Número de Expediente 412/05
N° | Origen | Tipo | Extracto |
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412/05 | Senado De La Nación | Proyecto De Declaración | REUTEMANN Y LATORRE :PROYECTO DE DECLARACION MANIFESTANDO BENEPLACITO POR LA ENTRADA EN VIGENCIA DEL PROTOCOLO DE KYOTO .- |
Listado de Autores |
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Reutemann
, Carlos Alberto
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Latorre
, Roxana Itatí
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Fechas en Dir. Mesa de Entradas
MESA DE ENTRADAS | DADO CUENTA | Nº DE D.A.E. |
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16-03-2005 | 06-04-2005 | 21/2005 Tipo: NORMAL |
Fecha de Ingreso a Dir. Gral. de Comisiones
DIR. GRAL. de COMISIONES | INGRESO DEL DICTAMEN A LA MESA DE ENTRADAS |
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18-03-2005 | 14-04-2005 |
Giros del Expediente a Comisiones
COMISIÓN | FECHA DE INGRESO | FECHA DE EGRESO |
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DE RELACIONES EXTERIORES Y CULTO
ORDEN DE GIRO: 1 |
18-03-2005 | 14-04-2005 |
ENVIADO AL ARCHIVO : 24-06-2005
Resoluciones
SENADO |
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FECHA DE SANCION: 04-05-2005 |
SANCION: APROBO |
COMENTARIO: |
NOTA:JUNTO C/S.- 4558/04, 34, 252, 282 Y 353/05.- |
OBSERVACIONES |
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DICTAMEN CONJ. CON S. 4558/04, 34, 252,282 Y 353/05 |
Órdenes del Día
NÚMERO | DE FECHA | ESTADO | ANEXO |
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227/05 | 18-04-2005 | APROBADA | Sin Anexo |
En proceso de carga
Senado de la Nación
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones
(S-412/05)
PROYECTO DE DECLARACIÓN
El Senado de la Nación
DECLARA:
Su beneplácito por la entrada en vigencia, a partir de la adhesión de 141 países entre
ellos la República Argentina, del Protocolo de Kyoto de la "Convención Marco de Naciones
Unidas sobre el cambio climático", que tiene como objetivos centrales promover el
desarrollo sostenible y frenar el calentamiento global del planeta.
Carlos A. Reutemann.- Federico R. Puerta.-
FUNDAMENTOS:
Señor Presidente:
El 16 de febrero de 2005 será recordado como un día muy importante para quienes estamos
preocupados por el desarrollo sustentable de nuestro hábitat común: la Tierra.
En esta fecha, 141 países del orbe (30 de ellos industrializados), procedieron a suscribir
el Protocolo de Kyoto en la antigua ciudad japonesa donde se alcanzó el acuerdo en 1997,
mediante el cual se exige al mundo industrializado un recorte del 5,2% de los gases de
efecto invernadero para 2012.
Para ello se han establecido metas particulares para cada país, según sus niveles de
contaminación. Se pretende evitar el recalentamiento del planeta. Es el mayor acuerdo jamás
firmado sobre el cuidado del medio ambiente.
El Protocolo de Kyoto, entre otras cuestiones, contempla que los países apliquen y/o sigan
elaborando políticas y medidas de conformidad con sus circunstancias nacionales, incluyendo
las siguientes:
i) fomento de la eficiencia energética en los sectores pertinentes de la economía nacional;
ii) protección y mejora de los sumideros y depósitos de los gases de efecto invernadero;
promoción de prácticas sostenibles de gestión forestal, la forestación y la reforestación;
iii) promoción de modalidades agrícolas sostenibles a la luz de las consideraciones del
cambio climático;
iv) investigación, promoción, desarrollo y aumento del uso de formas nuevas y renovables de
energía, de tecnologías de secuestro del dióxido de carbono y de tecnologías avanzadas y
novedosas que sean ecológicamente racionales;
v) reducción progresiva o eliminación gradual de las deficiencias del mercado, los
incentivos fiscales, las exenciones tributarias y arancelarias y las subvenciones que sean
contrarios al objetivo de la Convención en todos los sectores emisores de gases de efecto
invernadero y aplicación de instrumentos de mercado;
vi) fomento de reformas apropiadas en los sectores pertinentes con el fin de promover unas
políticas y medidas que limiten o reduzcan las emisiones de los gases de efecto
invernadero;
vii) medidas para limitar y/o reducir las emisiones de los gases de efecto invernadero en
el sector del transporte;
viii) limitación y/o reducción de las emisiones de metano mediante su recuperación y
utilización en la gestión de los desechos así como en la producción, el transporte y la
distribución de energía.
A nuestro país le ha correspondido un rol relevante en la materia, teniendo en cuenta que
el ministro de Salud y Ambiente, Ginés González García, presidió la reunión en la que se
firmó la entrada en vigencia de este Protocolo.
"Es un día histórico para la humanidad -declaró González García - porque todos los países,
inclusive los de mayor desarrollo industrial como Japón, se comprometen a reducir la
emisión de gases a la atmósfera. Es una apuesta al futuro de las próximas generaciones". En
el acto que presidiera el ministro argentino, expresó que el camino que se debe seguir a
nivel mundial para avanzar en materia de políticas ambientales debiendo "elegirse mediante
una combinación óptima de racionalidad, equidad e integridad ambiental".
El director del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Klaus Toepfer,
declaró que Kyoto es sólo un primer paso y que todavía falta mucho por hacer para frenar el
calentamiento global y sus posibles efectos en el clima mundial.
El tratado entra en vigencia 90 días después de que Rusia tomara la crucial decisión de
ratificarlo, en noviembre de 2004. La aceptación de este país fue fundamental porque, para
que el acuerdo fuera efectivo, se requería el apoyo de las naciones responsables de al
menos el 55% de las emisiones contaminantes.
Sin embargo mucho falta aún. Si bien la mayoría de las naciones industrializadas han
ratificado el acuerdo, se registran algunas importantes excepciones entre las que se
destaca la ausencia de ratificación por parte de los Estados Unidos de América y de
Australia. Tampoco lo hizo Croacia dentro de los países considerados industrializados y
naciones en desarrollo de rápido crecimiento, como China e India, están al margen del
acuerdo.
"Una de las razones por las cuales algunos países no quieren apoyar el Protocolo de Kyoto
es que no quieren alterar sus costumbres excesivamente consumistas", afirmó la viceministra
keniana de Medioambiente Wangari Maathai, la primera mujer africana que ganó el Premio
Nobel de la Paz en el año 2004.
El protocolo de Kyoto fue firmado por los gobiernos en el marco de la "Tercera Conferencia
de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático"
celebrada en esa ciudad japonesa en 1997.
Los firmantes se comprometieron a reducir, entre los años 2008 y 2012, en un 5,2% la
cantidad de emisiones a la atmósfera de gases contaminantes que emiten los países
industrializados y que son los causantes del efecto invernadero. Este compromiso alcanza a
las emisiones del hemisferio Norte no obligando a los países del hemisferio Sur.
Al día de hoy, las naciones que han ratificado Kyoto emiten el 61,5% de los gases de todo
el planeta. Entre los compromisos asumidos se destaca que Japón tendrá que reducir un 6%;
los países de la Unión Europea un 8%. Rusia, en cambio, deberá mantenerse en los mismos
niveles que presentaba en 1990.
En el caso de la Unión Europea se advirtió hace dos años que cuatro países -Dinamarca,
Italia, Portugal y España- estaban muy por encima de las emisiones asignadas, y se
reconoció que tendrán dificultades para acercarse a la cuota establecida. De no alcanzar el
objetivo, la UE podría aplicar sanciones, aunque todavía no se ha especificado la cuantía
de las mismas. Existe la posibilidad que los países que sobrepasen sus cuotas de emisiones
podrán comprarles "unidades de carbono" a países que emitan menos.
En cuanto a los gases de efecto invernadero (GEI), América latina y el Caribe emiten el 8 o
el 9% del total mundial de estos contaminantes, destacándose cuatro países: Brasil, México,
Venezuela y la Argentina, que en conjunto son responsables de "poco más del 70% de las
emisiones de GEI" en la región.
La Argentina no está alcanzada por el acuerdo, ya que sólo produce un 0,6% del dióxido de
carbono mundial. Además nuestro país ha evidenciado otros esfuerzos en la materia, siendo
de destacar que se han firmado siete acuerdos ambientales con Canadá, Francia, España,
Italia, Holanda, Austria y Dinamarca orientados a promover las actividades del proyecto
Mecanismo para un Desarrollo Limpio y, de modo general, a promover todo lo que mejore la
calidad ambiental.
En el mismo sentido la Argentina forma parte, con otros trece países, de la iniciativa
Metano a los Mercados lanzada por el gobierno de Estados Unidos de América con la finalidad
de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en distintos sectores de actividad
económica mediante la recuperación y utilización del metano.
Teniendo en cuenta la brecha existente en esta materia entre países centrales y los del
Sur, se anuncia que Argentina y Brasil impulsarán desde el Mercosur la creación de un
denominado "club de acreedores ambientales", aunque sin generar "confrontaciones" con los
países desarrollados, según afirmó el ministro Gines González García. Se pretende encontrar
mecanismos de preservación del medio ambiente para países subdesarrollados.
Los gases que se deberán reducir son seis: el dióxido de carbono, el metano, el óxido
nitroso, el hidrofluocarbono, el perfluorocarbono y el hexafluorocarbono de azufre. El
dióxido de carbono que se produce al quemar combustibles fósiles es el factor que más
influye en el cambio climático, aunque también ayudan el metano -que proviene de los
fertilizantes utilizados en agricultura- y el óxido nitroso de los vehículos. Los otros
tres gases están muy presentes en multitud de procesos industriales.
Como antecedentes de Kyoto se destaca que en el mes de agosto de 1990 se produjo un
"Primer informe de evaluación del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático como
base para la negociación del Convenio Marco de las Naciones sobre el Cambio Climático", el
que arrojó preocupantes datos, indicando aumentos de la temperatura media de la Tierra de
0,3 grados por década, si se mantenían los niveles de emisión de los gases que contribuyen
al efecto invernadero.
El Protocolo de Kyoto es la culminación de una serie de negociaciones que se iniciaron en
junio de 1992, durante la Cumbre de la Tierra que se celebró en Río de Janeiro, la que se
promovió en aras de discutir sobre la necesidad de mantener estabilizadas las
concentraciones de gases de efecto invernadero a un nivel compatible con el desarrollo
sustentable, la producción de alimentos, y la preservación de los ecosistemas. Participaron
180 países que se comprometieron, bajo el Tratado sobre Cambios Climáticos, a tomar medidas
para mitigar los efectos del cambio climático debido a las crecientes emisiones de gases de
efecto invernadero.
El avance definitivo se concreta el 11 de diciembre de 1997 cuando se firma el Protocolo de
Kyoto que hoy entra en vigencia plena.
Otro hito lo representa el 9 de mayo de 2002 cuando se adopta el Convenio Marco de la ONU
sobre el cambio climático que se presenta en Nueva York. Días más tarde, el 30 de mayo de
2002, la Unión Europea ratifica el Protocolo de Kyoto.
Gracias a la ratificación simultánea de los quince países miembros de la UE, el número de
Estados parte del texto internacional se sitúa en 69, superando ya por lo tanto los 55
necesarios para su entrada en vigor.
En el marco de la Unión Europea, a los esfuerzos permanentes en la materia que exhiben los
países nórdicos, se destaca Gran Bretaña ya que los británicos no sólo han cumplido con las
metas de reducción de gases que causan el efecto invernadero
previstas en el Protocolo de Kyoto, sino que se han propuesto duplicar el nivel estipulado
en el documento. El presidente francés Jacques Chirac también se ocupó del tema instando a
los países desarrollados a que para el 2050 "dividan por cuatro" las emisiones de gases de
efecto invernadero.
El último momento crucial se produce el 30 de septiembre de 2004 cuando Rusia ratifica el
Protocolo de Kyoto. La adhesión de Rusia al tratado era imprescindible para que el acuerdo
(ratificado por 126 países) adquiriese validez legal.
Esta creciente toma de conciencia universal del peligro que encierra la descontrolada
emisión de gases a la atmósfera queda reflejada en la circunstancia que 83 países firmaron
originalmente en el año 1997 el Protocolo, mientras que 46 lo ratificaron ulteriormente. De
los países que lo suscribieron originalmente, además de los Estados Unidos de América y
Australia, sólo Mónaco y Liechtenstein no lo ratificaron ulteriormente.
Existe consenso en la comunidad científica de que sin el llamado "efecto invernadero" la
vida en la Tierra no sería posible, al menos en su forma actual.
La radiación solar atrapada entre el dióxido de carbono, metano, óxido nitroso,
hidrofluorocarburos, perfluorocarburos y hexafluoruro de azufre, ha permitido que la
superficie del planeta alcance una temperatura adecuada para el desarrollo de diversas
especies de plantas y animales, y de su interacción en los ecosistemas.
Sin embargo, desde la revolución industrial, con la mecanización de los procesos fabriles y
el surgimiento de la producción en serie -alimentada, principalmente, por energía
proveniente de fuentes fósiles- las emisiones a la atmósfera de gases de efecto invernadero
(GEI) han roto ese delicado equilibrio provocando un incremento en la temperatura promedio
del planeta, objeto de genuina preocupación mundial.
El asunto es que para el desarrollo de la vida, la Tierra necesita recibir los rayos del
Sol, que son una caricia caliente que envuelve toda su superficie, y que no sólo hace falta
que llegue hasta la corteza terrestre, sino que además debe quedarse protegiéndola (de
forma que se mantenga el equilibrio térmico natural).
De eso último, aparte del trabajo de filtrado del exceso de calor, se encargan
solidariamente el vapor de agua, el dióxido de carbono y los llamados "gases de efecto
invernadero" (elementos que actúan como una suerte de filtro que impide que el calor rebote
y se vaya por la misma dirección por la que ha venido). Todos estos factores son una de las
condiciones que han hecho posible la vida; sin su presencia la Tierra sería un lugar frío y
tan desolado como Marte.
Desde hace unas décadas, esos mismos gases se han convertido en un problema acuciante para
científicos y ecologistas. Y la culpa, según esas mismas voces y conciencias, habría que
atribuírsela al hombre, que con la actividad intensiva de la industria, el transporte y el
desarrollo de una amplia gama de fuentes contaminantes, ha multiplicado el riesgo
climático.
La suerte de nuestro planeta parece encerrar una paradoja: la misma cosa que permite que la
Tierra sea un lugar habitable -algo así como un revestimiento hecho de gases y dióxido de
carbono- está contemporáneamente amenazando su salud y la de sus pobladores.
El calentamiento del planeta sería la consecuencia visible de este fenómeno. Si bien la
teoría del calentamiento está todavía en el terreno de la controversia., la opinión
mayoritaria de los científicos se expide en el sentido que son cuestiones íntimamente
vinculadas.
Los expertos dicen que las emisiones de dióxido de carbono y otros gases elevarán la
temperatura entre 1,4º y 5,8º para fines de este siglo. Dichos gases influirán en las
pautas meteorológicas y los ciclos de las estaciones, acontecimientos climáticos extremos,
ecosistemas y recursos hídricos.
Pero por otras hipótesis se sostiene que existe una posibilidad de que el cambio climático
se deba sencillamente a variaciones cíclicas naturales, tal como ocurrió en épocas
anteriores.
Algunos científicos están alertando de que lo que se toma como calentamiento global es el
calentamiento urbano de las grandes ciudades y que si solamente consideráramos las áreas
del campo que no han tenido crecimiento, la temperatura no ha aumentado tanto.
Estas posturas cuestionan a Kyoto por significar un esfuerzo de recursos significativos que
podrían orientarse a otras prioridades mundiales (pobreza, SIDA, malaria y libre comercio
son las cuestiones que encabezan esta agenda global) y por considerar que sólo se demorará
el recalentamiento del planeta, no evitándose que se produzca un poco más tarde ese
proceso.
En cambio para grupos ecologistas el fenómeno está relacionado con un amplio catálogo de
eventos extraordinarios, como el progresivo derretimiento de los glaciares, el aumento del
nivel del mar y el incremento anormal de las precipitaciones. Aseguran además que el
calentamiento también estaría causando muchas de las catástrofes que cada vez con mayor
frecuencia azotan el globo: huracanes, inundaciones, tornados.
En todo caso, queda claro que el hombre, con su pretensión de expandir "ad infinitum" la
producción de bienes, presiona los límites que la Naturaleza impone y excede la capacidad
de carga de los ecosistemas, ya sea en la atmósfera, en los océanos o en el suelo mismo. Y
sus consecuencias impactan a escala planetaria.
Pese a su baja responsabilidad en la generación de los GEI, los países en vías de
desarrollo serán igualmente afectados con los previsibles cambios en el ciclo hidrológico,
el aumento en el nivel de los mares, la migración rural y la desertificación, que entre
otros impactos son atribuibles al aumento de la temperatura de la Tierra.
La entrada en vigor del Protocolo significará un progreso concreto ya que una treintena de
economías industrializadas -las cuales son mayormente responsables de la emisión de gases
de efecto invernadero- se verán obligadas jurídicamente a reducir o limitar las emisiones
de estos gases.
De igual forma, el Mecanismo para el Desarrollo Limpio, contemplado en dicho Protocolo,
entrará en una fase de plena operatividad, alentando las inversiones en proyectos
orientados a cumplir con el propósito de reducir las emisiones de origen antropogénico.
Esta encrucijada debiera servir, además, como invitación a aquellos países que alimentan su
crecimiento usando irresponsablemente combustibles fósiles, para que reconviertan sus
matrices energéticas, incentivando, a través de un plan concreto, el uso de fuentes
energéticas renovables y limpias.
A pesar de algunas voces en contrario, está clara la gravedad e importancia de la relación
entre la acumulación de las emisiones de CO2, el calentamiento global y la mayor incidencia
de desastres naturales. Esta vinculación fue reconocida en 1999, en la clausura de una
cumbre organizada por la ONU en Ginebra, por su secretario general, Kofi Annan.
Por su parte meteorólogos reunidos en un Forum de Barcelona, realizado en mayo de 2004,
llegaron a la conclusión que los desastres naturales se habrían multiplicado por cuatro en
el último medio siglo. Algunos atribuyen que esta proliferación de esta clase de desastres
también pueden ser atribuidos al incremento poblacional registrado en la Tierra.
Paralelamente, y al margen de la alta política, existen acciones que tanto las empresas
como los ciudadanos comunes podemos emprender para tratar de paliar los inconvenientes que
trae el desarrollo. Entre ellas se destaca:
1) Ahorrar la energía que se despilfarra en todos los sectores de la economía, incluyendo
en el transporte, las casas, las oficinas y la industria.
2) Cambiar el uso industrial del carbón por el de insumos menos contaminantes, como el gas
natural, especialmente en la producción de energía.
3) Aumentar el uso de energías limpias y renovables, como la eólica y la solar, que no
emiten CO2.
Otras acciones complementarias que proponen los especialistas abarcan cuestiones tales como
la regulación de la polución provocada por los vehículos y el aumento del transporte
público; la necesidad de preservar nuestros bosques pluviales tropicales y, en definitiva,
tomar medidas para evitar que los entornos ambientales de la Tierra sean destruidos.
Romper el círculo de la pobreza, encarando las cuestiones más urgentes (enfermedades,
hambre, contaminación de las aguas), también está en la agenda pendiente. Se ha comprobado
que el mismo huracán que devastó a Haití, apenas tuvo consecuencias en Miami dado que la
población del estado de Florida está mejor preparada para afrontar las calamidades.
Combatiendo el círculo perverso de la pobreza no sólo se beneficiará a los pueblos sino que
además los hará menos vulnerables a los efectos del cambio climático.
Con todo, el Protocolo de Kyoto es una contribución, seguramente no la única ni la
definitiva, para resolver una cuestión crucial que afecta la vida, constituyendo un legado
para las próximas generaciones de habitantes de nuestro planeta.
Su entrada en vigencia, a partir de la adhesión de 141 países del orbe, significa un gran
avance que es menester reconocer y valorar.
Señor Presidente, por los motivos expuestos solicito de mis pares la aprobación del
presente proyecto de Declaración.
Carlos A. Reutemann.-