gral. de Comisiones

DIR. GRAL. de COMISIONES INGRESO DEL DICTAMEN A LA MESA DE ENTRADAS
06-03-2006 SIN FECHA

Giros del Expediente a Comisiones

COMISIÓN FECHA DE INGRESO FECHA DE EGRESO
DE AMBIENTE Y DESARROLLO SUSTENTABLE
ORDEN DE GIRO: 1
06-03-2006 28-02-2008

EL EXPEDIENTE CADUCO EL 29-02-2008

ENVIADO AL ARCHIVO : 17-07-2008

En proceso de carga

Senado de la Nación
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones

(S-57/06)

Buenos Aires, 1 de Marzo de 2006


SEÑOR PRESIDENTE DEL
HONORABLE SENADO DE LA NACIÓN
LIC. DANIEL OSVALDO SCIOLI
S / D


De mi mayor consideración:

Me dirijo a Usted a fin de solicitar la reproducción de el proyecto de mi autoría, oportunamente presentado y registrado, el cual paso a detallar:

- Proyecto de ley Nro. 970/04 ¿PROYECTO DE LEY DECLARANDO PATRIMONIO NATURAL Y RECURSO ESTRATÉGICO NACIONAL AL AGUA¿.

Saludo a Usted atentamente.

Norberto Massoni.


PROYECTO DE LEY

El Senado y Cámara de Diputados,...

AGUA PATRIMONIO NATURAL Y RECURSO ESTRATÉGICO NACIONAL

ARTÍCULO 1°.- Declarase en todo el Territorio del País al Recurso Natural del Agua como Patrimonio Natural y Recurso Estratégico Nacional.

ARTÍCULO 2°.- Todos los Recursos de Agua del Territorio Nacional, serán considerados Recursos Estratégicos Nacionales y pertenecerán exclusivamente al Patrimonio de la Nación Argentina, debiéndose preservar para las generaciones futuras como lo establece el Artículo 41 de la Constitución de la Nación Argentina.
ARTÍCULO 3°.- La presente Ley tiene por objeto ejercer el control y fiscalizar la calidad ambiental de recursos y ecosistemas vinculados al agua dulce y, garantizar una gestión sostenible sobre la salud pública, el bienestar humano, el crecimiento industrial, la recreación y el turismo.

ARTÍCULO 4°.- Las autorizaciones de exportación de agua dulce que se emitan deberán preveer, en todos los casos, de que se encontrarán sujetas a interrupción cuando existan problemas de abastecimiento interno, según determinación de la autoridad de aplicación de la presente ley.

ARTÍCULO 5°.- La presente norma, se funda en el marco del artículo 41 de la Constitución, respecto a las facultades nacionales, provinciales y locales.

ARTÍCULO 6°.- La autoridad de aplicación de la presente ley será determinada por el Poder Ejecutivo Nacional.

ARTÍCULO 7°.- La presente ley es de orden público.

ARTÍCULO 8°.- Comuníquese al Poder Ejecutivo.


Norberto Massoni.

FUNDAMENTOS
Señor Presidente:

Hablar del agua es comentar una paradoja. Es el elemento más abundante de la Tierra y, a su vez, escasea en muchos lugares. Da la vida y, en ocasiones, la quita. Une y separa. No le concedemos valor y su falta paralizaría nuestra vida. No figura en las grandes cifras macroeconómicas y es el principal activo. A pesar de todo, cualquier cosa que tiene que ver con el agua ejerce una atracción irresistible. Los ríos, la expresión más recurrente del agua dulce, han tenido y tienen un papel esencial en la vida del globo. Han sido inspiradores de muchas obras de arte, motores de la civilización de los pueblos, dinamizadores de las economías.

No debemos olvidar que el agua dulce potable supone solamente el 0,008% del agua terrestre, lo que hace que en ocasiones su uso plantee complejos problemas. Todos se podrían resumir en una frase: "existe un desajuste entre la demanda, en cantidad y en calidad, y las disponibilidades en un momento dado y en un lugar concreto".
Es de todos conocido que el agua dulce está distribuída de forma muy irregular en la superficie terrestre. Los grandes depósitos naturales se encuentran en los glaciares de Groenlandia y la Antártida y en los Lagos de América del Norte o de Rusia. Las zonas húmedas tropicales contienen porcentajes elevados del total de la reserva mundial. El resto de las zonas terrestres se abastece como puede ya que a la carencia de agua se une la estacionalidad de la escorrentía.


Los distintos pueblos, las diferentes civilizaciones, han dedicado múltiples esfuerzos a proveerse de agua en cantidad y calidad para su vida cotidiana y para sus economías. En ocasiones le dedican un esfuerzo personal diario como sucede en ciertos países en donde la sequía es endémica; en otros lugares han construido ingenios técnicos y mecánicos para recoger un recurso que siempre ha sido considerado imprescindible. El agua potable domiciliaria es una conquista reciente en muchos lugares. Hoy día nos parece un servicio irrenunciable pero, desgraciadamente, no lo es en muchos lugares del planeta. En las áreas urbanas del tercer mundo 170 millones de personas carecen de agua limpia para satisfacer sus mínimas necesidades: beber, cocinar o lavarse; en las áreas rurales de estos países el panorama es más sombrío ya que alcanza a casi 885 millones.

Pero no todos los recursos pueden ser utilizados en todo su potencial. Existe un límite al que progresivamente nos vamos acercando. La sucesiva construcción de diques y presas ocasiona múltiples afecciones y no garantiza, por sí sola, la satisfacción de las demandas futuras. Se habla de que globalmente hay un exceso de agua pero, debido a los límites operativos y a la contaminación, las cifras totales de este momento sólo se pueden llegar a duplicar y eso se supone que se puede alcanzar de aquí a unos 20 o 30 años. Urgen, por tanto, otras acciones correctoras de la desviación de los consumos.

Los conflictos internacionales por el uso del agua, las polémicas entre Comunidades Autónomas en el Estado Español por el uso del agua de cuencas compartidas evidencia el papel del agua como vertebrador del territorio.

Qué duda cabe que también ha originado constreñimientos al desarrollo, lo mismo en épocas antiguas que en la actualidad, ya que todos los problemas no se resuelven con la técnica, sobre todo los que afectan a la calidad de las aguas. Solamente por estos motivos habría que intentar desarrollar nuevas actitudes, hábitos diferentes de cara a preservar los ríos, los acuíferos y garantizar el futuro.

Los seres humanos se concentran en las proximidades de los cursos de agua y provocan que los sistemas de agua dulce sean los primeros hábitats en degradarse. Usan el agua, consumen sus especies animales, utilizan sus cauces para desplazarse y como colectores de sus vertidos.
Hay que considerar también que los ecosistemas de agua dulce son muy vulnerables. Por un lado los cauces soportan los flujos de materiales constantes y con cambios rápidos; por otro, los lagos y estanques tienen ciclos naturales muy lentos con lo que tardan mucho en expeler los agentes contaminantes.

No debe extrañarnos por tanto la afirmación de que la contaminación del agua es uno de los problemas más graves con los que se enfrenta la civilización actual. Lluvias ácidas, vertidos de aguas residuales, productos químicos agrícolas, metales pesados, etc. se incorporan al caudal de agua de los ríos. Este problema es particularmente grave en todos los países: en los industrializados por la cantidad y la diversidad de agentes contaminantes y en los países en desarrollo debido a la imposibilidad de hacer frente al coste económico que suponen las tecnologías para la depuración del agua y la regeneración de las aguas residuales. Por otra parte, muchos de estos contaminantes son difíciles de eliminar por los métodos convencionales de depuración. Su recuperación va a ser muy costosa.

El agua dulce no es solamente agua. La biodiversidad de ríos, lagos, torrentes y zonas húmedas es el conjunto de ecosistemas más amenazados de la Tierra. Casi el 20% de los peces de agua dulce han desaparecido o están el peligro de hacerlo. Esta cifra es mucho mayor en algunos países industrializados como sucede en Europa Oriental. Pero no son sólo los peces. Anfibios, moluscos y otras muchas especies peligran también aunque no se conoce suficientemente la biodiversidad de agua dulce.

En la mayoría de las regiones del planeta, las especies de animales y plantas desaparecen, los ecosistemas se destruyen o se perjudican, la diversidad biológica es amenazada o se pierde. Esto sucede a pesar de los esfuerzos elaborados para evitarlo y, fundamentalmente, en la estrategia de conservación utilizada.

La estrategia fundamental de los llamados conservacionistas ha sido de exclusión y de aversión a la presencia humana. Consistió, primero, en establecer zonas protegidas de gran belleza o de gran diversidad genética. Segundo, se intentó proteger aquellas zonas limitando el acceso humano a ellas. Los resultados concretos de esta estrategia han sido los parques nacionales, reservas y zonas protegidas.

Aunque el concepto de zonas protegidas ha producido algunos logros importantes, en general y mirando hacia el futuro, los resultados han sido insuficientes. La diversidad biológica y ciertos recursos naturales no pueden conservarse, al menos de un modo satisfactorio, aislándolos en zonas protegidas. Los indicios actuales indican que en el futuro cercano el margen de insuficiencia aumentará.
El agua es uno de los recursos más abundantes del planeta. De hecho, el nuestro es un planeta de agua ya que casi el 75 % de su superficie es agua, pero solo alrededor del 3 % de ese total es agua dulce apta para el consumo humano, del cual el 2,997 % resulta de muy difícil acceso para el consumo, ya que se sitúa en los casquetes polares y en los glaciares. Por lo que solo el 0,003 % del volumen total del agua de nuestro planeta es accesible para el consumo humano.

El agua dulce es un recurso finito e indispensable para mantener la vida, para realizar actividades productivas desde el punto de vista económico y para el propio medio ambiente. Ninguna estrategia de reducción de la pobreza puede pasar por alto la necesidad vital de agua del ser humano, hecho muy trascendente en cualquier análisis de los retos relacionados con el agua a que actualmente se enfrentan los países americanos, como también es importante la necesidad de una gestión justa y sustentable de este recurso crítico en interés del conjunto de la sociedad.

América Latina y el Caribe es un continente básicamente húmedo, poseen grandes recursos de agua dulce. Las precipitaciones promedio en la región son 60 % mayores que en el resto del mundo. Sin embargo, el 25 % de los territorios sudamericanos son áridos o semiáridos, 20 % de sus habitantes no tienen acceso al agua potable y 30 % carecen de un sistema apropiado de saneamiento. El escurrimiento superficial es 30 % del total mundial. Solo el 3% del agua que escurre es utilizada de alguna manera, y el 8 % de los escurrimientos con potencial hidroeléctrico es aprovechado. De las tierras cultivadas solo el 7 % tiene riego, mientras que se podría regar el 25 % de las mismas tierras con los recursos conocidos.

La ignorancia generalizada sobre su importancia ha contribuido a este concepto y ha promovido la destrucción y degradación de los ecosistemas. En América Latina y el Caribe se ha descuidado gravemente la conservación de la diversidad biológica de las aguas dulces y hay ecosistemas enteros amenazados de extinción. La causa primordial de la pérdida de recursos es la alteración del hábitat impulsada por el crecimiento de la población y tendencias del desarrollo, planificado y no planificado. La erosión y la deforestación de los bosques de cuencas de captación alcanzó una enorme intensidad en las laderas orientales de los andes, desde Colombia hasta el norte de Argentina. El desarrollo rural (en su mayor parte el cultivo de arroz) está afectando a las marismas en toda América Latina. La contaminación procedente de la minería y la industria hizo que los principales recursos hídricos de América están químicamente y biológicamente contaminados en un grado considerable.

Las ciudades latinoamericanas agotan sus acuíferos que tomo siglos llenar. El agua salada contamina el agua subterránea a kilómetros del mar. En México las capas de agua descienden un metro al año. En unas ocas décadas, el mundo al tratar de conseguir una quinta parte mas de agua para 3 mil millones mas de personas, una de cada tres personas puede tener problemas, no solo para beber, sino para mantener su calidad de vida.

En América Latina y el Caribe, aumentó el consumo de agua entre los años 1990 y 2000 en un 45 %, de 150 a 216 kilómetros cúbicos por año. La necesidad apremiante de hacer frente a la progresión geométrica de la demanda de agua dulce se complicará aún más si, como indican las tendencias actuales, se deja que la base de recursos se deteriore a una velocidad cada vez mayor.

Nuestro País, además de requerir estabilidad institucional y social, necesita un marco legal sólido y una autoridad centralizada pero abierta a la participación de los usuarios del agua, si quiere superar la actual crisis de contaminación de sus cursos de agua y alcanzar una gestión sustentable. La escasez de fondos y la visión de que el Estado es por naturaleza ineficiente afecta la administración de los recursos hídricos, y la desregulación que a suvez fue deficiente, creo erróneamente la figura de la competencia en un sector que tiende a la monopolización.

Señor Presidente, el agua representa la posibilidad de mejoramiento agrícola, social, industrial, sanitario y de calidad de vida. Si el recurso hídrico esta ausente o es escaso, es motivo de conflictos, pobreza, guerras, enfermedades y estancamiento económico.

Lamentablemente todos los días se desperdician millones de litros en actividades que desvalorizan el agua. El abuso en el uso del agua no es solamente un desconocimiento de las responsabilidades de los ciudadanos de evitar el desperdicio, sino una falta de conciencia respecto de aquellos que viven en regiones en donde no hay agua en gran disponibilidad.

Uno de los problemas básicos para la adopción de un enfoque ecosistémico de la ordenación del agua consiste en que las autoridades y la población en general todavía no tienen una idea clara de la magnitud e importancia de los problemas que cabe prever si se mantiene la tendencia actual al deterioro del medio ambiente. Para muchas personas resulta difícil aceptar que existen límites en la utilización de los recursos naturales y las decisiones que se adopten hoy pueden afectar considerablemente a las opciones de desarrollo en el futuro.

Como lo establece el artículo 41 de nuestra Constitución Nacional, todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras; y tienen el deber de preservarlo.

El espíritu de la Ley está destinado a los presentes pero también, y, sobre todo, a las futuras generaciones. El presente proyecto legisla para el futuro, ya que la grave problemática a nivel mundial que surgirá con el tema agua, en un plazo no muy lejano, será de gran impacto y difícil solución.

Por estas y por las demás razones que oportunamente expondremos en el recinto en oportunidad de su tratamiento, solicitamos la aprobación del presente proyecto de ley


Norberto Massoni.