Número de Expediente 3229/07

Origen Tipo Extracto
3229/07 Senado De La Nación Proyecto De Declaración GONZALE DE DUHALDE : PROYECTO DE DECLARACION ADHIRIENDO AL 62 ANIVERSARIO DEL DIA DE LA LEALTAD Y ASIMISMO AL DIA INTERNACIONAL PARA LA ERRADICACION DE LA POBREZA , EL 17 DE OCTUBRE .-
Listado de Autores
González de Duhalde , Hilda Beatriz

Fechas en Dir. Mesa de Entradas

MESA DE ENTRADAS DADO CUENTA Nº DE D.A.E.
17-10-2007 07-11-2007 141/2007 Tipo: NORMAL

Fecha de Ingreso a Dir. Gral. de Comisiones

DIR. GRAL. de COMISIONES INGRESO DEL DICTAMEN A LA MESA DE ENTRADAS
19-10-2007 SIN FECHA

Giros del Expediente a Comisiones

COMISIÓN FECHA DE INGRESO FECHA DE EGRESO
DE EDUCACIÓN Y CULTURA
ORDEN DE GIRO: 1
13-03-2008 28-02-2009

ORDEN DE GIRO: 1
22-10-2007 12-03-2008
DE POBLACIÓN Y DESARROLLO HUMANO
ORDEN DE GIRO: 2
22-10-2007 28-02-2009

EL EXPEDIENTE CADUCO EL 28-02-2009

ENVIADO AL ARCHIVO : 09-11-2009

En proceso de carga

Senado de la Nación
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones

(S-3229/07)

PROYECTO DE DECLARACIÓN

El Senado de la Nación

DECLARA

Su adhesión al cumplirse el 17 de octubre el 62º aniversario del ¿Día de la Lealtad¿, por representar uno de los valores éticos fundamentales sobre los que resulta necesario reconstruir a los partidos políticos, y al conmemorarse ¿El Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza¿, que debe ser el principal objetivo de la acción política.

Hilda B. González.-

FUNDAMENTOS

Señor Presidente:

Decía el genial Raúl Scalabrini Ortiz describiendo el 17 de octubre de 1945: "Un pujante palpitar sacudía la entraña de la ciudad. Un hálito áspero crecía en densas vaharadas, mientras las multitudes iban llegando. Venían de las usinas de Puerto Nuevo, de los Talleres de Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas de San Martín y Vicente López, de las fundiciones de acerías del Riachuelo, de las hilanderías de Barracas... Hermanados en el mismo grito y en la misma fe, iban el peón de tambo de Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor el mecánico de automóviles, el tejedor, la hilandera y el peón. Era el subsuelo de la patria sublevado. Era el cimiento básico de la nación que asomaba¿.

Como si se tratase de una providencial coincidencia, el 17 de octubre de cada año se conmemora, desde 1993, el ¿Día Internacional de Erradicación de la Pobreza¿.

Así lo declaró la Asamblea General de las Naciones Unidas mediante la resolución 47/196, con el objetivo de promover mayor conciencia sobre los requerimientos para la erradicación de la pobreza y la indigencia en todos los países del mundo, pero sobre todo, en aquellas naciones emergentes como la nuestra, en donde debe ser un tema prioritario en la agenda de los hombres y mujeres con responsabilidades institucionales.

Pero en la misma ciudad que hace sesenta y dos años protagonizó aquél 17 de Octubre de 1945, hoy un ejército de cartoneros noche a noche hurga en bolsas buscando su cena, convirtiendo a la calle en un fast food de la indigencia.

Son los excluidos del mercado, las estadísticas de pobreza y marginación hechas personas de carne y hueso, con sueños y pasado, con pelos y señales.

Aún en esta Argentina disminuida, tener desnutrición y anemia, chicos con panzas hinchadas y hermanos muriendo por la consuetudinaria falta de ingestión de comida en el primer país productor de alimentos por habitante es una aberración.

Resulta escandaloso que ello ocurra en el país que es el quinto productor mundial de trigo y de harina de trigo, primer productor y exportador de aceite de girasol, primer exportador de aceite y harina de soja, primer exportador mundial de peras, primer productor de limones, segundo exportador mundial de maíz y primero de miel, tercer productor de jugos concentrados de pomelo y manzana, cuarto exportador de carne bovina, segundo exportador de sorgo granífero, cuarto productor de vinos, tercer productor de miel.

En fin, lo cierto es que Argentina transformó un sueño mayoritario en una pesadilla alucinada.

Con unos nuevos ojos, podremos ver que la marcha de los argentinos, y también de toda la humanidad, nos está haciendo atravesar unas zonas en que la patria, los valores y la noción de la grandeza están en penumbra.

Los valores y creencias están recluidos en la estricta intimidad de cada uno y se borran todas las expresiones públicas en que éstos se manifiestan. Brota enton­ces una sociedad sin alma y sin normas, con miembros fragmentados en islas sin un agua común que las religue y fecunde sus raíces.

Se cae así en el servilismo alienador o en el maquiavelismo inmisericorde, impera el trabajo sin alegría, el placer sin risa, la virtud sin gracia, la niñez sin privilegio, la juventud sin mística, el amor sin misterio, el arte sin irradiación.

La traición parece haberse instaurado como una práctica política habitual y, lamentablemente, bastante aceptada y difundida.

Las conciencias parecen oscurecerse volcadas exclusivamente a un plato de lentejas.

Todo es cultura sin culto, obras sin fe, medios sin fin, acción sin contemplación, es decir, cuerpo sin alma.

Cada día se nos quiebran las evidencias que tras larga búsqueda habíamos acumulado y necesitamos salir de nuevo como don Quijote a la conquista de nuestra humanidad verdadera, si no queremos quedar anegados en el aturdimiento, la insensatez o la desesperación de nuestra aldea.

Y sobre el trasfondo de conmoción profunda de las conciencias, se levantan en oleaje, a veces calmo y a veces violento, las cuestiones primordiales de la existencia humana, la relación entre los valores últimos y las tareas inmediatas de cada día, entre el pensamiento y la acción, entre persona y comunidad, entre mística y política.

Pareciera ser que ya no rigen los mandamientos de la ley de Dios, ni los del hombre civilizado, ni las lecciones de la historia, que ningún imperativo mantiene vigencia, que las gentes ya no deben estar metidas en su destino y en su quicio, sino en su mera extravagancia.

Ahora bien, hay instantes en la vida de los pueblos, como en la de las perso­nas, en que logran levantarse por encima de sí mismos, instantes absolutos, casi divinos, instantes de éxtasis, cuando la esperanza se actualiza y se desata.

No a todas las personas les es dado vivir uno de ellos, de la misma forma que en la vida de los pueblos tampoco le es dado a todas las generaciones vivirlos.

Sin duda, el 17 de Octubre de 1945 fue uno de esos ¿momentos históricos¿.

A 62 años de aquella fecha un cielo de tormenta se extiende sobre nosotros, invisible para los que viven mirando concienzudamente la punta de sus zapatos; visible, en cambio, para todos aquellos que saben mirar hacia lo alto.

Pero es un cielo de tormenta que encierra un enigma, porque detrás de los truenos agónicos, ya se puede escuchar el soplo jadeante del esfuerzo para hacer sobrevivir los valores elementales de la condición humana.

Por detrás de la tormenta está la claridad.

Desde las profundidades del ser argentino brotarán y se alzarán, cada vez más claras y mejor definidas, las antiguas defensas, los mitos originarios, los secretos ancestrales que han hecho posible la vida y la evolución de nuestro pueblo.

Es menester hincar muy hondo las raíces, perforando un suelo reseco, para alcanzar los manantiales donde se halla emplazado ese núcleo, el más íntimo de todos, que determina el sentido, la riqueza, el poder y la plenitud de la vida de un pueblo.

Por entre la maraña de los porcentajes de encuestas electorales y del oportunismo tan idolatrado por la politiquería reinante, ¿sabremos ver ahora la oportunidad verdadera ante la que nos puso la Providencia?

También digamos que en una trama social donde la brecha entre los sectores más pobres y más ricos supera las treinta veces, con importantes sectores populares a los que en cada minuto de espera se les va la vida, con la inseguridad acumulando cansancio para reclamar orden, con los representantes políticos desautorizados, con los partidos vaciados, con la pobreza invadiendo todo, cualquier cosa puede suceder.

Cualquier cosa. Desde la profundización de la fragmentación y la discordia social hasta la recuperación de los valores y el logro de los acuerdos básicos producto de un auténtico consenso, el futuro tiene muchas puertas y escasas certezas.

El tiempo por venir nos pone ante la decisión del primer día, nos remite a la antigua fe, a la misma entrega, a la mística que nunca debimos olvidar.

Y en ese desafío resulta imprescindible recuperar la lealtad como valor fundante de la acción personal y política.

La lealtad para los peronistas es una virtud y no en vano es que se la conmemore cada 17 de octubre, que es nuestra fecha más emblemática.

En un país despoblado y generoso donde está casi todo por hacerse, millones de hombres y mujeres dispuestos y decididos, en cuyo seno están libres por doquier las fuerzas de la fe y de la voluntad: ¿podremos ver en ellos, como lo hizo Perón en 1945, a ¿lo mejor que tenemos¿, una riqueza inconmensurable, un enorme capital?

Este tiempo de miércoles de ceniza, luego de que caiga del cielo la tormenta de la pasión, desembocará en una resurrección del movimiento nacional de siempre.

Y viviremos entonces un nuevo 17 de Octubre, el resurgimiento de la virtud de la lealtad y la renovación del compromiso inclaudicable de la erradicación de la pobreza y la indigencia.

Con esa convicción es que solicito a mis pares la aprobación del presente Proyecto de Declaración.

Hilda B. González.-