Número de Expediente 4/05

Origen Tipo Extracto
4/05 Senado De La Nación Proyecto De Ley JENEFES : PROYECTO DE LEY INCORPORANDO A LAS CURRICULAS EDUCATIVAS LOS CONTENIDOS DE LA GESTA DEL " EXODO JUJEÑO " , Y OTRAS CUESTIONES CONEXAS .
Listado de Autores
Jenefes , Guillermo Raúl

Fechas en Dir. Mesa de Entradas

MESA DE ENTRADAS DADO CUENTA Nº DE D.A.E.
01-03-2005 09-03-2005 1/2005 Tipo: NORMAL

Fecha de Ingreso a Dir. Gral. de Comisiones

DIR. GRAL. de COMISIONES INGRESO DEL DICTAMEN A LA MESA DE ENTRADAS
04-03-2005 22-04-2005

Giros del Expediente a Comisiones

COMISIÓN FECHA DE INGRESO FECHA DE EGRESO

ORDEN DE GIRO: 1
04-03-2005 22-04-2005

ENVIADO AL ARCHIVO : 02-09-2005

Resoluciones

SENADO
FECHA DE SANCION: 18-05-2005
SANCION: APROBO
COMENTARIO:
APROBADO COMO: Proyecto de Comunicacion
NOTA:

Órdenes del Día

NÚMERO DE FECHA ESTADO ANEXO
284/05 25-04-2005 APROBADA Sin Anexo

PRESIDENCIA/OFICIALES VARIOS

ORIGEN TIPO NUMERO FECHA AR
PE RP 939/05 09-02-2006
En proceso de carga

Senado de la Nación
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones

(S-4/05)

PROYECTO DE LEY

El Senado y Cámara de Diputados,...

Artículo 1: Incorpórase a las currículas básicas de la Educación General Básica y Polimodal
de todo el país, los contenidos que permitan ilustrar tan heroica gesta como lo fue el
"Éxodo Jujeño", procurándose la información exhaustiva sobre lo ocurrido el 23 de Agosto de
1812.

Art. 2ª: Incorpórase a las efemérides de los niveles de la Educación General Básica y
Polimodal de todo el país, el día 23 de agosto como el día para honrar a los héroes del
"Éxodo Jujeño".

Art. 3ª: Comuníquese al Poder Ejecutivo.

Guillermo R. Jenefes.

FUNDAMENTOS

Señor Presidente:

Entró Jujuy al siglo XIX con una situación floreciente que puede ser descripta en los
siguientes términos: la producción agrícola había alcanzado gran desarrollo, sobresaliendo
en ella la producción de azúcar, cuyo principal establecimiento estaba instalado en San
Lorenzo, que producía alrededor de quince mil arrobas de azúcar y de otros derivados como
chancaca, alfeñiques y aguardiente. La ganadería se incrementaba día a día con la crianza y
engorde de mulas, que arriadas transportaban los productos hacia el Perú y de éste hacia el
Río de la Plata. Esta actividad era muy intensa, pues Jujuy era el puente preciso. La
minería se desarrollaba en los mismos términos. Jujuy en pleno desarrollaba una jerarquía
de cultura, asentada en una economía suficiente para satisfacer sus necesidades y aún
mandar sus productos fuera de la jurisdicción.

Esta situación económica floreciente, permitió un crecimiento poblacional duplicándose en
el término de treinta años, índice adecuado para mostrar su pujanza. Así Jujuy se disponía
a entrar en el nuevo siglo con expectativas de crecimiento y progreso.

Lejos estaba, entonces, de imaginar los suceso que convulsionaría hasta sus entrañas al
coloso americano de la corona hispana; sin embargo, algunos sucesos hacían presagiar la
tormenta que se avecinaba.

Entre 1748 y 1762, habían aparecido en Europa, obras como El Espíritu de la leyes de
Montesquieu, La Enciclopedia de Diderot y el Contrato Social de Rousseau, muchos de esos
escritos llegaron a América y prepararon la futura lucha contra el principio de autoridad.

En 1776 con la "Declaración unánime de los trece estados de América" se concreta la
rebelión e independencia de las Colonias de América del Norte, este suceso fue también
conocido y analizado por los criollos y europeos de la América hispana y sirvió para
despertar en algunas mentes, las ideas de libertad e independencia.

Con este ambiente ya preparado para las nuevas ideas, entre 1780 y 1781 se produjo en Tinta
(Perú) la rebelión de Tupac Amaru, que rápidamente se extendió por el Virreinato del Río de
la Plata. Este alzamiento contra la autoridad real provocó una conmoción de la América
Hispana que alcanzó a regiones tan separadas entre sí como Quito y Mendoza. Pese a su
violenta y efectiva represión, las ideas de su cabecillas y de otros seguidores no pudieron
ser anuladas.

En 1789 la Revolución Francesa inició un proceso político que atentaría contra el sistema
absolutista que imperaba en Europa y sus principios se propagaron en América pese a las
disposiciones del Gobierno Español.

No menos importante fueron las revoluciones de Chuquisaca y La Paz (1809), que llegaron
mucho más lejos de sus intentos de emancipación, se levantaron abiertamente en rebelión,
derrocaron al gobierno constituido y formaron una Junta de Gobierno propia. No obstante, en
el Alto Perú los cabecillas del movimiento fueron horrorosamente sacrificados.

La vida ya por entonces, apacible y casi monótona de Jujuy, al comenzar el año 10, no era
quebrada por las invasiones sino por una turbulencia inusitada, la revolución había
estallado en Buenos Aires.

Las noticias fueron llegando a Jujuy en forma fragmentada y recién el 15 de junio se tuvo
noticias de lo que ocurría en Buenos Aires y de que Liniers, opuesto al levantamiento, se
dirigía con sus compañeros hacia Jujuy, de paso al Alto Perú.

De esta manera, el Cabildo de Jujuy tomó conocimiento oficial de tres pliegos: el primero
daba cuenta de la creación de una Junta Provisional de Gobierno explicando las razones que
llevaron al Virrey a abdicar; otro impreso hacía saber que tal Junta había sido reconocida
por las Corporaciones y jefes militares y convocaba a los Cabildos de cada ciudad para
designar a representantes que debía viajar cuanto antes a Buenos Aires. El tercero, era del
gobernador intendente de Salta, en el que se hacía referencia a los sucesos y lo mínimo que
pedía era que se conservara la tranquilidad hasta tanto se obtuviera mayores noticias.

Así, los cabildantes se encontraron en un aprieto. Por un lado, las noticias que llegaban
de Buenos Aires, eran un poco más de lo que ellos deseaban, y por el otro, no podían
olvidar la represión de Chuquisaca y La Paz, tan recientes y cercanas. Esta disyuntiva no
fue muy larga y a fines de junio, Jujuy se pliega a la revolución.

Tanto más digna de elogio fue la actividad de Jujuy si se tiene en cuenta que este problema
era más grave para ella que para muchas actividades del virreinato.

Dice Ricardo Rojas "..catastróficos eran los momentos por los cuales atravesaba aquella
marca de frontera. La corriente comercial en el norte se había paralizado poco más o menos,
lo cual produjo una crisis económica, a la que se agregó una suma escasez de trigo y
harina, y la posibilidad para muchos comerciantes de no entrar en posesión de numerosas
partidas que habían quedado varadas en Perú. Para remediar tales inconvenientes estaban los
jujeños, cuyos donativos, no obstante la pobreza en que vivían, no fueron menos importantes
que los de otra región".

El 4 de septiembre de 1810, en Cabildo Abierto, se llevó a cabo la elección del diputado
por Jujuy hacia Buenos Aires, siendo electo Juan Ignacio Gorriti, hombre de espíritu
inquieto y de exquisita cultura que se caracterizó por su serenidad en el análisis de los
problemas sociales y políticos del virreinato. En su carácter de diputado, Gorriti fue el
primero en plantear, en términos concretos, el problema de la organización nacional; en
ellos sostenía la igualdad de derechos de todos los pueblos del virreinato y por
consiguiente, la necesidad de darles la autonomía necesaria para ejercer libremente sus
derechos.

Estos escritos, que pueden citarse como los documentos básicos, que expresan la idea matriz
del federalismo argentino, quedaron sin respuesta ya que la Junta influida por problemas
militares, se obligó a posponer estas discusiones y que desgraciadamente serían resueltas
posteriormente basándose en los hechos consumados y por la preponderancia injusta y
arbitraria de Buenos Aires.

A los problemas de la Junta se sumaron otras dificultades: la gran extensión territorial,
la ineficacia de las comunicaciones, el aislamiento de los pueblos y su espíritu localista,
receloso de las innovaciones. Uno de los principales centros en los que se radicó la
resistencia a la misma fue el Alto Perú, lugar al que la Junta envió la primera expedición
al norte a fin de sofocar a los realistas. Al mando de Juan Martín de Pueyrredón,
recuperan Córdoba siguiendo al norte obtienen la victoria de Suipacha (7 de noviembre de
1810) y más tarde, la derrota de Huaqui (20 de junio de 1811) que tuvo como consecuencia la
pérdida definitiva de las provincias del Alto Perú.

La presión realista se acentuaba y por ello, Pueyrredón resolvió abandonar Jujuy al tiempo
que reiteraba al gobierno sus deseos de ser relevado, esgrimiendo, ahora, su precario
estado de salud.

A principios de 1812, el general Manuel Belgrano es enviado por el Triunvirato a hacerse
cargo del Ejército del Norte; su misión era recuperar el territorio del Alto Perú y sus
ricas minas de plata para la revolución.

Belgrano fue elegido por sus cualidades políticas y sus antecedentes de excelente
administrador. Después del desastre de Huaqui, en junio de 1811, se había quebrado la moral
y la disciplina de las tropas patrióticas en el norte y Belgrano era el hombre indicado
para reorganizar ese ejército.

Emprendió la tarea de reconstruir el ejército con el fervor de un iluminado. Al día
siguiente de hacerse cargo, inició sus funciones con una arenga a las tropas a las que les
recordaba el objetivo de la revolución y las virtudes militares de constancia,
subordinación y respeto por los pueblos que debía caracterizar al ejército ahora bajo su
mando; a los oficiales les indicaba: "Aquél que no tenga bastante fortaleza de espíritu
para soportar con energía los trabajos que le esperan, podía pedir su licencia, porque él
no quería a su lado sino hombres dispuestos a sacrificarse por la patria".

Así, mientras la reorganización del ejército se materializaba y Jujuy se convertía en el
arsenal de la libertad, llegó el 25 de mayo, segundo aniversario de la fecha gloriosa.
Belgrano se dispuso a celebrarlo con gran pompa para levantar aún más el espíritu de las
tropas y la población. Presentó en esa ceremonia, la bandera celeste y blanca, que él
habría creado en las baterías del Rosario, la enseña fue bendecida en la Iglesia matriz y
luego se la hizo jurar por las tropas.

Pasado el entusiasmo de estas festividades, Belgrano se dispuso a continuar su marcha hacia
el norte, idea que fue reforzada por un pedido que los patriotas de Cochabamba le hacían
llegar para que los auxiliara en sus tareas.

La primera decisión de Belgrano fue adelantar a Balcarce hasta la localidad de Humahuaca, a
fines de mayo y allí aumentó sus efectivos incorporando a gran cantidad de habitantes de la
Quebrada, que con enorme entusiasmo concurrieron a enrolarse en las filas patriotas. En
Humahuaca se creó un núcleo importante de caballería gaucha, que años más tarde sería el
terror de los españoles.

Cuando todo hacía presagiar un avance sostenido hacia el Alto Perú, Belgrano recibió la
orden de retirarse para evitar ser aniquilado por las fuerzas realistas con el objeto de
facilitar una ofensiva contra la Banda Oriental. Con esta disposición del gobierno porteño,
Jujuy quedaba nuevamente librada a sus propios recursos, y aún sin éstos la orden era
clara: nada debía quedar.

A fines de julio de 1812, el ejército realista había logrado dominar el Alto Perú y
establecer su cuartel general en Potosí, donde se preparaba para reanudar sus operaciones y
avanzar sobre Salta a fin de estrechar el cerco sobre Buenos Aires y privarlo de todos los
recursos que le ofrecían las provincias del norte.

Si alguna duda le quedaba a Belgrano sobre los realistas, el gobierno le indicaba por otro
oficio que " los españoles reúnen todo su ejército y vienen a ocupar la provincia de Salta
con más de 2000 hombres".

Mientras tanto, las informaciones que se iban recibiendo en el Cuartel general de Jujuy
indicaban que las fuerzas españolas se acercaban peligrosamente a Yavi con la idea de
continuar hacia el sur.

La situación era clara y sus lineamientos generales se ajustaban a lo previsto en las
órdenes impartidas por el gobierno, y así las circunstancias, colocaban a Belgrano ante un
duro trance. Después de haber revitalizado la confianza de los pueblos interiores, debía
obligarlos a abandonar el terruño y retirarse de sus hogares sin dejar nada que pudiera
servirle al invasor.

El bando del Comandante en Jefe del 29 de julio fue claro y enérgico: "Llegó, pues, la
época en que manifestéis vuestro heroísmo y de que vengáis a reuniros al ejército de mi
mando, si como aseguráis queréis ser libres, trayéndoos las armas de chispa, blanca y
municiones que tengáis o podáis adquirir y dando parte a la justicia y permaneciendo
indiferentes a la vista del riesgo que os amenaza de perder no sólo vuestros derechos, sino
las propiedades que tenéis.
Hacendados: apresuraos a sacar vuestros ganados vacunos, caballares, mulares y lanares que
haya en vuestras estancias....sin darme lugar a que tome providencias que os sean
dolorosas, declarándoos además, si no lo hicieseis por traidores a la Patria.
Labradores: asegurad vuestras cosechas, extrayéndolas...no haciéndolo incurriréis en igual
desgracia que aquéllos.

Comerciantes: no perdáis un momento en enfardelar vuestros efectos y remitirlos, e
igualmente cuanto hubiere en vuestro poder...pues no ejecutándolo sufriréis las penas que
aquéllos y además quemando los efectos que se hallaren sean de quien fueren y a quien
pertenezcan".

Además expresaba claramente que "serán pasados por las armas todos aquéllos que fueran
encontrados fuera de las avanzadas del ejército los que por hechos o conversaciones
atentasen contra la sagrada causa de la Patria y aún los que inspiren desaliento.
Que serán tenidos por traidores a la Patria todos los que a mi primera orden no estuvieren
prontos a marchar y no lo efectúen con la mayor escrupulosidad..."

El tremendo bando hizo estremecer de ansiedad y amargura a la sociedad de Jujuy. Señala el
Dr. Carrillo que "luego de una detenida discusión el Cabildo resolvió solicitar a Belgrano
la modificación del bando, reclamando que éste no fuera cumplido por los ancianos,
enfermos, inválidos y desamparados, principalmente las mujeres".

La contestación de éste fue rotundamente negativa, reiteraba que la orden debía cumplirse
irremediablemente, tal como el mismo decía "se acabaron las contemplaciones de cualquier
especie que sea". Después de este episodio, la ciudadanía jujeña se dispuso a cumplir la
orden rigurosa y terminante.

Pero antes de iniciarse esta retirada, tuvo lugar ese célebre éxodo jujeño, dispuesto
previamente conforme al bando que lanzara el general. Y Jujuy se pone en movimiento, dando
un ejemplo de abnegación. Las mujeres colaboran en el alistamiento de los cartuchos, los
hacendados ofrecen sus ganados, y las carretas salen repletas por el camino a Tucumán. Las
mulas que no se iban a utilizar son escondidas en lugares alejados; las joyas de las
iglesias, los archivos públicos, todo se pone a salvo. Y a la manera de un pueblo nómada
los jujeños emprenden la marcha en aquel célebre éxodo del 23 de agosto de 1812.

Siguiendo a Belgrano cruzaron el Zapla
el Fuerte de Cobos, Cabeza de Buey
y allá en un recodo del triste camino
por nuestra bandera juraron morir.

Las recuas de mulas acallan los cerros
de alguna baguala robada al cacuy
que de pena anida en los pechos tristes
que solo y lejano se ha quedado Jujuy.

Mis versos te evocan, centauros jujeños
tus hijos recuerdan que con prueba de amor
regaste con sangre tu tierra norteña
blandiendo machetes al son del tambor.

"La 23 de Agosto", Jorge H. Chagra

En tanto, Belgrano recién salía a la medianoche, después de haber comprobado personalmente
que su orden se había cumplido.

El frío y la ventisca invernal acompañaron la caravana de héroes anónimos, reanimada sólo
por aquellas palabras del general Belgrano, en su arenga del 25 de mayo frente a lo
irremediable.

En medio del viento blanco, sólo la visión de aquella bandera que el "caudillo
revolucionario", como lo llamó el general realista Goyeneche, conservaba bien guardada en
una de sus maletas, lejos de destruirla, como había dicho el gobierno de Buenos Aires,
ponía su calor reconfortante para proseguir sin desmayos la emigración heroica.

Pronto la retaguardia ve aproximarse al enemigo, y comprendiendo que no es posible
interceptarle, ordena también la retirada. A poco andar, Belgrano refuerza la defensa con
dos cañones y alguna caballería, por lo que se morigeran los impulsos del jefe enemigo y el
ejército llega a Salta, donde se le incorporan las milicias de la ciudad a órdenes del
capitán don Toribio Tedín.

Vencido en la batalla de Cobos, el ejército se desmoraliza; la falta de agua, de sueño y la
escasez de alimentos no inquietan la fortaleza de alma del general patriota, quien no se
desmintió un solo instante.

Mal informado por sus avanzadas, el general sigue en la creencia de que es toda la
vanguardia de Goyeneche la que viene a su zaga, por lo que se mantiene la retirada a
marchas forzadas.

El 3 de septiembre tuvo lugar el combate del Río Las Piedras, en cuya ocasión cayó
prisionero el coronel realista. Esta victoria tuvo un gran valor moral para los
compatriotas y significó una sorpresa desagradable para las confiadas tropas de Goyeneche.

El 12 de septiembre, Belgrano escribe al gobierno: "la gente se ha decidido a sacrificarse
con nosotros si se trata de defenderla, y si no nos seguirán y lo abandonarán todo".

Viendo que el pueblo estaba dispuesto a morir antes de entregar su tierra, Belgrano
desobedece al Triunvirato.

La batalla se libró el 24 de septiembre de 1812 y concluyó con la victoria de las armas
patrióticas.

El triunfo de Belgrano consolidó la obra de la revolución y alejó momentáneamente el
peligro de un verdadero desastre. Si el ejército patriota se hubiera retirado, las
provincias del norte se perdían para siempre y el enemigo, dueño de un extenso territorio,
habría llegado hasta Córdoba, donde le hubiera sido más fácil obtener la cooperación de los
realistas de la Banda Oriental y de las tropas portuguesas del Brasil.

También el triunfo tuvo importantes consecuencias políticas, por cuanto Belgrano, que
contaba con la simpatía de la Logia Lautaro, había derrotado al invasor contrariando
disposiciones del gobierno y demostrando el acierto de los opositores cuando pedían auxilio
para remitir al ejército del norte. A los tres días de conocerse la noticia del combate en
Buenos Aires, el Primer Triunvirato fue derribado por la revolución del 8 de octubre.

Luego de la victoria de Tucumán, el gobierno de Buenos Aires, ordenó a Belgrano iniciar una
ofensiva hasta cerca del Río Desaguadero, en el Alto Perú.

A pesar del mal tiempo y de los malos caminos, los patriotas prosiguieron a Salta bajo una
copiosa lluvia.

Por fin, el 20 de febrero se produjo la batalla de Salta. Una hábil maniobra conducida por
Belgrano, puso de antemano en inferioridad de condiciones a su enemigo, que tuvo que
capitular, sufriendo una segunda y aplastante derrota.

Los emigrado jujeños, después de la victoria, se dirigieron a Jujuy. El 25 de febrero se
reestableció en la ciudad el nuevo gobierno patriota. La ciudad se encontraba destruida en
gran parte por el abandono y por las necesidades de la defensa; hasta los hábitos inútiles
de destrucción de las poblaciones expuestas habían contribuido a multiplicar el vigor de
sus habitantes y a prestarles el concursos de sus luces y de influencia para su
reinstalación, ventajosa para la patria y los intereses civiles de aquella jurisdicción.

Había quedado el Libro de Cabildo en el que se contaban la ocupación española y el final de
aquellos escasos testimonios; Belgrano escribió: "Aquí concluye el Cabildo establecido por
la tiranía que fue repulsada, arrojada, aniquilada y destruida con la célebre y memorable
victoria que obtuvieron las armas de la Patria el 20 de febrero de 1813".

A su vez, Belgrano, que distinguía esta ciudad con el mejor de sus afectos aprovechó las
fiestas de mayo para realizar una formación a la que concurrieron las autoridades, el
clero y la población para pronunciar en solemne juramento de obediencia a la Soberana
Asamblea Constituyente. En esta oportunidad y como reconocimiento del sacrificio que
realizara la población, entregó una bandera al Cabildo de Jujuy para que reemplazara al
estandarte real. Este paño solemnemente guardado hasta el presente por Jujuy, es el símbolo
perenne de sus sacrificios y de su gloria.

Por lo expuesto y con la seguridad de que hechos como éstos no deben sepultarse en la
ingratitud de la indiferencia, solicito el voto afirmativo de mis pares.

Guillermo R. Jenefes.