Número de Expediente 3224/05
N° | Origen | Tipo | Extracto |
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3224/05 | Senado De La Nación | Proyecto De Declaración | CAPARROS : PROYECTO DE DECLARACION ADHIRIENDO AL DIA INTERNACIONAL DE LAS PERSONAS DE EDAD EL 1° DE OCTUBRE . |
Listado de Autores |
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Caparrós
, Mabel Luisa
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Fechas en Dir. Mesa de Entradas
MESA DE ENTRADAS | DADO CUENTA | Nº DE D.A.E. |
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29-09-2005 | 02-11-2005 | 158/2005 Tipo: NORMAL |
Fecha de Ingreso a Dir. Gral. de Comisiones
DIR. GRAL. de COMISIONES | INGRESO DEL DICTAMEN A LA MESA DE ENTRADAS |
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05-10-2005 | SIN FECHA |
Giros del Expediente a Comisiones
COMISIÓN | FECHA DE INGRESO | FECHA DE EGRESO |
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DE POBLACIÓN Y DESARROLLO HUMANO
ORDEN DE GIRO: 1 |
05-10-2005 | 28-02-2007 |
EL EXPEDIENTE CADUCO EL 28-02-2007
ENVIADO AL ARCHIVO : 21-06-2007
En proceso de carga
Senado de la Nación
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones
(S-3224/05)
PROYECTO DE DECLARACION
El Senado de la Nación
DECLARA:
1°) Su adhesión al Día Internacional de las Personas de Edad, instituído cada 1° de octubre por la Asamblea General de Naciones Unidas (Resolución 45/106 del 14 de diciembre de 1990) con el fin de aumentar la conciencia internacional sobre la problemática de la ancianidad y para promover una mayor solidaridad intergeneracional.
2°) La necesidad de apoyar y promover la elaboración de políticas concretas desde el ámbito nacional y llevar a cabo programas encaminados a proporcionar al anciano servicios esenciales, para que puedan adaptarse al cambio que la ancianidad supone en su vida y para que puedan envejecer segura y dignamente.
Mabel L. Caparros.-
FUNDAMENTOS
Señor Presidente:
"Envejecimiento" es un término general que, según el contexto en que aparezca, puede referirse a un fenómeno fisiológico, de comportamiento, social o cronológico. En general se considera el aspecto cronológico de la población, es decir se tiene en cuenta el conjunto de quienes tienen 65 o más años de edad, sobre la premisa de que los factores cronológicos son los que tienden a caracterizar y condicionar los otros aspectos del envejecimiento.
El envejecimiento constituye una característica fácilmente identificable en un grupo humano. Elías Anzola Pérez, Asesor Regional del Programa de Salud del Adulto de la Organización Panamericana de la Salud, sostiene que en cierto sentido el envejecimiento refleja el grado de desarrollo social de una comunidad, en campos tales como la salud, la educación, el desarrollo económico y la fuerza de trabajo. Por consiguiente su estudio puede aportar valiosos e interesantes indicios sobre el desarrollo socioeconómico y cultural de una sociedad determinada.
En los últimos 50 años el interés por la problemática de la ancianidad o el fenómeno biológico del envejecimiento y sus connotaciones socio-económicas ha aumentado en forma considerable. Se ha transformado en un tema de interés relevante no solo entre quienes cultivan especialidades tradicionales -demógrafos, estadistas, y epidemiólogos- sino también entre quienes tienen a su cargo la elaboración, planificación y aplicación de políticas sociales: planificadores, políticos y legisladores. Otro cambio fundamental radica en que ya no solo es objeto de estudios las cuestiones tradicionales, como la tasa de natalidad y mortalidad, sino que abarca problemas específicos de este sector social de la población: calidad de vida, grado de bienestar, control de enfermedades, y relación y reivindicación de la experiencia de la ancianidad volcada a favor de la comunidad a que pertenece.
Esta síntesis acerca del fenómeno del envejecimiento sugiere que cuando los gobiernos reconocen las consecuencias sociales y económicas de la problemática, comienzan a promover la elaboración de políticas y a llevar a cabo programas encaminados a proporcionar al anciano servicios esenciales, para que puedan adaptarse al cambio que la ancianidad supone en su vida. Pese a esta realidad, en toda América Latina se le ha asignado un grado muy bajo de prioridad y un apoyo mínimo a las políticas y programas de contención y asistencia a la ancianidad.
Ello se debe a múltiples factores, pero esencialmente el demográfico ha gravitado negativamente en esta situación. Los problemas del anciano se han visto eclipsados por un aumento poblacional explosivo, donde los grupos de menor edad constituían el 40% de la masa, encaminándose a ellos todas las políticas de promoción y protección. Por otra parte, a ello se han sumado valores socioculturales que recogen y proyectan una imagen negativa del envejecimiento y del anciano. Este prejuicio hacia la vejez es más común cuanto mayor sea el grado de industrialización y urbanización de una comunidad.
Por lo expuesto hoy no se discute que la humanidad está envejeciendo. Desde 1950 la esperanza de vida media al nacer ha aumentado de 45 a 66 años. Para la mitad de este siglo, la proporción de personas de edad se duplicará, pasando de ser 1 de cada 10 personas a 1 de cada 5. El envejecimiento demográfico, claramente manifiesto en los países desarrollados, evoluciona también a un ritmo rápido en los países en vías de desarrollo.
Una transformación mundial de estas características afecta a las personas, a los hogares, a las comunidades y prácticamente a todas las áreas del gobierno y la sociedad. Las medidas políticas, y en general las actitudes sobre el envejecimiento, deben evolucionar también. Los temas relacionados con el envejecimiento necesitan ser mejor integrados en el más amplio contexto del desarrollo. Las personas de edad deben ser capaces de participar plenamente en las decisiones que afectan a sus vidas. Y todos nosotros debemos reconocer de qué modo tendencias como la globalización, la urbanización y las migraciones, así como crisis de salud como la epidemia de VIH/SIDA, afectan al lugar en la sociedad de las personas de edad.
En la actualidad viven en el mundo 590 millones de personas mayores de 60 años, la mitad de las cuales pertenecen a países en desarrollo. De acuerdo con todos los indicadores, en los años venideros se producirá un incremento sostenido de la población mundial, no solo como consecuencia del progreso en el área de la investigación médica y científica sino también como consecuencia de un mayor conocimiento público de prácticas sanitarias correctas y adecuadas. Dentro de esta gran comunidad mundial de personas, las mayores de 85 años, "los viejos más viejos" al decir de Franklin Williams, constituyen el grupo de habitantes de los países desarrollados cuyo número se incrementa con mayor rapidez.
A este cuadro de situación no son ajenos los países de América Latina, entre ellos la República Argentina. La población de nuestro país, que sumaba 27 millones de habitantes en el año 1980, ha llegado a 35,4 millones en el año 2000 y las proyecciones indican que llegará a 39,3 millones en el 2025 y también es considerada por organismos internacionales tales como la Organización Mundial de la Salud como "población envejecida" (en la actualidad 17,5% de los habitantes tienen 60 años y más de edad).
Las estadísticas desarrolladas hasta el momento indican que en los países desarrollados la mayoría de las personas de edad avanzada gozan de un adecuado nivel de salud en la actualidad y viven con independencia en el seno de sus comunidades. No obstante, a partir de los 65 años de edad se observa que el 80% padece por lo menos una enfermedad crónica. De los que viven en comunidades, el 9% de los que tienen más de 65 años y el 45% de los que superan los 85 años necesitan ayuda específica para desarrollar sus actividades de la vida cotidiana. Por lo menos el 6% de los que tienen más de 65 años y el 20% de los que superan los 85 años padecen algún grado significativo de demencia. Estas cifras son significativas y van en aumento, y como corolario denotan el deterioro biológico que inevitablemente se produce a partir de los 65 años de edad. Demuestran asimismo una franja poblacional de riesgo, expuesta por factores biológicos y que requieren de políticas adecuadas a su condición para mejorar y dignificar su nivel de vida, especialmente en países en desarrollo o periféricos.
En los países que han dado importancia a los problemas de la ancianidad, la elaboración de políticas generales de protección y amparo se han visto frustradas por las dudas suscitadas acerca de la racionalidad económica de destinar una masa de recursos para solucionar los problemas de una minoría improductiva. Este problema se ha hecho sentir más en campos como la seguridad social y la salud y lamentablemente la República Argentina no escapa a esta situación de anegamiento y abandono.
La Asamblea General, al designar el 1 de octubre Día Internacional de las Personas de Edad (Resolución 45/106 del 14 de diciembre de 1990), solicitó contribuciones destinadas al Fondo Fiduciario de las Naciones Unidas para el Envejecimiento, el cual apoya proyectos en beneficio de los ancianos en países en desarrollo. El Fondo Fiduciario se estableció como parte de la aplicación del Plan de Acción Internacional sobre el Envejecimiento, aprobado en la Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento celebrada en Viena en 1982.
En la resolución 50/141, de 21 de diciembre de 1995, la Asamblea cambió el nombre en inglés del Día, de International Day for the Elderly a International Day of Older Persons, de conformidad con los Principios de las Naciones Unidas en favor de las personas de edad (resolución 46/91, anexo).
Hoy en día, una de cada 10 personas tiene más de sesenta años de edad. Para el año 2050, esta proporción se doblará a una de cada cinco. Uno de los mayores retos de todos nosotros como comunidad global, en el nuevo siglo, es adaptarnos a esta revolución demográfica. Es necesario una reorientación dramática de actitudes, ideas y políticas hacia las personas en envejecimiento. Nociones rígidas y de rechazo a "edad" y "envejecimiento", no son aceptadas en el mundo de hoy.
Necesitamos reconocer que el curso de la vida humana dota a las personas mayores de valiosos conocimientos, experiencia y sabiduría, cualidades que vale la pena aprovechar; pero que, en cambio, son casi siempre marginadas o dejadas morir inactivas. Las generaciones jóvenes de hoy serán una parte importante en esta transformación y nos incumbe a todos cultivar estilos de vida saludables, flexibilidad y previsión que ayudará a las personas de edad a aprovechar al máximo su esperanza de vida. También podríamos encontrar algo importante en algunos de los consejos de las sociedades que veneran y sacan fuerza de sus ancianos.
En lo que a políticas se refiere, el tema de la vejez debe traerse de la periferia, al centro de la agenda global, de manera que las políticas públicas reflejen más adecuadamente las necesidades económicas y sociales de un mundo que envejece. Las poblaciones de los países en desarrollo envejecen más rápido que las de los países desarrollados y tendrán menos tiempo para adaptarse a las consecuencias. Los países en desarrollo, mientras tanto, ya han visto que el porcentaje de personas de edad de sus poblaciones crece significativamente y están esforzándose por afrontar este impacto. Estas variaciones en el ritmo de envejecimiento podrían dar la oportunidad a diferentes sociedades de ayudarse unas a las otras y a sacar provecho de las experiencias de cada una. La Segunda Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento, que se efectuó en España en el 2002, ha sido propicia para revisar actitudes, reformas de políticas y al mismo tiempo reafirmar nuestro compromiso como comunidad de construir una "sociedad para todas las edades" en el siglo XXI.
Por los motivos expuestos solicito de mis pares la aprobación del presente Proyecto de Declaración.
Mabel L. Caparros.-