Número de Expediente 2386/05

Origen Tipo Extracto
2386/05 Senado De La Nación Proyecto De Declaración PERCEVAL : PROYECTO DE DECLARACION ADHIRIENDO A LA CONMEMORACION DE UN NUEVO ANIVERSARIO DEL " DIA NACIONAL DE LOS DERECHOS POLITICOS DE LA MUJER "; A CELEBRARSE EL 23 DE SETIEMBRE .
Listado de Autores
Perceval , María Cristina

Fechas en Dir. Mesa de Entradas

MESA DE ENTRADAS DADO CUENTA Nº DE D.A.E.
08-08-2005 10-08-2005 121/2005 Tipo: NORMAL

Fecha de Ingreso a Dir. Gral. de Comisiones

DIR. GRAL. de COMISIONES INGRESO DEL DICTAMEN A LA MESA DE ENTRADAS
09-08-2005 13-10-2005

Giros del Expediente a Comisiones

COMISIÓN FECHA DE INGRESO FECHA DE EGRESO
DE POBLACIÓN Y DESARROLLO HUMANO
ORDEN DE GIRO: 1
09-08-2005 13-10-2005

ENVIADO AL ARCHIVO : 12-12-2005

Resoluciones

SENADO
FECHA DE SANCION: 02-11-2002
SANCION: APROBO
COMENTARIO:
APROBADO COMO: Proyecto de Declaracion
NOTA:SE AP. OTRO PD. CONJ.S.2210,2249,2386,2502,2503 , 2518 Y 2152/05
OBSERVACIONES
DICTAMEN CONJ. CON S. 2152 , 2210 , 2249 , 2502 , 2503 Y 2518 /05

Órdenes del Día

NÚMERO DE FECHA ESTADO ANEXO
1321/05 14-10-2005 APROBADA
En proceso de carga


Senado de la Nación
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones

(S-2386/05)

PROYECTO DE DECLARACION

El Senado de la Nación

DECLARA:

Adherir a la conmemoración de un nuevo aniversario del "Día Nacional de los Derechos Políticos de la Mujer", a celebrase el día 23 de septiembre del corriente, en homenaje a la publicación de la Ley 13.010 (1947) que consagró, en nuestro país, la igualdad de derechos políticos entre los hombres y mujeres.

Asimismo, invita a fortalecer los espacios de participación política de las mujeres, en igualdad de condiciones con los hombres, cuestión indispensable para la construcción de una sociedad y un mundo más justo e igualitario.

María C. Pérceval.

FUNDAMENTOS

Señor Presidente:

Las mujeres llegaron al siglo XIX desprovistas de casi todos los derechos humanos, entre otros: a la participación, expresión y decisión política; a la herencia; a poseer y administrar sus propios bienes y riquezas; a realizar negocios y contratos por sí mismas. Desde entonces y durante todo el siglo XX, grupos feministas y organizaciones de mujeres, con distintos matices, intereses y posiciones ideológicas, asumieron como idea-valor común la necesaria reivindicación de las mujeres en todos los ámbitos de la vida social.

En el pasado siglo los derechos conquistados por las mujeres señalan un fuerte y sostenido avance hacia el reconocimiento buscado. Sin embargo, esto no implica que las mujeres hayan superado las múltiples y diversas formas de discriminación ni que se hayan erradicado los sistemas ideológicos de subordinación que, aún vigentes, constriñen los márgenes de libertad y las posibilidades concretas de desarrollo personal, familiar y social de las mujeres.
Hoy día, al analizar los factores que definen la desigualdad política de las mujeres, el no derecho al voto surge en la memoria colectiva como el más ilustrativo. Sin embargo, no es el único ni el más profundo (Avis Rarae. Impacto de la Ley de Cupo en la Argentina (1991-1998); María Cristina Perceval (coordinadora); PROLID-BID; 2000).

Lo que irrumpió en el espacio público como un derecho revolucionario y de altísimo potencial transformador, fue adquiriendo para el sistema político la forma cuantitativa del ritual electoral y, en la mayoría de los casos, para la dirigencia masculina significó lo que un dicho popular expresa con la contundencia del grotesco: "Griten de vez en cuando, para que callen a gusto el resto del tiempo".

El derecho al voto, sin duda, aparece como uno de los senderos por los que las mujeres han llegado a formar parte de lo público y, derivadamente, del poder. Sin embargo, cabe preguntarse si éste y otros cambios sociales - el cupo femenino, por ejemplo - realmente modifican los códigos de dominación o si son concesiones formales para que todo siga igual. Y es que, por un lado, aunque las mujeres participan en los comicios como electoras, las estructuras más profundas del poder no dejan de ser mayoritariamente masculinas y fuertemente discriminatorias. En las jerarquías políticas y en la toma de decisiones que influyen sobre la vida de todos, las votantes anónimas son ciudadanas ausentes.

En la década de los '80, los resultados alcanzados en términos de igualdad política real y empoderamiento efectivo eran escasos. De allí que surgiera como necesidad y conveniencia penetrar las estructuras políticas macro, donde efectivamente se toman las decisiones y en las que se patentiza, con especial vigor y crudeza, la hegemonía del pensamiento masculino como principio de definición de la agenda pública.

Asimismo, superando la visión minimalista de lo político, las mujeres asumen que es imprescindible "tener poder en los espacios de poder" para eliminar toda forma de discriminación y cambiar las condiciones sociales, económicas y culturales estructurales que impiden la conquista de una efectiva equidad para las mujeres, tanto en el ámbito público como en el privado.

La Plataforma de Acción de la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer (Beijing, 1995), con la convicción de que la promoción de un mayor número de mujeres en los espacios de decisión contribuiría al desarrollo económico sostenible, así como a la consolidación de la democracia, comprometió a los Estados miembros de las Naciones Unidas a impulsar medidas apropiadas para favorecer la formación de una masa crítica de mujeres dirigentes, ejecutivas y gerentes y promover su acceso a cargos estratégicos de nivel decisorio.

Es entonces cuando se considera prioritario superar el déficit de representación femenina en las instituciones de representación política. Si bien formalmente no existe ningún impedimento para que las mujeres compitan en las elecciones democráticas como candidatas, su presencia casi nula en muchos Parlamentos demuestra que, en la realidad, este derecho es una quimera, una trampa y un desafío. De allí que el cupo, como política de discriminación positiva, sea visualizado como una herramienta oportuna, necesaria y con una fuerte capacidad democratizadora.

Se registra en América Latina durante la última década, un importante incremento de la presencia femenina en espacios de decisión. Y esto responde a distintos factores, entre ellos a una expansión de las capacidades y oportunidades de las mujeres a partir del aumento de la esperanza de vida; a la mayor autonomía para decidir acerca de su función reproductiva; al ingreso masivo de las mujeres al sistema educativo y la presencia significativa en el mercado laboral; al surgimiento de redes y organizaciones femeninas; y a la difusión y conocimiento más acabado de sus derechos en cuanto derechos humanos.

Se produce un proceso irreversible de "desnaturalización" de los pseudo-fundamentos que mantenían en condiciones de inferioridad y exclusión a las mujeres, dando lugar al nacimiento - lento pero sostenido - de una nueva identidad femenina y de un nuevo imaginario social por el que las mujeres, aún con altos costos, van ganando el lugar de iguales en los distintos escenarios sociales.

Se globaliza la causa de las mujeres y, en la agenda internacional, los asuntos de las mujeres y la perspectiva de género comienzan a ser una de las prioridades sustantivas en vistas a lograr un desarrollo humano integral, equitativo y sustentable. En este sentido, hay quienes sostienen que en este nuevo milenio, el asunto no será buscar las causas de la feminización de la pobreza, sino encontrar las soluciones para la feminización del desarrollo (Krishna Ahooja Patel, Editora del Boletín Noticias del INSTRAW de 1996; citada en Avis Rarae. Impacto de la Ley de Cupo en la Argentina (1991-1998); María Cristina Perceval (coordinadora); PROLID-BID; 2000)

Y este punto es, justamente, el que supone repensar y recrear los modos de representación política y aventurarse en la construcción de formas legítimas y valiosas que incorporen la dimensión de género como un factor humano enriquecedor y democratizador.

En Argentina, la ley de Cupo y la reforma de la Constitución Nacional son dos hechos significativos en la historia de la participación de la mujer en política. La reforma del año 1994 otorgó rango constitucional a los tratados internacionales de derechos humanos, en particular al Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y su Protocolo Facultativo y a la Convención de las Naciones Unidas Sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer (Art.75, inc. 22). Asimismo, estableció el principio de "igualdad real de oportunidades entre varones y mujeres en el acceso a cargos electivos y partidarios" el que "se garantizará por acciones positivas en la regulación de los partidos políticos y en el régimen electoral" (Art.37); y el principio de "igualdad real de oportunidades y trato, y el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por [la] Constitución y por los tratados internacionales vigentes sobre derechos humanos" y la legislación y promoción de acciones positivas como medio para su garantía (Art. 75, inc. 23). De la misma manera, la cláusula transitoria segunda de la Constitución dispone que las acciones positivas del Art. 37 no podrán ser inferiores a las vigentes al momento de la reforma constitucional estableciendo una suerte de "barrera constitucional" a la disminución de las "cuotas mínimas" prescriptas por la Ley 24.012 de 1991 (Ley de Cupo).

Argentina, al igual que la mayoría de los países de América Latina, ha mostrado importantes avances en la construcción de una sociedad más igualitaria. En este sentido, la Ley de Cupo es quizás el fruto más visible (aunque no necesariamente el más importante) de la confluencia de movimientos, experiencias y cambios sociales y políticos que abrieron espacio para el liderazgo de la mujer en los años '90. El histórico trabajo del movimiento feminista, las experiencias en el activismo comunitario y en las ONG's, las mayores posibilidades de educación y de participación en el mercado laboral y, por último, el surgimiento de la competencia democrática - todos contribuyeron a esa apertura.

Por Ley 24.785 del año 1997, se estableció el 23 de septiembre de cada año como "Día Nacional de los Derechos Políticos de la Mujer" en homenaje a la sanción de la Ley 13.010 de 1947 que instituyó en nuestro país el voto femenino, consagrando la igualdad de derechos políticos entre hombres y mujeres.

La Ley 13.010 estableció que "las mujeres argentinas tendrán los mismos derechos políticos y estarán sujetas a las mismas obligaciones que les acuerdan o imponen las Leyes a los varones argentinos" (Art. 1). Asimismo, que "para la mujer regirá la misma Ley electoral que para el hombre, debiéndosele dar su libreta cívica correspondiente como documento de identidad indispensable para todos los actos civiles y electorales" (Art. 3).

Evita, anunciando la Ley del Voto Femenino, nos decía: "aquí está, hermanas mías, resumida en la letra apretada de pocos artículos una larga historia de lucha, tropiezos y esperanzas. ¡Por eso hay en ella crispaciones de indignación, sombras de ocasos amenazadores, pero también, alegre despertar de auroras triunfales!... Entonces, como en los albores de nuestra independencia política, la mujer Argentina tenía que jugar su papel en la lucha. Hemos roto los viejos prejuicios¿ El camino ha sido largo y penoso. Pero para gloria de la mujer, reivindicadora infatigable de sus derechos esenciales, los obstáculos opuestos no la arredraron. Por el contrario, le sirvieron de estímulo y acicate para proseguir la lucha¿ Este triunfo nuestro encarna un deber, como lo es el alto deber hacia el pueblo y hacia la Patria. El sufragio, que nos da participación en el porvenir nacional, lanza sobre nuestros hombros una pesada responsabilidad. Es la responsabilidad de elegir. Mejor dicho, de saber elegir, para que nuestra cooperación empuje a la nacionalidad hacia las altas etapas que le reserva el destino, barriendo en su marcha los resabios de cuanto se oponga a la felicidad del pueblo y al bienestar de la Nación" (Anuncio de la Ley del Voto Femenino, 23/09/47).

La historiadora francesa Michelle Perrot nos relataba hace unos años, "la historia de las distribuciones del poder entre los sexos no está terminada. ¿Puede terminar acaso? Está hecha de recomposiciones incesantes, de equilibrios provisorios, de avances y retrocesos, a lo largo de fronteras fluctuantes y a menudo indecisas. No hay en ella, como en ninguna otra, un "fin de la historia", sino un futuro incierto que exige vigilancia y solidaridad, y deja el campo libre a la aventura del encuentro" (Mujeres: la batalla por el poder no terminó; Clarín; 26 de enero de 2001).

Por los motivos expuestos, celebrando un nuevo aniversario de la entrada en vigencia de la Ley del Voto Femenino, y con la convicción de que las mujeres pueden y deben ser las protagonistas de las reformas institucionales y políticas que tanto necesitan los países de nuestra región, solicito a mis pares me acompañen con el presente proyecto de declaración.

María C. Pérceval.