Número de Expediente 2183/03
N° | Origen | Tipo | Extracto |
---|---|---|---|
2183/03 | Senado De La Nación | Proyecto De Comunicación | FALCO : PROYECTO DE COMUNICACION SOLICITANDO INFORMES RELACIONADOS CON LA NECESIDAD DE ERRADICAR EL TRABAJO INFANTIL . |
Listado de Autores |
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Falco
, Luis
|
Fechas en Dir. Mesa de Entradas
MESA DE ENTRADAS | DADO CUENTA | Nº DE D.A.E. |
---|---|---|
22-09-2003 | 01-10-2003 | 130/2003 Tipo: NORMAL |
Fecha de Ingreso a Dir. Gral. de Comisiones
DIR. GRAL. de COMISIONES | INGRESO DEL DICTAMEN A LA MESA DE ENTRADAS |
---|---|
23-09-2003 | 23-09-2004 |
Giros del Expediente a Comisiones
COMISIÓN | FECHA DE INGRESO | FECHA DE EGRESO |
---|---|---|
DE POBLACIÓN Y DESARROLLO HUMANO
ORDEN DE GIRO: 1 |
23-09-2003 | 23-09-2004 |
ENVIADO AL ARCHIVO : 10-01-2005
Resoluciones
SENADO |
---|
FECHA DE SANCION: 20-10-2004 |
SANCION: APROBO |
COMENTARIO: |
NOTA: |
Órdenes del Día
NÚMERO | DE FECHA | ESTADO | ANEXO |
---|---|---|---|
1156/04 | 24-09-2004 | APROBADA | Sin Anexo |
PRESIDENCIA/OFICIALES VARIOS
ORIGEN | TIPO | NUMERO | FECHA | AR |
---|---|---|---|---|
PE | RP | 36/05 | 01-04-2005 |
En proceso de carga
Senado de la Nación
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones
(S-2183/03)
PROYECTO DE COMUNICACIÓN
El Senado de la Nación,
Se dirige al Poder Ejecutivo nacional a fin de que por intermedio del
Ministerio de Trabajo, Empleo y Formación de Recursos Humanos, informe
sobre las siguientes cuestiones ligadas con la necesidad de erradicar
el trabajo infantil:
1. Si se efectúan inspecciones regulares destinadas a evaluar la
situación de los menores que, nos consta, trabajan en las zonas
rurales.
2. Que se detallen las acciones realizadas a nivel nacional para
erradicar el Trabajo Infantil en sintonía con lo dispuesto en la
materia por la Organización de las Naciones Unidas.
3. Que se remitan datos estadísticos sobre trabajo infantil
discriminados por provincias.
4. Que se remita a esta Cámara todo informe reciente sobre el Trabajo
Infantil en la Argentina que el Ministerio haya realizado, y que se
informe sobre el estado de situación de toda iniciativa o programa
oficial de alcance nacional destinado a erradicar este flagelo.
Luis A. Falcó.-
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
En un evento organizado por el Gobierno de los Países Bajos y la
Organización Internacional del Trabajo (OIT), denominado "Conferencia
de Amsterdam sobre el Trabajo Infantil" (febrero de 1997), se realizó
un llamamiento internacional para advertir sobre la grave situación de
millones de niños en el mundo que trabajan explotados poniendo en serio
riesgo sus vidas, su integridad psicológica y su propio futuro laboral
al permanecer marginados de las instituciones educativas.
En un pasaje de su discurso inaugural -con el que coincidimos- el Sr.
Michel Hasanne, Director General de la OIT en aquel entonces, señaló
que las formas intolerables de explotación económica infantil
constituyen "graves violaciones del derecho internacional y de las
leyes nacionales que ninguna situación económica puede justificar".
La lucha contra toda forma de explotación infantil debe darse sin
cuartel en el país tanto en aquellos lugares donde la concentración
demográfica, la marginalidad y los bolsones de pobreza son una realidad
inocultable como en las zonas rurales más alejadas a las posibilidades
de ejercer una fiscalización más activa.
Aunque la responsabilidad del Poder Ejecutivo es ineludible tanto para
la generación como para el arbitrio de medidas destinadas a paliar o
superar estas condiciones, estos problemas deben ser superados con
acciones decididas que tiendan a revertir los efectos negativos del
actual proceso de concentración económica que multiplica pobres, genera
inseguridad y vuelca al mercado del trabajo informal a millares de
niños.
Las consecuencias de este proceso de deterioro son más que evidentes y
las medidas de control para evitarlo (o de cambio para superarlo)
parecen laxas y absolutamente insuficientes frente a la gravedad del
problema.
Cada año que pasa sin tomar decididas cartas en el asunto ve frustradas
la esperanza formativa de miles de niños que, en lugar de concurrir a
las escuelas para alcanzar niveles de instrucción que les permitan en
el futuro tener buenas chances en el mercado de trabajo, vagan por las
calles mendigando o cayendo víctimas de adultos inescrupulosos que los
emplean con fines económicos obligándolos a prácticas aberrantes que
dejan su nefasta huella de por vida.
Según estadísticas de la OIT, la cantidad de niños económicamente
activos de entre 10 y 14 años de edad llegaba en la Argentina de 1998
al 4,53%, mientras en Brasil alcanzaba al 16,09% y en Cuba y Chile al 0
(cero). Hoy estos datos casi se han duplicado.
Expertos de la OIT han establecido que la exposición de los menores a
trabajos forzados durante las cosechas arruina definitivamente su
columna vertebral, además de dificultarles seriamente la posibilidad de
completar su educación porque el comienzo de la temporada de trabajo
significa dejar de asistir a la escuela. Mucho peor aún es el riesgo de
vida que corren por estar en contacto cotidiano con plaguicidas,
herbicidas y fertilizantes, que constituyen la principal causa de
muerte de niños en zonas rurales.
Consultoras privadas estiman que para el año 2002, los niños de entre 6
y 14 años que trabajaban en el país superaban los 250.000. De ellos, el
84 % pertenecía a hogares en situación de pobreza.
La UNICEF, por su parte, reconoce que el trabajo infantil rural es más
difícil de detectar, ya que por lo general transcurre en el ámbito
familiar o se efectúa por períodos limitados y "en condiciones de
extrema precariedad". Existen en el país 180.000 niños que realizan
tareas rurales en los secaderos de tabaco, así como en la recolección
de las cosechas de cebolla, olivo y algodón.
Esta inaceptable explotación infantil se realiza generalmente bajo
condiciones deplorables que constituyen un obstáculo inadmisible a su
educación, siendo perjudicial para la salud, la seguridad y la
moralidad de los menores.
Evidentemente, la pobreza constituye la causa primera de la explotación
laboral infantil, pero no es la única. Está demostrado que en países
donde los recursos son escasos, la aversión a este tipo de trabajo es
visceral. Esto significa que existe también un componente cultural
jugando un importante rol en nuestras sociedades que puede y debe ser
estimulado por acciones del Estado para que no se traduzca en acciones
de indiferencia o permisividad.
Ciertamente, ninguna institución aislada y por sí misma podrá resolver
la cuestión que nos ocupa, al reconocimiento expreso del problema; a la
asunción de su gravedad debe seguirle el llamado abierto a la
participación de partidos políticos, organizaciones intermedias y de
trabajadores para comenzar a delinear acciones concertadas que sean
efectivas.
Debemos comprender que estas prácticas no podrán ser eliminadas por un
mero acto de voluntarismo ni por la simple sanción de leyes; hace falta
atacar al problema desde su raíz generando mayores fuentes de trabajo
legales y genuinas para los adultos.
Tal es la preocupación a nivel mundial que esta cuestión despierta que
durante la 87.ª reunión anual de la Conferencia Internacional del
Trabajo celebrada por la OIT en la ciudad de Ginebra, Suiza, ese adoptó
por unanimidad el "Convenio sobre las peores formas de trabajo
infantil, 1999".
La Argentina orgánicamente a respaldado este documento demostrando que
comparte la postura de la OIT en el sentido de prohibir las formas
aberrantes del trabajo infantil entre las que se encuentran la
esclavitud o prácticas similares, la venta y tráfico de niños, el
trabajo forzoso u obligatorio, la prostitución infantil y el empleo de
niños para la pornografía y el tráfico de drogas.
Es por ello que este proyecto se orienta a saber qué está haciendo el
Poder Ejecutivo nacional para tender a la consecución de estos
objetivos indispensables para el desarrollo de una niñez sana y de una
sociedad democrática que se precie de respetar plenamente los derechos
humanos.
Convencido de que los señores senadores comparten las líneas generales
de este proyecto, solicito que lo acompañen con su voto afirmativo para
su pronta aprobación.
Luis A. Falcó.-
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones
(S-2183/03)
PROYECTO DE COMUNICACIÓN
El Senado de la Nación,
Se dirige al Poder Ejecutivo nacional a fin de que por intermedio del
Ministerio de Trabajo, Empleo y Formación de Recursos Humanos, informe
sobre las siguientes cuestiones ligadas con la necesidad de erradicar
el trabajo infantil:
1. Si se efectúan inspecciones regulares destinadas a evaluar la
situación de los menores que, nos consta, trabajan en las zonas
rurales.
2. Que se detallen las acciones realizadas a nivel nacional para
erradicar el Trabajo Infantil en sintonía con lo dispuesto en la
materia por la Organización de las Naciones Unidas.
3. Que se remitan datos estadísticos sobre trabajo infantil
discriminados por provincias.
4. Que se remita a esta Cámara todo informe reciente sobre el Trabajo
Infantil en la Argentina que el Ministerio haya realizado, y que se
informe sobre el estado de situación de toda iniciativa o programa
oficial de alcance nacional destinado a erradicar este flagelo.
Luis A. Falcó.-
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
En un evento organizado por el Gobierno de los Países Bajos y la
Organización Internacional del Trabajo (OIT), denominado "Conferencia
de Amsterdam sobre el Trabajo Infantil" (febrero de 1997), se realizó
un llamamiento internacional para advertir sobre la grave situación de
millones de niños en el mundo que trabajan explotados poniendo en serio
riesgo sus vidas, su integridad psicológica y su propio futuro laboral
al permanecer marginados de las instituciones educativas.
En un pasaje de su discurso inaugural -con el que coincidimos- el Sr.
Michel Hasanne, Director General de la OIT en aquel entonces, señaló
que las formas intolerables de explotación económica infantil
constituyen "graves violaciones del derecho internacional y de las
leyes nacionales que ninguna situación económica puede justificar".
La lucha contra toda forma de explotación infantil debe darse sin
cuartel en el país tanto en aquellos lugares donde la concentración
demográfica, la marginalidad y los bolsones de pobreza son una realidad
inocultable como en las zonas rurales más alejadas a las posibilidades
de ejercer una fiscalización más activa.
Aunque la responsabilidad del Poder Ejecutivo es ineludible tanto para
la generación como para el arbitrio de medidas destinadas a paliar o
superar estas condiciones, estos problemas deben ser superados con
acciones decididas que tiendan a revertir los efectos negativos del
actual proceso de concentración económica que multiplica pobres, genera
inseguridad y vuelca al mercado del trabajo informal a millares de
niños.
Las consecuencias de este proceso de deterioro son más que evidentes y
las medidas de control para evitarlo (o de cambio para superarlo)
parecen laxas y absolutamente insuficientes frente a la gravedad del
problema.
Cada año que pasa sin tomar decididas cartas en el asunto ve frustradas
la esperanza formativa de miles de niños que, en lugar de concurrir a
las escuelas para alcanzar niveles de instrucción que les permitan en
el futuro tener buenas chances en el mercado de trabajo, vagan por las
calles mendigando o cayendo víctimas de adultos inescrupulosos que los
emplean con fines económicos obligándolos a prácticas aberrantes que
dejan su nefasta huella de por vida.
Según estadísticas de la OIT, la cantidad de niños económicamente
activos de entre 10 y 14 años de edad llegaba en la Argentina de 1998
al 4,53%, mientras en Brasil alcanzaba al 16,09% y en Cuba y Chile al 0
(cero). Hoy estos datos casi se han duplicado.
Expertos de la OIT han establecido que la exposición de los menores a
trabajos forzados durante las cosechas arruina definitivamente su
columna vertebral, además de dificultarles seriamente la posibilidad de
completar su educación porque el comienzo de la temporada de trabajo
significa dejar de asistir a la escuela. Mucho peor aún es el riesgo de
vida que corren por estar en contacto cotidiano con plaguicidas,
herbicidas y fertilizantes, que constituyen la principal causa de
muerte de niños en zonas rurales.
Consultoras privadas estiman que para el año 2002, los niños de entre 6
y 14 años que trabajaban en el país superaban los 250.000. De ellos, el
84 % pertenecía a hogares en situación de pobreza.
La UNICEF, por su parte, reconoce que el trabajo infantil rural es más
difícil de detectar, ya que por lo general transcurre en el ámbito
familiar o se efectúa por períodos limitados y "en condiciones de
extrema precariedad". Existen en el país 180.000 niños que realizan
tareas rurales en los secaderos de tabaco, así como en la recolección
de las cosechas de cebolla, olivo y algodón.
Esta inaceptable explotación infantil se realiza generalmente bajo
condiciones deplorables que constituyen un obstáculo inadmisible a su
educación, siendo perjudicial para la salud, la seguridad y la
moralidad de los menores.
Evidentemente, la pobreza constituye la causa primera de la explotación
laboral infantil, pero no es la única. Está demostrado que en países
donde los recursos son escasos, la aversión a este tipo de trabajo es
visceral. Esto significa que existe también un componente cultural
jugando un importante rol en nuestras sociedades que puede y debe ser
estimulado por acciones del Estado para que no se traduzca en acciones
de indiferencia o permisividad.
Ciertamente, ninguna institución aislada y por sí misma podrá resolver
la cuestión que nos ocupa, al reconocimiento expreso del problema; a la
asunción de su gravedad debe seguirle el llamado abierto a la
participación de partidos políticos, organizaciones intermedias y de
trabajadores para comenzar a delinear acciones concertadas que sean
efectivas.
Debemos comprender que estas prácticas no podrán ser eliminadas por un
mero acto de voluntarismo ni por la simple sanción de leyes; hace falta
atacar al problema desde su raíz generando mayores fuentes de trabajo
legales y genuinas para los adultos.
Tal es la preocupación a nivel mundial que esta cuestión despierta que
durante la 87.ª reunión anual de la Conferencia Internacional del
Trabajo celebrada por la OIT en la ciudad de Ginebra, Suiza, ese adoptó
por unanimidad el "Convenio sobre las peores formas de trabajo
infantil, 1999".
La Argentina orgánicamente a respaldado este documento demostrando que
comparte la postura de la OIT en el sentido de prohibir las formas
aberrantes del trabajo infantil entre las que se encuentran la
esclavitud o prácticas similares, la venta y tráfico de niños, el
trabajo forzoso u obligatorio, la prostitución infantil y el empleo de
niños para la pornografía y el tráfico de drogas.
Es por ello que este proyecto se orienta a saber qué está haciendo el
Poder Ejecutivo nacional para tender a la consecución de estos
objetivos indispensables para el desarrollo de una niñez sana y de una
sociedad democrática que se precie de respetar plenamente los derechos
humanos.
Convencido de que los señores senadores comparten las líneas generales
de este proyecto, solicito que lo acompañen con su voto afirmativo para
su pronta aprobación.
Luis A. Falcó.-