Número de Expediente 2955/03
N° | Origen | Tipo | Extracto |
---|---|---|---|
2955/03 | Senado De La Nación | Proyecto De Resolución | MORO Y MAESTRO : PROYECTO DE RESOLUCION BRINDANDO RECONOCIMIENTO AL ESCRITOR PARAGUAYO AUGUSTO ROA BASTOS Y OTRAS CUESTIONES CONEXAS . |
Listado de Autores |
---|
Maestro
, Carlos
|
Moro
, Eduardo Aníbal
|
Fechas en Dir. Mesa de Entradas
MESA DE ENTRADAS | DADO CUENTA | Nº DE D.A.E. |
---|---|---|
18-11-2003 | 19-11-2003 | 173/2003 Tipo: NORMAL |
Fecha de Ingreso a Dir. Gral. de Comisiones
DIR. GRAL. de COMISIONES | INGRESO DEL DICTAMEN A LA MESA DE ENTRADAS |
---|---|
19-11-2003 | SIN FECHA |
Giros del Expediente a Comisiones
COMISIÓN | FECHA DE INGRESO | FECHA DE EGRESO |
---|---|---|
ORDEN DE GIRO: 1 |
19-11-2003 | 28-02-2005 |
EL EXPEDIENTE CADUCO EL 28-02-2005
ENVIADO AL ARCHIVO : 31-01-2006
En proceso de carga
Senado de la Nación
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones
(S-2955/03)
PROYECTO DE RESOLUCIÓN
El Senado de la Nación
RESUELVE:
1° Declarar su reconocimiento al ilustre escritor paraguayo Augusto
Roa Bastos por sus aportes a la literatura universal y su lucha
incesante por las causas de la libertad y la democracia de su país y de
los pueblos latinoamericanos.
2° Manifestar su beneplácito y satisfacción por el otorgamiento por
parte del Poder Ejecutivo Nacional, de la Orden del Libertador General
San Martín a Augusto Roa Bastos.
3° Comunicar esta Resolución al Sr. Augusto Roa Bastos.
4° Comunicar esta Resolución al Gobierno de la República del Paraguay.
5° Comuníquese.
Eduardo A. Moro.- Carlos Maestro.-
FUNDAMENTOS
Señor Presidente
En un merecido homenaje, el Gobierno argentino ha conferido la Orden
del Libertador General San Martín al ilustre escritor paraguayo Augusto
Roa Bastos.
El Senado de la Nación no sólo debe destacar este acto, sino que debe
realizar su propio agasajo a quien es reconocido como un grande la de
literatura universal y cuya vida y obra están marcadas por su
compromiso con las causas populares.
Nacido en Asunción en 1917, luego radicado en Iturbe, en la región del
Guairá, que aparece en sus relatos tempranos, con 15 años participó en
la guerra del Chaco contra Bolivia. Fue corresponsal del diario El País
de Asunción, durante la II Guerra, en Inglaterra y Francia. En 1947
inició en Buenos Aires lo que sería una vida signada por el exilio
durante más de cuarenta años, múltiples oficios y una constante y
variada actividad periodística y literaria.
"El exilió fue una escuela permanente que me enseñó a ver las cosas con
más seriedad. También significó dolor, como una muerte, un estado de
duelo. Me tomó de cuatro a cinco años salir de la depresión, no sólo
psicológica sino ontológicamente, recobrar mi dignidad como ser humano,
que se había refugiado en las sombras. Me dediqué a escribir como un
vehículo para recuperar mi condición humana, mi dignidad como persona".
Su primer libro de relatos, "El Trueno entre las Hojas" fue publicado
en 1953, Hijo de Hombre"en 1960 y en 1974 lo que sería una de las obras
cumbres de la literatura contemporánea "¿o el Supremo", novela referida
a la historia del dictador paraguayo Gaspar Rodríguez de Francia. Más
de veinte títulos traducidos a veinticinco idiomas conforman su obra
literaria.
Miembro de honor de muchas universidades europeas y latinoamericanas y
norteamericanas, entre ellos el doctorado honoris causa en Letras
Humanas por la Universidad de Toulouse-Le Mirail - que recibió el mismo
día que el Premio Cervantes, fue profesor de literatura
hispanoamericana en la Universidad de Toulouse (Francia) desde 1976,
volvió al Paraguay cuando se puso fin a la dictadura de Stroessner, y
se estableció definitivamente en su país en la década del noventa,
abocándose a la docencia: creó el Curso de Lengua y Cultura Guaraní y
el taller de Creación y Práctica Literaria.
Premiado y condecorado en el mundo entero, en 1989 recibió el máximo
galardón de la lengua castellana, el Premio Cervantes, "el más alto
honor que se ha concedido a mi obra". Y destacó en su discurso que
"el derrocamiento, en febrero del pasado año, de la más larga y
oprobiosa dictadura que registra la cronología de los regímenes de
fuerza en suelo suramericano (¿.) es singularmente significativo para
la vida paraguaya en lo político, social y cultural, y marca la
apertura de un camino hacia la instauración de la libertad y de la
democracia bajo la construcción de un genuino Estado de derecho, como
garantía de su legitimidad".
Decía Roa: "Señala este hecho, en consecuencia, el comienzo de la
restauración moral y material de mi país en un sistema de pacífica
convivencia; la entrada de Paraguay en el concierto de naciones
democráticas del continente. Significa, asimismo, el fin del exilio
para el millón de ciudadanos de la diáspora paraguaya, que ahora pueden
volver a la tierra natal, derrumbado el muro del poder totalitario que
hizo de Paraguay un país sitiado".
Refiriéndose a la literatura, y a su obra dijo entonces:
"La concesión del premio me confirmó la certeza de que también la
literatura es capaz de ganar batallas contra la adversidad sin más
armas que la letra y el espíritu, sin más poder que la imaginación y el
lenguaje. No es entonces la literatura -me dije con un definitivo
deslumbramiento- un mero y solitario pasatiempo para los que escriben y
para los que leen, separados y a la vez unidos por un libro, sino
también un modo de influir en la realidad y de transformarla con las
fábulas de la imaginación que en la realidad se inspiran. Es la primera
gran lección de las obras de Cervantes".
"Y es esta batalla el más alto homenaje que me es dado ofrendar al
pueblo y a la cultura de mi país que han sabido resistir con denodada
obstinación, dentro de las murallas del miedo, del silencio, del
olvido, del aislamiento total, las vicisitudes del infortunio y que en
su lucha por la libertad, han logrado vencer a las fuerzas inhumanas
del despotismo que los oprimía".
"Yo el Supremo"
Pasados algunos años desde que "Yo el Supremo" fuera editada por
primera vez, y habiéndose escrito luego mucha literatura acerca del
tema de los dictadores latinoamericanos es interesante rescatar del
discurso citado, su alusión a esta obra:
"El Supremo Dictador de la República sólo deseó el poder absoluto y lo
tuvo en sus manos sin dejar de ser también el hombre más pobre del
mundo, puesto que su riqueza era de otra especie. Le bastó al déspota
ilustrado que el país de cuya emancipación había sido el inspirador y
ejecutor fuese el más independiente y autónomo en la América de su
tiempo. Aquí comenzó la contradicción de lo absoluto en el espacio de
la historia que es el reino por antonomasia de lo relativo: la libertad
como producto del despotismo; la independencia de un país bajo el
férreo aparato de una dictadura perpetua".
"Mi Caballero Andante, tocado por la locura iluminista, luchó también
con gigantes y fierabrases que salían a combatirle no desde los libros
de caballería, sino desde la concreta realidad de los pueblos
iberoamericanos mestizos, independizados políticamente pero que
seguirían siendo, por mucho tiempo aún, colonizados y neocolonizados en
su vida individual y colectiva".
"Místico extraviado en los laberintos de su ínsula terrestre, el
solitario y adusto ermitaño de Paraguay trocó entonces su pasión
jacobina en la pasión de lo absoluto, que acabó por enajenarlo en esa
demencial alucinación, y se sustituyó, como lo hizo Robespierre, al Ser
Supremo que había arrojado por la ventana".
"A diferencia del Quijote, la entidad ya casi ectoplasmática del
Supremo paraguayo, en la historia y en mi novela, logra, sin embargo,
realizar el sueño de los Caballeros Andantes Libertadores: crear una
patria auténticamente libre y soberana; fundar y consolidar la
autodeterminación de su pueblo. Ese oscuro abogado, ex seminarista, de
austeridad incorruptible, no cobraba su salario, apenas comía, pero se
permitió ignorar el ultimátum de Bolívar cuando éste le intimó a poner
en libertad al sabio Amadeo Bonpland; o cuando dio asilo a su
antagonista, el prócer uruguayo José Gervasio Artigas, cuando éste fue
traicionado y perseguido por los enemigos de la causa americana".
"Mi expectativa, en tanto autor, era ver estallar esta entidad del
poder absoluto en contradicción con la ineluctable coacción de lo
relativo. Pero el personaje ficticio no estalló en el encontronazo de
esas dos dimensiones contrarias pero indisociables. La infinitud de lo
absoluto dentro del espacio concreto de la relatividad histórica sólo
era posible en la dimensión a la vez imaginaria y real de la escritura.
El protagonista de mi novela, inspirado en el personaje central de la
historia paraguaya -el Supremo Don José Gaspar Rodríguez de Francia,
hecho Dictador Perpetuo de la República, según el modelo de la antigua
ley romana- resultó más fuerte que la muerte, porque ya estaba muerto
sin saber que lo estaba (¿) El Supremo Dictador, en su cripta, con el
amargo sabor de lo absoluto fermentado en la boca, dice a modo de
despedida: "Detrás de mí vendrá el que pueda". Y con la tumba al hombro
comienza a errar sin término por los laberintos de la historia que lo
aniquila y lo desvanece en el ruido y la furia de lo relativo".
Roa artesano de mundos imaginarios
"De Cervantes aprendí a evitar la facilidad de ser un escritor
profesional, en el sentido de un productor regular de textos; a
escribir menos por industria que por necesidad interior, menos por
ocupar espacio en la escena pública que por mandato de esos llamados
hondos de la propia fisiología creativa que parecieran trabajar por
fotosíntesis, como en la naturaleza. ¿Serán estos llamados los que
también a veces por soberbia desoímos?"
"De todos modos no están sujetos estos llamados a la puntual
regularidad de las estaciones de cualquier especie que fueren, sino a
los centros de luz y de calor de cada época de la vida; a la madurez de
cada etapa en la literatura de un autor. Entre estos momentos creativos
intermitentes del escritor no profesional se interponen los obstáculos
del propio vivir, los imperativos de la subsistencia. Hay también esos
vacíos interiores, esos silencios tenaces que pueden durar toda una
vida, puesto que se confunden con ella; silencios involuntarios,
eclipses de la voluntad, visitados siempre por el remordimiento de una
culpa no elegida, pero tampoco ineludible".
"A causa de estas alternativas involuntarias, no puedo considerarme más
que un artesano. Lo que también es mucho decir. Un artesano entregado,
cuando puede -no cuanto puede, que es poco- al oficio de modelar en
símbolos historias fingidas, relatos a medias inventados; historias
imaginarias de sueños reales, de lejanas y recurrentes pesadillas.
Estas incursiones de la escritura tratan de penetrar lo más
profundamente posible bajo la piel del destino humano, de las
experiencias vividas, del siempre renovado enigma de la existencia,
creando su propia realidad sin perder por ello su carácter imaginario
de "historias fingidas", como decía Cervantes, de las que él mismo
escribía. Escribir un relato no es describir la realidad con palabras,
sino hacer que la palabra misma sea real. Unicamente de este modo la
palabra real puede crear los mundos imaginarios de la fábula".
El poder
"El tema del poder, para mí, en sus diferentes manifestaciones, aparece
en toda mi obra, ya sea en forma política, religiosa o en un contexto
familiar. El poder constituye un tremendo estigma, una especie de
orgullo humano que necesita controlar la personalidad de otros. Es una
condición antilógica que produce una sociedad enferma. La represión
siempre produce el contragolpe de la rebelión. Desde que era niño sentí
la necesidad de oponerme al poder, al bárbaro castigo por cosas sin
importancia, cuyas razones nunca se manifiestan".
Su obra
Mencionamos aquí algunos de sus títulos, que no incluyen guiones
cinematográficos, ensayos y artículos:
Teatro
La carcajada (1930)
La residenta (1942)
El niño del rocío (1942)
Mientras llegue el día (1946)
Yo el Supremo (1985)
Poemas
El ruiseñor de la aurora y otros poemas (1942)
El naranjal ardiente (Nocturno paraguayo (1960)
Cuentos y Relatos
El trueno entre las hojas (1953)
El baldío (1966)
Los pies sobre el agua (1967)
Madera quemada (1967)
Moriencia (1969)
Cuerpo presente y otros cuentos (1971)
Antología personal (1980)
Contar un cuento y otros relatos (1984).
Novelas
Fulgencio Miranda (inédita 1937)
Hijo de hombre (1960)
Yo el Supremo (1974)
Vigilia del Almirante (1992)
El Fiscal (1993)
Contravida (1994)
Madama Sui (1996)
Conclusión
Señor Presidente, Augusto Roa Bastos es un autor insoslayable en la
narrativa contemporánea en todas sus expresiones. Resulta difícil, tal
vez por lo cotidiano de su presencia entre nosotros y por su singular
modestia, realizar una apología de la persona y su obra y hemos elegido
en estos fundamentos sus propias palabras para referirnos a ellas. El
Senado de la Nación sabrá reconocerlo en su homenaje al respetable
escritor paraguayo.
Eduardo A. Moro.- Carlos Maestro.-
.
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones
(S-2955/03)
PROYECTO DE RESOLUCIÓN
El Senado de la Nación
RESUELVE:
1° Declarar su reconocimiento al ilustre escritor paraguayo Augusto
Roa Bastos por sus aportes a la literatura universal y su lucha
incesante por las causas de la libertad y la democracia de su país y de
los pueblos latinoamericanos.
2° Manifestar su beneplácito y satisfacción por el otorgamiento por
parte del Poder Ejecutivo Nacional, de la Orden del Libertador General
San Martín a Augusto Roa Bastos.
3° Comunicar esta Resolución al Sr. Augusto Roa Bastos.
4° Comunicar esta Resolución al Gobierno de la República del Paraguay.
5° Comuníquese.
Eduardo A. Moro.- Carlos Maestro.-
FUNDAMENTOS
Señor Presidente
En un merecido homenaje, el Gobierno argentino ha conferido la Orden
del Libertador General San Martín al ilustre escritor paraguayo Augusto
Roa Bastos.
El Senado de la Nación no sólo debe destacar este acto, sino que debe
realizar su propio agasajo a quien es reconocido como un grande la de
literatura universal y cuya vida y obra están marcadas por su
compromiso con las causas populares.
Nacido en Asunción en 1917, luego radicado en Iturbe, en la región del
Guairá, que aparece en sus relatos tempranos, con 15 años participó en
la guerra del Chaco contra Bolivia. Fue corresponsal del diario El País
de Asunción, durante la II Guerra, en Inglaterra y Francia. En 1947
inició en Buenos Aires lo que sería una vida signada por el exilio
durante más de cuarenta años, múltiples oficios y una constante y
variada actividad periodística y literaria.
"El exilió fue una escuela permanente que me enseñó a ver las cosas con
más seriedad. También significó dolor, como una muerte, un estado de
duelo. Me tomó de cuatro a cinco años salir de la depresión, no sólo
psicológica sino ontológicamente, recobrar mi dignidad como ser humano,
que se había refugiado en las sombras. Me dediqué a escribir como un
vehículo para recuperar mi condición humana, mi dignidad como persona".
Su primer libro de relatos, "El Trueno entre las Hojas" fue publicado
en 1953, Hijo de Hombre"en 1960 y en 1974 lo que sería una de las obras
cumbres de la literatura contemporánea "¿o el Supremo", novela referida
a la historia del dictador paraguayo Gaspar Rodríguez de Francia. Más
de veinte títulos traducidos a veinticinco idiomas conforman su obra
literaria.
Miembro de honor de muchas universidades europeas y latinoamericanas y
norteamericanas, entre ellos el doctorado honoris causa en Letras
Humanas por la Universidad de Toulouse-Le Mirail - que recibió el mismo
día que el Premio Cervantes, fue profesor de literatura
hispanoamericana en la Universidad de Toulouse (Francia) desde 1976,
volvió al Paraguay cuando se puso fin a la dictadura de Stroessner, y
se estableció definitivamente en su país en la década del noventa,
abocándose a la docencia: creó el Curso de Lengua y Cultura Guaraní y
el taller de Creación y Práctica Literaria.
Premiado y condecorado en el mundo entero, en 1989 recibió el máximo
galardón de la lengua castellana, el Premio Cervantes, "el más alto
honor que se ha concedido a mi obra". Y destacó en su discurso que
"el derrocamiento, en febrero del pasado año, de la más larga y
oprobiosa dictadura que registra la cronología de los regímenes de
fuerza en suelo suramericano (¿.) es singularmente significativo para
la vida paraguaya en lo político, social y cultural, y marca la
apertura de un camino hacia la instauración de la libertad y de la
democracia bajo la construcción de un genuino Estado de derecho, como
garantía de su legitimidad".
Decía Roa: "Señala este hecho, en consecuencia, el comienzo de la
restauración moral y material de mi país en un sistema de pacífica
convivencia; la entrada de Paraguay en el concierto de naciones
democráticas del continente. Significa, asimismo, el fin del exilio
para el millón de ciudadanos de la diáspora paraguaya, que ahora pueden
volver a la tierra natal, derrumbado el muro del poder totalitario que
hizo de Paraguay un país sitiado".
Refiriéndose a la literatura, y a su obra dijo entonces:
"La concesión del premio me confirmó la certeza de que también la
literatura es capaz de ganar batallas contra la adversidad sin más
armas que la letra y el espíritu, sin más poder que la imaginación y el
lenguaje. No es entonces la literatura -me dije con un definitivo
deslumbramiento- un mero y solitario pasatiempo para los que escriben y
para los que leen, separados y a la vez unidos por un libro, sino
también un modo de influir en la realidad y de transformarla con las
fábulas de la imaginación que en la realidad se inspiran. Es la primera
gran lección de las obras de Cervantes".
"Y es esta batalla el más alto homenaje que me es dado ofrendar al
pueblo y a la cultura de mi país que han sabido resistir con denodada
obstinación, dentro de las murallas del miedo, del silencio, del
olvido, del aislamiento total, las vicisitudes del infortunio y que en
su lucha por la libertad, han logrado vencer a las fuerzas inhumanas
del despotismo que los oprimía".
"Yo el Supremo"
Pasados algunos años desde que "Yo el Supremo" fuera editada por
primera vez, y habiéndose escrito luego mucha literatura acerca del
tema de los dictadores latinoamericanos es interesante rescatar del
discurso citado, su alusión a esta obra:
"El Supremo Dictador de la República sólo deseó el poder absoluto y lo
tuvo en sus manos sin dejar de ser también el hombre más pobre del
mundo, puesto que su riqueza era de otra especie. Le bastó al déspota
ilustrado que el país de cuya emancipación había sido el inspirador y
ejecutor fuese el más independiente y autónomo en la América de su
tiempo. Aquí comenzó la contradicción de lo absoluto en el espacio de
la historia que es el reino por antonomasia de lo relativo: la libertad
como producto del despotismo; la independencia de un país bajo el
férreo aparato de una dictadura perpetua".
"Mi Caballero Andante, tocado por la locura iluminista, luchó también
con gigantes y fierabrases que salían a combatirle no desde los libros
de caballería, sino desde la concreta realidad de los pueblos
iberoamericanos mestizos, independizados políticamente pero que
seguirían siendo, por mucho tiempo aún, colonizados y neocolonizados en
su vida individual y colectiva".
"Místico extraviado en los laberintos de su ínsula terrestre, el
solitario y adusto ermitaño de Paraguay trocó entonces su pasión
jacobina en la pasión de lo absoluto, que acabó por enajenarlo en esa
demencial alucinación, y se sustituyó, como lo hizo Robespierre, al Ser
Supremo que había arrojado por la ventana".
"A diferencia del Quijote, la entidad ya casi ectoplasmática del
Supremo paraguayo, en la historia y en mi novela, logra, sin embargo,
realizar el sueño de los Caballeros Andantes Libertadores: crear una
patria auténticamente libre y soberana; fundar y consolidar la
autodeterminación de su pueblo. Ese oscuro abogado, ex seminarista, de
austeridad incorruptible, no cobraba su salario, apenas comía, pero se
permitió ignorar el ultimátum de Bolívar cuando éste le intimó a poner
en libertad al sabio Amadeo Bonpland; o cuando dio asilo a su
antagonista, el prócer uruguayo José Gervasio Artigas, cuando éste fue
traicionado y perseguido por los enemigos de la causa americana".
"Mi expectativa, en tanto autor, era ver estallar esta entidad del
poder absoluto en contradicción con la ineluctable coacción de lo
relativo. Pero el personaje ficticio no estalló en el encontronazo de
esas dos dimensiones contrarias pero indisociables. La infinitud de lo
absoluto dentro del espacio concreto de la relatividad histórica sólo
era posible en la dimensión a la vez imaginaria y real de la escritura.
El protagonista de mi novela, inspirado en el personaje central de la
historia paraguaya -el Supremo Don José Gaspar Rodríguez de Francia,
hecho Dictador Perpetuo de la República, según el modelo de la antigua
ley romana- resultó más fuerte que la muerte, porque ya estaba muerto
sin saber que lo estaba (¿) El Supremo Dictador, en su cripta, con el
amargo sabor de lo absoluto fermentado en la boca, dice a modo de
despedida: "Detrás de mí vendrá el que pueda". Y con la tumba al hombro
comienza a errar sin término por los laberintos de la historia que lo
aniquila y lo desvanece en el ruido y la furia de lo relativo".
Roa artesano de mundos imaginarios
"De Cervantes aprendí a evitar la facilidad de ser un escritor
profesional, en el sentido de un productor regular de textos; a
escribir menos por industria que por necesidad interior, menos por
ocupar espacio en la escena pública que por mandato de esos llamados
hondos de la propia fisiología creativa que parecieran trabajar por
fotosíntesis, como en la naturaleza. ¿Serán estos llamados los que
también a veces por soberbia desoímos?"
"De todos modos no están sujetos estos llamados a la puntual
regularidad de las estaciones de cualquier especie que fueren, sino a
los centros de luz y de calor de cada época de la vida; a la madurez de
cada etapa en la literatura de un autor. Entre estos momentos creativos
intermitentes del escritor no profesional se interponen los obstáculos
del propio vivir, los imperativos de la subsistencia. Hay también esos
vacíos interiores, esos silencios tenaces que pueden durar toda una
vida, puesto que se confunden con ella; silencios involuntarios,
eclipses de la voluntad, visitados siempre por el remordimiento de una
culpa no elegida, pero tampoco ineludible".
"A causa de estas alternativas involuntarias, no puedo considerarme más
que un artesano. Lo que también es mucho decir. Un artesano entregado,
cuando puede -no cuanto puede, que es poco- al oficio de modelar en
símbolos historias fingidas, relatos a medias inventados; historias
imaginarias de sueños reales, de lejanas y recurrentes pesadillas.
Estas incursiones de la escritura tratan de penetrar lo más
profundamente posible bajo la piel del destino humano, de las
experiencias vividas, del siempre renovado enigma de la existencia,
creando su propia realidad sin perder por ello su carácter imaginario
de "historias fingidas", como decía Cervantes, de las que él mismo
escribía. Escribir un relato no es describir la realidad con palabras,
sino hacer que la palabra misma sea real. Unicamente de este modo la
palabra real puede crear los mundos imaginarios de la fábula".
El poder
"El tema del poder, para mí, en sus diferentes manifestaciones, aparece
en toda mi obra, ya sea en forma política, religiosa o en un contexto
familiar. El poder constituye un tremendo estigma, una especie de
orgullo humano que necesita controlar la personalidad de otros. Es una
condición antilógica que produce una sociedad enferma. La represión
siempre produce el contragolpe de la rebelión. Desde que era niño sentí
la necesidad de oponerme al poder, al bárbaro castigo por cosas sin
importancia, cuyas razones nunca se manifiestan".
Su obra
Mencionamos aquí algunos de sus títulos, que no incluyen guiones
cinematográficos, ensayos y artículos:
Teatro
La carcajada (1930)
La residenta (1942)
El niño del rocío (1942)
Mientras llegue el día (1946)
Yo el Supremo (1985)
Poemas
El ruiseñor de la aurora y otros poemas (1942)
El naranjal ardiente (Nocturno paraguayo (1960)
Cuentos y Relatos
El trueno entre las hojas (1953)
El baldío (1966)
Los pies sobre el agua (1967)
Madera quemada (1967)
Moriencia (1969)
Cuerpo presente y otros cuentos (1971)
Antología personal (1980)
Contar un cuento y otros relatos (1984).
Novelas
Fulgencio Miranda (inédita 1937)
Hijo de hombre (1960)
Yo el Supremo (1974)
Vigilia del Almirante (1992)
El Fiscal (1993)
Contravida (1994)
Madama Sui (1996)
Conclusión
Señor Presidente, Augusto Roa Bastos es un autor insoslayable en la
narrativa contemporánea en todas sus expresiones. Resulta difícil, tal
vez por lo cotidiano de su presencia entre nosotros y por su singular
modestia, realizar una apología de la persona y su obra y hemos elegido
en estos fundamentos sus propias palabras para referirnos a ellas. El
Senado de la Nación sabrá reconocerlo en su homenaje al respetable
escritor paraguayo.
Eduardo A. Moro.- Carlos Maestro.-
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