Número de Expediente 2392/03

Origen Tipo Extracto
2392/03 Senado De La Nación Proyecto De Ley PICHETTO : PROYECTO DE LEY SOBRE OBLIGATORIEDAD DEL DEBATE PRESIDENCIAL PARA EL CASO DE SEGUNDA VUELTA ELECTORAL .-
Listado de Autores
Pichetto , Miguel Ángel

Fechas en Dir. Mesa de Entradas

MESA DE ENTRADAS DADO CUENTA Nº DE D.A.E.
07-10-2003 15-10-2003 143/2003 Tipo: NORMAL

Fecha de Ingreso a Dir. Gral. de Comisiones

DIR. GRAL. de COMISIONES INGRESO DEL DICTAMEN A LA MESA DE ENTRADAS
08-10-2003 SIN FECHA

Giros del Expediente a Comisiones

COMISIÓN FECHA DE INGRESO FECHA DE EGRESO
DE ASUNTOS CONSTITUCIONALES
ORDEN DE GIRO: 1
08-10-2003 28-02-2005

EL EXPEDIENTE CADUCO EL 28-02-2005

ENVIADO AL ARCHIVO : 23-01-2006

En proceso de carga
Senado de la Nación
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones

(S-2392/03)

PROYECTO DE LEY

El Senado y la Cámara de Diputados,...

Artículo 1º .- Modifícase el Artículo 148 del Código Electoral
Nacional, quedando redactado como sigue:

"Artículo 148.- El Presidente y Vicepresidente de la Nación serán
elegidos simultánea y directamente, por el pueblo de la Nación, con
arreglo al sistema de doble vuelta, a cuyo fin el territorio nacional
constituye un único distrito.

La convocatoria deberá hacerse con una anticipación no menor de noventa
(90) días y deberá celebrarse dentro de los dos (2) meses anteriores a
la conclusión del mandato del Presidente y Vicepresidente en ejercicio.

La convocatoria comprenderá la eventual segunda vuelta, de conformidad
con lo dispuesto por el artículo siguiente.

Previo al vencimiento del plazo establecido en el Artículo 71, inciso
f) del presente Código Electoral, los candidatos a participar en la
primera vuelta para la elección de la fórmula presidencial, debatirán
-en forma conjunta y obligatoria- sus respectivos programas de
gobierno, por medios audiovisuales y/o radiales que aseguren el
conocimiento del contenido del debate en todo el territorio nacional.

Cada elector sufragará por una fórmula indivisible de candidatos a
ambos cargos."

Artículo 2° .- Comuníquese al Poder Ejecutivo
.


Miguel A. Pichetto.-









FUNDAMENTOS:

Señor Presidente:

Por diferentes motivos, no hemos adquirido la cultura del debate
público y político de los programas de gobierno con que los candidatos
presidenciables intentan llegar a la primera magistratura, debate que
aportaría en forma indudable un contrate de ideas y una clara
confrontación de propuestas.

El aporte principal de los debates previos a la elección de presidente,
es el de brindar información al votante, y a decir de Philippe J.
Maarek -Marketing político y Comunicación. Claves para una buena
información política-, "...el debate audiovisual se considera cada vez
más como la piedra angular de la campaña electoral, con el debate
decisivo entre los dos -a veces tres- canditados todavía con
posibilidades en la víspera de las elecciones, y se ha generalizado no
solamente en Francia, Gran Bretaña y los Estados Unidos, sino en todos
los países democráticos del mundo...".

En nuestro país este tipo de debate se impone en la actualidad, por ser
una opción superadora de los actuales esquemas de marketing político.

En efecto, se han operado cambios que acompañaron a los tiempos
modernos, y que han consistido, básicamente, en que el avance de los
medios de comunicación, ha quitado la oportunidad del contacto directo
que solía tener la relación candidato-ciudadano.

Antes, el militante era el centro de atención. El discurso era producto
de la postura política del candidato, y su imagen concordaba con la
real.

Heriberto Muraro describe en su "Políticos, periodistas y ciudadanos"
como, en otros tiempos, el político no era "...un promotor de negocios
políticos -que descubre nuevas combinaciones de "ideas" que puedan
incrementar su popularidad y, por ende, su poder-, ...gerente de
recursos provistos por terceros...inversor prudente de su cuota de
prestigio. En otras palabras...una suerte de George Soros del mercado
electoral".

Yrigoyen y Perón eran conscientes de su misión política.

Si bien, en el marco de elecciones locales la práctica de acercamiento
al elector se mantiene intacta, es indudable que no ocurre lo mismo con
la elección a presidente de la Nación.

El marketing político, basado en una controvertida importancia,
construye la imagen del candidato, apelando a recursos como el cuidado
de las posturas; el potenciamiento del lenguaje del cuerpo; el
mantenimiento de la seguridad y el control; él aprender a improvisar y
a resultar atractivo para el elector, a manejar las ofensas, a cultivar
la fluidez y la sencillez, a manejar las pausas y, en definitiva, entre
otras cosas, a captar la atención de la ciudadanía.

El principal recurso es hoy la "video política", que la mayoría de las
veces instala al político como un producto de consumo masivo.

Como bien lo expresa Giovani Sartori, en su "Homo Videns...", existe
una fuerza arrolladora de la imagen, que influye en quien debemos creer
y en quien no. "Lo esencial es que el ojo cree en lo que ve...lo que se
ve parece "real", lo que implica que parece verdadero".

Para resumir la esencia de su pensamiento, dice Sartori que "Esta video
dependencia tiene numerosos aspectos; ...los políticos cada vez tienen
menos relación con acontecimientos genuinos y cada vez se relacionan
más con "acontecimientos mediáticos"...la televisión favorece
-voluntaria o involuntariamente- la emotivización de la política, es
decir, una política dirigida y reducida a episodios emocionales...La
cuestión es que, en general, la cultura de la imagen creada por la
primacía de lo visible es portadora de mensajes "candentes" que agitan
nuestras emociones, encienden nuestros sentimientos, excitan nuestros
sentidos y, en definitiva, nos apasionan. Apasionarse es
implicarse...La cultura escrita no alcanza este grado de "agitación". Y
aún cuando la palabra también puede inflamar los ánimos (en la radio,
por ejemplo), la palabra produce siempre menos conmoción que la
imagen...".

Hay un inevitable "mercadeo" de la imagen del político; imagen, muchas
veces, vacía de contenido, pero que invita a pensar que allí está lo
que el elector quiere.

Esta no es una idea nueva. Ya decía Maquiavelo, en El Príncipe, que al
"vulgo le guian las apariencias", y según sus reglas los gobernantes no
necesariamente deben ser virtuosos; basta con que lo parezcan.

Del otro lado, se ubican las necesidades de la gente.

Ahora bien, no podemos pasar por alto que el marketing político del que
venimos hablando es un fenómeno de comunicación actual, y como tal, no
podemos reputarlo inexistente, aunque muchas veces no se haga buen uso
de sus herramientas.

Como recurso actual, los medios de comunicación "tienen" que aportar
algo más que la construcción de tan sólo una imagen fragmentada con la
realidad, y aquí es donde aparece la necesidad de congeniar esta
herramienta con esas necesidades públicas de las que veníamos
hablando.

Todo político en campaña, que desee ser presidente, debe contar con un
programa que hará a su futura gestión: un programa de gobierno.

Ello adquiere especial relevancia si hablamos de la elección a
presidente de la Nación, máxime en un país presidencialista como el
nuestro, donde el primer mandatario es, por atribución constitucional,
"el responsable político de la administración general del país".

La disyuntiva, ante esta iniciativa, estará dada por mostrarnos como
somos -como seres humanos interesados en el bienestar de la población
y que ponen el acento en la concreción de políticas activas en todos
los órdenes del futuro gobierno-, o en crear una imagen para la venta,
como podría hacerse con cualquier otro producto.

Nada resulta más ilustrativo al elector, que
apreciar cómo sus futuros dirigentes hacen frente, aunque sea en
teoría, a la aguda crítica de su oponente.

La República Argentina ha atravesado duras experiencias en lo político,
pero las ha ido superando.

El país ha intentado munirse, a través del tiempo, de recursos que no
desprotegieran nuestra democracia: la Ley Sáenz Peña, el voto
femenino, el derecho de iniciativa popular, la consulta popular, la
protección constitucional brindada a los partidos políticos a partir de
la reforma de 1994, entre cuyas garantías figuran la representación de
las minorías, la competencia para la postulación de candidatos a cargos
públicos electivos, y la difusión de sus ideas.

La exigencia del debate presidencial obligatorio tiene esa misma
esencia, y se inmiscuye también en los profundos problemas de
representatividad por los que viene atravesando el país: sólo para
efectuar una comparación, y realzar la importancia del tema de la
representación política, diré que en Estados Unidos, todo candidato con
más del 15 % de intención de voto, debe debatir.

Los medios gráficos han hecho incapié en que la histórica negativa a
debatir en nuestro país, puede tener su fundamento en las propuestas de
"escasa viabilidad o de dudoso cumplimiento".

Personalmente, y ya pensando en el después, creo que el debate
presidencial tendrá como objetivo identificar los problemas del país y
hacerlos públicos, y demostrar a ciencia cierta si cada uno de los
candidatos presidenciables efectúa una lectura correcta de la realidad,
que lo conduzca a solucionar esos problemas en forma efectiva para el
bien de la ciudadanía, una vez instalado en el gobierno.

El debate presidencial obligatorio debe constituirse en muestra de
capacidad intelectual y en herramienta de reflexión para el votante.

No nos han faltado ejemplos de esa capacidad intelectual: creo que la
Argentina debe desandar el camino, en sentido político, y tratar de
encontrar aquél brillo que nos brindara la denominada Generación del
37, desde la que, hombres como Esteban Echeverría, Miguel Cané, José
Marmol y hasta el mismo Sarmiento, han sentado las bases y puntos de
partida que con Alberdi, hicieron que la República desembocara,
finalmente, en la sanción de nuestra Constitución en el año 1853/1860,
haciéndo de nosotros un verdadero país.

Porque el principal problema de la Argentina es, hoy, la falta de una
visión que se anticipe al futuro, resignada en función de la imagen
premoldeada de muchos políticos, que confunden estrategia política con
estrategia publicitaria.

Creo que el debate presidencial obligatorio nos dará la oportunidad de
revertir esta circunstancia, pues a la hora de hacer públicas las
diferentes propuestas de gobierno y confrontarlas, in situ, con el
adversario -que no es otra cosa que la oposición-, no habrá lugar para
rígidos discursos elaborados en agencia de publicidad o en consultoras.

Por sobre todas las cosas, porque es el Estado, es decir, el ciudadano,
el que, conforme lo dispuesto en el Artículo 38 de la Constitución
Nacional, contribuye al sostenimiento económico de las actividades de
los partidos políticos.

Necesitamos una generación de verdaderos estadistas, que nos conduzcan
hacia una política de la excelencia. Necesitamos liderazgos realistas.

En consecuencia, solicito a mis pares la sanción de la presente
iniciativa.



Dr. Miguel A. Pichetto.-