Número de Expediente 3028/06
N° | Origen | Tipo | Extracto |
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3028/06 | Senado De La Nación | Proyecto De Declaración | COLOMBO : PROYECTO DE DECLARACION DECLARANDO DE INTERESES PARLAMENTARIO LA REALIZACION DEL TERCER CONGRESO DE HISTORIA DE CATAMARCA A REALIZARSE DEL 7 AL 9 DE SETIEMBRE . |
Listado de Autores |
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Colombo de Acevedo
, María Teresita Del Valle
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Fechas en Dir. Mesa de Entradas
MESA DE ENTRADAS | DADO CUENTA | Nº DE D.A.E. |
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29-08-2006 | 30-08-2006 | 138/2006 Tipo: NORMAL |
ENVIADO AL ARCHIVO : 25-09-2006
Resoluciones
SENADO |
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FECHA DE SANCION: 30-08-2006 |
SANCION: APROBO |
COMENTARIO: SOBRE TABLAS |
NOTA: |
En proceso de carga
Senado de la Nación
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones
(S-3028/06)
PROYECTO DE DECLARACION
El Senado de la Nación
DECLARA:
De interés parlamentario la realización del ¿Tercer Congreso de Historia de Catamarca¿ a realizarse los días 7, 8 y 9 de Septiembre de 2006 en la Ciudad de San Fernando del Valle de Catamarca, organizado por la Junta de Estudios Históricos de Catamarca en homenaje a sus setenta años de creación al servicio de la ciencia y la cultura.
María T. Colombo.
FUNDAMENTOS
Señor Presidente:
El objeto del presente proyecto que pongo a consideración de mis pares es que el Senado de la Nación declare de interés parlamentario la realización del ¿Tercer Congreso de Historia de Catamarca¿ a realizarse los días 7, 8 y 9 de Septiembre de 2006 en la Ciudad de San Fernando del Valle de Catamarca.
Organizado por la Junta de Estudios Históricos de Catamarca en homenaje a sus setenta años de creación al servicio de la ciencia y la cultura, este importante evento científico fue concebido con el objetivo de posibilitar el encuentro de estudiosos sobre problemáticas de la realidad catamarqueña, tanto en el campo de la historia como de otras disciplinas, crear un espacio de debate y difusión de conocimientos científicos y contribuir a acrecentar el conocimiento de la provincia de Catamarca.
El Congreso cuenta con el auspicio de la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación, el Gobierno de la Provincia de Catamarca, la Municipalidad de San Fernando del Valle de Catamarca, y la Universidad Nacional de Catamarca.
Además de valiosas exposiciones de reconocidos historiadores, este encuentro tiene previsto debatir ponencias aportadas por los asistentes que versarán sobre Arqueología y etnohistoria; Historia política e institucional; Sociedad, población y economía; Cultura y educación; y Geografía humana.
Resulta de gran trascendencia resaltar el aporte que el Sr. Presidente de la Junta de Estudios Históricos de Catamarca, Lic. Armando Raúl Bazán, realiza en la presentación de este acto académico, como una manera de ¿rendir cuentas¿ de la labor realizada por esta institución catamarqueña a lo largo de setenta años de existencia:
¿En 1936, hace 70 años, la Argentina sólo tenía cinco universidades pero solamente dos de ellas, Buenos Aires y La Plata, habían organizado las carreras de Historia y los institutos de investigación en ese campo del conocimiento. Existía, también, desde 1893 la Junta de Historia y Numismática que pronto se convirtió por ley en la Academia Nacional de la Historia, foro de notables historiadores. En Catamarca sólo había establecimientos de enseñanza media, el Colegio Nacional y dos Escuelas Normales, y para la formación del clero funcionaba desde 1891 el Seminario Conciliar, creado por iniciativa del vicario Segura. Nuestra ciudad era una pequeña capital provinciana con no más de 30 mil habitantes cuya planta urbana estaba ceñida por los bulevares y se prolongaba modestamente en los barrios suburbanos de Villa Cubas y La Tablada. Pero la importancia de una sociedad no radica en el porte arquitectónico de sus viviendas y en la prosperidad económica de su vecindario, sino primordialmente en su nivel educativo y su patrimonio cultural. Viene al caso citar el juicio de Vélez Sarsfield cuando comentó laudatoriamente el Sermón de la Constitución pronunciado por Esquiú el 9 de julio de 1853: ¿Cuando en un pueblo aparece un orador de la altura del P. Esquiú, cuando él es comprendido y se sabe valorar su mérito, ese pueblo es un pueblo civilizado aunque sus casas sean chozas¿.
¿Mutatis mutandi¿ ese apotegma es aplicable a la idea grande nacida, en un pueblo chico, de fundar en nuestra ciudad un instituto de investigación histórica para rescatar del olvido ¿una rica tradición que había tenido dignos cultores¿. La frase no era mera jactancia lugareña, encerraba una verdad profunda. Catamarca ocupó un lugar de avanzada en el desarrollo de las ciencias del hombre en el horizonte nacional con las obras de Samuel Lafone Quevedo, Adán Quiroga, Antonio Larrouy y Juan Alfonso Carrizo. Es pertinente recordar que el P. Larrouy, formado en el Seminario catamarqueño, fue a comienzos de siglo el organizador de la Sección Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires, antes de radicarse en nuestro medio como rector del nombrado instituto religioso.
La iniciativa de crear hace 70 años esta Junta de Estudios Históricos tuvo la virtud de convocar a un grupo representativo de estudiosos con actuación en distintos campos profesionales. Evoco con simpatía sus nombres: Alfonso M. de la Vega y Cornelio Sánchez Oviedo, promotores, Pedro Ignacio Acuña, Pedro M. Oviedo, José Florencio Segura, Mauricio Herrera y los frailes franciscanos Antonio de Jesús Lobo y Salvador Narváez. Cada uno de ellos, en su esfera de acción, han prestado servicios importantes a la cultura catamarqueña. El decano de esa élite fue el Dr. Pedro Ignacio Acuña, a quien sus pares coincidieron en elegirlo como el primer presidente de la sociedad. Ella nació en un lugar sagrado, la celda de Fr. Mamerto Esquiú, prócer de la historia civil y la más grande figura de la Iglesia argentina. Desde entonces él la anima con su patronato simbólico y ha permitido que se sostenga en el tiempo, verdadera hazaña para una institución sin fines de lucro ni ajenas ayudas financieras pero imbuida de un profundo sentido de pertenencia a Catamarca y compromiso de servicio a la tierra natal.
Este acto académico que hoy sustanciamos constituye un testimonio de solidaridad generacional. La Junta de Estudios Históricos pudo sobrevivir porque sus miembros se preocuparon de asegurar su renovación generacional. Ellos estimularon las vocaciones por el estudio de la historia. Obrando con generosidad intelectual, conceptuaron necesario incorporar como miembros de número a quienes acreditaban méritos promisorios en la indagación histórica. Así llegaron a la Junta el P. Ramón Rosa Olmos, Fr. Luis Córdoba, y más tarde Armando Bazán, Pedro Ignacio Galarza, Federico Pais, Gaspar Guzmán, Ángel B. Segura, Gerardo Pérez Fuentes, Juan Alanís Ocampo, Omar Barrionuevo y Federico Raúl Argerich. Tiempo después fueron incorporados a esta nómina Elsa Ahumada de del Pino, Elsa Andrada de Bosch, Nilda Correa de Garriga, Félix Brizuela del Moral, Gabriela de la Orden de Peracca, Jean Claude Samedy, Elio Navarro, Mirta Azurmendi de Blanco, Luis Ernesto Cuello, Néstor Kriscautzky, Silvio Alberto Seco y Luis Navarro Santa Ana.
Esa solidaridad generacional ha permitido que la Junta haya jalonado su trayectoria con fecundas realizaciones y presencia notoria en la vida cultural de nuestra provincia y también proyección nacional. Hay datos objetivos que así lo demuestran. El Primer Congreso de Historia de Catamarca, organizado en 1958 para conmemorar el cuarto centenario de la fundación de Londres, la primera ciudad hispánica en territorio catamarqueño, al que asistieron los más autorizados historiadores del país como Guillermo Furlong, Ricardo Caillet Bois, Carlos Heras, Enrique Barba, José Torre Revello y Manuel Lizondo Borda. Esa convocatoria dejó como legado historiográfico tres volúmenes con los trabajos aprobados en la misma que contienen aportes originales sobre la historia política, social, económica y cultural de nuestra Provincia. Nuestros afanes prosiguieron con el ciclo de disertaciones sobre Ángel Vicente Peñaloza, notable caudillo federal, las Jornadas de Estudio sobre Felipe Varela, y el Segundo Congreso de Historia de Catamarca de 1971, motivado en el Sesquicentenario de la Autonomía de Catamarca. Ahora nos aprestamos para dar forma al Tercer Congreso de Historia de Catamarca, digna manera de celebrar el septuagésimo aniversario de nuestra Junta.
Haciendo de la necesidad virtud, hemos desarrollado anualmente ciclos de conferencias donde participaron los miembros de número y correspondientes como también destacados intelectuales de otros centros del país. Y seguimos publicando la revista que contiene pesquisas originales que ensanchan el conocimiento de nuestro pasado, tanto del tiempo histórico como de la época precolombina. Tampoco hemos descuidado la vinculación institucional con la Academia Nacional de la Historia y con las demás juntas provinciales que funcionan en nuestro país. Esa integración en el ambiente académico trasciende incluso las fronteras de nuestro país: miembros de la institución participan con ponencias en congresos internacionales de historia, hecho que da presencia a Catamarca en el mundo sabio de los historiadores.
Esta es la rendición de cuentas que podemos ofrecer a nuestros comprovincianos al cabo de setenta años de vida¿.
Las ponencias que serán presentadas en el Congreso deberán, conforme lo establecen sus organizadores, ¿ser aportes originales e inéditos referidos a los ejes temáticos y que constituyan un avance significativo en el campo de la historia y de las ciencias sociales¿, circunstancia que nos habla acerca del esfuerzo, rigor científico y erudición requeridos por los organizadores para la consideración de trabajos de investigación sobre la historia de nuestra provincia y de la región, los que sin lugar a dudas habrán de enriquecer aún más el aporte que una institución de gran prestigio en la sociedad científica nacional, como es la Junta de Estudios Históricos de Catamarca, realiza al conocimiento.
Si bien este evento habrá de convocar a personalidades de diferentes lugares de nuestro país, resulta justo poner de relieve nuestro reconocimiento a la tarea del historiador catamarqueño, recordando las palabras finales con las que el Pbro. Ramón Rosa Olmos cierra la presentación de su obra HISTORIA DE CATAMARCA, editada por La Unión en 1957. Hace varias décadas de quien fuera miembro de número de la JUNTA DE ESTUDIOS HISTORICOS DE CATAMARCA decía lo siguiente:
¿En diversos países europeos el estudio de la Historia se inicia, en el aula, desde el centro a la periferia. Desde el solar nativo a la provincia, a la nación, al continente, al mundo entero.
Ojalá que, imitando ese criterio de sano localismo, la presente obra contribuya a acrecentar el conocimiento y por el conocimiento el amor al terruño, a la ¿patria chica¿ con todo su patrimonio de valores morales, de contiendas épicas, de austeridad ciudadana, de civilización y de cultura que en épocas difíciles, y en circunstancias muchas veces adversas y aciagas, nos legaron nuestros antepasados. Que el ejemplo múltiple y fecundo de nuestros varones ilustres sirva de acicate a la juventud para que, dilatando hacia el futuro los derroteros trazados en el pretérito, trabaje con mayor ahínco por el engrandecimiento material y espiritual de Catamarca¿.
Por estos motivos resulta necesario que el Senado de la Nación destaque la contribución que arrojará este Tercer Encuentro de Historia en cuanto a su ulterior valor formativo no sólo hacia la sociedad catamarqueña, sino al conjunto de la comunidad nacional, declarando este evento de interés parlamentario. Por ello solicito el apoyo de los Señores y Señoras Senadoras al presente proyecto de declaración.
María T. Colombo.