Número de Expediente 2259/03

Origen Tipo Extracto
2259/03 Senado De La Nación Proyecto De Declaración CAPARROS :PROYECTO DE DECLARACION ADHIRIENDO AL DIA INTERNACIONAL DE LAS PERSONAS DE EDAD Y OTRAS CUESTIONES CONEXAS .-
Listado de Autores
Caparrós , Mabel Luisa

Fechas en Dir. Mesa de Entradas

MESA DE ENTRADAS DADO CUENTA Nº DE D.A.E.
25-09-2003 01-10-2003 133/2003 Tipo: NORMAL

Fecha de Ingreso a Dir. Gral. de Comisiones

DIR. GRAL. de COMISIONES INGRESO DEL DICTAMEN A LA MESA DE ENTRADAS
26-09-2003 SIN FECHA

Giros del Expediente a Comisiones

COMISIÓN FECHA DE INGRESO FECHA DE EGRESO
DE POBLACIÓN Y DESARROLLO HUMANO
ORDEN DE GIRO: 1
26-09-2003 28-02-2005

EL EXPEDIENTE CADUCO EL 28-02-2005

ENVIADO AL ARCHIVO : 23-01-2006

En proceso de carga
Senado de la Nación
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones

(S-2259/03)

PROYECTO DE DECLARACIÓN

El Senado de la Nación

DECLARA:

1°) Su adhesión al Día Internacional de las Personas de Edad,
instituído cada 1° de octubre por la Asamblea General de Naciones
Unidas (Resolución 45/106 del 14 de diciembre de 1990) con el fin de
aumentar la conciencia internacional sobre la problemática de la
ancianidad y para promover una mayor solidaridad intergeneracional.


2°) La necesidad de revisar actitudes desde el ámbito nacional,
promoviendo reformas y políticas concretas que permitan reafirmar
nuestro compromiso de construir una "sociedad para todas las edades" en
el siglo XXI.

Mabel L. Caparros



























FUNDAMENTOS

Señor Presidente:

En los últimos 50 años el interés por la
problemática de la ancianidad o el fenómeno biológico del
envejecimiento y sus connotaciones socio-económicas ha aumentado en
forma considerable. Se ha transformado en un tema de interés relevante
no solo entre quienes cultivan especialidades tradicionales
-demógrafos, estadistas, y epidemiólogos- sino también entre quienes
tienen a su cargo la elaboración, planificación y aplicación de
políticas sociales: planificadores, políticos y legisladores. Otro
cambio fundamental radica en que ya no solo es objeto de estudios las
cuestiones tradicionales, como la tasa de natalidad y mortalidad, sino
que abarca problemas específicos de este sector social de la población:
calidad de vida, grado de bienestar, control de enfermedades, y
relación y reivindicación de la experiencia de la ancianidad volcada a
favor de la comunidad a que pertenece.

"Envejecimiento" es un término general que,
según el contexto en que aparezca, puede referirse a un fenómeno
fisiológico, de comportamiento, social o cronológico. En general se
considera el aspecto cronológico de la población, es decir se tiene en
cuenta el conjunto de quienes tienen 65 o más años de edad, sobre la
premisa de que los factores cronológicos son los que tienden a
caracterizar y condicionar los otros aspectos del envejecimiento.

El envejecimiento constituye una característica
fácilmente identificable en un grupo humano y en cierto sentido el
envejecimiento refleja el grado de desarrollo social de una comunidad,
en campos tales como la salud, la educación, el desarrollo económico y
la fuerza de trabajo. Por consiguiente su estudio puede aportar
valiosos e interesantes indicios sobre el desarrollo socioeconómico y
cultural de una sociedad determinada.

En la actualidad viven en el mundo 590 millones
de personas mayores de 60 años, la mitad de las cuales pertenecen a
países en desarrollo. De acuerdo con todos los indicadores, en los años
venideros se producirá un incremento sostenido de la población mundial,
no solo como consecuencia del progreso en el área de la investigación
médica y científica sino también como consecuencia de un mayor
conocimiento público de prácticas sanitarias correctas y adecuadas.
Dentro de esta gran comunidad mundial de personas, las mayores de 85
años, "los viejos más viejos" al decir de Franklin Williams,
constituyen el grupo de habitantes de los países desarrollados cuyo
número se incrementa con mayor rapidez.

A este cuadro de situación no son ajenos los
países de América Latina, entre ellos la República Argentina. La
población de nuestro país, que sumaba 27 millones de habitantes en el
año 1980, ha llegado a 35,4 millones en el año 2000 y las proyecciones
indican que llegará a 39,3 millones en el 2025 y también es considerada
por organismos internacionales tales como la Organización Mundial de la
Salud como "población envejecida" (en la actualidad 17,5% de los
habitantes tienen 60 años y más de edad).

Un hecho de la realidad es que la humanidad
está envejeciendo. Desde 1950 la esperanza de vida media al nacer ha
aumentado de 45 a 66 años. Para la mitad de este siglo, la proporción
de personas de edad se duplicará, pasando de ser 1 de cada 10 personas
a 1 de cada 5. El envejecimiento demográfico, claramente manifiesto en
los países desarrollados, evoluciona también a un ritmo rápido en los
países en vías de desarrollo.

Una transformación mundial de estas
características afecta a las personas, a los hogares, a las comunidades
y prácticamente a todas las áreas del gobierno y la sociedad. Las
medidas políticas, y en general las actitudes sobre el envejecimiento,
deben evolucionar también. Los temas relacionados con el envejecimiento
necesitan ser mejor integrados en el más amplio contexto del
desarrollo. Las personas de edad deben ser capaces de participar
plenamente en las decisiones que afectan a sus vidas. Y todos nosotros
debemos reconocer de qué modo tendencias como la globalización, la
urbanización y las migraciones, así como crisis de salud como la
epidemia de VIH/SIDA, afectan al lugar en la sociedad de las personas
de edad.

Las estadísticas desarrolladas hasta el momento
indican que en los países desarrollados la mayoría de las personas de
edad avanzada gozan de un adecuado nivel de salud en la actualidad y
viven con independencia en el seno de sus comunidades. No obstante, a
partir de los 65 años de edad se observa que el 80% padece por lo menos
una enfermedad crónica. De los que viven en comunidades, el 9% de los
que tienen más de 65 años y el 45% de los que superan los 85 años
necesitan ayuda específica para desarrollar sus actividades de la vida
cotidiana. Por lo menos el 6% de los que tienen más de 65 años y el 20%
de los que superan los 85 años padecen algún grado significativo de
demencia.

Estas cifras son significativas y van en
aumento, y como corolario denotan el deterioro biológico que
inevitablemente se produce a partir de los 65 años de edad. Demuestran
asimismo una franja poblacional de riesgo, expuesta por factores
biológicos y que requieren de políticas adecuadas a su condición para
mejorar y dignificar su nivel de vida, especialmente en países en
desarrollo o periféricos.

Esta síntesis acerca del fenómeno del envejecimiento
sugiere que cuando los gobiernos reconocen las consecuencias sociales y
económicas de la problemática, comienzan a promover la elaboración de
políticas y a llevar a cabo programas encaminados a proporcionar al
anciano servicios esenciales, para que puedan adaptarse al cambio que
la ancianidad supone en su vida. Pese a esta realidad, en toda América
Latina se le ha asignado un grado muy bajo de prioridad y un apoyo
mínimo a las políticas y programas de contención y asistencia a la
ancianidad.

Ello se debe a múltiples factores, pero
esencialmente el demográfico ha gravitado negativamente en esta
situación. Los problemas del anciano se han visto eclipsados por un
aumento poblacional explosivo, donde los grupos de menor edad
constituían el 40% de la masa, encaminándose a ellos todas las
políticas de promoción y protección. Por otra parte, a ello se han
sumado valores socioculturales que recogen y proyectan una imagen
negativa del envejecimiento y del anciano. Este prejuicio hacia la
vejez es más común cuanto mayor sea el grado de industrialización y
urbanización de una comunidad.

En los países que han dado importancia a los problemas
de la ancianidad, la elaboración de políticas generales de protección y
amparo se han visto frustradas por las dudas suscitadas acerca de la
racionalidad económica de destinar una masa de recursos para solucionar
los problemas de una minoría improductiva. Este problema se ha hecho
sentir más en campos como la seguridad social y la salud y
lamentablemente la República Argentina no escapa a esta situación de
anegamiento y abandono.

La Asamblea General, al designar el 1 de
octubre Día Internacional de las Personas de Edad (Resolución 45/106
del 14 de diciembre de 1990), solicitó contribuciones destinadas al
Fondo Fiduciario de las Naciones Unidas para el Envejecimiento, el cual
apoya proyectos en beneficio de los ancianos en países en desarrollo.
El Fondo Fiduciario se estableció como parte de la aplicación del Plan
de Acción Internacional sobre el Envejecimiento, aprobado en la
Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento celebrada en Viena en 1982. En
aplicación también del Plan de Acción Internacional, en 1992 la
Asamblea General aprobó un conjunto de objetivos mundiales sobre el
envejecimiento para el año 2001 como estrategia práctica que los países
podrían aplicar para satisfacer las necesidades de las personas de edad
(resolución 47/86).

En la resolución 50/141, de 21 de diciembre de
1995, la Asamblea cambió el nombre en inglés del Día, de International
Day for the Elderly a International Day of Older Persons, de
conformidad con los Principios de las Naciones Unidas en favor de las
personas de edad (resolución 46/91, anexo).

Necesitamos reconocer que el curso de la vida
humana dota a las personas mayores de valiosos conocimientos,
experiencia y sabiduría, cualidades que vale la pena aprovechar; pero
que, en cambio, son casi siempre marginadas o dejadas morir inactivas.
Las generaciones jóvenes de hoy serán una parte importante en esta
transformación y nos incumbe a todos cultivar estilos de vida
saludables, flexibilidad y previsión que ayudará a las personas de edad
a aprovechar al máximo su esperanza de vida. También podríamos
encontrar algo importante en algunos de los consejos de las sociedades
que veneran y sacan fuerza de sus ancianos.

Por los motivos expuestos solicito de mis pares
la aprobación del presente Proyecto de Declaración.


Mabel L. Caparros