Número de Expediente 1981/06
N° | Origen | Tipo | Extracto |
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1981/06 | Senado De La Nación | Proyecto De Declaración | CAPARROS : PROYECTO DE DECLARACION ADHIRIENDO AL DIA MUNDIAL DE LUCHA CONTRA LA DESERTIFICACION Y LA SEQUIA , EL 17 DE JUNIO DE CADA AÑO . |
Listado de Autores |
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Caparrós
, Mabel Luisa
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Fechas en Dir. Mesa de Entradas
MESA DE ENTRADAS | DADO CUENTA | Nº DE D.A.E. |
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08-06-2006 | 28-06-2006 | 86/2006 Tipo: NORMAL |
Fecha de Ingreso a Dir. Gral. de Comisiones
DIR. GRAL. de COMISIONES | INGRESO DEL DICTAMEN A LA MESA DE ENTRADAS |
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21-06-2006 | 18-08-2006 |
Giros del Expediente a Comisiones
COMISIÓN | FECHA DE INGRESO | FECHA DE EGRESO |
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DE POBLACIÓN Y DESARROLLO HUMANO
ORDEN DE GIRO: 1 |
21-06-2006 | 18-08-2006 |
ENVIADO AL ARCHIVO : 28-09-2006
Resoluciones
SENADO |
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FECHA DE SANCION: 06-09-2006 |
SANCION: APROBO |
COMENTARIO: |
APROBADO COMO: Proyecto de Declaracion |
NOTA:SE AP. OTRO PD CONJ. S. 1874, 1981, 1995, 2030/06 |
Órdenes del Día
NÚMERO | DE FECHA | ESTADO | ANEXO |
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831/06 | 22-08-2006 | APROBADA |
En proceso de carga
Senado de la Nación
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones
(S-1981/06)
PROYECTO DE DECLARACION
El Senado de la Nación
DECLARA:
1°) Su adhesión al ¿Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía¿ instituído por la Asamblea General de Naciones Unidas el 17 de junio de cada año.
2°) La importancia de sensibilizar a la opinión pública respecto de la necesidad de la cooperación internacional para luchar contra la desertificación y los efectos de la sequía, lo que ayudará decididamente a promover una conciencia colectiva en la utilización racional y la valoración mundial del suelo como recurso esencial para el desarrollo de la humanidad.
Mabel L. Caparrós.
FUNDAMENTOS
Señor Presidente:
El 17 de junio de 1994 se firmó la Convención Internacional de Lucha contra la Desertificación, como respuesta del concierto de naciones frente a los peligros que representa el fenómeno de las sequías graves y los procesos erosivos y desertificatorios en diversas partes de nuestro planeta. El 19 de diciembre de ese mismo año, la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas proclamó el 17 de junio como el ¿Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía¿ (resolución 49/115) en conmemoración a haberse firmado ese día la Convención de las Naciones Unidas de lucha contra la Desertificación, encaminada a brindar marco normativo internacional a las acciones de los países afectados por sequías graves, en particular en Africa.
Asimismo se invitó a los estados miembros de la comunidad internacional a que dedicaran el Día Mundial para sensibilizar a la opinión pública respecto de la necesidad de aunar esfuerzos mediante la cooperación internacional para luchar contra la desertificación y los efectos de la sequía y respecto de la aplicación de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación.
La República Argentina suscribió la Convención en 1994 y la ratificó en 1996, confiando en que esta nueva herramienta normativa se convierta en un instrumento válido para prevenir, combatir y revertir los graves procesos de desertificación que sufre nuestro país. En efecto, las zonas de deterioro y degradación del ecosistema comprenden el 75% de nuestro territorio nacional. En esta fecha especial y al cumplirse diez años de nuestra ratificación legislativa, un largo camino debemos aún recorrer en la defensa de los acuíferos y las reservas forestales de nuestro territorio. Pese a esto el hecho de implantar un día mundial de lucha sirve para tratar de concientizar a los ciudadanos de estos problemas ambientales que cada año suponen la pérdida de grandes superficies de tierra en Argentina y en todo el mundo.
Según el informe GEO 2000, el total de tierras degradadas ha afectado aproximadamente a 1900 millones de hectáreas en todo el mundo, lo cual equivale a un 40% de la superficie terrestre. La búsqueda de máximos beneficios a corto plazo de la agricultura intensiva se ha convertido en la principal causa de la degradación de los suelos y el agua y, por tanto, de los procesos de desertificación que a ritmo vertiginoso y con características expansivas se vienen registrando en todo el planeta.
La Asamblea General de Naciones Unidas, la UNESCO, la Organización de Estados Americanos y los distintos foros internacionales y regionales de política ambiental, han encarado desde hace años una tenaz campaña destinada a concientizar a los Estados y por su intermedio a su población, acerca de la urgente necesidad de optimizar el uso del suelo a través de un aprovechamiento racional y acorde a las necesidades básicas de cada región.
Las causas de la problemática y sus futuras implicancias no pueden ser ignoradas si el concierto de naciones desea encarar acciones responsables para encauzar el fenómeno: Las reservas de selvas y bosques del planeta se tornan más escasas con el transcurso del tiempo debido a la curva ascendente del desarrollo demográfico mundial. A ello es necesario agregar la acción depredadora del hombre y el agotamiento y contaminación de las reservas hídricas del planeta.
En efecto el elevado consumo de agua, la fuerte mecanización y la utilización de productos agroquímicos, constituyen los elementos característicos de la agricultura intensiva, cuyo incremento en los últimos tiempos está propiciando un aumento de la presión y degradación de nuestros suelos.
Los usos del suelo que más contribuyen a los procesos de desertificación son los cultivos leñosos y herbáceos de secano, por su elevado potencial erosivo debido a un exceso de laboreo, y los sistemas de regadío, por el agotamiento de los acuíferos, contaminación de aguas y suelos por exceso de productos fitosanitarios y abonos químicos y la salinización.
Estas formas abusivas de utilización del suelo, a pesar de resultar insostenibles a mediano plazo, se han extendido mucho en los últimos años, impulsados por factores de mercado. Otros factores que influyen sobre los procesos de desertificación son las grandes pérdidas de cubierta vegetal a causa de repetidos incendios forestales y la concentración de actividad económica en las zonas costeras como resultado del crecimiento urbano, las actividades industriales, el turismo y la agricultura de regadío.
Pero la desertización no es un problema aislado, sino que está plenamente relacionado con los cambios climáticos, la conservación de la biodiversidad y la necesidad de bosques sostenibles y un manejo adecuado del agua. Los vínculos entre estos aspectos y los factores socioeconómicos son cruciales.
En definitiva el problema de la desertización es un síntoma de la ruptura del equilibrio entre el sistema de recursos naturales y el sistema socio-económico que los explota, y cuya solución pasa tanto por la concientización como por un cambio de las políticas hidrológicas, energéticas y agrarias de los gobiernos.
Es menester encarar políticas concretas en que cada Estado, cada ONG, cada familia, cada ser humano se plantee la posibilidad concreta de no contar con tierras fértiles en un futuro cercano. Debemos apelar a la conciencia individual que generalmente precede a la colectiva, por ello cada hombre deberá enfrentar mentalmente el desafío de pensar cómo sería un día de su vida sin estos vitales elementos, con tierras estériles y desertificadas, y seguramente, le será difícil encontrar una respuesta.
Los esfuerzos de todos los Estados deben encaminarse a un racional y mejor aprovechamiento de todos los recursos naturales. Esta es la piedra basal en que se asienta el principio de desarrollo sustentable, es decir, para todos, para el futuro, para las generaciones venideras. El crecimiento y progreso de los países desarrollados o en vías de serlo no puede bajo ningún concepto producirse a costa del equilibrio ecológico y la dilapidación de los elementos básicos para la vida en el planeta.
Por eso saludamos y adherimos entusiastas a esta celebración, que ayudará decididamente a promover una conciencia colectiva en la utilización racional y la valoración mundial de los recursos naturales esenciales para el desarrollo de la humanidad.
Por las razones expuestas, solicito de mis pares la aprobación del presente Proyecto de Declaración.
Mabel L. Caparrós.