Número de Expediente 1863/04
N° | Origen | Tipo | Extracto |
---|---|---|---|
1863/04 | Senado De La Nación | Proyecto De Declaración | CAPARROS . PROYECTO DE DECLARACION ADHIRIENDO AL DIA INTERNACIONAL DE LA LUCHA CONTRA EL USO INDEBIDO Y EL TRAFICO ILICITO DE DROGAS . |
Listado de Autores |
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Caparrós
, Mabel Luisa
|
Fechas en Dir. Mesa de Entradas
MESA DE ENTRADAS | DADO CUENTA | Nº DE D.A.E. |
---|---|---|
22-06-2004 | 23-06-2004 | 119/2004 Tipo: NORMAL |
Fecha de Ingreso a Dir. Gral. de Comisiones
DIR. GRAL. de COMISIONES | INGRESO DEL DICTAMEN A LA MESA DE ENTRADAS |
---|---|
23-06-2004 | 09-08-2004 |
Giros del Expediente a Comisiones
COMISIÓN | FECHA DE INGRESO | FECHA DE EGRESO |
---|---|---|
ORDEN DE GIRO: 1 |
23-06-2004 | 09-08-2004 |
ENVIADO AL ARCHIVO : 23-08-2004
Resoluciones
SENADO |
---|
FECHA DE SANCION: 11-08-2004 |
SANCION: Com.Art106 |
COMENTARIO: |
NOTA:DESPACHO 192 C/s-1806-1828/04 |
En proceso de carga
Senado de la Nación
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones
(S-1863/04)
PROYECTO DE DECLARACION
El Senado de la Nación
DECLARA:
1°) Su permanente adhesión al celebrarse el Día Internacional de la
Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, que como
flagelo de este tiempo, constituye un grave peligro para la salud de la
sociedad, la tranquilidad de los pueblos y la seguridad nacional de los
países del mundo.
2°) Reiterar su compromiso en la consolidación de una amplia cultura de
protección frente a la amenaza del narcotráfico, en que la prevención
contribuirá a evitar el consumo mediante la educación, la orientación y
la instauración de una cultura que rechace el uso de drogas.
3°) Resaltar la fundamental importancia que en esta materia reviste la
familia, los medios de comunicación y los establecimientos educativos
que, como protagonistas del entorno social cotidiano, contribuirán a
erradicar los peligros que acosan a niños y adolescentes, formando una
juventud consciente del peligro de las drogas.
Mabel L. Caparrós.-
FUNDAMENTOS
Señor Presidente:
En este mundo en rápida globalización, las
drogas no conocen fronteras. No se restringen a ninguna clase social y
no son exclusivas de ninguna región. Son un problema global con
asombrosos costos económicos y sociales y sin temor a equivocarnos
podemos afirmar que muchos de los problemas más acuciantes que sufren
nuestras sociedades se alimentan del tráfico de drogas. En este nuevo
milenio el fenómeno del narcotráfico y el uso indebido de
estupefacientes se alza ante nosotros como una grave amenaza contra la
salud de la sociedad, que daña la convivencia social y la firmeza de
las instituciones, al tiempo de estimular otras actividades ilícitas
como el tráfico de armas y el lavado de dinero.
La Asamblea General de Naciones Unidas decidió
instituir el 26 de junio como el Día Internacional de la lucha contra
el uso indebido y el tráfico ilícito de drogas, como una forma de
expresar su determinación de consolidar la acción y la cooperación en
todos los planos a fin de alcanzar el objetivo de una sociedad
internacional libre del uso indebido de drogas. La Asamblea tomó esa
medida el 7 de diciembre de 1987 (resolución 42/112), sobre la base de
lo recomendado por la Conferencia Internacional sobre el Uso Indebido y
el Tráfico Ilícito de Drogas que había aprobado el 26 de junio de 1987
el Plan Amplio y Multidisciplinario de actividades futuras en materia
de fiscalización del uso indebido de drogas.
El 23 de febrero de 1990, durante un período
extraordinario de sesiones dedicado al uso indebido de drogas, la
Asamblea aprobó el Programa Mundial de Acción contra las drogas
ilícitas y declaró que se observaría el Día Internacional como parte de
las acciones para conseguir que el público tuviera mayor conciencia de
la lucha contra el uso indebido y promover la adopción de medidas
preventivas contra este flagelo que azota fuertemente a la totalidad de
los países que integran la comunidad internacional.
El fin del milenio marcó la conclusión de la
Década de las Naciones Unidas contra el Abuso de Drogas así instituída
por la Asamblea General. Ello generó en todas las naciones del mundo
una movilización sin precedentes contra el abuso y tráfico de drogas,
lo que lleva a creer que la cooperación internacional finalmente se
está actualizando con la naturaleza global del tráfico de drogas. No
solo el conocimiento sobre los efectos destructivos del tráfico y abuso
de drogas se está incrementando, sino que además se está aceptando la
percepción de que las soluciones al problema de las drogas son
posibles.
Sin embargo, la lucha encarada por las naciones
civilizadas contra la amenaza de la droga no ha terminado, y la
victoria en esta crítica tarea está lejos de ser definitiva. Por ello
es necesario que en el Día Internacional contra el Abuso y Tráfico
Ilícito de Drogas, reafirmemos nuestro compromiso para erradicar esta
enfermedad, y para hacer de este nuevo siglo una era verdaderamente
libre de drogas.
Prácticamente todos los países del mundo se ven
amenazados por el azote de las drogas, ya sea como productores, o en
cuanto a su tránsito, comercialización o consumo. No existe protección
absoluta contra este mal de nuestro tiempo, que perjudica la salud de
millones de hombres y mujeres en todo el mundo, y que cobra sus
víctimas más lamentables e inocentes entre los niños y los jóvenes.
Nadie puede sentirse ajeno a esta epidemia, que lesiona el núcleo mismo
de la sociedad, la familia, y que significa la cotidiana pérdida de
ciudadanos útiles y aumenta una dolorosa carga social, cuyos efectos
son muchas veces irreversibles.
Las cifras relativas a la producción y
comercialización de estupefacientes y a los beneficios del
narcotráfico, han alcanzado en todo el mundo proporciones colosales y
nunca antes conocidas. Ello a pesar de los esfuerzos y de las múltiples
iniciativas de gobiernos y organismos internacionales y nacionales para
impedir que ello suceda. Más aún, las organizaciones dedicadas al
narcotráfico, lejos de retroceder, han modernizado y sofisticado sus
procedimientos para la producción y distribución de drogas, al igual
que los mecanismos utilizados para lavar el dinero producto de éstas.
El tráfico de drogas no genera problemas
individuales sino globales, que afectan el entramado básico de la
sociedad moderna. Las inmensas sumas de dinero generadas por el tráfico
de drogas hacen crecer una cultura de corrupción y violencia que
desgarra el tejido de la sociedad. El lavado de dinero socava la
integridad de las instituciones financieras, y desvía los recursos
hacia una economía no oficial sin impuestos y sin regulación. El dinero
de la droga hace que se enriquezca aún mas la elite rica de la droga,
mientras la brecha entre los países ricos y los pobres se hace más
grande. La violencia es otra faceta del tráfico de drogas: la violencia
contra las autoridades, violencia entre traficantes de distintas
bandas, crímenes cometidos por adictos para sustentar su vicio, y la
violencia en el hogar mientras la familia se desintegra.
Sobre todo, existe violencia del adicto contra
él mismo: la destrucción de su cuerpo y de su alma. Porque, en esencia,
el abuso de drogas sigue siendo una tragedia personal. Afecta la salud
y el bienestar de la persona, y destruye su capacidad para hacer una
contribución significativa a la sociedad.
Todo ello coloca en serio peligro a las
instituciones democráticas y a la salud física y moral de las naciones
del orbe. La situación actual impone que todos reconozcamos que estamos
enfrentando un fenómeno de crimen organizado auténticamente global, que
opera con niveles de corrupción, violencia y destrucción sin
precedentes.
La dimensión global del narcotráfico impone a
un mismo tiempo la necesidad de un combate eficaz en cada nación y un
esfuerzo más firme de cooperación de la comunidad internacional. Cada
país debe asumir su responsabilidad en esta compleja cadena delictiva,
sea como productor, consumidor, punto de tránsito o centro de lavado de
dinero del narcotráfico, debiendo realizar un mayor esfuerzo acorde a
sus recursos, su capacidad tecnológica y su tradición jurídica. Solo
con una estrategia integral, coordinada y resuelta la comunidad
internacional podrá vencer esta terrible amenaza.
Si bien en la República Argentina el problema
del consumo aún no es comparable al de muchos países del continente,
resulta imperativo adoptar las políticas y medidas necesarias para
revertir la marcada tendencia hacia un mayor uso de estupefacientes que
se viene registrando en los últimos años. Para lograr este objetivo la
prevención se presenta como un recurso particularmente eficaz, pues
contribuye a evitar el consumo mediante la educación, la toma de
conciencia, la orientación, para finalmente instaurar en la sociedad
una cultura homogénea que rechace el uso de drogas y consecuentemente
no propicie el tráfico de estupefacientes.
Desde este elevado cuerpo legislativo hemos
destacado siempre el valor fundamental de la familia como célula
primigenia de la sociedad, en que los valores del respeto a la vida, a
la salud y al bienestar de cada uno de sus integrantes se imponga como
norma de vida y desarrollo dentro de su seno.
Sin embargo, la tarea de prevención y
concientización en la lucha contra las drogas, cuenta además con otros
actores esenciales, no siendo el núcleo familiar, por cierto, el único.
La falta de información sobre los efectos y las consecuencias que causa
el consumo de drogas en el momento en que los jóvenes comienzan a tomar
contacto con los problemas que los rodean hace necesario incluir el
tema de la prevención de las adicciones en los programas de estudio.
Los establecimientos educativos no pueden permanecer indiferentes y
ajenos al entorno social cotidiano y pueden llevar adelante verdaderas
campañas para erradicar los peligros que acosan a niños y jóvenes de
todos los niveles de nuestra sociedad.
Los medios de comunicación, las iglesias de
cualquier credo, las asociaciones intermedias y las organizaciones no
gubernamentales e intermedias deben formar una amplia cadena de
contención social, rodeando y fortaleciendo en la conciencia de
nuestros jóvenes la idea de peligro que implican las drogas y la
difícil salida que importa su dependencia. Familia, estado y sociedad
deben forjar un escudo protector frente al azote de las drogas,
incrementando su actuación con acciones concretas de prevención en cada
una de sus áreas específicas. Seguramente esta prédica no pondrá entre
rejas a esos verdaderos mercaderes de la muerte que son los
narcotraficantes, pero contribuirá a que este mal no siga ganando
adeptos entre potenciales víctimas.
No hay soluciones fáciles para estos problemas
tan difíciles. Pese a que la comunidad internacional ha dado pasos
significativos para combatir el suministro de drogas ilegales, el
narcotráfico está alimentado por la demanda y es en este aspecto en que
mucho más se puede hacer, especialmente para prevenir el abuso de
drogas antes de que empiece. La gente joven necesita modelos para
ayudarlos a encontrar un camino positivo, sin drogas, en el ambiente
inestable en que vivimos.
Las armas en esta lucha son simples:
información, sentido común, toma de conciencia, contención y educación,
pero ello no siempre está a disposición en cualquier familia,
institución o vecindario. Es necesario reiterar e instalar en cada
ciudadano la idea de que la lucha en la que nos encontramos es a menudo
un asunto de vida o muerte. El abuso de drogas y tráfico de drogas son
una terrible realidad, de la cual, sin embargo, no podemos escapar. La
negación sólo nos llevará a una espiral destructiva de corrupción y
violencia.
En este nuevo Día Internacional de lucha contra
el narcotráfico y el abuso de drogas renovamos nuestro compromiso con
este inmenso desafío, a sabiendas que la erradicación del abuso de
drogas de nuestro planeta es una tarea enorme pero con la fuerza
combinada en todos los niveles de la organización y el esfuerzo humano,
estoy convencida de que podemos y vamos a hacer progresos.
Por los motivos expuestos, solicito de mis
pares la aprobación del presente Proyecto de Declaración.
Mabel L. Caparrós.-
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones
(S-1863/04)
PROYECTO DE DECLARACION
El Senado de la Nación
DECLARA:
1°) Su permanente adhesión al celebrarse el Día Internacional de la
Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, que como
flagelo de este tiempo, constituye un grave peligro para la salud de la
sociedad, la tranquilidad de los pueblos y la seguridad nacional de los
países del mundo.
2°) Reiterar su compromiso en la consolidación de una amplia cultura de
protección frente a la amenaza del narcotráfico, en que la prevención
contribuirá a evitar el consumo mediante la educación, la orientación y
la instauración de una cultura que rechace el uso de drogas.
3°) Resaltar la fundamental importancia que en esta materia reviste la
familia, los medios de comunicación y los establecimientos educativos
que, como protagonistas del entorno social cotidiano, contribuirán a
erradicar los peligros que acosan a niños y adolescentes, formando una
juventud consciente del peligro de las drogas.
Mabel L. Caparrós.-
FUNDAMENTOS
Señor Presidente:
En este mundo en rápida globalización, las
drogas no conocen fronteras. No se restringen a ninguna clase social y
no son exclusivas de ninguna región. Son un problema global con
asombrosos costos económicos y sociales y sin temor a equivocarnos
podemos afirmar que muchos de los problemas más acuciantes que sufren
nuestras sociedades se alimentan del tráfico de drogas. En este nuevo
milenio el fenómeno del narcotráfico y el uso indebido de
estupefacientes se alza ante nosotros como una grave amenaza contra la
salud de la sociedad, que daña la convivencia social y la firmeza de
las instituciones, al tiempo de estimular otras actividades ilícitas
como el tráfico de armas y el lavado de dinero.
La Asamblea General de Naciones Unidas decidió
instituir el 26 de junio como el Día Internacional de la lucha contra
el uso indebido y el tráfico ilícito de drogas, como una forma de
expresar su determinación de consolidar la acción y la cooperación en
todos los planos a fin de alcanzar el objetivo de una sociedad
internacional libre del uso indebido de drogas. La Asamblea tomó esa
medida el 7 de diciembre de 1987 (resolución 42/112), sobre la base de
lo recomendado por la Conferencia Internacional sobre el Uso Indebido y
el Tráfico Ilícito de Drogas que había aprobado el 26 de junio de 1987
el Plan Amplio y Multidisciplinario de actividades futuras en materia
de fiscalización del uso indebido de drogas.
El 23 de febrero de 1990, durante un período
extraordinario de sesiones dedicado al uso indebido de drogas, la
Asamblea aprobó el Programa Mundial de Acción contra las drogas
ilícitas y declaró que se observaría el Día Internacional como parte de
las acciones para conseguir que el público tuviera mayor conciencia de
la lucha contra el uso indebido y promover la adopción de medidas
preventivas contra este flagelo que azota fuertemente a la totalidad de
los países que integran la comunidad internacional.
El fin del milenio marcó la conclusión de la
Década de las Naciones Unidas contra el Abuso de Drogas así instituída
por la Asamblea General. Ello generó en todas las naciones del mundo
una movilización sin precedentes contra el abuso y tráfico de drogas,
lo que lleva a creer que la cooperación internacional finalmente se
está actualizando con la naturaleza global del tráfico de drogas. No
solo el conocimiento sobre los efectos destructivos del tráfico y abuso
de drogas se está incrementando, sino que además se está aceptando la
percepción de que las soluciones al problema de las drogas son
posibles.
Sin embargo, la lucha encarada por las naciones
civilizadas contra la amenaza de la droga no ha terminado, y la
victoria en esta crítica tarea está lejos de ser definitiva. Por ello
es necesario que en el Día Internacional contra el Abuso y Tráfico
Ilícito de Drogas, reafirmemos nuestro compromiso para erradicar esta
enfermedad, y para hacer de este nuevo siglo una era verdaderamente
libre de drogas.
Prácticamente todos los países del mundo se ven
amenazados por el azote de las drogas, ya sea como productores, o en
cuanto a su tránsito, comercialización o consumo. No existe protección
absoluta contra este mal de nuestro tiempo, que perjudica la salud de
millones de hombres y mujeres en todo el mundo, y que cobra sus
víctimas más lamentables e inocentes entre los niños y los jóvenes.
Nadie puede sentirse ajeno a esta epidemia, que lesiona el núcleo mismo
de la sociedad, la familia, y que significa la cotidiana pérdida de
ciudadanos útiles y aumenta una dolorosa carga social, cuyos efectos
son muchas veces irreversibles.
Las cifras relativas a la producción y
comercialización de estupefacientes y a los beneficios del
narcotráfico, han alcanzado en todo el mundo proporciones colosales y
nunca antes conocidas. Ello a pesar de los esfuerzos y de las múltiples
iniciativas de gobiernos y organismos internacionales y nacionales para
impedir que ello suceda. Más aún, las organizaciones dedicadas al
narcotráfico, lejos de retroceder, han modernizado y sofisticado sus
procedimientos para la producción y distribución de drogas, al igual
que los mecanismos utilizados para lavar el dinero producto de éstas.
El tráfico de drogas no genera problemas
individuales sino globales, que afectan el entramado básico de la
sociedad moderna. Las inmensas sumas de dinero generadas por el tráfico
de drogas hacen crecer una cultura de corrupción y violencia que
desgarra el tejido de la sociedad. El lavado de dinero socava la
integridad de las instituciones financieras, y desvía los recursos
hacia una economía no oficial sin impuestos y sin regulación. El dinero
de la droga hace que se enriquezca aún mas la elite rica de la droga,
mientras la brecha entre los países ricos y los pobres se hace más
grande. La violencia es otra faceta del tráfico de drogas: la violencia
contra las autoridades, violencia entre traficantes de distintas
bandas, crímenes cometidos por adictos para sustentar su vicio, y la
violencia en el hogar mientras la familia se desintegra.
Sobre todo, existe violencia del adicto contra
él mismo: la destrucción de su cuerpo y de su alma. Porque, en esencia,
el abuso de drogas sigue siendo una tragedia personal. Afecta la salud
y el bienestar de la persona, y destruye su capacidad para hacer una
contribución significativa a la sociedad.
Todo ello coloca en serio peligro a las
instituciones democráticas y a la salud física y moral de las naciones
del orbe. La situación actual impone que todos reconozcamos que estamos
enfrentando un fenómeno de crimen organizado auténticamente global, que
opera con niveles de corrupción, violencia y destrucción sin
precedentes.
La dimensión global del narcotráfico impone a
un mismo tiempo la necesidad de un combate eficaz en cada nación y un
esfuerzo más firme de cooperación de la comunidad internacional. Cada
país debe asumir su responsabilidad en esta compleja cadena delictiva,
sea como productor, consumidor, punto de tránsito o centro de lavado de
dinero del narcotráfico, debiendo realizar un mayor esfuerzo acorde a
sus recursos, su capacidad tecnológica y su tradición jurídica. Solo
con una estrategia integral, coordinada y resuelta la comunidad
internacional podrá vencer esta terrible amenaza.
Si bien en la República Argentina el problema
del consumo aún no es comparable al de muchos países del continente,
resulta imperativo adoptar las políticas y medidas necesarias para
revertir la marcada tendencia hacia un mayor uso de estupefacientes que
se viene registrando en los últimos años. Para lograr este objetivo la
prevención se presenta como un recurso particularmente eficaz, pues
contribuye a evitar el consumo mediante la educación, la toma de
conciencia, la orientación, para finalmente instaurar en la sociedad
una cultura homogénea que rechace el uso de drogas y consecuentemente
no propicie el tráfico de estupefacientes.
Desde este elevado cuerpo legislativo hemos
destacado siempre el valor fundamental de la familia como célula
primigenia de la sociedad, en que los valores del respeto a la vida, a
la salud y al bienestar de cada uno de sus integrantes se imponga como
norma de vida y desarrollo dentro de su seno.
Sin embargo, la tarea de prevención y
concientización en la lucha contra las drogas, cuenta además con otros
actores esenciales, no siendo el núcleo familiar, por cierto, el único.
La falta de información sobre los efectos y las consecuencias que causa
el consumo de drogas en el momento en que los jóvenes comienzan a tomar
contacto con los problemas que los rodean hace necesario incluir el
tema de la prevención de las adicciones en los programas de estudio.
Los establecimientos educativos no pueden permanecer indiferentes y
ajenos al entorno social cotidiano y pueden llevar adelante verdaderas
campañas para erradicar los peligros que acosan a niños y jóvenes de
todos los niveles de nuestra sociedad.
Los medios de comunicación, las iglesias de
cualquier credo, las asociaciones intermedias y las organizaciones no
gubernamentales e intermedias deben formar una amplia cadena de
contención social, rodeando y fortaleciendo en la conciencia de
nuestros jóvenes la idea de peligro que implican las drogas y la
difícil salida que importa su dependencia. Familia, estado y sociedad
deben forjar un escudo protector frente al azote de las drogas,
incrementando su actuación con acciones concretas de prevención en cada
una de sus áreas específicas. Seguramente esta prédica no pondrá entre
rejas a esos verdaderos mercaderes de la muerte que son los
narcotraficantes, pero contribuirá a que este mal no siga ganando
adeptos entre potenciales víctimas.
No hay soluciones fáciles para estos problemas
tan difíciles. Pese a que la comunidad internacional ha dado pasos
significativos para combatir el suministro de drogas ilegales, el
narcotráfico está alimentado por la demanda y es en este aspecto en que
mucho más se puede hacer, especialmente para prevenir el abuso de
drogas antes de que empiece. La gente joven necesita modelos para
ayudarlos a encontrar un camino positivo, sin drogas, en el ambiente
inestable en que vivimos.
Las armas en esta lucha son simples:
información, sentido común, toma de conciencia, contención y educación,
pero ello no siempre está a disposición en cualquier familia,
institución o vecindario. Es necesario reiterar e instalar en cada
ciudadano la idea de que la lucha en la que nos encontramos es a menudo
un asunto de vida o muerte. El abuso de drogas y tráfico de drogas son
una terrible realidad, de la cual, sin embargo, no podemos escapar. La
negación sólo nos llevará a una espiral destructiva de corrupción y
violencia.
En este nuevo Día Internacional de lucha contra
el narcotráfico y el abuso de drogas renovamos nuestro compromiso con
este inmenso desafío, a sabiendas que la erradicación del abuso de
drogas de nuestro planeta es una tarea enorme pero con la fuerza
combinada en todos los niveles de la organización y el esfuerzo humano,
estoy convencida de que podemos y vamos a hacer progresos.
Por los motivos expuestos, solicito de mis
pares la aprobación del presente Proyecto de Declaración.
Mabel L. Caparrós.-