Número de Expediente 3238/03
N° | Origen | Tipo | Extracto |
---|---|---|---|
3238/03 | Senado De La Nación | Proyecto De Ley | FALCO : PROYECTO DE LEY SOBRE LIMITACIONES PARA DISPONER REESTRUCTURACIONES PRESUPUESTARIAS POR PARTE DEL JEFE DE GABINETE . |
Listado de Autores |
---|
Falco
, Luis
|
Fechas en Dir. Mesa de Entradas
MESA DE ENTRADAS | DADO CUENTA | Nº DE D.A.E. |
---|---|---|
10-12-2003 | 17-12-2003 | 190/2003 Tipo: NORMAL |
Fecha de Ingreso a Dir. Gral. de Comisiones
DIR. GRAL. de COMISIONES | INGRESO DEL DICTAMEN A LA MESA DE ENTRADAS |
---|---|
12-12-2003 | SIN FECHA |
Giros del Expediente a Comisiones
COMISIÓN | FECHA DE INGRESO | FECHA DE EGRESO |
---|---|---|
DE PRESUPUESTO Y HACIENDA
ORDEN DE GIRO: 1 |
12-12-2003 | 28-02-2005 |
EL EXPEDIENTE CADUCO EL 28-02-2005
ENVIADO AL ARCHIVO : 06-09-2005
En proceso de carga
Senado de la Nación
Secretearía Parlamentaria
Dirección Publicaciones
(S-3238/03)
PROYECTO DE LEY
El Senado y Cámara de Diputados,...
Artículo 1º.- Modifícase el artículo 13 de la Ley de Presupuesto para
el ejercicio 2004, el que quedará redactado de la siguiente manera:
Artículo 13. Facúltase al Jefe de Gabinete de Ministros a disponer las
reestructuraciones presupuestarias que considere necesarias dentro del
total aprobado por la presente ley, con las limitaciones dispuestas por
el artículo 37 de la ley 24.156.
Artículo 2º.- Comuníquese al Poder Ejecutivo.
Luis A. Falcó.-
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
En los últimos 11 ejercicios consecutivos se ha discutido en este
recinto la conveniencia o no de otorgarle al Poder Ejecutivo facultades
legislativas delegadas de carácter extraordinario
En cada uno de estos últimos 13 años se han levantado voces a favor y
voces en contra, llegando siempre a un resultado invariable: la
concesión al Poder Ejecutivo de facultades que son propias del
Congreso.
A esta altura de nuestra historia y en el marco de un proceso
democrático que acaba de cumplir 20 años, creo que ha llegado la hora
de sincerarnos y dejar de jugar con las instituciones como si fueran
propiedad privada del gobierno de turno.
Si bien soy un senador "nuevo" que empezó su mandato con la primera
renovación total de este Cuerpo hace apenas 2 años, comprendo
perfectamente que este juego le ha hecho enorme daño a la República.
Muchos de los que están hoy aquí sentados estuvieron ayer "detrás del
mostrador" y viceversa.
Muchos de quienes defenderán a capa y espada la delegación de
superpoderes al Ejecutivo, fueron los mismos que cuando el gobierno de
la Alianza los pidió, argumentaron en contra haciendo gala de un
republicanismo envidiable.
Son los mismos, señor presidente, que cuando gobernaba Menem cedían su
voto sin chistar para permitirle al gobierno concentrar facultades y
poder sin que importara demasiado la república.
Pero sé también, señor presidente, que muchos de los que hoy se
opondrán (por ser circunstancialmente opositores), hace apenas 3 años
solicitaron superpoderes para el gobierno que entonces conformaba la
Alianza.
Señor presidente: es hora de terminar con la hipocresía y decir a viva
voz que la delegación de facultades legislativas al Ejecutivo FUE, ES y
SERÁ SIEMPRE una barbaridad.
Es hora, como radical, de decir que cuando nosotros las pedimos, nos
equivocamos.
Es hora, como peronistas, de admitir que tanto durante el menemato como
ahora mismo, se están equivocando.
Es hora, como representantes de partidos provinciales, de privilegiar
al cuerpo de la República en lugar de atarse, como de costumbre, al
designio circunstancial de la administración central.
Once veces este Parlamento concedió estas facultades.
Once veces este Congreso le otorgó al Gobierno -con distintos matices-
la potestad de cambiar partidas presupuestarias a su antojo.
Once veces el Ejecutivo de turno se salió con la suya.
Y once veces perdimos todos los Argentinos.
Es hora, señor presidente de terminar de una vez por todas con este
perverso juego de suma cero en el que creyendo ganar unos, terminamos
perdiendo todos.
Once veces hemos desnaturalizado a la democracia.
Once veces consecutivas hemos transformado en ordinario lo
extraordinario.
Es hora de construir, entre todos, una democracia normal.
¿Se argumentará que hace falta celeridad y que sólo el Ejecutivo es
capaz de tomar decisiones rápidas? Pues entonces, sesionemos más.
¿Se dirá que las delegaciones otorgadas nunca han sido honradas? Pues
no deleguemos más.
Tremendo daño se le infringe a la democracia cuando desde el mismo
parlamento no se hace más que desnaturalizarla.
Señor presidente: Si aceptamos este tipo de delegaciones en nombre de
"la razón de estado", nosotros, los legisladores, nos quedamos sin
razón.
Si aceptamos alegremente ceder facultades legislativas¿¿entonces para
qué estamos? ¿Para ser marionetas de un régimen delegativo?
¿Para darle la razón a los grupos de poder y a los comunicadores que,
día a día, machacan con el mensaje de que no servimos para nada?
No he llegado a este Congreso para ser condescendiente con el gobierno
ni mucho menos para trampearle a la democracia, al pueblo de la Nación,
ni a mi mismo.
Lo que ayer estuvo mal, sigue estando mal hoy.
Lo que estuvo once veces mal, seguirá estando mal mañana.
Dice el saber popular que no hay animal que tropiece dos veces con la
misma piedra. ¡No tropecemos doce!
Once años consecutivos de equivocaciones acostumbraron muy mal al
Parlamento. Hoy pareciera que resulta más fácil delegar que legislar.
Señor presidente: juntos tenemos que romper esta desdichada ecuación.
Juntos tenemos que construir una democracia sin Césares ni razones de
Estado antojadizas, que sólo conducen a transitar por la cornisa del
Estado de Derecho.
Si delegamos, resignamos automáticamente la función de fiscales del
poder en defensa del mandato que oportunamente nos concedieron.
Delegar, señor presidente, es cederle la responsabilidad a otros o, lo
que es lo mismo, actuar como irresponsables.
Por estas razones no estoy de acuerdo con votar los superpoderes que
supone la aceptación -tal cual están- de los artículos 13 y 14 del
Proyecto de Ley de presupuesto que está en discusión.
La presencia de esos artículos transforman al presupuesto en una ley
donde todo vale, todo puede cambiar, todo puede ser o no ser.
En medio de este vale todo, es claro que todos pierden. ¿O viendo cómo
está el país después de 11 años de delegaciones a alguien le cabe
alguna duda?
Además, también valdría la pregunta y con todo respeto: ¿Quiénes son
los señores Fernández y De Vido? ¿Fueron elegidos acaso por el pueblo
de la Nación? ¿Cómo vamos a delegar en este tipo de funcionarios
facultades legislativas y el manejo discrecional del presupuesto de la
Nación?
Desde la época de Juan Sin Tierra hasta la fecha, la noción de gobierno
democrático creció al calor de la idea de limitar el poder concentrado
del monarca. De allí en adelante la facultad de asignar fondos públicos
siempre le cupo al parlamento. ¿Quiénes somos nosotros para venir a
subvertir esto ahora?
Montesquieu soñó con una forma de gobierno donde los poderes sean tres,
independientes y separados. ¿No bastaron 11 años de errores para
aprender la lección en el campo de la delegación legislativa? ¿No
estamos padeciendo hoy la crisis terminal de una Suprema Corte que para
la gran mayoría fue un apéndice del Poder Ejecutivo?
¿Queremos lo argentinos realmente encarrilar al país? Ciñámoslo
entonces a las reglas de la Constitución y la democracia.
¿Queremos un país normal? Terminemos, de una vez por todas, con las
acciones extraordinarias.
¿Queremos un Congreso verdaderamente representativo? Actuemos, pues,
con responsabilidad.
Señor presidente: todo poder concentrado tiende a ser tiránico. No lo
digo yo, lo dicen más de 250 años de teoría y práctica de la
democracia. Lo dicen bibliotecas enteras.
Entiendo que con el 22% de los votos válidos obtenidos, el Sr.
Presidente de la Nación necesita imperiosamente hacer las cosas bien
para ganar legitimidad por resultados.
Pero esa tarea -a la que todos le deseamos que le vaya bien- no puede
comenzar con esta suerte de harakiri parlamentario.
Queremos que el Dr. Kirchner gobierne con el parlamento y no a pesar o
al margen del parlamento.
No compartí, no comparto ni compartiré nunca el aliento a un modelo de
democracia transgénica que se nos pretende disfrazar de
transversalidad. Una cosa es dotar a la acción de gobierno de
contenidos y actores pluralistas; y otra bien distinta es que los
actores protagónicos desempeñen funciones que no les corresponden
transformando en satélites al resto de las instituciones.
Por estas razones, me opongo a la delegación de poderes implícita en
esta ley, y advierto una vez más sobre el grave riesgo que implica para
la República.
La Ley 24.156 a la que hace referencia el artículo 13 que propongo es
la Ley de Administración Financiera y de los Sistemas de Control del
Sector Público Nacional, sancionada el 30 de septiembre de 1992. En su
artículo 37 esta ley establece claramente que: "Quedarán reservadas al
Congreso nacional las decisiones que afecten el monto total del
presupuesto y el monto del endeudamiento previsto, así como los cambios
que impliquen incrementar los gastos corrientes en detrimento de los
gastos de capital o de las aplicaciones financieras, y los que
impliquen un cambio en la distribución de las finalidades".
Modificando la Ley en este sentido, garantizamos la debida división de
poderes y resguardamos de nuevos errores que le han costado demasiado
caro al pueblo argentino y a nuestra joven democracia.
Por estas razones, solicito a mis pares su voto afirmativo para la
aprobación de esta ley.
Luis A. Falcó.-
Secretearía Parlamentaria
Dirección Publicaciones
(S-3238/03)
PROYECTO DE LEY
El Senado y Cámara de Diputados,...
Artículo 1º.- Modifícase el artículo 13 de la Ley de Presupuesto para
el ejercicio 2004, el que quedará redactado de la siguiente manera:
Artículo 13. Facúltase al Jefe de Gabinete de Ministros a disponer las
reestructuraciones presupuestarias que considere necesarias dentro del
total aprobado por la presente ley, con las limitaciones dispuestas por
el artículo 37 de la ley 24.156.
Artículo 2º.- Comuníquese al Poder Ejecutivo.
Luis A. Falcó.-
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
En los últimos 11 ejercicios consecutivos se ha discutido en este
recinto la conveniencia o no de otorgarle al Poder Ejecutivo facultades
legislativas delegadas de carácter extraordinario
En cada uno de estos últimos 13 años se han levantado voces a favor y
voces en contra, llegando siempre a un resultado invariable: la
concesión al Poder Ejecutivo de facultades que son propias del
Congreso.
A esta altura de nuestra historia y en el marco de un proceso
democrático que acaba de cumplir 20 años, creo que ha llegado la hora
de sincerarnos y dejar de jugar con las instituciones como si fueran
propiedad privada del gobierno de turno.
Si bien soy un senador "nuevo" que empezó su mandato con la primera
renovación total de este Cuerpo hace apenas 2 años, comprendo
perfectamente que este juego le ha hecho enorme daño a la República.
Muchos de los que están hoy aquí sentados estuvieron ayer "detrás del
mostrador" y viceversa.
Muchos de quienes defenderán a capa y espada la delegación de
superpoderes al Ejecutivo, fueron los mismos que cuando el gobierno de
la Alianza los pidió, argumentaron en contra haciendo gala de un
republicanismo envidiable.
Son los mismos, señor presidente, que cuando gobernaba Menem cedían su
voto sin chistar para permitirle al gobierno concentrar facultades y
poder sin que importara demasiado la república.
Pero sé también, señor presidente, que muchos de los que hoy se
opondrán (por ser circunstancialmente opositores), hace apenas 3 años
solicitaron superpoderes para el gobierno que entonces conformaba la
Alianza.
Señor presidente: es hora de terminar con la hipocresía y decir a viva
voz que la delegación de facultades legislativas al Ejecutivo FUE, ES y
SERÁ SIEMPRE una barbaridad.
Es hora, como radical, de decir que cuando nosotros las pedimos, nos
equivocamos.
Es hora, como peronistas, de admitir que tanto durante el menemato como
ahora mismo, se están equivocando.
Es hora, como representantes de partidos provinciales, de privilegiar
al cuerpo de la República en lugar de atarse, como de costumbre, al
designio circunstancial de la administración central.
Once veces este Parlamento concedió estas facultades.
Once veces este Congreso le otorgó al Gobierno -con distintos matices-
la potestad de cambiar partidas presupuestarias a su antojo.
Once veces el Ejecutivo de turno se salió con la suya.
Y once veces perdimos todos los Argentinos.
Es hora, señor presidente de terminar de una vez por todas con este
perverso juego de suma cero en el que creyendo ganar unos, terminamos
perdiendo todos.
Once veces hemos desnaturalizado a la democracia.
Once veces consecutivas hemos transformado en ordinario lo
extraordinario.
Es hora de construir, entre todos, una democracia normal.
¿Se argumentará que hace falta celeridad y que sólo el Ejecutivo es
capaz de tomar decisiones rápidas? Pues entonces, sesionemos más.
¿Se dirá que las delegaciones otorgadas nunca han sido honradas? Pues
no deleguemos más.
Tremendo daño se le infringe a la democracia cuando desde el mismo
parlamento no se hace más que desnaturalizarla.
Señor presidente: Si aceptamos este tipo de delegaciones en nombre de
"la razón de estado", nosotros, los legisladores, nos quedamos sin
razón.
Si aceptamos alegremente ceder facultades legislativas¿¿entonces para
qué estamos? ¿Para ser marionetas de un régimen delegativo?
¿Para darle la razón a los grupos de poder y a los comunicadores que,
día a día, machacan con el mensaje de que no servimos para nada?
No he llegado a este Congreso para ser condescendiente con el gobierno
ni mucho menos para trampearle a la democracia, al pueblo de la Nación,
ni a mi mismo.
Lo que ayer estuvo mal, sigue estando mal hoy.
Lo que estuvo once veces mal, seguirá estando mal mañana.
Dice el saber popular que no hay animal que tropiece dos veces con la
misma piedra. ¡No tropecemos doce!
Once años consecutivos de equivocaciones acostumbraron muy mal al
Parlamento. Hoy pareciera que resulta más fácil delegar que legislar.
Señor presidente: juntos tenemos que romper esta desdichada ecuación.
Juntos tenemos que construir una democracia sin Césares ni razones de
Estado antojadizas, que sólo conducen a transitar por la cornisa del
Estado de Derecho.
Si delegamos, resignamos automáticamente la función de fiscales del
poder en defensa del mandato que oportunamente nos concedieron.
Delegar, señor presidente, es cederle la responsabilidad a otros o, lo
que es lo mismo, actuar como irresponsables.
Por estas razones no estoy de acuerdo con votar los superpoderes que
supone la aceptación -tal cual están- de los artículos 13 y 14 del
Proyecto de Ley de presupuesto que está en discusión.
La presencia de esos artículos transforman al presupuesto en una ley
donde todo vale, todo puede cambiar, todo puede ser o no ser.
En medio de este vale todo, es claro que todos pierden. ¿O viendo cómo
está el país después de 11 años de delegaciones a alguien le cabe
alguna duda?
Además, también valdría la pregunta y con todo respeto: ¿Quiénes son
los señores Fernández y De Vido? ¿Fueron elegidos acaso por el pueblo
de la Nación? ¿Cómo vamos a delegar en este tipo de funcionarios
facultades legislativas y el manejo discrecional del presupuesto de la
Nación?
Desde la época de Juan Sin Tierra hasta la fecha, la noción de gobierno
democrático creció al calor de la idea de limitar el poder concentrado
del monarca. De allí en adelante la facultad de asignar fondos públicos
siempre le cupo al parlamento. ¿Quiénes somos nosotros para venir a
subvertir esto ahora?
Montesquieu soñó con una forma de gobierno donde los poderes sean tres,
independientes y separados. ¿No bastaron 11 años de errores para
aprender la lección en el campo de la delegación legislativa? ¿No
estamos padeciendo hoy la crisis terminal de una Suprema Corte que para
la gran mayoría fue un apéndice del Poder Ejecutivo?
¿Queremos lo argentinos realmente encarrilar al país? Ciñámoslo
entonces a las reglas de la Constitución y la democracia.
¿Queremos un país normal? Terminemos, de una vez por todas, con las
acciones extraordinarias.
¿Queremos un Congreso verdaderamente representativo? Actuemos, pues,
con responsabilidad.
Señor presidente: todo poder concentrado tiende a ser tiránico. No lo
digo yo, lo dicen más de 250 años de teoría y práctica de la
democracia. Lo dicen bibliotecas enteras.
Entiendo que con el 22% de los votos válidos obtenidos, el Sr.
Presidente de la Nación necesita imperiosamente hacer las cosas bien
para ganar legitimidad por resultados.
Pero esa tarea -a la que todos le deseamos que le vaya bien- no puede
comenzar con esta suerte de harakiri parlamentario.
Queremos que el Dr. Kirchner gobierne con el parlamento y no a pesar o
al margen del parlamento.
No compartí, no comparto ni compartiré nunca el aliento a un modelo de
democracia transgénica que se nos pretende disfrazar de
transversalidad. Una cosa es dotar a la acción de gobierno de
contenidos y actores pluralistas; y otra bien distinta es que los
actores protagónicos desempeñen funciones que no les corresponden
transformando en satélites al resto de las instituciones.
Por estas razones, me opongo a la delegación de poderes implícita en
esta ley, y advierto una vez más sobre el grave riesgo que implica para
la República.
La Ley 24.156 a la que hace referencia el artículo 13 que propongo es
la Ley de Administración Financiera y de los Sistemas de Control del
Sector Público Nacional, sancionada el 30 de septiembre de 1992. En su
artículo 37 esta ley establece claramente que: "Quedarán reservadas al
Congreso nacional las decisiones que afecten el monto total del
presupuesto y el monto del endeudamiento previsto, así como los cambios
que impliquen incrementar los gastos corrientes en detrimento de los
gastos de capital o de las aplicaciones financieras, y los que
impliquen un cambio en la distribución de las finalidades".
Modificando la Ley en este sentido, garantizamos la debida división de
poderes y resguardamos de nuevos errores que le han costado demasiado
caro al pueblo argentino y a nuestra joven democracia.
Por estas razones, solicito a mis pares su voto afirmativo para la
aprobación de esta ley.
Luis A. Falcó.-