Número de Expediente 2693/06
N° | Origen | Tipo | Extracto |
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2693/06 | Senado De La Nación | Proyecto De Declaración | REUTEMANN Y LATORRE : PROYECTO DE DECLARACION MANIFESTANDO PREOCUPACION POR LA EVOLUCION DEL CONFLICTO BELICO EN MEDIO ORIENTE . Y OTRAS CUESTIONES CONEXAS .- |
Listado de Autores |
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Reutemann
, Carlos Alberto
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Latorre
, Roxana Itatí
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Fechas en Dir. Mesa de Entradas
MESA DE ENTRADAS | DADO CUENTA | Nº DE D.A.E. |
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01-08-2006 | 02-08-2006 | 121/2006 Tipo: NORMAL |
ENVIADO AL ARCHIVO : 07-09-2006
Resoluciones
SENADO |
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FECHA DE SANCION: 02-08-2006 |
SANCION: APROBO |
COMENTARIO: SOBRE TABLAS |
APROBADO COMO: Proyecto de Declaracion |
NOTA:SE AP. TEXTO UNIF. CONJ. S. 2421,2618,2622,2623,2626/06 |
En proceso de carga
Senado de la Nación
Secretaría Parlamentaria
Dirección de Publicaciones
(S-2693/06)
PROYECTO DE DECLARACIÓN
El Senado de la Nación
DECLARA:
Su profunda preocupación por la evolución del conflicto en Medio Oriente, lamentando las pérdidas de vidas y las perniciosas consecuencias humanitarias que está generando la escalada de violencia en la región.
Asimismo, se hacen votos para que el conflicto no se extienda ni profundice, instando a las partes y a la comunidad internacional en su conjunto a que desarrollen con urgencia líneas de acción que contribuyan a la pacificación en la zona, en particular resguardo de las poblaciones civiles afectadas del Líbano, de Israel, y de todos los países que conforman el Medio Oriente.
Carlos A. Reutemann - Roxana I. Latorre.-
FUNDAMENTOS:
El conflicto de Medio Oriente entraña una historia signada por los desencuentros de los países de la región, generando un estado de tensión permanente que recurrentemente desemboca en guerras que se han venido sucediendo, a lo largo de la seguna mitad del siglo pasado y con réplicas en el presente, sin solución de continuidad.
Las esperanzas de pacificación que se habían esbozado en el nuevo milenio, en particular tras el acuerdo que a inicios del año ppdo. habían alcanzado en Egipto los Estados de Israel y de Palestina, están una vez más siendo defraudadas ante la escalada de violencia que se desató en este último tiempo en tan castigada región del planeta.
Para algunos especialistas este recrudecimiento tiene su origen en el secuestro de dos soldados israelíes por parte de la agrupación terrorista Hezbollah. Para otros, aún reconociendo la gravedad de ese hecho, el detonante de esta nueva situación explosiva ha sido una reacción del Estado de Israel que se la considera desproporcionada y que puede incluso ser el prolegómeno de la invasión al territorio del Líbano.
Pero estos hechos puntuales son de algún modo la mecha (una nueva mecha) que enciende el odio fuertemente instalado en la región, odio cuyos orígenes, alcances y complejidad profundas aún no han sido debidamente desentrañados. Y es prueba de esta falta de discernimiento el hecho que, desde que se desatara el cllima de disputa, nunca se ha podido articular una agenda consistente que asegure la convivencia y la paz de habitantes vecinos de un territorio que debería ser un punto de convivencia entre hermanos.
Y en este contexto, queremos sumarnos desde el Senado de la Nación argentina a todas las voces de buena voluntad del mundo que están preocupadas por la escalada que está adquiriendo este conflicto.
En fecha reciente, en la Cumbre de Presidentes del MERCOSUR desarrollada en la ciudad de Córdoba, los mandatarios participantes suscribieron una declaración en la que expresan ¿la extrema preocupación por la dramática situación imperante en Medio Oriente y por la gravísima crisis humanitaria de la cual es víctima la población civil de la región". Se planteó el llamado "al inmediato cese del fuego" y se insta a las partes involucradas a ¿retomar en forma urgente las vías del diálogo".
Por su parte el Presidente argentino Néstor Kirchner, en la apertura de esa Cumbre, hizo un llamado a la paz y reclamó que se terminaran "definitivamente las agresiones mutuas" y "que no haya invasiones" a los países en conflicto.
"Queremos ayudar a encontrar los caminos que terminen con esas horrendas visiones que tenemos desde aquí sobre lo que están viviendo hermanos que habitan otros lugares del mundo, que para nosotros son hermanos independientemente del credo, raza o religión", dijo nuestro Presidente al referirse a este conflicto.
El Vaticano por su lado también cuestionó "el ataque" lanzado por Israel contra Líbano, según expresiones del secretario de Estado, cardenal Angelo Sodano, a la Radio Vaticano. "La Santa Sede deplora particularmente el ataque al Líbano, nación libre y soberana", declaró el cardenal.
El secretario de Estado del Vaticano condenó "tanto los ataques terroristas de unos como las represalias militares de otros". Y agregó que "El derecho a la defensa de parte de un Estado no lo exime de respetar las normas del derecho internacional, sobre todo en lo que concierne a la protección de poblaciones civiles" subrayando que "la única voz digna de nuestra civilización es la del diálogo sincero entre las partes".
El conflicto árabe-israelí se remonta a 1947, cuando Gran Bretaña decide abandonar Palestina ¿donde ya existían enfrentamientos entre los autóctonos y los judíos que se habían ido asentando allí con la esperanza de crear un «hogar nacional»¿ quedando el problema en manos de la ONU. Para poner fin a esta situación, las Naciones Unidas aprueba, el 29 de noviembre de ese mismo año, un plan de partición del territorio en dos zonas: una israelí y otra palestina. Se crea así la situación idónea para que, el 14 de mayo de 1948, David Ben Gourion proclame el ansiado Estado de Israel.
Sin embargo, y en lo que respecta a la nación palestina en particular, y a la convivencia en la región entre árabes e israelíes en general, desde entonces ¿mucho agua ha corrido bajo el puente¿.
Las luchas de poder en el seno de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), las continuas incursiones del Ejército israelí en los territorios palestinos o los numerosos atentados suicidas crearon un panorama desolador. Una situación que se vio incluso agravada por el avance en los trabajos de construcción del muro de Cisjordania respecto del cual la propia Corte Internacional de Justicia de La Haya se pronunció en contra exigiendo en su dictamen que se demoliesen los tramos ya construidos.
En este tiempo las guerras fueron cinco (1948, 1956, 1967, 1973 y 1982) y las Intifadas dos (1987, 2000). En ese contexto hubo ocasiones ¿aunque fallidas- en pos de la paz la primera de las cuales se remonta a la época de la partición.
Es así que el 29 de noviembre de 1947, la Asamblea de la ONU aprobó una resolución con la que decidió la creación de dos estados y una zona internacional (Jerusalén), fijó las fronteras y definió los derechos que cada una de las nuevas entidades debería garantizar a las minorías de la otra. Los conflictos comenzaron inmediatamente en Tel Aviv, Jerusalén, Haifa, en el valle del Tiberíades, en el valle de Yezreel y en la llanura costera. Desilusionados y furiosos, los árabes palestinos comenzaron a asaltar las casas de los colonos, a menudo en las propias aldeas en las que habían vivido juntos hasta la víspera. Y se desató la guerra en el año 1948 que se extendió hasta marzo del año siguiente. Cuando los combatientes dejaron de disparar, los israelíes habían perdido a 6.000 hombres, pero habían conquistado un Estado, ampliado sus fronteras y expulsado a 800.000 palestinos.
Pero el veredicto de las armas no podía decidir la suerte de la región. Los estados árabes se consideraron intolerablemente humillados y los palestinos comenzaron un largo exilio mientras que se generaron voces a ambos lados que sólo la fuerza iba a garantizar el éxito final de cada parte. Desde ese momento, la paz se tornó imposible.
Un permanente estado de conflictividad y guerras de gran escala se sucedieron desde entonces. La ocupación de territorios (el Sinaí, la Franja de Gaza, la orilla occidental del Jordán y, sobre todo, Jerusalén) agregó un factor adicional a los resquemores recíprocos alejando las posibilidades de obtener la paz en la región.
Otro hito en procura de la paz se verificó el 19 de noviembre de 1977, cuando el presidente egipcio Sadat visita Jerusalén. El 24 de diciembre de ese mismo año, el primer ministro israelí, Menajem Begin, devuelve la visita a El Cairo. El 5 de septiembre de 1978, los dos líderes firman un acuerdo de paz y aparecen, junto al presidente norteamericano Carter, en una histórica foto en la residencia de campo de éste, en Camp David.
Sin embargo, los optimistas no tuvieron en cuenta la mecha palestina que ardía desde hacía más de 30 años en los campos de refugiados. Los exiliados, encabezados por su líder Arafat, exhiben una identidad nacional y una miríada de organizaciones que no cesan de acosar a Israel, desde territorio libanés, con atentados y acciones de comandos. Las voces más extremas quieren lisa y llanamente la destrucción del estado de Israel.
El conflicto se transfiere a los territorios ocupados y se convierte en la batalla de las piedras (Intifada). Mientras dura la Intifada, ningún país árabe puede permitirse el lujo de sentarse a la mesa de negociación con los representantes de un país considerado opresor.
En el año 1991 se realiza una Conferencia en Madrid que aparece como un nuevo intento de acercar posiciones. De alguna manera este encuentro sirvió de precedente de lo que sucedería un año después, en 1992, cuando un Gobierno laborista en Israel, encabezado por Isaac Rabin y Simon Peres, acepta entablar negociaciones secretas en Oslo con los palestinos. Se empieza a vislumbrar que la paz es posible. El acuerdo se concluye en septiembre de 1993 y se firma ante el presidente norteamericano en la Casa Blanca. Se deciden las etapas de un proceso que prevé la gradual restitución de los territorios ocupados y el nacimiento de una entidad nacional palestina. Sin embargo, el recrudecimiento de la violencia en la región volvió nuevamente estériles los intentos cooperativos.
Los últimos esfuerzos internacionales de la denominada Hoja de Ruta del 2003 elaborada por el Cuarteto de Madrid ¿integrado por EEUU, la UE, la Federación Rusa y la ONU¿ para reanudar las conversaciones de paz en Oriente Medio recibieron también duros golpes.
En esa Hoja de Ruta se preveía el establecimiento de un Estado palestino, primero con un carácter difuso a finales de 2003 y después a finales de 2005 con ¿unas fronteras seguras y reconocidas¿ (como reclama la resolución 1397 del Consejo de Seguridad de 12 de marzo de 2002) en el marco de un acuerdo global en Oriente Medio. Incluía previsiones a partir de un proceso de paz por etapas basado en el principio de ¿tierra a cambio de paz¿ de las resoluciones 242 y 338 del Consejo de Seguridad, pero ¿y aquí está la novedad¿ también ¿en la resolución 1397¿ a la que EEUU dio su respaldo y en la que se reclamaba la creación de un Estado palestino. Los Estados Unidos renunciaron inéditamente en esa oportunidad a ejercer su derecho al veto como en otras ocasiones.
Básicamente, entonces, se le exigía a la Autoridad Palestina un esfuerzo para desmantelar los grupos armados y llevar a cabo profundas reformas en la administración a cambio de prometer la creación de un Estado a lo más tardar en el año 2006.
El plan de paz que contemplaba esa Hoja de Ruta fue puesto a prueba e interpelado por las posturas más extremas de ambas partes de este conflicto, tornándolo estéril ante el incremento de la violencia y la política de ¿hechos consumados¿ basada en alterar por la fuerza la naturaleza de los territorios ocupados.
Es entonces que los extremismos reaparecieron. Del lado israelí, la convicción de que la seguridad depende de la fuerza. Y, en el sector palestino, que debían seguir luchando hasta la destrucción del Estado de Israel.
En noviembre de 1995, Rabin es asesinado. Durante los siguientes meses, su sucesor, Peres, tiene que hacer frente a una oleada de terrorismo que lo pone a la defensiva. La maquinaria de la paz se ralentiza, pero no se detiene del todo. Hasta tal punto que el presidente Clinton, en el verano de 2000, aprovecha el éxito electoral de un primer ministro laborista, Ehud Barak, para relanzar las negociaciones. Comienza así una nueva ronda negociadora en Camp David la cual una vez más fracasa.
En Egipto el año pasado se reunieron el entonces primer ministro de Israel, Ariel Sharon, y el presidente de la Autoridad Palestina, Abu Mazen. Acordaron un alto el fuego (una tregua) que puso fin a más de cuatro años de violencia. La primera reunión entre ambos líderes, celebrada en el balneario egipcio de Sharm el Sheij, abrió así el camino para reanudar el proceso de paz en Oriente Medio.
El encuentro fue organizado por el presidente egipcio, Hosni Mubarak, y fue el primero entre los líderes de Israel y la Autoridad Palestina desde que estalló la segunda intifada (levantamiento palestino), en septiembre de 2000. En los puntos principales del acuerdo se estableció:
¿ Una tregua bilateral en las acciones de violencia.
¿ Israel liberaría a 500 prisioneros palestinos, y después a otros 400.
¿ La cooperación a través del establecimiento de dos comités conjuntos. Uno se encargaría de la liberación de presos palestinos en Israel. El otro supervisaría el retiro de las fuerzas israelíes de cinco poblados palestinos en Cisjordania.
¿ Israel transferiría el control de la seguridad en esos poblados a las fuerzas palestinas en un período de tres semanas.
Pero ese clima de confianza, en aras de reanudar el proceso de paz, no arrojó los frutos esperados: el acuerdo en definitiva no fue respetado, Sharon tuvo problemas de salud que lo alejaron del cargo, en Palestina en elecciones libres se impuso el grupo Hamas limitando el poder de Mazen, estableciendo un conjunto de sucesos que parecen marcar que los ¿halcones¿ en ambas partes se imponen a las ¿palomas¿.
Por todo esto hoy, lejos de vislumbrarse caminos para la paz, las partes parecen estar nuevamente alejándose en forma irreversible recrudeciendo un conflicto histórico que no ofrece un final deseado.
Se considera que para alcanzar una paz duradera en Medio Oriente se necesitan, en principio, cuatro cosas. Primero, transmitir esperanza en torno de un proceso que ha estado demasiado tiempo paralizado por la violencia. Después, garantizar la seguridad individual, tanto a israelíes como a palestinos por igual. En tercer lugar, que los líderes de ambas partes compartan, con confianza recíproca, la visión de que la coexistencia pacífica de israelíes y palestinos es posible. Finalmente, que los países líderes del mundo y la comunidad internacional toda se comprometan decisivamente con el proceso de paz.
Algunos analistas entienden que las negociaciones palestino-israelíes han estado sometidas a permanentes fluctuaciones y a crisis cíclicas que han hecho que se pase del optimismo más eufórico al pesimismo más desolador en cuestión de horas. Para otros, algo escépticos, en el lenguaje de la región, paz significa generalmente ¿mi paz¿. En la lógica de la contienda (y no la de la confraternidad) ¿mi paz¿ significa generalmente victoria y, por lo tanto, en última instancia, guerra.
Y frente a la escalada que están adquiriendo por estas horas los hechos de violencia en el Medio Oriente, considero que el Senado de la Nación argentina debe tomar posición y expresarse en el contextto de un conflicto que nos involucra a todos en tanto pertenecientes a un proyecto colectivo denominado Humanidad.
Las repercusiones de un eventual recrudecimiento de la guerra en Medio Oriente, pueden tener derivaciones insospechadas y temibles, no sólo a la zona en litigio sino para todos los habitantes del planeta.
Pero, y más allá de las consecuencias mensurables que puedan afectarnos individualmente, no podemos ser indiferentes a la muerte recurrente que se está volviendo a instalar en una zona que es un auténtico campo de experimentación de las peores conductas que puede ofrecer el género humano. El odio, el rencor, la violencia, la falta de respeto por el prójimo, la no aceptación de las diferencias, no pueden ni deben imponerse por sobre el amor, la armonía, la convivencia pacífica, el respeto por el otro, la hermandad en tanto seres humanos.
Y todo este clima de terror acontece, paradójicamente, en una zona que es cuna de religiones, en cuyos valores supremos podría hallarse una respuesta para encontrar y asegurar la armónica convivencia de hermanos, remitiéndonos a los atributos de trrascendencia y de espiritualidad que son comunes a todos los credos. Y como localización de este reencuentro de la Humanidad nada mejor que la ciudad de Jerusalen que debería transformarse en el punto más alto del encuentro.
Por todo lo expuesto es que propicio que el Senado de la Nación exprese su profunda preocupación por la evolución del conflicto en Medio Oriente, lamentando las pérdidas de vidas y otras perniciosas consecuencias humanitarias que está generando la escalada de violencia en esa región.
Asimismo entiendo que deberian hacerse votos para que el conflicto no se extienda ni profundice instando a las partes y a la comunidad internacional en su conjunto a que desarrollen con urgencia líneas de acción que contribuyan a la pacificación en la zona, en particular resguardo de las poblaciones civiles afectadas del Líbano, de Israel y de todos los países que conforman la zona de Medio Oriente.
Por lo expuesto, señor Presidente, solicito de mis pares la aprobación del presente proyecto de Declaración.
Carlos A. Reutemann - Roxana I. Latorre.-