Número de Expediente 1907/03

Origen Tipo Extracto
1907/03 Senado De La Nación Proyecto De Declaración FALCO : PROYECTO DE DECLARACION ADHIRIENDO A LA CELEBRACION DEL DIA DEL INMIGRANTE .
Listado de Autores
Falco , Luis

Fechas en Dir. Mesa de Entradas

MESA DE ENTRADAS DADO CUENTA Nº DE D.A.E.
28-08-2003 17-09-2003 116/2003 Tipo: NORMAL

Fecha de Ingreso a Dir. Gral. de Comisiones

DIR. GRAL. de COMISIONES INGRESO DEL DICTAMEN A LA MESA DE ENTRADAS
29-08-2003 24-09-2003

Giros del Expediente a Comisiones

COMISIÓN FECHA DE INGRESO FECHA DE EGRESO

ORDEN DE GIRO: 1
29-08-2003 24-09-2003

ENVIADO AL ARCHIVO : 04-11-2003

Resoluciones

SENADO
FECHA DE SANCION: 15-10-2003
SANCION: APROBO
COMENTARIO:
NOTA:CONJ. S. 1896 Y 1938/03
OBSERVACIONES
Conjuntamente con S. 1896 y 1938/03

Órdenes del Día

NÚMERO DE FECHA ESTADO ANEXO
832/03 30-09-2003 APROBADA Sin Anexo
En proceso de carga
Senado de la Nación
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones

(S-1907/03)

PROYECTO DE DECLARACIÓN

El Senado de la Nación,

DECLARA:

Su adhesión a la celebración del Día del Inmigrante, que se conmemora
el 4 de septiembre de 2003, y su reconocimiento a las innumerables
colectividades extranjeras afincadas en nuestro país por su
contribución permanente al engrandecimiento de nuestra Nación.

Luis A. Falcó.-



FUNDAMENTOS

Señor presidente:

El decreto Nº 21430, dictado en 1949 por el Poder Ejecutivo nacional,
instituyó al 4 de septiembre de cada año como el Día del Inmigrante, en
conmemoración de aquella fecha del año 1812 en que el Primer
Triunvirato firmó un decreto que, en lo sustancial, decía: "... el
gobierno ofrece su inmediata protección a los individuos de todas las
naciones y a sus familias que deseen fijar su domicilio en el
territorio...".

Desde aquel entonces la Argentina implementó políticas inmigratorias de
brazos abiertos. En efecto, había que poblar un vasto territorio
llamado a convertirse en tierra de esperanza y, cien años más tarde, en
"el granero del mundo".

La necesidad de la Argentina de insertarse en el mercado europeo; la
situación inversa que exponían las realidades socio-económicas
argentinas y europeas, cuando la Argentina necesitaba mano de obra,
como consecuencia del proyecto de expansión de su sector agropecuario,
al tiempo que Europa la liberaba como consecuencia de la tecnificación
del agro y de la Segunda Revolución Industrial; las amplísimas
extensiones aptas para la explotación agropecuaria en nuestro país y la
buena acogida de los productos del sector en los mercados mundiales,
fueron algunos de los más destacados factores que impulsaron la llegada
a nuestro territorio de cientos de miles de inmigrantes.

Haremos una muy breve reseña de esos inmigrantes, que proyectaron a la
Argentina como tierra de paz, de trabajo y fundamentalmente de
esperanza, teniendo en cuenta para ello su caudal inmigratorio:

Italianos: conformaron el grupo más numeroso. Por su número, sus
industrias, sus comercios, sus capitales y sus profesionales; ocupaban
un lugar prominente en la vida económica y social de la ciudad de
Buenos Aires. También era muy importante este grupo en Santa Fe y
Rosario. Hasta 1894 vinieron fundamentalmente del norte de Italia y
luego, en su mayoría, del sur.

Españoles: siguiendo en importancia a los italianos, este grupo llega
más tardíamente pero es muy numeroso. Los españoles tienen ingresos
superiores a los italianos. Vinieron fundamentalmente de Galicia,
Asturias, El País Vasco, Cataluña y Castilla.

Ingleses, franceses, alemanes y suizos: numéricamente, la más débil,
pero desempeñó un importante papel económico. Tuvieron generalmente
calificación profesional, cierto grado de instrucción, y medios
capitales que invirtieron en el campo y en la industria.

Rusos, sirios, libaneses y armenios: se distinguen de los otros grupos
por su ingreso tardío y por las diferencias de lenguas (árabe, ruso),
de religión (judía, musulmana, ortodoxa) y por sus costumbres.
La cantidad de inmigrantes fue creciendo de manera geométrica,
comenzando su aceleración hacia la segunda mitad del siglo XIX y
deteniéndose cien años más tarde. Entre 1860 y 1870 llegaron al país
76000 personas; entre 1870 y 1880 ingresaron 85000; esta cifra se elevó
a 841000 en la década siguiente y continuó acentuándose hasta 1910.
Como efecto de la Primera Guerra Mundial, de la Guerra Civil Española y
de la Segunda Guerra Mundial, se volvió a producir una corriente
migratoria que fue recibida en nuestro país, una vez más, con generosa
disposición.

Las primeras décadas de inmigración le cambiaron la cara a la ciudad de
Buenos Aires y fueron edificando el "país económico" con el avance de
cada kilómetro de ferrocarril que ayudó a la expansión de las áreas
cultivables y el desarrollo ganadero. En apenas tres décadas la ciudad
de Buenos Aires se había "europeizado" en sus gustos y modas.

La capital de la Argentina ponía de manifiesto todos los rasgos del
cambio que se operaba en el país: cosmopolita, de arquitectura
renovada, cultas sus minorías y activo su puerto.

Junto a estos inmigrantes llegaron sus culturas, ideologías y formas de
relacionarse. A ellos le debemos también los rasgos de nuestra
nacionalidad. Su aporte, el aporte de nuestros abuelos, se fundió con
la cultura preexistente, mostrándole al mundo el positivo fruto de la
integración, el respeto al pluralismo, la tolerancia y el ansia de
superación.

Pero nuestra nación no sólo ha recibido el aporte de sangre europea:
miles de hermanos bolivianos, uruguayos, paraguayos, peruanos,
chilenos, brasileños y nativos de otros muchos países americanos han
encontrado en la Argentina su hogar. Y si a ellos le sumamos las
corrientes migratorias de japoneses, en una primera etapa, de chinos,
coreanos y europeos orientales más recientemente, tendremos casi
completa la materia prima humana que amalgamó en un país al que bien se
lo denominó "crisol de razas".

La grave crisis económica padecida por nuestro país en el último lustro
expulsó a gran cantidad de argentinos, que pusieron proa a la tierra de
los abuelos. España e Italia recibieron con brazos abiertos a estos
compatriotas -mayoritariamente jóvenes- que cerrando un círculo
histórico volvieron a sus raíces con la misma esperanza que en su
momento impulsó a sus ancestros a cruzar el mar hacia un destino
incierto, pero venturoso, llamado Argentina.

España e Italia han reconocido el rol jugado por la Argentina como país
receptor de inmigrantes en tiempos difíciles y, ahora, intentan
retribuir aquella épica generosidad.

Aunque valorables, no podemos vivir exclusivamente del recuerdo de
nuestros antepasados, ni de la reciprocidad que hoy puedan ejercer
otras naciones. La Patria necesita del concurso de todos sus hijos y de
muchos extranjeros más que, como otrora, vengan a ofrecernos lo mejor
de sí. Confiemos en que el tesón al servicio del trabajo, la
inteligencia y él recupero de los ideales de nuestros ascendientes nos
lleven a reconstruir una Argentina pujante, que resulte un imán para la
vuelta a su seno de los compatriotas emigrados y otra vez atraiga
irresistiblemente a todos los hombres del mundo que quieran habitar su
suelo.

Mientras encaramos con empeño esa tarea irrenunciable, vaya nuestro
homenaje a todos los inmigrantes que, superando temores y adversidades,
llegaron a nuestras costas para poblar la Argentina y ayudar a
construir la patria que, con orgullo, pueden afirmar hoy que les
pertenece tanto como al que más.

Luis A. Falcó.-