Número de Expediente 1936/03

Origen Tipo Extracto
1936/03 Senado De La Nación Proyecto De Declaración CAPARROS : PROYECTO DE DECLARACION ADHIRIENDO AL DIA MUNDIAL DE LA PRESERVACION DE LA CAPA DE OZONO.
Listado de Autores
Caparrós , Mabel Luisa

Fechas en Dir. Mesa de Entradas

MESA DE ENTRADAS DADO CUENTA Nº DE D.A.E.
03-09-2003 17-09-2003 117/2003 Tipo: NORMAL

Fecha de Ingreso a Dir. Gral. de Comisiones

DIR. GRAL. de COMISIONES INGRESO DEL DICTAMEN A LA MESA DE ENTRADAS
04-09-2003 08-10-2003

Giros del Expediente a Comisiones

COMISIÓN FECHA DE INGRESO FECHA DE EGRESO
DE AMBIENTE Y DESARROLLO SUSTENTABLE
ORDEN DE GIRO: 1
04-09-2003 08-10-2003

ENVIADO AL ARCHIVO : 12-11-2003

Resoluciones

SENADO
FECHA DE SANCION: 29-10-2003
SANCION: APROBO
COMENTARIO:
NOTA:

Órdenes del Día

NÚMERO DE FECHA ESTADO ANEXO
904/03 17-10-2003 APROBADA Sin Anexo
En proceso de carga
Senado de la Nación
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones

(S-1936/03)

PROYECTO DE DECLARACIÓN

El Senado de la Nación

DECLARA:

1°) Su adhesión al "Día Mundial de la Preservación de la Capa de
Ozono", instituído cada 16 de setiembre por la Asamblea General de
Naciones Unidas con el objeto de generar una conciencia mundial
tendiente a la protección del medio ambiente natural y los recursos que
nos permiten sobrevivir en la tierra.

2°) Ratificar el compromiso de nuestro país con los términos del
Protocolo de Montreal y comprometer esfuerzos respecto al no uso de
clorofluorocarbonos y otras sustancias que afecten la capa de ozono
terrestre.

Mabel L. Caparrós.-




















FUNDAMENTOS

Señor Presidente:

La Asamblea General de Naciones Unidas hace un permanente llamado a los
gobiernos, a la industria, a las organizaciones y a los ciudadanos de
todo el mundo para que apoyen los objetivos de este Día Internacional
del Ozono, promoviendo actividades que contribuyan para que haya mayor
conciencia pública y política sobre este tema. A través de esfuerzos
educativos, cooperación pública y compromisos que refuercen sólo el uso
de sustancias químicas y productos que no destruyan el ozono, cada uno
de nosotros podrá lograr grandes logros en cuanto a la protección de
nuestra tierra y de nuestra salud, así como en establecer estándares
más altos de vida para las futuras generaciones en este planeta.

Promover mejores estándares de vida para todos
los seres humanos es uno de los principios que dieron origen a la
Organización de las Naciones Unidas. A medida que avanzamos en el Siglo
XXI, se hace cada vez más evidente que para mejorar las condiciones de
vida, debemos proteger el medio ambiente natural y los recursos que nos
permiten sobrevivir en la tierra. Al tolerar que continúen las
devastadoras prácticas medioambientales, estamos legando a nuestros
niños un futuro desolador y peligroso.

Al conmemorarse este Día Mundial tenemos una
inmejorable oportunidad para concentrar la atención y la acción
mundial en la conservación de la capa de ozono, barrera protectora
entre el sol y la tierra, esencial para la supervivencia humana. En
efecto, la vida en nuestro planeta ha sido protegida durante millares
de años por una capa de veneno vital en la atmósfera. Esta capa,
compuesta de ozono, sirve de escudo para proteger a la Tierra contra
las dañinas radiaciones ultravioletas del sol. Hasta donde sabemos, es
exclusiva de nuestro planeta y si desapareciera, la luz ultravioleta
del sol esterilizaría la superficie del globo y aniquilaría toda la
vida terrestre.

El ozono es una forma de oxígeno cuya molécula
tiene tres átomos, en vez de los dos del oxígeno común. El tercer átomo
es el que hace que este gas sea venenoso y mortal, aún si se aspirase
una pequeñísima porción de esta sustancia. Pero en la seguridad de la
estratosfera, de 15 a 50 kilómetros sobre la superficie, este gas
inestable, azulado y de olor fuerte es tan importante para la vida como
el propio oxígeno.

El ozono forma un frágil escudo esparcido por
los 35 kilómetros de espesor de la estratosfera, en apariencia
inmaterial pero muy eficaz y que, si se lo comprimiera formaría una
capa en torno a la Tierra no más gruesa que la suela de un zapato. Sin
embargo, este filtro tan delgado es suficiente para bloquear casi todas
las dañinas radiaciones ultravioletas del sol. Cuanto menor es la
longitud de la onda de la luz ultravioleta, más daño pueda causar a la
vida, pero también es más fácilmente absorbida por la capa de ozono.

Según los datos actuales una disminución
constante del 10% en la capa de ozono conduciría a un aumento del 26%
en la incidencia del cáncer de la piel. Las últimas pruebas indican que
la radiación UVB es una causa de los melanomas más raros, malignos y
virulentos. El aumento de la radiación UVB también provocará un aumento
de los males oculares tales como las cataratas, la deformación del
cristalino y la presbicia. Se espera un aumento considerable de las
cataratas, causa principal de la ceguera en todo el mundo. Una
reducción del 1% de ozono puede provocar entre 100.000 y 150.000 casos
adicionales de ceguera causada por cataratas. Las cataratas son causa
de la ceguera de 12 a 15 millones de personas en todo el mundo y de
problemas de visión para otros 18 a 30 millones.

Asimismo la exposición a una mayor radiación
UVB podría suprimir la eficiencia del sistema inmunológico del cuerpo
humano. La investigación confirma que la radiación UVB tiene un
profundo efecto sobre el sistema inmunológico, cuyos cambios podrían
aumentar los casos de enfermedades infecciosas con la posible reducción
de la eficiencia de los programas de inmunización. La inmunosupresión
por la radiación UVB ocurre independientemente de la pigmentación de la
piel humana. Tales efectos exacerbarían los problemas de salud de
muchos países en desarrollo.

Lo más llamativo es que durante medio siglo,
las sustancias químicas más perjudiciales para la capa de ozono fueron
consideradas milagrosas, de una utilidad incomparable para la industria
y los consumidores e inocuas para los seres humanos y el medio
ambiente. Inertes, muy estables, ni inflamables ni venenosos, fáciles
de almacenar y baratos de producir, los clorofluorocarbonos (CFC)
parecían ideales para el mundo moderno.

No sorprende, entonces, que su uso se haya
generalizado más y más. Inventados casi por casualidad en 1928, se los
usó inicialmente como líquido frigorígeno de los refrigeradores. A
partir de 1950, han sido usados como gases propulsores en los
aerosoles. La revolución informática permitió que se usaran como
solventes de gran eficacia, debido a que pueden limpiar los circuitos
delicados sin dañar sus bases de plástico. Y la revolución de la comida
al paso los utilizó para dar cohesión al material alveolar de los vasos
y recipientes descartables.

La estructura estable de esta sustancia, tan
útil en la Tierra, le permite atacar la capa de ozono. Sin cambio
alguno flota lentamente hasta la estratósfera, donde la intensa
radiación UVC rompe sus enlaces químicos. Así se libera el cloro, que
captura un átomo de la molécula de ozono y lo convierte en oxígeno
común. El cloro actúa como catalizador y provoca esta destrucción sin
sufrir ningún cambio permanente él mismo, de modo que puede repetir el
proceso. En estas condiciones, cada molécula de CFC destruye miles de
moléculas de ozono, llevando a cabo un lento proceso de esterilización
terrestre.

Por todo lo expuesto y sus graves
consecuencias, la destrucción de la capa de ozono es uno de los
problemas ambientales más graves que debemos enfrentar hoy día. Sin
embargo la comunidad internacional ha acordado medidas prácticas para
protegerse de esta amenaza común y el éxito del Protocolo de Montreal
muestra claramente lo que se puede alcanzar cuando las naciones y
organizaciones internacionales cooperan y trabajan conjuntamente en pro
de un mismo objetivo.

En 1987 los gobiernos de todos los países del
mundo acordaron tomar las medidas necesarias para solucionar este grave
problema firmando el protocolo mencionado relativo a las Sustancias que
agotan la Capa de Ozono. Fue un acuerdo notable que sentó un precedente
para una mayor cooperación internacional en encarar los problemas
globales del medio ambiente. Bajo los auspicios del Programa de las
Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), los científicos,
industrialistas y gobiernos se reunieron para iniciar una acción
preventiva global. El resultado fue un acuerdo mediante el cual se
comprometieron los países desarrollados a una acción inmediata, y los
en desarrollo a cumplir el mismo compromiso en un plazo de diez años.

Desde entonces, se han presentado nuevas
pruebas científicas de que la destrucción del ozono estaba ocurriendo
más rápidamente de lo previsto. Pero los líderes mundiales han actuado
prontamente en este asunto y en 1990 se hicieron enmiendas importantes
al Protocolo de Montreal en Londres, y en 1992 en Copenhague, para
acelerar la eliminación de las sustancias destructoras del ozono.
Muchos países han reaccionado ante esta amenaza creciente optando por
eliminar la producción y consumo de las sustancias destructoras del
ozono más rápidamente que lo estipulado por el tratado. Se facilitó un
mecanismo financiero para estimular la acción de las naciones en
desarrollo. El resultado demuestra que las partes del Protocolo han
anticipado la ejecución de las disposiciones del tratado.

La Declaración de Beijing, aprobada en
Diciembre de 1999 reafirmó el compromiso de 175 gobiernos,
organizaciones internacionales, industrias y otros grupos pertinentes
de suprimir gradualmente aquellos productos químicos que destruyen
nuestra capa de ozono estratosférica. Sin esta adhesión profunda al
Protocolo, los niveles de sustancias que deterioran el ozono serían
cinco veces superiores a los actuales.

Sin embargo el progreso extraordinario que se
ha alcanzado hasta ahora debe continuar, hasta que estemos
absolutamente seguros de que la capa de ozono estará protegida. La
atención que se prestó a los países industrializados, que fueron los
pioneros en bajar la producción total de clorofluorocarbonos (CFC),
debe centrarse ahora en los países en desarrollo que, de acuerdo al
Protocolo de Montreal, tienen plazo hasta el año 2010 para suprimir la
producción de emisiones de CFC. Sólo a través del total y continuo
acatamiento del Protocolo, tanto por parte de los países desarrollados
como por los países en desarrollo, se podrá asegurar la total
recuperación de la capa de ozono.

Por los motivos expuestos solicito de
mis pares la aprobación del presente Proyecto de Declaración.

Mabel L. Caparrós.-