Número de Expediente 2888/06

Origen Tipo Extracto
2888/06 Senado De La Nación Proyecto De Declaración CURLETTI : PROYECTO DE DECLARACION DECLARANDO DE INTERES PARLAMENTARIO EL DIA DEL BIBLIOTECARIO A CELEBRARSE EL 13 DE SETIEMBRE DE CADA AÑO .
Listado de Autores
Curletti , Mirian Belén

Fechas en Dir. Mesa de Entradas

MESA DE ENTRADAS DADO CUENTA Nº DE D.A.E.
16-08-2006 30-08-2006 131/2006 Tipo: NORMAL

Fecha de Ingreso a Dir. Gral. de Comisiones

DIR. GRAL. de COMISIONES INGRESO DEL DICTAMEN A LA MESA DE ENTRADAS
22-08-2006 SIN FECHA

Giros del Expediente a Comisiones

COMISIÓN FECHA DE INGRESO FECHA DE EGRESO

ORDEN DE GIRO: 1
23-08-2006 06-09-2006

Resoluciones

SENADO
FECHA DE SANCION: 06-09-2006
SANCION: APROBO
COMENTARIO: SOBRE TABLAS
NOTA:
En proceso de carga

Senado de la Nación
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones


(S-2888/06)

PROYECTO DE DECLARACION

El Senado de la Nación

DECLARA:

De Interés Parlamentario el ¿Día del Bibliotecario¿, que se celebra el 13 de septiembre de cada año, manifestando reconocimiento por la difusión del libro y el apoyo a la cultura.

Mirian Curletti.

FUNDAMENTOS

Señor Presidente:

El ¿Día del Bibliotecario¿ se remonta al día 13 de septiembre de 1810, fecha en que apareció en la Gazeta de Buenos Aires, un artículo titulado ¿Educación¿, escrito por Mariano Moreno. En él se informaba acerca de la creación por la Junta de Mayo, de la fundación de la Biblioteca Pública de Buenos Aires (posteriormente transformada en Biblioteca Nacional) y de los nombramientos del doctor Saturnino Segurola y Fray Cayetano Rodríguez, quienes fueron los primeros bibliotecarios oficiales de la nueva era de la independencia de la República.

"Los pueblos compran a precio muy subido la gloria de las armas, y la sangre de los ciudadanos no es el único sacrificio que acompaña los triunfos: asustadas las Musas con el horror de los combates huyen a regiones más tranquilas, e insensibles los hombres a todo lo que no sea desolación y estrépito, descuidan aquellos establecimientos que en tiempos felices se fundaron para cultivo de las ciencias y de las artes. Si el Magistrado no empeña su poder y su celo en precaver el funesto término a que progresivamente conduce tan peligroso estado, a la dulzura de las costumbres sucede la ferocidad de un pueblo bárbaro, y la rusticidad de los hijos deshonra la memoria de las grandes acciones de sus padres.

Buenos Aires se halla amenazado de tan terrible suerte; y cuatro años de glorias han minado sordamente la ilustración y virtudes que las produjeron. La necesidad hizo destinar provisionalmente el Colegio de San Carlos para cuartel de tropas; los jóvenes empezaron a gustar una libertad tanto más peligrosa cuanto más agradable; y atraídos por el brillo de las armas que habían producido nuestras glorias, quisieron ser militares, antes de prepararse a ser hombres. Todos han visto con dolor destruirse aquellos establecimientos de que únicamente podía esperarse la educación de nuestros jóvenes, y los buenos patriotas lamentaban en secreto el abandono del gobierno, o más bien su política destructora, que miraba como un mal de peligrosas consecuencias la ilustración de un pueblo.

La Junta se ve reducida a la triste necesidad de crearlo todo, y aunque las graves atenciones que la agobian no le dejan todo el tiempo que deseara consagrar a tan importante objeto, llamará en su socorro a los hombres sabios y patriotas, que reglando un nuevo establecimiento de estudios, adecuado a nuestras circunstancias, formen el plantel que produzca algún día hombres que sean el honor y la gloria de su patria.

Entretanto que se organiza esta obra, cuyo progreso se irá publicando sucesivamente, ha resuelto la Junta formar una Biblioteca Pública, en que se facilite a los amantes de las letras un recurso seguro para aumentar sus conocimientos. Las utilidades consiguientes a una Biblioteca Pública son tan notorias, que sería excusado detenernos en indicarlas. Toda casa de libros atrae a los literatos con una fuerza irresistible, la curiosidad incita a los que no han nacido con positiva resistencia a las letras, y la concurrencia de los sabios con los que desean serlo produce una manifestación recíproca de luces y conocimientos, que se aumentan con la discusión y se afirman con el registro de los libros, que están a mano para dirimir las disputas.

Estas seguras ventajas hicieron mirar en todos los tiempos las Bibliotecas Públicas, como uno de los signos de la ilustración de los pueblos, y el medio más seguro para su conservación y fomento. Repútese enhorabuena un rasgo de loca vanidad la numerosa biblioteca de Ptolomeo Filadelfo: setecientos mil libros entre el edificio antiguo de Ptolomeo Soter, y la nueva colección del templo de Serapis, no se destinaron tanto á la ilustración de aquellos pueblos, cuanto a ser una demostración magnífica del poder y sabiduría de los reyes que los habían reunido. Así los fines de esta numerosa colección correspondieron al espíritu que la había dado principio; seis meses se calentaron los baños públicos de Alejandría con los libros que habían escapado del primer incendio ocasionado por César, y el fuego disipó ese monumento de vanidad de que los pueblos no habían sacado ningún provecho.

Las naciones verdaderamente ilustradas se propusieron, y lograron frutos muy diferentes de sus bibliotecas públicas. Las treinta y siete que contaba Roma en los tiempos de su mayor ilustración eran la verdadera escuela de los conocimientos que tanto distinguieron a aquella nación célebre, y las que son hoy día tan comunes en los pueblos cultos de Europa son miradas como el mejor apoyo de las luces de nuestro siglo.

Por fortuna tenemos libros bastantes para dar principio a una obra que crecerá en proporción del sucesivo engrandecimiento de este pueblo. La Junta ha resuelto fomentar este establecimiento y esperando que los buenos patriotas propenderán a que se realice un pensamiento de tanta utilidad, abre una suscripción patriótica para los gastos de estantes y demás costos inevitables, la cual se recibirá en la Secretaría de gobierno; nombrando desde ahora por bibliotecarios al doctor don Saturnino Segurola y al reverendo padre fray Cayetano Rodríguez, que se han prestado gustosos a dar esta nueva prueba de su patriotismo y amor al bien público; y nombra igualmente por protector de dicha biblioteca al secretario de gobierno doctor don Mariano Moreno, confiriéndole todas las facultades para presidir a dicho establecimiento, y entender en todos los incidentes, que ofreciese".

Mariano Moreno
(Gazeta de Buenos Ayres, 13 de septiembre de 1810)

La sabiduría de los bibliotecarios es una sabiduría asistida, compartida y solidaria con quien necesita información. Por tales razones, es bueno recordar que el bibliotecario es un digno servidor de necesidades de información y que como agente de cambio honra y enaltece los principales valores culturales, literarios, educativos, sociales, democráticos, político-económicos y productivos que predominan en nuestra cultura.

Estos hombres y mujeres desde sus bibliotecas, ejercen un compromiso solidario con los usuarios de todo tipo, la solidaridad y el humanismo los acompaña desde sus funciones sociales, y al estar al servicio permanente de la sociedad, honran al prójimo a través de su vocación que diariamente cultivan en beneficio de los demás como un fertilizante de sabiduría.

Señor Presidente, rendimos homenaje a todos los bibliotecarios en su día, resaltando y agradeciendo su abnegada labor diaria. Sin ellos nuestro sistema de bibliotecas no podría funcionar con el alto nivel de eficiencia y de calidad con el que actualmente lo hace.

Mirian Curletti.