Número de Expediente 4537/04

Origen Tipo Extracto
4537/04 Senado De La Nación Proyecto De Declaración CAPARROS : PROYECTO DE DECLARACION RECHAZANDO LAS MANIFESTACIONES DEL OBISPO CASTRENSE , MONSEÑOR ANTONIO BASEOTTO , EN RELACION CON LA POSICION DEL MINISTRO DE SALUD SOBRE EL ABORTO .
Listado de Autores
Caparrós , Mabel Luisa

Fechas en Dir. Mesa de Entradas

MESA DE ENTRADAS DADO CUENTA Nº DE D.A.E.
23-02-2005 02-03-2005 263/2004 Tipo: NORMAL

Fecha de Ingreso a Dir. Gral. de Comisiones

DIR. GRAL. de COMISIONES INGRESO DEL DICTAMEN A LA MESA DE ENTRADAS
28-02-2005 SIN FECHA

Giros del Expediente a Comisiones

COMISIÓN FECHA DE INGRESO FECHA DE EGRESO
DE RELACIONES EXTERIORES Y CULTO
ORDEN DE GIRO: 1
28-02-2005 28-02-2006

EL EXPEDIENTE CADUCO EL 28-02-2006

ENVIADO AL ARCHIVO : 13-09-2006

En proceso de carga

Senado de la Nación
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones

(S-4537/04)

PROYECTO DE DECLARACIÓN

El Senado de la Nación

DECLARA:

1º) Su rechazo a las manifestaciones vertidas por el obispo castrense
Monseñor Antonio Baseotto y dirigidas al señor Ministro de Salud de la
Nación, relativas a la posición de éste último sobre el aborto y la
distribución de preservativos como medida sanitaria de lucha contra el HIV.

2º) La necesidad de fortalecer la tolerancia en todos los ámbitos de la
vida social de nuestro país, como valor intrínseco del sistema democrático y
elemento indispensable para la pacificación y el diálogo respetuoso entre
los integrantes de nuestra sociedad.

Mabel L. Caparrós.


FUNDAMENTOS

Señor Presidente:

Hacer un mundo libre de intolerancia es una tarea de todos los días, y
requiere del esfuerzo mancomunado de todas las células que conforman el
tejido social. El desarrollo de la tolerancia y la confianza entre los
distintos miembros de una comunidad no se logra por generación espontánea ni
la aceptación del otro y de su diversidad radica en los resortes del alma;
por el contrario, es algo que requiere tiempo y esfuerzos.

El Secretario General de Naciones Unidas, señor Koffi Annan, expuso estas
ideas directrices de la comunidad internacional con claridad meridiana, al
decir que "...La tolerancia activa, que disipa resentimientos y forja
armonía duradera, exige un cambio en el corazón y en el cerebro; requiere
esfuerzos para comprender verdaderamente las razones de nuestras
diferencias; y esos esfuerzos pueden disminuir las sospechas entre las
gentes y curar antiguas heridas". Por ello las naciones civilizadas del
mundo debemos comprometernos con una tolerancia activa que les permita a los
seres humanos aceptarse, respetarse y vivir en paz los unos con los otros.

A nivel internacional, habiendo ingresado a un nuevo milenio y a pesar de
todo lo que se afirma en cuanto al progreso en la comprensión universal,
sigue existiendo entre las naciones del mundo la peor y más bárbara
intolerancia, que alimenta el odio y hasta el derramamiento de sangre entre
las comunidades. La República Argentina ha ratificado múltiples tratados e
instrumentos legales para combatir la discriminación en todos los frentes,
proteger la dignidad humana y promover el derecho de cada persona a creer,
comportarse, hablar o presentarse en la forma que desee hacerlo. Pese a ello
y a nuestro compromiso como país frente al concierto de naciones, quienes
ejercen por su prestigio, posición secular o función pública la tarea de ser
portadores de este mensaje de reconciliación y diálogo, tienen que acompañar
necesariamente sus acciones con sus dichos. Y recientemente en el ámbito
del quehacer nacional debemos lamentar una situación de intolerancia que no
puede quedar al margen del análisis de este alto cuerpo legislativo de la
Nación.

El día jueves 17 del corriente el obispo castrense, monseñor Antonio
Baseotto, envió una durísima misiva dirigida al titular de Salud, Ginés
González García, a raíz de la campaña oficial contra el sida y a opiniones
vertidas por el señor Ministro referidas a la despenalización del aborto.
Los fuertes e inusuales términos empleados por el vicario provocaron un
profundo malestar en diversos ámbitos de nuestra sociedad por el nivel de
agresividad de los mismos. En el texto, monseñor Baseotto acusa al ministro
de "apología del delito de homicidio por propiciar la multiplicación de los
abortos". Además, remite a un texto del Evangelio al señalar que "los que
escandalizan a los pequeños merecen que les cuelguen una piedra de molino al
cuello y los tiren al mar" en alusión a la campaña de lucha contra el HIV
que promueve el ministerio a través de la distribución gratuita de
preservativos a los adolescentes.

Con el respeto debido a su investidura y su persona entiendo que monseñor
Baseotto ha cometido un exceso verbal y sin duda constituyen las suyas
expresiones poco felices que denotan una fuerte intolerancia e incentivan al
desencuentro de los argentinos, máxime al utilizar una cita bíblica que
posee una connotación muy fuerte por nuestra reciente y triste historia.

El obispo castrense le replicó a González García por declaraciones que había
formulado el lunes último, cuando dijo que "si el aborto se hubiera
despenalizado, muchas de esas mamás que no concurren al médico o que llegan
al borde de la vida se salvarían. La despenalización del aborto tiene que
ver con cuestiones sanitarias". En su misiva el obispo castrense señala que
la práctica de la despenalización del aborto es "el asesinato de hombres
inocentes" y advierte que distribuir preservativos es "propiciar el
libertinaje sexual y difundir impunemente el sida".

En cumplimiento de la alta tarea de guía espiritual, el obispo tiene a su
cargo las capellanías de la Presidencia de la Nación, del Ministerio de
Defensa y de las Fuerzas Armadas, la Gendarmería y la Prefectura Naval. Y si
bien es cierto que sobre el aborto, la anticoncepción y la corrupción de
menores, se ha pronunciado el Episcopado argentino en repetidas ocasiones y
el papa Juan Pablo II en muchas oportunidades, lo que resulta cuestionable
es la falta de aceptación de las ideas diferentes y el grado de intolerancia
y agresividad que sus palabras encierran. Como comunidad debemos aceptar las
divergencias, las diferencias de sentires y pensares como bases inherentes a
nuestros valores democráticos. La descalificación y el agravio pueden ser la
semilla de un mal aún más peligroso: la discriminación y la segregación.

De la simple lectura de los dichos del señor Ministro de Salud de la Nación
se desprende que sus declaraciones fueron vertidas en un contexto de
políticas sanitarias de prevención, y bajo ningún punto de vista podían ser
las mismas interpretadas como una posición ideológica ni mucho menos como
una afrenta a principios teológicos. Desde la escena mundial hasta las
circunstancias más íntimas, el SIDA nos obliga a abrir los ojos y a no dejar
de lado el problema por considerar que es un problema ajeno. Nos obliga a
abrir nuestras mentes a soluciones comunitarias eficaces en la lucha contra
el SIDA. Nos obliga a abrir los brazos para acoger a las personas que viven
con la enfermedad y a brindarles nuestra solidaridad y nuestro apoyo.

La epidemia de VIH/ Sida detectada desde la década de los ochenta
continúa avanzando a pasos agigantados con más de 16 mil nuevas
infecciones por día en todo el mundo de acuerdo con cifras del
Onsida (Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA).
En el mundo entero, el número de mujeres portadoras de esta enfermedad,
es prácticamente igual al número de varones infectados. Actualmente hay
unos 30 millones de personas que viven con el VIH/SIDA, mientras el número
total de defunciones debidas a esta enfermedad en todo el mundo ha llegado a
9 millones.

Esta circunstancia y la pandemia que significa nos obligan a una profunda
reflexión. Uno de los grandes retos para la sociedad será trascender la
perspectiva individual y egoísta, para lograr un sentido de
responsabilidad colectiva que reconozca la obligación moral de desistir
de los comportamientos que pongan en riesgo a los otros. Más aún si se
piensa que en ella radica el posible éxito de nuestras sociedades en su
lucha contra el SIDA.

En la Cumbre del Milenio, los dirigentes del mundo resolvieron que para el
año 2015 habremos detenido y comenzado a invertir la propagación del
VIH/SIDA con políticas adecuadas de prevención e información concretas. En
cumplimiento de las funciones inherentes a su cartera, el Ministro de Salud
tiene a su cargo implementarlas y cualquier declaración que realice a este
respecto no debe ser agraviada con alegorías que recuerden un pasado
reciente cuyas heridas aún nuestra sociedad debe curar.

Por las razones expuestas, solicito de mis pares la aprobación del presente
Proyecto de Declaración.

Mabel L. Caparrós.