Número de Expediente 2806/04
N° | Origen | Tipo | Extracto |
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2806/04 | Senado De La Nación | Proyecto De Ley | ESCUDERO : PROYECTO DE LEY DECLARANDO HEROE NACIONAL AL GRAL. MARTIN MIGUEL DE GUEMES . |
Listado de Autores |
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Escudero
, Sonia Margarita
|
Fechas en Dir. Mesa de Entradas
MESA DE ENTRADAS | DADO CUENTA | Nº DE D.A.E. |
---|---|---|
06-09-2004 | 15-09-2004 | 175/2004 Tipo: NORMAL |
Fecha de Ingreso a Dir. Gral. de Comisiones
DIR. GRAL. de COMISIONES | INGRESO DEL DICTAMEN A LA MESA DE ENTRADAS |
---|---|
07-09-2004 | SIN FECHA |
Giros del Expediente a Comisiones
COMISIÓN | FECHA DE INGRESO | FECHA DE EGRESO |
---|---|---|
ORDEN DE GIRO: 1 |
07-09-2004 | 10-08-2005 |
ENVIADO AL ARCHIVO : 25-08-2006
Resoluciones
SENADO |
---|
FECHA DE SANCION: 10-08-2005 |
SANCION: APROBO |
COMENTARIO: SOBRE TABLAS |
NOTA:PASA A DIPUTADOS |
DIPUTADOS |
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FECHA DE SANCION: 02-08-2006 |
SANCION: APROBO |
SANCION DE LEY |
---|
FECHA DE SANCION: 02-08-2006 |
NUMERO DE LEY: 26125 |
PODER EJECUTIVO DE LA NACION |
---|
RESOLUCION: Promulgo |
FECHA: 22-08-2006 |
DECRETO NUMERO: 1082/06 |
FECHA DEL DECRETO: 22-08-2006 |
Senado de la Nación
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones
(S-2806/04)
PROYECTO DE LEY
El Senado y la Cámara de Diputados,...
Artículo 1°: Declárase héroe nacional a Don Martín Miguel de Güemes, único
general argentino muerto en acción de guerra el 17 de junio de 1821, en la
histórica epopeya de la emancipación del continente americano.
Art. 2°: Comuníquese al Poder Ejecutivo.
Sonia Escudero.-
FUNDAMENTOS
Señor Presidente:
Honrar a nuestros próceres es reconocernos en quienes somos, en quienes
fuimos. Es hablar de identidad. Por eso podemos pensar que el reconocimiento
de nuestros padres de la Patria como héroes no es el resultado de la
aparición providencial de " hombres y mujeres elegidos por los dioses" que
hacen brotar ideas no soñadas en la mente del pueblo.
En todo caso, podemos pensar en los héroes y en las heroínas como la
culminación de un largo proceso de elaboración popular: el héroe, la heroína
será el hombre o la mujer en quien se concreta un esfuerzo, el brazo que
resume una vieja ambición, el punto en donde revienta una corriente
soterrada. El héroe, la heroína, entonces, no es hijo o hija de los dioses:
es hijo o hija de su pueblo. Lo que le da una ancha base para que afirme su
voluntad es la circunstancia misma de su estirpe humana.
Esta consideración que mira de modo reposado al fondo de la heroicidad, en
este caso americana, y despoja de su aureola divina a los libertadores, no
implica, en ningún caso, una connotación desconsiderada de la dimensión de
las grandes obras llevadas a cabo por los protagonistas.
La leyenda poética y la construcción del mito dificultan el empeño de
rescatar a quienes hicieron la historia en su justa dimensión humana y en
su real contribución al progreso humano.
Tradicionalmente se nos ha enseñado y se han destacado, aquellos sucesos
pertenecientes a nuestro glorioso pasado, que recuerdan batallas y
aconteceres de resultado victorioso para nuestro país. Pero como todo
alumbramiento, el nacimiento de nuestra república no estuvo exento de dolor
y de sacrificios; porque la lucha por la independencia fue una cruenta
guerra de muerte para los próceres que la materializaron.
Por esa razón, surge la necesidad para todos los argentinos de valorar a los
personajes que hicieron posible nuestra libertad y emancipación.
En esta idea, numerosos son los protagonistas verdaderos que conforman
arquetipos; sin embargo sólo existió un general argentino muerto en acción
de guerra, que perdió su vida defendiendo los sagrados intereses de la
Patria. Tal es el caso de Don Martín Miguel de Güemes.
Algunas investigaciones históricas dan cuenta que, además de las condiciones
humanas que lo hicieron trascender más allá de la muerte, su bravura e
inquebrantable voluntad superaron ampliamente los afanes y desvelos a los
que estuvo sometido. El General salteño ha sido llamado indistintamente:
gaucho, caudillo, tirano, héroe, prócer, mártir, etc. Fue antes que nada un
hombre comprometido con su tiempo. Deberíamos ser capaces de rescatar y
aplicar en nuestro actuar, con auténtica convicción y profundo compromiso,
el modelo y ejemplo de su arrojo y renunciamiento, en pro de los supremos
ideales de nuestra Nación.
El servicio que el Gral. Martín Miguel de Güemes prestó a nuestro país y a
la emancipación de América conlleva esta dimensión, que fortaleciera el
compromiso inquebrantable con los habitantes de este suelo argentino y su
destino.
Así lo ha entendido la Gendarmería Nacional, que con fecha 23 de setiembre
de 1959 designó al Gral. Martín Miguel de Güemes Patrono de la institución,
instituyéndose su nombre a la Escuela de Gendarmería Nacional.
Es interesante mencionar algunos de los considerandos de la Resolución
respectiva que expresa: "La función del gendarme simboliza en esencia la
permanente acción, valiente y patriótica, en defensa de las fronteras de la
Patria; misión en cuyo cumplimiento Gendarmería Nacional prolonga en el
tiempo la silenciosa, sacrificada e histórica epopeya del Gral. Martín
Miguel de Güemes. Por ello los hombres de la institución ven en su figura
señera la estrella orientadora de su acción, y ser el arquetipo en las
virtudes que caracterizaron al abnegado guerrillero, hito de las fronteras y
exponente viril del orgullo de la caballería".
El lema heráldico de la familia Güemes proclama: "Una buena muerte honra
toda la vida". Sus descendientes autorizaron que el Escudo de Armas de la
familia fuera también el Escudo de Armas de la Fuerza, lo que constituye un
gran honor para cada gendarme. Desde el año 1957 e instituido a través de un
Decreto, quienes acceden a la más alta jerarquía institucional, Comandante
General, portan como símbolo de mando la réplica estilizada del sable de
Güemes y en tamaño reducido es usado por los cadetes de la Escuela de
Gendarmería Nacional.
En esa línea, y por disposición del Director Nacional de Gendarmería, en la
actualidad se ha impuesto el nombre del Gral. Martín M. de Güemes a la
Unidad formada para desempeñar tareas humanitarias en el marco de la misión
de las Naciones Unidas en la República de Haití. Misión que refleja la
solidaridad, abnegación y sacrificio del gendarme, virtudes que se
destacaron en el prócer.
En todo el país y también en el extranjero, los argentinos rinden homenaje
el 17 de Junio de cada año a la memoria del general salteño y cumplen con
el ritual de las exequias, velando por su memoria en emotiva ceremonia.
En los acontecimientos extraordinarios y épicos que rodearon su vida, desde
que nació hasta su temprana muerte, se funda la admiración de su pueblo, y
siguen y seguirán siendo fuente y motivo de enseñanza sobre las bondades de
las acciones.
Fueron tan notables las lecciones de patriotismo, de valor en el campo de
batalla, de sensibilidad social y de visión política, que para describir el
perfil de este gran luchador que llegó a convertirse en una de las figuras
más importantes de la gesta nacional, no es ocioso recordar sus virtudes de
hombre y de soldado.
Y es que Martín Miguel de Güemes no fue un líder local.
Los libros sobre historia argentina nos lo presentan como "el defensor de la
frontera norte" partiendo de una base errónea, ya que Salta que por entonces
comprendía también Jujuy no estaba al norte de las Provincias Unidas, ni era
frontera. La frontera norte estaba en el río Desaguadero, así como la
frontera sur lindaba con las posesiones pampas, con lo cual el territorio
conocido más adelante como "noroeste argentino", venía a constituir el mismo
centro.
Pero este concepto no fue difundido adrede en forma engañosa: simplemente
las batallas habían sido tan intensas que la provincia de Salta, habiendo
puesto toda su gente, -con su tierra y bienes al servicio de la Patria-
precisó más de medio siglo para superar sus enfrentamientos internos,
situación que impidió que los salto-jujeños pudieran dedicarse durante la
segunda mitad del siglo XIX, al estudio y difusión de la gran gesta de sus
mayores. De allí también que el primero en escribir sobre la emancipación
nacional fuera un historiador de Buenos Aires, el Gral. Bartolomé Mitre,
cuya tierra no había sido escenario de la contienda.
En 1821, año en que murió Güemes, se luchaba por la unidad política de las
Provincias Unidas de Sud América, cuya frontera norte estaba en el lago
Titicaca.
El rol que le cabe al General Güemes es el de defensor de la libertad y la
independencia de nuestro país, a través de una gesta que perdura: la
güemesiana. Esta hazaña movilizó a millares de personas que arriesgaron sus
vidas y pertenencias para consolidar los ideales de mayo. Sin esta acción
quizás el destino del país naciente, hubiera sido muy diferente.
Nacido en Salta el 8 de febrero de 1785, Martín Miguel Juan de Mata Güemes
sirvió a la Patria desde los 14 hasta los 36 años, cuando una bala enemiga
lo convirtió en el único general argentino, caído en acción de guerra
exterior, después de defender durante más de siete años a las provincias hoy
argentinas.
El futuro de nuestra Patria podría ser visto con justificado y razonable
optimismo, independientemente de los hechos y contingencias que pudiera
depararnos el cambiante mundo en que vivimos, si cada uno de nosotros hoy
tratara de acercarse, aunque sea en parte, a esos supremos ideales de
servicio que fueron una de las tantas virtudes de este prócer por
excelencia.
La carrera militar de Güemes comenzó con el grado de cadete y culminó con
el de General. Todos los grados fueron obtenidos por mérito de guerra.
El Virreinato del Río de La Plata, creado en 1776, estaba dividido
políticamente en intendencias con el propósito de administrar y gobernar su
enorme extensión, ya que abarcaba territorios de la actual Bolivia,
Paraguay, Uruguay, Chile y la República Argentina.
Desde la creación de la Intendencia que integraba, en Salta se encontraban
destacadas Compañías pertenecientes a Regimientos de Buenos Aires. Esto
obedecía a que la política exterior y los problemas internos ponían en
evidencia la falta de soldados para defender el Virreinato.
Uno de los Regimientos era el Fixo. A este Regimiento, precisamente al
Destacamento del Tercer Batallón de la VI Compañía del Regimiento Fixo de
Buenos Aires, ingresó Martín Güemes. En 1803 el marqués de Sobremonte
redactó el Reglamento de las Milicias Disciplinadas. Éste establecía que el
Regimiento Fixo al cual pertenecía el cadete Güemes era el encargado de
adiestrar a los pobladores de los centros urbanos y de la campaña
comprendida dentro de la jurisdicción donde tenía su acantonamiento el Fixo.
Gauchos y peones de las numerosas y extensas estancias fueron adiestrados
para una posible contingencia, concurriendo a la convocatoria con su caballo
y ropas civiles para recibir en el Cuartel de Milicias el arma que les
suministraba la Ciudad.
Como cadete de este Regimiento Güemes hizo escuela de armas en su tierra
natal, así conoció a sus gentes, recorrió sus fronteras sujetando al nativo
chaqueño, tomando contacto con los diferentes paisajes; la montaña, la puna
inclemente, la selva oranense y el bosque bravío.
En 1807 cuando los ingleses invadieron Montevideo, Güemes vio luchar a los
gauchos de la campaña de la Banda Oriental y contrajo fiebre palúdica,
enfermedad que lo aquejó durante toda su vida. De allí escapó junto a 8
cadetes. Su actuación le valió el ascenso a Teniente y el nombramiento de
Jefe de las Patrullas que custodiaban el Río de La Plata para evitar el
contrabando inglés.
Asombra que de entre todos los miembros del Regimiento, haya sido un cadete
el más apropiado para cumplir una misión tan importante. El Jefe del
Regimiento, que lo designó para tal misión lo consideraba "sujeto de honor,
actividad y de irreprensible conducta".
Luego de invadir Montevideo, en julio de 1807 los ingleses pretendieron
tomar por segunda vez Buenos Aires. En la exitosa defensa se distinguió
Güemes según da cuenta el documento remitido a España por Santiago de
Liniers donde consta que integraba el plantel del Regimiento de Infantería.
Luego del rechazo de la invasión, Güemes enfermó. En agosto de ese año el
Comandante del Regimiento de Voluntarios de Salta reiteraba una solicitud
efectuada con anterioridad, en la cual solicitaba que el cadete Güemes fuera
trasladado a Salta para que lo ayudara en las múltiples labores que debían
cumplirse. Le respondieron que Güemes era necesario en el Regimiento de
Infantería. Razones de salud, sumadas a la muerte de su padre, determinaron
que Güemes fuera trasladado a Salta en 1809.
Constituido el gobierno patrio, el proceso de reconocimiento fue dispar. Las
ciudades y pueblos que integraban la intendencia de Buenos Aires
reconocieron a la Junta constituida el 25 de mayo de 1810. De las restantes
intendencias, la única que la reconoció fue la de Salta del Tucumán. Las
cuatro del Alto Perú, la del Paraguay y la de Córdoba del Tucumán no lo
hicieron. En busca de adhesión fueron enviados comisionados y expediciones.
Paraguay, en cambio, se separó de las provincias rioplatenses en octubre de
1811; la Banda Oriental fue invadida por los portugueses; el Alto Perú
solicitó la incorporación al Perú, a lo que accedió el Virrey de Lima. La
adhesión de Córdoba, que se había declarado en rebeldía, se logró por medio
de la fuerza.
En Salta, el último gobernador intendente fue reemplazado por Feliciano
Chiclana, mientras avanzaba una expedición con el objeto de recuperar el
Alto Perú. El entonces Teniente Güemes recibió la orden de controlar la
Quebrada de Humahuaca para impedir el apoyo del Alto Perú a los rebeldes de
Córdoba y su posterior huida. Es así como desde agosto de 1810 Güemes estuvo
al mando de un piquete integrado por salteños y jujeños. Su eficaz acción
determinó su ascenso a Capitán.
En Setiembre de 1810 tomó el mando de la avanzada del Ejército Auxiliar del
Alto Perú, integrado por salteños, jujeños y tarijeños con la que participó
en el ataque de Cotagaita y en la victoria de Suipacha. En estas ocasiones
practicó la guerra de guerrillas (que el Gral. San Martín llamó "ataques a
la brusca") que posteriormente lo hizo famoso y temerario ante los ejércitos
realistas.
En 1813 el Triunvirato le reconoció el título de Capitán de Caballería y
Teniente Coronel graduado. En febrero de 1814 San Martín, designado para
reemplazar a Belgrano y reorganizar el Ejército del Norte, le encomendó la
Comandancia General de Avanzadas, con la misión de contener la invasión del
Gral. Joaquín de la Pezuela. En ésa circunstancia felicitó a Güemes y a sus
milicias paisanas por su acción, informando de las tácticas y estrategias
gauchas al Director Supremo, por lo que fue ascendido a Teniente Coronel.
En 1814 como consecuencia de una contienda con Martín Rodríguez, Güemes
separó a sus milicias del Ejército Auxiliar. Ese mismo año Salta se separó
del Tucumán y se creó la Intendencia de Salta que comprendía Salta, Jujuy y
Tarija. Entonces Güemes exhortó al pueblo a incorporarse a la causa de la
libertad. En abril de 1815 sorprendió a Joaquín de la Pezuela en Puesto del
Marqués (Jujuy) derrotándolo por completo. Al regresar a Salta fue aclamado
por el pueblo y elegido gobernador por el Cabildo, en elección popular y
secreta. Tenía 31 años y el grado de coronel.
Como gobernador ejerció el mando político, militar, judicial y económico.
Como consecuencia de las medidas de gobierno adoptadas con la finalidad de
sostener a las milicias a su cargo, afectó a los pudientes. Esto dividió a
la población en dos bandos: güemistas o Patria Vieja y antigüemistas o
Patria Nueva, liderada por los opositores internos que, al decir de la
Profesora salteña María Cristina Fernández, en su opúsculo "La gesta
Güemesiana" que sirve de base a esta semblanza, forjaron la llave que abrió
al caudillo las puertas del sepulcro.
En junio de 1816 y por disposición del Director Supremo Juan Martín de
Pueyrredón, el Ejército Auxiliar del Alto Perú se retiró a la ciudad de
Tucumán para ser reorganizado. A Güemes se le confió la defensa de las
provincias y la seguridad de ese ejército. Es decir que quedó en la
Intendencia de Salta con la misión de defender la libertad de que gozaban
las provincias argentinas. Entonces las milicias pasaron a cumplir las
funciones de un verdadero ejército.
Ese mismo año se incorporó el distrito de Atacama a la Intendencia de Salta.
Atacama integraba la Intendencia de Potosí, tenía alrededor de 150.000 Km2,
se extendía desde el paralelo 21° 30' de latitud sur hasta después del
paralelo 25° y desde el Océano Pacífico hasta la intendencia de Salta. La
incorporación se realizó a pedido de los atacameños, que se sentían
inseguros a raíz de la nueva derrota sufrida por el Ejército Auxiliar en
Sipe Sipe y para no caer bajo el dominio realista. Güemes nombró un
subdelegado de su confianza y Salta quedó con acceso al Océano Pacífico a
través de los 400 Km. de costas del partido que tenía su cabecera en San
Pedro de Atacama.
Cuando la monarquía española volvió al trono intentó recuperar sus dominios
en América. Con ésa finalidad llegaron ejércitos que se habían destacado en
las luchas contra Napoleón: Húsares de Fernando VII, Gerona, Dragones de la
Unión, Granaderos de la Guardia, Extremadura y oficiales jefes como el
mariscal José Alvarez de la Serna, el Gral. Gerónimo Valdés, Pedro Olañeta,
José Canterac, etc.
Mientras se declaraba la Independencia de las Provincias Unidas, el Gral.
José de la Serna era enviado especialmente desde España junto con varios
oficiales y tropa para que sucediera al Gral. Pezuela, designado Virrey del
Perú, en el mando del Ejército Real del Alto Perú. La Serna desembarcó en el
Puerto de Arica en setiembre de 1816. El objetivo de la invasión era llegar
a Buenos Aires y recuperar el dominio del ex Virreinato al cabo de 8 meses.
La Serna partió de inmediato con 5.500 hombres hacia el Alto Perú y avanzó
luego por la Quebrada de Humahuaca invadiendo Jujuy a principios de 1817.
Pese a la hostilización de los gauchos y al continuo ataque a que fue
sometido el ejército realista en Jujuy, obtuvo los refuerzos necesarios para
llegar a Salta en abril e intentar avanzar hacia Tucumán por los Valles
Calchaquíes. En esa ocasión envió emisarios a Güemes proponiéndole cambiar
su espada por fabulosas riquezas y títulos de nobleza. Güemes respondió:
"Decid a vuestro Virrey que Martín Güemes, rico y noble por su nacimiento,
ha sacrificado su fortuna al servicio de la Patria y que para él no hay
títulos más gloriosos que el amor de sus soldados y la estima de sus
conciudadanos". Esto convirtió al invasor en uno de los más acérrimos
enemigos del caudillo.
Güemes levantó a la población y lo enfrentó con 4.500 a 5.000 gauchos de a
caballo. La superioridad en armas y formación de los invasores fue
compensada con la caballería criolla y sus armas terribles.
La intendencia de Salta quedó arrasada e invadida nuevamente.
El hambre, la falta de descanso y el inmenso sacrificio realizado por las
fuerzas patriotas no pudieron impedir que el Gral. Pedro Olañeta llegara a
Jujuy en enero de 1818. Permaneció en esa ciudad unas pocas horas, debiendo
emprender una rápida retirada en la que sufrió más de 300 bajas.
Por haber rechazado la invasión de La Serna, Pueyrredón otorgó a Güemes el
grado de Coronel Mayor de los Ejércitos de la Patria.
A fines de 1817 Belgrano y Güemes se entrevistaron para tratar el Plan
Sanmartiniano: llegar a Perú por mar y tomar Lima mientras por el Alto Perú
ellos cerraban las pinzas al sur del Virreinato. Para concretarlo era
necesario contar con la ayuda de todas las provincias.
El triunfo de San Martín en Maipú, el 5 de abril de 1818, llenó de optimismo
a Güemes, quien creyó que San Martín ya podría partir hacia Lima, lo que
consideraba como uno de los últimos pasos hacia la libertad. Salta y Jujuy
se encontraban en una situación económica deplorable pero Güemes les pidió
un esfuerzo más, requerimiento que fuera criticado por los pudientes y al
que los gauchos accedieron una vez más.
En marzo de 1819 el jefe interino del ejército realista del Alto Perú, Gral.
José Canterac, inició una nueva invasión. Ocupó Jujuy el 26 de marzo y al
día siguiente debió emprender la retirada.
San Martín sólo contaba con 4.500 hombres para enfrentar al virrey del Perú,
quien tenía en todo el virreinato alrededor de 20.000 soldados. El Ejército
Real tenía nuevo comandante, era el Gral. Juan Ramírez y Orozco, quien fue
autorizado para invadir las provincias argentinas al frente de 6.500
hombres. Esto motivó que Güemes recurriera a Juan B. Bustos, que estaba al
frente del Ejército Auxiliar y había sido designado gobernador de Córdoba y
a los Cabildos provinciales solicitándoles cualquier especie de auxilio,
principalmente de cabalgadura y los de guerra. La respuesta de las
provincias fue ínfima y el gobernador de Tucumán se negó a entregarle el
parque del Ejército del Norte que Belgrano había dejado allí.
Desde febrero de 1820 las Provincias Unidas no poseían autoridad nacional.
Para el Gral. en Jefe del Ejército de Los Andes, José de San Martín, contar
con el auxilio de Güemes era indispensable. Con expreso acuerdo de su
ejército, lo designó General en Jefe del ejército de Observación sobre el
Perú.
San Martín pidió a Güemes que tratara de retener a las fuerzas españolas en
la Intendencia de Salta para que no pasaran al Perú cuando él desembarcara.
Las tropas de Ramírez y Orozco salieron de Tupiza el 8 de mayo de 1820 y
llegaron a Salta el 31. La mayor parte del ejército siguió avanzando por el
Valle de Lerma y el resto se dirigió a El Chamical llegando hasta río
Juramento. Súbitamente retrocedieron y a marcha forzada arribaron a Tupiza
el 30 de junio: el Virrey se había enterado del inminente desembarco de San
Martín en algún punto de la costa peruana.
En enero de 1821 Güemes delegó el mando de gobernador en el Dr. José Ignacio
Gorriti, dedicándose a terminar de preparar la expedición que auxiliaría a
San Martín. Las fuerzas estaban concentrándose en Humahuaca. Dos semanas más
tarde el gobernador de Santiago del Estero, le anunció que había sido
atacado por el gobernador de Tucumán, Bernabé Aráoz, motivo por el cual no
podía enviarle el auxilio prometido para la expedición y le solicitaba, a su
vez, que le prestara ayuda.
A pedido de Güemes la Asamblea Electoral autorizó a marchar contra Aráoz.
Güemes hizo retroceder a las fuerzas concentradas en Humahuaca que se
dirigieron a Tucumán a las órdenes del coronel Alejandro Heredia. Con el
propósito de obtener ventajas de la disputa surgida en el campo patriota,
Olañeta avanzó sobre Jujuy. Mientras, el ejército comandado por Heredia, fue
sorprendido y vencido en Tucumán por lo que Güemes debió recurrir en su
auxilio.
En mayo, el Cabildo de Salta decidió deponer a Güemes del cargo de
gobernador, designar en su reemplazo al coronel Saturnino Saravia y exigirle
que abandonara el territorio salteño. Como respuesta Güemes marchó sobre
Salta y ante su sola presencia los rebeldes huyeron. La mayoría se dirigió
hacia Tucumán mientras Mariano Benítez, un comerciante opositor, fue hacia
el norte en busca de Olañeta.
En su avance sobre Jujuy la vanguardia realista había sido cercada y tomada
prisionera por Gorriti, lo que motivó el retiro momentáneo del ejército
español. A fines de mayo Olañeta reinició el avance enviando al coronel José
María Valdéz a ponerse de acuerdo con los enemigos internos de Güemes.
Valdéz debía ofrecerles el apoyo de Olañeta contra el caudillo a cambio de
que el jefe realista fuera designado gobernador de Salta.
Valdéz y sus hombres llegaron a Salta sin que Güemes se enterara y lo
sitiaron. Cuando Güemes resolvió forzar una salida resultó mortalmente
herido. Era el 7 de junio de 1821.
Para evitar ser tomado prisionero, recorrió a caballo 40 km. hasta el
cuartel del Chamical. Allí ordenó ser trasladado al monte más espeso de la
región, Cañada de la Horqueta, para no ser capturado por el enemigo. Diez
días después, luego de una lúcida y penosa agonía, Güemes expiró, rodeado
por sus leales gauchos que pelearon a su lado bajo el lema Patria o Muerte.
Pedro Olañeta se hizo elegir gobernador y trató de ser reconocido como tal
por los enemigos internos del caudillo. No lo consiguió. Entonces el invasor
y los salteños de "Patria Nueva" - que ansiaban poner fin al gobierno de
Güemes y sus partidarios, firmaron un armisticio con las fuerzas de Olañeta
a fin de que el pueblo eligiera gobernador.
Resultó electo José A. Fernández Cornejo quien el 20 de agosto de 1821 firmó
un tratado con Olañeta que disponía la interrupción de la guerra y obligaba
a los salteños a impedir el paso por Salta de cualquier fuerza armada hacia
el Alto Perú para evitar que San Martín recibiera refuerzos. Por ello, San
Martín escribía a O'Higgins desde el Perú: "El indigno armisticio de Salta
ha hecho que todas las fuerzas recaigan sobre mí y esto no puede permitirse,
por lo que suplico a usted encarecidamente escriba sin perder momento a los
gobiernos de Tucumán, Salta y demás Provincias, como igualmente al Congreso
que se haya formado en Córdoba, a fin de que reuniéndose hagan una
distracción al enemigo, que en el día no tiene fuerzas ninguna en el Alto
Perú". Al comenzar 1822 Salta estaba nuevamente en guerra con Olañeta.
El ejemplo y la herencia de su gesta histórica, deben servirnos a todos los
argentinos, sin distinción, de especial acicate para redoblar nuestras
energías; cada uno en sus propias tareas y con la mayor entrega posible, de
modo de seguir sintiendo la satisfacción de ser argentinos, destinatarios de
un legado frente al cual podemos y debemos dar más en beneficio de nuestro
país, de nuestras instituciones y de cada uno de nosotros, por el bien de
las nuevas generaciones.
El Dr. Luis Oscar Colmenares en su libro "Martín Miguel de Güemes. El mártir
de la Patria", escribió: "La República no recuerda debidamente a Güemes ni a
la epopeya salto jujeña, pese a que constituyen la más alta expresión, en
tierra argentina, de la victoriosa y sacrificada lucha por la emancipación
nacional".
Por lo expuesto, con gran orgullo y un especial sentimiento de gratitud,
invito a las señoras y señores legisladores a acompañar con su voto
afirmativo a esta propuesta de declarar héroe nacional, al único general
argentino muerto en acción de guerra.
Sonia Escudero.-
Texto Original
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones
(S-2806/04)
PROYECTO DE LEY
El Senado y la Cámara de Diputados,...
Artículo 1°: Declárase héroe nacional a Don Martín Miguel de Güemes, único
general argentino muerto en acción de guerra el 17 de junio de 1821, en la
histórica epopeya de la emancipación del continente americano.
Art. 2°: Comuníquese al Poder Ejecutivo.
Sonia Escudero.-
FUNDAMENTOS
Señor Presidente:
Honrar a nuestros próceres es reconocernos en quienes somos, en quienes
fuimos. Es hablar de identidad. Por eso podemos pensar que el reconocimiento
de nuestros padres de la Patria como héroes no es el resultado de la
aparición providencial de " hombres y mujeres elegidos por los dioses" que
hacen brotar ideas no soñadas en la mente del pueblo.
En todo caso, podemos pensar en los héroes y en las heroínas como la
culminación de un largo proceso de elaboración popular: el héroe, la heroína
será el hombre o la mujer en quien se concreta un esfuerzo, el brazo que
resume una vieja ambición, el punto en donde revienta una corriente
soterrada. El héroe, la heroína, entonces, no es hijo o hija de los dioses:
es hijo o hija de su pueblo. Lo que le da una ancha base para que afirme su
voluntad es la circunstancia misma de su estirpe humana.
Esta consideración que mira de modo reposado al fondo de la heroicidad, en
este caso americana, y despoja de su aureola divina a los libertadores, no
implica, en ningún caso, una connotación desconsiderada de la dimensión de
las grandes obras llevadas a cabo por los protagonistas.
La leyenda poética y la construcción del mito dificultan el empeño de
rescatar a quienes hicieron la historia en su justa dimensión humana y en
su real contribución al progreso humano.
Tradicionalmente se nos ha enseñado y se han destacado, aquellos sucesos
pertenecientes a nuestro glorioso pasado, que recuerdan batallas y
aconteceres de resultado victorioso para nuestro país. Pero como todo
alumbramiento, el nacimiento de nuestra república no estuvo exento de dolor
y de sacrificios; porque la lucha por la independencia fue una cruenta
guerra de muerte para los próceres que la materializaron.
Por esa razón, surge la necesidad para todos los argentinos de valorar a los
personajes que hicieron posible nuestra libertad y emancipación.
En esta idea, numerosos son los protagonistas verdaderos que conforman
arquetipos; sin embargo sólo existió un general argentino muerto en acción
de guerra, que perdió su vida defendiendo los sagrados intereses de la
Patria. Tal es el caso de Don Martín Miguel de Güemes.
Algunas investigaciones históricas dan cuenta que, además de las condiciones
humanas que lo hicieron trascender más allá de la muerte, su bravura e
inquebrantable voluntad superaron ampliamente los afanes y desvelos a los
que estuvo sometido. El General salteño ha sido llamado indistintamente:
gaucho, caudillo, tirano, héroe, prócer, mártir, etc. Fue antes que nada un
hombre comprometido con su tiempo. Deberíamos ser capaces de rescatar y
aplicar en nuestro actuar, con auténtica convicción y profundo compromiso,
el modelo y ejemplo de su arrojo y renunciamiento, en pro de los supremos
ideales de nuestra Nación.
El servicio que el Gral. Martín Miguel de Güemes prestó a nuestro país y a
la emancipación de América conlleva esta dimensión, que fortaleciera el
compromiso inquebrantable con los habitantes de este suelo argentino y su
destino.
Así lo ha entendido la Gendarmería Nacional, que con fecha 23 de setiembre
de 1959 designó al Gral. Martín Miguel de Güemes Patrono de la institución,
instituyéndose su nombre a la Escuela de Gendarmería Nacional.
Es interesante mencionar algunos de los considerandos de la Resolución
respectiva que expresa: "La función del gendarme simboliza en esencia la
permanente acción, valiente y patriótica, en defensa de las fronteras de la
Patria; misión en cuyo cumplimiento Gendarmería Nacional prolonga en el
tiempo la silenciosa, sacrificada e histórica epopeya del Gral. Martín
Miguel de Güemes. Por ello los hombres de la institución ven en su figura
señera la estrella orientadora de su acción, y ser el arquetipo en las
virtudes que caracterizaron al abnegado guerrillero, hito de las fronteras y
exponente viril del orgullo de la caballería".
El lema heráldico de la familia Güemes proclama: "Una buena muerte honra
toda la vida". Sus descendientes autorizaron que el Escudo de Armas de la
familia fuera también el Escudo de Armas de la Fuerza, lo que constituye un
gran honor para cada gendarme. Desde el año 1957 e instituido a través de un
Decreto, quienes acceden a la más alta jerarquía institucional, Comandante
General, portan como símbolo de mando la réplica estilizada del sable de
Güemes y en tamaño reducido es usado por los cadetes de la Escuela de
Gendarmería Nacional.
En esa línea, y por disposición del Director Nacional de Gendarmería, en la
actualidad se ha impuesto el nombre del Gral. Martín M. de Güemes a la
Unidad formada para desempeñar tareas humanitarias en el marco de la misión
de las Naciones Unidas en la República de Haití. Misión que refleja la
solidaridad, abnegación y sacrificio del gendarme, virtudes que se
destacaron en el prócer.
En todo el país y también en el extranjero, los argentinos rinden homenaje
el 17 de Junio de cada año a la memoria del general salteño y cumplen con
el ritual de las exequias, velando por su memoria en emotiva ceremonia.
En los acontecimientos extraordinarios y épicos que rodearon su vida, desde
que nació hasta su temprana muerte, se funda la admiración de su pueblo, y
siguen y seguirán siendo fuente y motivo de enseñanza sobre las bondades de
las acciones.
Fueron tan notables las lecciones de patriotismo, de valor en el campo de
batalla, de sensibilidad social y de visión política, que para describir el
perfil de este gran luchador que llegó a convertirse en una de las figuras
más importantes de la gesta nacional, no es ocioso recordar sus virtudes de
hombre y de soldado.
Y es que Martín Miguel de Güemes no fue un líder local.
Los libros sobre historia argentina nos lo presentan como "el defensor de la
frontera norte" partiendo de una base errónea, ya que Salta que por entonces
comprendía también Jujuy no estaba al norte de las Provincias Unidas, ni era
frontera. La frontera norte estaba en el río Desaguadero, así como la
frontera sur lindaba con las posesiones pampas, con lo cual el territorio
conocido más adelante como "noroeste argentino", venía a constituir el mismo
centro.
Pero este concepto no fue difundido adrede en forma engañosa: simplemente
las batallas habían sido tan intensas que la provincia de Salta, habiendo
puesto toda su gente, -con su tierra y bienes al servicio de la Patria-
precisó más de medio siglo para superar sus enfrentamientos internos,
situación que impidió que los salto-jujeños pudieran dedicarse durante la
segunda mitad del siglo XIX, al estudio y difusión de la gran gesta de sus
mayores. De allí también que el primero en escribir sobre la emancipación
nacional fuera un historiador de Buenos Aires, el Gral. Bartolomé Mitre,
cuya tierra no había sido escenario de la contienda.
En 1821, año en que murió Güemes, se luchaba por la unidad política de las
Provincias Unidas de Sud América, cuya frontera norte estaba en el lago
Titicaca.
El rol que le cabe al General Güemes es el de defensor de la libertad y la
independencia de nuestro país, a través de una gesta que perdura: la
güemesiana. Esta hazaña movilizó a millares de personas que arriesgaron sus
vidas y pertenencias para consolidar los ideales de mayo. Sin esta acción
quizás el destino del país naciente, hubiera sido muy diferente.
Nacido en Salta el 8 de febrero de 1785, Martín Miguel Juan de Mata Güemes
sirvió a la Patria desde los 14 hasta los 36 años, cuando una bala enemiga
lo convirtió en el único general argentino, caído en acción de guerra
exterior, después de defender durante más de siete años a las provincias hoy
argentinas.
El futuro de nuestra Patria podría ser visto con justificado y razonable
optimismo, independientemente de los hechos y contingencias que pudiera
depararnos el cambiante mundo en que vivimos, si cada uno de nosotros hoy
tratara de acercarse, aunque sea en parte, a esos supremos ideales de
servicio que fueron una de las tantas virtudes de este prócer por
excelencia.
La carrera militar de Güemes comenzó con el grado de cadete y culminó con
el de General. Todos los grados fueron obtenidos por mérito de guerra.
El Virreinato del Río de La Plata, creado en 1776, estaba dividido
políticamente en intendencias con el propósito de administrar y gobernar su
enorme extensión, ya que abarcaba territorios de la actual Bolivia,
Paraguay, Uruguay, Chile y la República Argentina.
Desde la creación de la Intendencia que integraba, en Salta se encontraban
destacadas Compañías pertenecientes a Regimientos de Buenos Aires. Esto
obedecía a que la política exterior y los problemas internos ponían en
evidencia la falta de soldados para defender el Virreinato.
Uno de los Regimientos era el Fixo. A este Regimiento, precisamente al
Destacamento del Tercer Batallón de la VI Compañía del Regimiento Fixo de
Buenos Aires, ingresó Martín Güemes. En 1803 el marqués de Sobremonte
redactó el Reglamento de las Milicias Disciplinadas. Éste establecía que el
Regimiento Fixo al cual pertenecía el cadete Güemes era el encargado de
adiestrar a los pobladores de los centros urbanos y de la campaña
comprendida dentro de la jurisdicción donde tenía su acantonamiento el Fixo.
Gauchos y peones de las numerosas y extensas estancias fueron adiestrados
para una posible contingencia, concurriendo a la convocatoria con su caballo
y ropas civiles para recibir en el Cuartel de Milicias el arma que les
suministraba la Ciudad.
Como cadete de este Regimiento Güemes hizo escuela de armas en su tierra
natal, así conoció a sus gentes, recorrió sus fronteras sujetando al nativo
chaqueño, tomando contacto con los diferentes paisajes; la montaña, la puna
inclemente, la selva oranense y el bosque bravío.
En 1807 cuando los ingleses invadieron Montevideo, Güemes vio luchar a los
gauchos de la campaña de la Banda Oriental y contrajo fiebre palúdica,
enfermedad que lo aquejó durante toda su vida. De allí escapó junto a 8
cadetes. Su actuación le valió el ascenso a Teniente y el nombramiento de
Jefe de las Patrullas que custodiaban el Río de La Plata para evitar el
contrabando inglés.
Asombra que de entre todos los miembros del Regimiento, haya sido un cadete
el más apropiado para cumplir una misión tan importante. El Jefe del
Regimiento, que lo designó para tal misión lo consideraba "sujeto de honor,
actividad y de irreprensible conducta".
Luego de invadir Montevideo, en julio de 1807 los ingleses pretendieron
tomar por segunda vez Buenos Aires. En la exitosa defensa se distinguió
Güemes según da cuenta el documento remitido a España por Santiago de
Liniers donde consta que integraba el plantel del Regimiento de Infantería.
Luego del rechazo de la invasión, Güemes enfermó. En agosto de ese año el
Comandante del Regimiento de Voluntarios de Salta reiteraba una solicitud
efectuada con anterioridad, en la cual solicitaba que el cadete Güemes fuera
trasladado a Salta para que lo ayudara en las múltiples labores que debían
cumplirse. Le respondieron que Güemes era necesario en el Regimiento de
Infantería. Razones de salud, sumadas a la muerte de su padre, determinaron
que Güemes fuera trasladado a Salta en 1809.
Constituido el gobierno patrio, el proceso de reconocimiento fue dispar. Las
ciudades y pueblos que integraban la intendencia de Buenos Aires
reconocieron a la Junta constituida el 25 de mayo de 1810. De las restantes
intendencias, la única que la reconoció fue la de Salta del Tucumán. Las
cuatro del Alto Perú, la del Paraguay y la de Córdoba del Tucumán no lo
hicieron. En busca de adhesión fueron enviados comisionados y expediciones.
Paraguay, en cambio, se separó de las provincias rioplatenses en octubre de
1811; la Banda Oriental fue invadida por los portugueses; el Alto Perú
solicitó la incorporación al Perú, a lo que accedió el Virrey de Lima. La
adhesión de Córdoba, que se había declarado en rebeldía, se logró por medio
de la fuerza.
En Salta, el último gobernador intendente fue reemplazado por Feliciano
Chiclana, mientras avanzaba una expedición con el objeto de recuperar el
Alto Perú. El entonces Teniente Güemes recibió la orden de controlar la
Quebrada de Humahuaca para impedir el apoyo del Alto Perú a los rebeldes de
Córdoba y su posterior huida. Es así como desde agosto de 1810 Güemes estuvo
al mando de un piquete integrado por salteños y jujeños. Su eficaz acción
determinó su ascenso a Capitán.
En Setiembre de 1810 tomó el mando de la avanzada del Ejército Auxiliar del
Alto Perú, integrado por salteños, jujeños y tarijeños con la que participó
en el ataque de Cotagaita y en la victoria de Suipacha. En estas ocasiones
practicó la guerra de guerrillas (que el Gral. San Martín llamó "ataques a
la brusca") que posteriormente lo hizo famoso y temerario ante los ejércitos
realistas.
En 1813 el Triunvirato le reconoció el título de Capitán de Caballería y
Teniente Coronel graduado. En febrero de 1814 San Martín, designado para
reemplazar a Belgrano y reorganizar el Ejército del Norte, le encomendó la
Comandancia General de Avanzadas, con la misión de contener la invasión del
Gral. Joaquín de la Pezuela. En ésa circunstancia felicitó a Güemes y a sus
milicias paisanas por su acción, informando de las tácticas y estrategias
gauchas al Director Supremo, por lo que fue ascendido a Teniente Coronel.
En 1814 como consecuencia de una contienda con Martín Rodríguez, Güemes
separó a sus milicias del Ejército Auxiliar. Ese mismo año Salta se separó
del Tucumán y se creó la Intendencia de Salta que comprendía Salta, Jujuy y
Tarija. Entonces Güemes exhortó al pueblo a incorporarse a la causa de la
libertad. En abril de 1815 sorprendió a Joaquín de la Pezuela en Puesto del
Marqués (Jujuy) derrotándolo por completo. Al regresar a Salta fue aclamado
por el pueblo y elegido gobernador por el Cabildo, en elección popular y
secreta. Tenía 31 años y el grado de coronel.
Como gobernador ejerció el mando político, militar, judicial y económico.
Como consecuencia de las medidas de gobierno adoptadas con la finalidad de
sostener a las milicias a su cargo, afectó a los pudientes. Esto dividió a
la población en dos bandos: güemistas o Patria Vieja y antigüemistas o
Patria Nueva, liderada por los opositores internos que, al decir de la
Profesora salteña María Cristina Fernández, en su opúsculo "La gesta
Güemesiana" que sirve de base a esta semblanza, forjaron la llave que abrió
al caudillo las puertas del sepulcro.
En junio de 1816 y por disposición del Director Supremo Juan Martín de
Pueyrredón, el Ejército Auxiliar del Alto Perú se retiró a la ciudad de
Tucumán para ser reorganizado. A Güemes se le confió la defensa de las
provincias y la seguridad de ese ejército. Es decir que quedó en la
Intendencia de Salta con la misión de defender la libertad de que gozaban
las provincias argentinas. Entonces las milicias pasaron a cumplir las
funciones de un verdadero ejército.
Ese mismo año se incorporó el distrito de Atacama a la Intendencia de Salta.
Atacama integraba la Intendencia de Potosí, tenía alrededor de 150.000 Km2,
se extendía desde el paralelo 21° 30' de latitud sur hasta después del
paralelo 25° y desde el Océano Pacífico hasta la intendencia de Salta. La
incorporación se realizó a pedido de los atacameños, que se sentían
inseguros a raíz de la nueva derrota sufrida por el Ejército Auxiliar en
Sipe Sipe y para no caer bajo el dominio realista. Güemes nombró un
subdelegado de su confianza y Salta quedó con acceso al Océano Pacífico a
través de los 400 Km. de costas del partido que tenía su cabecera en San
Pedro de Atacama.
Cuando la monarquía española volvió al trono intentó recuperar sus dominios
en América. Con ésa finalidad llegaron ejércitos que se habían destacado en
las luchas contra Napoleón: Húsares de Fernando VII, Gerona, Dragones de la
Unión, Granaderos de la Guardia, Extremadura y oficiales jefes como el
mariscal José Alvarez de la Serna, el Gral. Gerónimo Valdés, Pedro Olañeta,
José Canterac, etc.
Mientras se declaraba la Independencia de las Provincias Unidas, el Gral.
José de la Serna era enviado especialmente desde España junto con varios
oficiales y tropa para que sucediera al Gral. Pezuela, designado Virrey del
Perú, en el mando del Ejército Real del Alto Perú. La Serna desembarcó en el
Puerto de Arica en setiembre de 1816. El objetivo de la invasión era llegar
a Buenos Aires y recuperar el dominio del ex Virreinato al cabo de 8 meses.
La Serna partió de inmediato con 5.500 hombres hacia el Alto Perú y avanzó
luego por la Quebrada de Humahuaca invadiendo Jujuy a principios de 1817.
Pese a la hostilización de los gauchos y al continuo ataque a que fue
sometido el ejército realista en Jujuy, obtuvo los refuerzos necesarios para
llegar a Salta en abril e intentar avanzar hacia Tucumán por los Valles
Calchaquíes. En esa ocasión envió emisarios a Güemes proponiéndole cambiar
su espada por fabulosas riquezas y títulos de nobleza. Güemes respondió:
"Decid a vuestro Virrey que Martín Güemes, rico y noble por su nacimiento,
ha sacrificado su fortuna al servicio de la Patria y que para él no hay
títulos más gloriosos que el amor de sus soldados y la estima de sus
conciudadanos". Esto convirtió al invasor en uno de los más acérrimos
enemigos del caudillo.
Güemes levantó a la población y lo enfrentó con 4.500 a 5.000 gauchos de a
caballo. La superioridad en armas y formación de los invasores fue
compensada con la caballería criolla y sus armas terribles.
La intendencia de Salta quedó arrasada e invadida nuevamente.
El hambre, la falta de descanso y el inmenso sacrificio realizado por las
fuerzas patriotas no pudieron impedir que el Gral. Pedro Olañeta llegara a
Jujuy en enero de 1818. Permaneció en esa ciudad unas pocas horas, debiendo
emprender una rápida retirada en la que sufrió más de 300 bajas.
Por haber rechazado la invasión de La Serna, Pueyrredón otorgó a Güemes el
grado de Coronel Mayor de los Ejércitos de la Patria.
A fines de 1817 Belgrano y Güemes se entrevistaron para tratar el Plan
Sanmartiniano: llegar a Perú por mar y tomar Lima mientras por el Alto Perú
ellos cerraban las pinzas al sur del Virreinato. Para concretarlo era
necesario contar con la ayuda de todas las provincias.
El triunfo de San Martín en Maipú, el 5 de abril de 1818, llenó de optimismo
a Güemes, quien creyó que San Martín ya podría partir hacia Lima, lo que
consideraba como uno de los últimos pasos hacia la libertad. Salta y Jujuy
se encontraban en una situación económica deplorable pero Güemes les pidió
un esfuerzo más, requerimiento que fuera criticado por los pudientes y al
que los gauchos accedieron una vez más.
En marzo de 1819 el jefe interino del ejército realista del Alto Perú, Gral.
José Canterac, inició una nueva invasión. Ocupó Jujuy el 26 de marzo y al
día siguiente debió emprender la retirada.
San Martín sólo contaba con 4.500 hombres para enfrentar al virrey del Perú,
quien tenía en todo el virreinato alrededor de 20.000 soldados. El Ejército
Real tenía nuevo comandante, era el Gral. Juan Ramírez y Orozco, quien fue
autorizado para invadir las provincias argentinas al frente de 6.500
hombres. Esto motivó que Güemes recurriera a Juan B. Bustos, que estaba al
frente del Ejército Auxiliar y había sido designado gobernador de Córdoba y
a los Cabildos provinciales solicitándoles cualquier especie de auxilio,
principalmente de cabalgadura y los de guerra. La respuesta de las
provincias fue ínfima y el gobernador de Tucumán se negó a entregarle el
parque del Ejército del Norte que Belgrano había dejado allí.
Desde febrero de 1820 las Provincias Unidas no poseían autoridad nacional.
Para el Gral. en Jefe del Ejército de Los Andes, José de San Martín, contar
con el auxilio de Güemes era indispensable. Con expreso acuerdo de su
ejército, lo designó General en Jefe del ejército de Observación sobre el
Perú.
San Martín pidió a Güemes que tratara de retener a las fuerzas españolas en
la Intendencia de Salta para que no pasaran al Perú cuando él desembarcara.
Las tropas de Ramírez y Orozco salieron de Tupiza el 8 de mayo de 1820 y
llegaron a Salta el 31. La mayor parte del ejército siguió avanzando por el
Valle de Lerma y el resto se dirigió a El Chamical llegando hasta río
Juramento. Súbitamente retrocedieron y a marcha forzada arribaron a Tupiza
el 30 de junio: el Virrey se había enterado del inminente desembarco de San
Martín en algún punto de la costa peruana.
En enero de 1821 Güemes delegó el mando de gobernador en el Dr. José Ignacio
Gorriti, dedicándose a terminar de preparar la expedición que auxiliaría a
San Martín. Las fuerzas estaban concentrándose en Humahuaca. Dos semanas más
tarde el gobernador de Santiago del Estero, le anunció que había sido
atacado por el gobernador de Tucumán, Bernabé Aráoz, motivo por el cual no
podía enviarle el auxilio prometido para la expedición y le solicitaba, a su
vez, que le prestara ayuda.
A pedido de Güemes la Asamblea Electoral autorizó a marchar contra Aráoz.
Güemes hizo retroceder a las fuerzas concentradas en Humahuaca que se
dirigieron a Tucumán a las órdenes del coronel Alejandro Heredia. Con el
propósito de obtener ventajas de la disputa surgida en el campo patriota,
Olañeta avanzó sobre Jujuy. Mientras, el ejército comandado por Heredia, fue
sorprendido y vencido en Tucumán por lo que Güemes debió recurrir en su
auxilio.
En mayo, el Cabildo de Salta decidió deponer a Güemes del cargo de
gobernador, designar en su reemplazo al coronel Saturnino Saravia y exigirle
que abandonara el territorio salteño. Como respuesta Güemes marchó sobre
Salta y ante su sola presencia los rebeldes huyeron. La mayoría se dirigió
hacia Tucumán mientras Mariano Benítez, un comerciante opositor, fue hacia
el norte en busca de Olañeta.
En su avance sobre Jujuy la vanguardia realista había sido cercada y tomada
prisionera por Gorriti, lo que motivó el retiro momentáneo del ejército
español. A fines de mayo Olañeta reinició el avance enviando al coronel José
María Valdéz a ponerse de acuerdo con los enemigos internos de Güemes.
Valdéz debía ofrecerles el apoyo de Olañeta contra el caudillo a cambio de
que el jefe realista fuera designado gobernador de Salta.
Valdéz y sus hombres llegaron a Salta sin que Güemes se enterara y lo
sitiaron. Cuando Güemes resolvió forzar una salida resultó mortalmente
herido. Era el 7 de junio de 1821.
Para evitar ser tomado prisionero, recorrió a caballo 40 km. hasta el
cuartel del Chamical. Allí ordenó ser trasladado al monte más espeso de la
región, Cañada de la Horqueta, para no ser capturado por el enemigo. Diez
días después, luego de una lúcida y penosa agonía, Güemes expiró, rodeado
por sus leales gauchos que pelearon a su lado bajo el lema Patria o Muerte.
Pedro Olañeta se hizo elegir gobernador y trató de ser reconocido como tal
por los enemigos internos del caudillo. No lo consiguió. Entonces el invasor
y los salteños de "Patria Nueva" - que ansiaban poner fin al gobierno de
Güemes y sus partidarios, firmaron un armisticio con las fuerzas de Olañeta
a fin de que el pueblo eligiera gobernador.
Resultó electo José A. Fernández Cornejo quien el 20 de agosto de 1821 firmó
un tratado con Olañeta que disponía la interrupción de la guerra y obligaba
a los salteños a impedir el paso por Salta de cualquier fuerza armada hacia
el Alto Perú para evitar que San Martín recibiera refuerzos. Por ello, San
Martín escribía a O'Higgins desde el Perú: "El indigno armisticio de Salta
ha hecho que todas las fuerzas recaigan sobre mí y esto no puede permitirse,
por lo que suplico a usted encarecidamente escriba sin perder momento a los
gobiernos de Tucumán, Salta y demás Provincias, como igualmente al Congreso
que se haya formado en Córdoba, a fin de que reuniéndose hagan una
distracción al enemigo, que en el día no tiene fuerzas ninguna en el Alto
Perú". Al comenzar 1822 Salta estaba nuevamente en guerra con Olañeta.
El ejemplo y la herencia de su gesta histórica, deben servirnos a todos los
argentinos, sin distinción, de especial acicate para redoblar nuestras
energías; cada uno en sus propias tareas y con la mayor entrega posible, de
modo de seguir sintiendo la satisfacción de ser argentinos, destinatarios de
un legado frente al cual podemos y debemos dar más en beneficio de nuestro
país, de nuestras instituciones y de cada uno de nosotros, por el bien de
las nuevas generaciones.
El Dr. Luis Oscar Colmenares en su libro "Martín Miguel de Güemes. El mártir
de la Patria", escribió: "La República no recuerda debidamente a Güemes ni a
la epopeya salto jujeña, pese a que constituyen la más alta expresión, en
tierra argentina, de la victoriosa y sacrificada lucha por la emancipación
nacional".
Por lo expuesto, con gran orgullo y un especial sentimiento de gratitud,
invito a las señoras y señores legisladores a acompañar con su voto
afirmativo a esta propuesta de declarar héroe nacional, al único general
argentino muerto en acción de guerra.
Sonia Escudero.-
Texto Original