Número de Expediente 180/03
N° | Origen | Tipo | Extracto |
---|---|---|---|
180/03 | Senado De La Nación | Proyecto De Declaración | BAR : PROYECTO DE DECLARACION MANIFESTANDO PREOCUPACION POR LA EMIGRACION DE INVESTIGADORES Y CIENTIFICOS . |
Listado de Autores |
---|
Bar
, Graciela Yolanda
|
Fechas en Dir. Mesa de Entradas
MESA DE ENTRADAS | DADO CUENTA | Nº DE D.A.E. |
---|---|---|
12-03-2003 | 26-03-2003 | 13/2003 Tipo: NORMAL |
Fecha de Ingreso a Dir. Gral. de Comisiones
DIR. GRAL. de COMISIONES | INGRESO DEL DICTAMEN A LA MESA DE ENTRADAS |
---|---|
13-03-2003 | SIN FECHA |
Giros del Expediente a Comisiones
COMISIÓN | FECHA DE INGRESO | FECHA DE EGRESO |
---|---|---|
ORDEN DE GIRO: 1 |
02-04-2003 | 28-02-2005 |
EL EXPEDIENTE CADUCO EL 28-02-2005
ENVIADO AL ARCHIVO : 31-01-0006
En proceso de carga
Senado de la Nación
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones
(S-0180-03)
PROYECTO DE DECLARACIÓN
El Senado de la Nación
DECLARA
Su preocupación ante la permanente emigración de investigadores y
científicos que incide negativamente en el desarrollo científico,
tecnológico, productivo y económico de nuestro país.
Graciela Bar
FUNDAMENTOS
Señor Presidente:
Día a día, en un agónico e interminable drenaje, jóvenes con un título bajo
el brazo salen rumbo al Primer Mundo llevando sus sueños, proyectos y el
bagaje académico adquirido en universidades argentinas. Parten,
voluntariamente o no, a contribuir con el desarrollo científico, tecnológico
y social de países con un futuro más prospero y que no sufren los problemas
que tiene la Argentina.
Investigadores todavía residentes en el país, han llegado a la conclusión
que en los últimos 30 años se han ido hacia el exterior unos 50 mil
graduados universitarios, y entre ellos, 20 mil científicos con nivel de
doctorado. Se calcula que además del impacto científico y emocional, si se
traduce en términos económicos, tenemos que a un costo promedio de
veinticinco mil dólares por alumno graduado y entre sesenta y ochenta mil
por doctorado, se han fugado del país, entre mil y mil doscientos cincuenta
millones de dólares en formación académica. Otros datos indican que tan sólo
en las universidades estadounidenses trabajan 831 académicos argentinos. Y,
según la base de datos de la National Science Foundation, en 1999 había
4.377 argentinos activos en Ciencia y Técnica de EE.UU., mientras que 6.218
se desempeñaban en actividades de apoyo a esta área con distintos grados de
formación.
A este cálculo provisorio hay que sumarle la capacidad potencial de
desarrollo científico y tecnológico que estos migrantes se llevan consigo y
que hubieran podido volcar en la Argentina. Así mismo, se debe tener en
cuenta, que también salen de nuestro país fondos familiares para pagar
estudios de posgrado en España o EE.UU. que oscilan entre los veinte y los
cuarenta mil dólares. Se trata de una fuga de capitales, diferente a la del
dinero, es una transferencia de inversión, no sólo por divisas perdidas,
sino también por el capital social y cultural que cruza la frontera con
pasaje de ida.
Una consecuencia previsible es que según informes, el impacto sobre el
sistema científico nacional se sentirá en el mediano plazo; no solo por la
merma directa de su planta estable de investigadores, sino por una pérdida
muy importante de los mejores graduados jóvenes, que deberían estar
formándose en los grupos de investigación para convertirse en la generación
de recambio.
Esto lleva a preguntarse ¿cuál será modelo de país se proyecta a futuro, si
no se podrá contar con los investigadores que puedan generar el desarrollo
científico y tecnológico y tampoco con quienes puedan pensarlo y
analizarlo?
La partida de la materia gris genera temor e incertidumbre entre los que se
quedan porque es la culminación de este proceso de abandono del capital
científico acumulado, los jóvenes sienten que está en juego no sólo su
supervivencia económica, sino la posibilidad misma de conservar el campo de
investigación, de preservar su identidad científica, de acceder a los modos
con los cuales se requiere hoy trabajar en ciencia.
Esta problemática tiene una dimensión no sólo cuantitativa sino sustantiva
de la manera como se construye el conocimiento en los campos del saber. Una
buena escuela científica tiene lo mejor de todas las generaciones: los
jóvenes; los intermedios, que forman a los jóvenes y son los más productivos
y la gente más experimentada, que asesora y da cursos básicos.
En un país como la Argentina, en que la inversión en ciencia es apenas del
0,41 por ciento, se hace perentorio alcanzar la cifra indicada como mínima
por la UNESCO, que aconseja que dicha inversión no puede estar por debajo
del 1 por ciento del PBI. En el mundo desarrollado esta cifra es esta
integrada por una inversión mínima del Estado, en Francia, el Estado
invierte el 38 por ciento, en Alemania, el 31,6; en Estados Unidos, el 27; y
en Finlandia el 26 y el resto lo aportan empresas, fundaciones y
laboratorios.
Este problema afecta a todos los países con menos recursos. Se calcula,
que, a un promedio de 25 mil dólares por universitario, en los últimos 35
años, que coinciden con la hegemonía estadounidense de posguerra, la región
contribuyó con 25 mil millones de dólares en recursos humanos al desarrollo
científico, tecnológico y cultural de los Estados Unidos. En 1999, había
372.800 investigadores e ingenieros trabajando en EE.UU. provenientes del
Sur (el mundo sin Europa, Canadá y Japón), lo que representa un 18 por
ciento de la planta total de EE.UU.. Por ello se hace necesario trabajar con
los países que conforman el Mercosur, y los de la región para impedir que
los centros de alta tecnología europeos y norteamericanos continúen con su
practica una política de seducción a científicos de países latinoamericanos,
ofreciéndoles sueldos y condiciones de trabajo que sus países de origen
jamás podrían otorgarles.
La Argentina podrá recuperar a estos migrantes científicos, cuando se
piense nuevamente en un modelo de país basado en la producción de bienes y
de tecnología. En tanto, siempre habrá jóvenes deseando proyectarse en el
exterior.
Por tanto considero que se hace necesario instalar esta gravísima situación
en la agenda pública, con el fin de encontrar propuestas que ayuden a
construir un espacio de investigación científica que posibilitará un futuro
productivo.
Graciela Bar.-
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones
(S-0180-03)
PROYECTO DE DECLARACIÓN
El Senado de la Nación
DECLARA
Su preocupación ante la permanente emigración de investigadores y
científicos que incide negativamente en el desarrollo científico,
tecnológico, productivo y económico de nuestro país.
Graciela Bar
FUNDAMENTOS
Señor Presidente:
Día a día, en un agónico e interminable drenaje, jóvenes con un título bajo
el brazo salen rumbo al Primer Mundo llevando sus sueños, proyectos y el
bagaje académico adquirido en universidades argentinas. Parten,
voluntariamente o no, a contribuir con el desarrollo científico, tecnológico
y social de países con un futuro más prospero y que no sufren los problemas
que tiene la Argentina.
Investigadores todavía residentes en el país, han llegado a la conclusión
que en los últimos 30 años se han ido hacia el exterior unos 50 mil
graduados universitarios, y entre ellos, 20 mil científicos con nivel de
doctorado. Se calcula que además del impacto científico y emocional, si se
traduce en términos económicos, tenemos que a un costo promedio de
veinticinco mil dólares por alumno graduado y entre sesenta y ochenta mil
por doctorado, se han fugado del país, entre mil y mil doscientos cincuenta
millones de dólares en formación académica. Otros datos indican que tan sólo
en las universidades estadounidenses trabajan 831 académicos argentinos. Y,
según la base de datos de la National Science Foundation, en 1999 había
4.377 argentinos activos en Ciencia y Técnica de EE.UU., mientras que 6.218
se desempeñaban en actividades de apoyo a esta área con distintos grados de
formación.
A este cálculo provisorio hay que sumarle la capacidad potencial de
desarrollo científico y tecnológico que estos migrantes se llevan consigo y
que hubieran podido volcar en la Argentina. Así mismo, se debe tener en
cuenta, que también salen de nuestro país fondos familiares para pagar
estudios de posgrado en España o EE.UU. que oscilan entre los veinte y los
cuarenta mil dólares. Se trata de una fuga de capitales, diferente a la del
dinero, es una transferencia de inversión, no sólo por divisas perdidas,
sino también por el capital social y cultural que cruza la frontera con
pasaje de ida.
Una consecuencia previsible es que según informes, el impacto sobre el
sistema científico nacional se sentirá en el mediano plazo; no solo por la
merma directa de su planta estable de investigadores, sino por una pérdida
muy importante de los mejores graduados jóvenes, que deberían estar
formándose en los grupos de investigación para convertirse en la generación
de recambio.
Esto lleva a preguntarse ¿cuál será modelo de país se proyecta a futuro, si
no se podrá contar con los investigadores que puedan generar el desarrollo
científico y tecnológico y tampoco con quienes puedan pensarlo y
analizarlo?
La partida de la materia gris genera temor e incertidumbre entre los que se
quedan porque es la culminación de este proceso de abandono del capital
científico acumulado, los jóvenes sienten que está en juego no sólo su
supervivencia económica, sino la posibilidad misma de conservar el campo de
investigación, de preservar su identidad científica, de acceder a los modos
con los cuales se requiere hoy trabajar en ciencia.
Esta problemática tiene una dimensión no sólo cuantitativa sino sustantiva
de la manera como se construye el conocimiento en los campos del saber. Una
buena escuela científica tiene lo mejor de todas las generaciones: los
jóvenes; los intermedios, que forman a los jóvenes y son los más productivos
y la gente más experimentada, que asesora y da cursos básicos.
En un país como la Argentina, en que la inversión en ciencia es apenas del
0,41 por ciento, se hace perentorio alcanzar la cifra indicada como mínima
por la UNESCO, que aconseja que dicha inversión no puede estar por debajo
del 1 por ciento del PBI. En el mundo desarrollado esta cifra es esta
integrada por una inversión mínima del Estado, en Francia, el Estado
invierte el 38 por ciento, en Alemania, el 31,6; en Estados Unidos, el 27; y
en Finlandia el 26 y el resto lo aportan empresas, fundaciones y
laboratorios.
Este problema afecta a todos los países con menos recursos. Se calcula,
que, a un promedio de 25 mil dólares por universitario, en los últimos 35
años, que coinciden con la hegemonía estadounidense de posguerra, la región
contribuyó con 25 mil millones de dólares en recursos humanos al desarrollo
científico, tecnológico y cultural de los Estados Unidos. En 1999, había
372.800 investigadores e ingenieros trabajando en EE.UU. provenientes del
Sur (el mundo sin Europa, Canadá y Japón), lo que representa un 18 por
ciento de la planta total de EE.UU.. Por ello se hace necesario trabajar con
los países que conforman el Mercosur, y los de la región para impedir que
los centros de alta tecnología europeos y norteamericanos continúen con su
practica una política de seducción a científicos de países latinoamericanos,
ofreciéndoles sueldos y condiciones de trabajo que sus países de origen
jamás podrían otorgarles.
La Argentina podrá recuperar a estos migrantes científicos, cuando se
piense nuevamente en un modelo de país basado en la producción de bienes y
de tecnología. En tanto, siempre habrá jóvenes deseando proyectarse en el
exterior.
Por tanto considero que se hace necesario instalar esta gravísima situación
en la agenda pública, con el fin de encontrar propuestas que ayuden a
construir un espacio de investigación científica que posibilitará un futuro
productivo.
Graciela Bar.-