Número de Expediente 2947/05

Origen Tipo Extracto
2947/05 Senado De La Nación Proyecto De Declaración MARTINEZ PASS DE CRESTO : PROYECTO DE DECLARACION DECLARANDO DE INTERES EDUCATIVO Y CULTURAL EL XI CONGRESO ARGENTINO DE CIENCIAS DE LA COMPUTACION A REALIZARSE EN CONCORDIA , ENTRE RIOS .
Listado de Autores
Martínez Pass de Cresto , Laura

Fechas en Dir. Mesa de Entradas

MESA DE ENTRADAS DADO CUENTA Nº DE D.A.E.
08-09-2005 21-09-2005 143/2005 Tipo: NORMAL

Fecha de Ingreso a Dir. Gral. de Comisiones

DIR. GRAL. de COMISIONES INGRESO DEL DICTAMEN A LA MESA DE ENTRADAS
14-09-2005 SIN FECHA

Giros del Expediente a Comisiones

COMISIÓN FECHA DE INGRESO FECHA DE EGRESO

ORDEN DE GIRO: 1
14-09-2005 28-02-2007

EL EXPEDIENTE CADUCO EL 28-02-2007

ENVIADO AL ARCHIVO : 11-05-2007

En proceso de carga


Senado de la Nación
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones

(S-2947/05)

PROYECTO DE DECLARACION

El Senado de la Nación

DECLARA:

de Interés Educativo y Cultural el XI CONGRESO ARGENTINO DE CIENCIAS DE LA COMPUTACIÓN a realizarse en la Ciudad de Concordia, provincia de Entre Ríos.

Laura Martínez Pass de Cresto.-

FUNDAMENTOS

Señor Presidente:

El XI CONGRESO ARGENTINO DE CIENCIAS DE LA COMPUTACIÓN (CACIC) se llevará a cabo en la Ciudad de Concordia, Provincia de Entre Ríos, los días 17 al 21 de octubre de 2005.

Este evento es organizado por la Universidad Nacional de Entre Ríos, Facultad de Ciencias de la Administración y la Red Nacional de Universidades con Carreras en Informática (RedUNCI, Red).

El mismo, es considerado el evento académico más relevante de la Informática en la Argentina, reuniendo un importante aporte de profesionales de la Informática del país y del exterior.

Es imposible dejar de reconocer la preponderancia que alcanza en el presente la ciencia informática, como también la importancia que ella ha alcanzado en el medio de las actividades productivas en todo el orbe.

Cuando John Mauchly y John Prester Eckert terminaron de armar la primera computadora electrónica digital, lo que menos pensaron era que estaban cambiando el mundo. El año 1945 iba dejando atrás el horror de la guerra y la gigantesca ENIAC alumbraba una nueva era en la historia de la humanidad.

Había que hacer lugar para ubicar ese armatoste de 32 toneladas. En el sótano de la Universidad de Pennsylvania se amontonaron sus 17.468 válvulas, que consumían unos 160.000 watts y elevaban la temperatura ambiente hasta los 50 grados. La ENIAC, que fue diseñada para acelerar cálculos en disparos de artillería, despertaba admiración en propios y extraños: trabajando a pleno, podía realizar hasta 5 mil sumas o restas y 300 multiplicaciones por segundo.

Hoy, muchísima mayor capacidad de procesamiento llevás adherida a tu cinturón o prendida en tu cartera, dentro de los microchips que rigen el funcionamiento de los teléfonos celulares. Podés comunicarte al instante con cualquier lugar del mundo, y también escuchar música, sacar fotos o hasta mirar videoclips en la pantallita multicolor.

El secreto de este milagro está en el lenguaje digital de las computadoras, que inauguró la ENIAC. Y que después, con el desarrollo del transistor -que reemplazó a las válvulas- y de la microelectrónica, se coló en cuanto aparato electrónico circula por nuestras manos.

Ahora, cualquier información analógica (textos, sonidos y también imágenes) son representadas por una serie de señales electrónicas prendidas o apagadas. Unos y ceros que pueden almacenarse y copiarse tantas veces como uno quiera, y además transmitirse, por cable o por aire, a la velocidad de la luz y sin limitaciones geográficas.

El mundo se hizo mucho más pequeño y las fronteras cada vez más difusas. Satélites y kilómetros de fibra óptica mediante, los ceros y unos ahora llegan a cualquier rincón del planeta. Ya somos cerca de 1.000 millones los conectados a Internet, una herramienta de incalculable valor.

Con el Messenger podés estar todo el día conectado gratis con amigos o familiares alrededor del mundo. Hace unos años, pocas cosas eran más caras que comunicarse con el exterior. Había que contar los minutos, y hasta los segundos, para cuidar el bolsillo.

Mientras que el mundo se conmocionaba con la revolución estudiantil de París, en el año 1968 un puñado de científicos de la Universidad de California conectaba, por primera vez, cuatro computadoras entre sí.

La noticia no ganó la tapa de los diarios, ni mucho menos: era solo un pedido del Ministerio de Defensa de los Estados Unidos que estaba buscando una forma más eficiente de comunicar a los distintos organismos de ese país. La pequeña red, que nació bajo el nombre de Arpanet, después creció y se transformó en la espina dorsal de la futura Internet.

Y otra idea genial alumbró el inglés Tim Berners-Lee, en 1989. Creó la World Wide Web, un entorno gráfico y multimedia que depositó a Internet en los hogares y preparó el terreno para la definitiva revolución digital.

Lo que sigue es historia reciente. La PC, con Windows, llegó a más y más gente. Con la Web, Internet creció en velocidad y en cantidad y calidad de servicios. Y la microelectrónica terminó de cerrar el círculo: llevó el mundo digital a la palma de la mano, con distintos equipos que hablan el mismo idioma de ceros y unos. Y se comunican entre sí.

En los últimos sesenta años, el lenguaje digital cambió como nunca nuestras vidas. La digitalización inauguró una nueva era, con todos sus potencialidades, pero también con sus amenazas y peligros latentes. Y pensar que era una máquina para acelerar cálculos de artillería.

Al historiar la evolución de la informática estamos también mostrando el trabajo tesonero de los científicos que indudablemente tuvieron fe en este nuevo instrumento para el crecimiento y apoyo de todas las actividades productivas en los distintos órdenes.

En nuestro país el interés de nuestro jóvenes en avanzar en el conocimiento informático ha llevado a que la demanda de especialistas como así también de equipos de computación sea de alta intensidad en el presente.

Por los motivos expuestos, solicito de mis pares la aprobación del presente Proyecto.

Laura Martínez Pass de Cresto.-