Número de Expediente 1633/05
N° | Origen | Tipo | Extracto |
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1633/05 | Senado De La Nación | Proyecto De Declaración | LEGUIZAMON : PROYECTO DE DECLARACION MANIFESTANDO BENEPLACITO POR LA INICIATIVA DEL PROYECTO COLON BICENTENARIO , DE VITAL IMPORTANCIA PARA LA ACTIVIDAD CULTURAL DEL TEATRO COLON . |
Listado de Autores |
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Leguizamón
, María Laura
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Fechas en Dir. Mesa de Entradas
MESA DE ENTRADAS | DADO CUENTA | Nº DE D.A.E. |
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03-06-2005 | 15-06-2005 | 82/2005 Tipo: NORMAL |
Fecha de Ingreso a Dir. Gral. de Comisiones
DIR. GRAL. de COMISIONES | INGRESO DEL DICTAMEN A LA MESA DE ENTRADAS |
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13-06-2005 | 22-09-2005 |
Giros del Expediente a Comisiones
COMISIÓN | FECHA DE INGRESO | FECHA DE EGRESO |
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ORDEN DE GIRO: 1 |
13-06-2005 | 22-09-2005 |
ENVIADO AL ARCHIVO : 12-12-2005
Resoluciones
SENADO |
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FECHA DE SANCION: 02-11-2005 |
SANCION: APROBO |
COMENTARIO: |
NOTA: |
Órdenes del Día
NÚMERO | DE FECHA | ESTADO | ANEXO |
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1171/05 | 27-09-2005 | APROBADA | Sin Anexo |
En proceso de carga
Senado de la Nación
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones
(S-1633/05)
PROYECTO DE DECLARACION
El Senado del Nación
DECLARA:
Su beneplácito por la iniciativa del PROYECTO COLON BICENTENARIO el cual es de vital importancia para que
la actividad cultural del Teatro Colon, pueda mantener su excelencia a nivel local, nacional e
internacional, duplicar sus actividades, realizar intercambios internacionales exportando nuestros cuerpos
artísticos estables a los mejores teatros del mundo y estar agiornado a las necesidades culturales
actuales.
María Laura Leguizamón.
FUNDAMENTOS:
Sr. Presidente:
Cuando el antiguo Teatro Colón realizaba sus rutilantes temporadas líricas, el Teatro de la Academia de
Música de Nueva York, activo en su sede de la calle 14 desde el año 1849, y la desaparecida Ópera
Metropolitana de Brodway, nacida en 1883, realizaban temporadas líricas limitadas, virtualmente, al
repertorio alemán, que resultaba económicamente más viable que las óperas con estrellas vocales de Italia,
España y Francia. Hacia fines del siglo pasado, las óperas italianas y francesas que se representaban en
ambos teatros neoyorquinos solían ser cantadas en alemán con artistas de ese origen. Todo ello establecía
un fuerte distingo entre las actividades operísticas porteñas, que se realizaban paralelamente en varias
salas, y las de Nueva York, distingo que se acentuaba por la diversidad del repertorio abordado por
nuestros teatros líricos y por la envidiable calidad de sus intérpretes.
El actual Teatro Colón nace, por lo tanto, de la imperiosa exigencia de una sociedad que desde el temprano
siglo XIX ha consagrado a la ópera como su manifestación musical predilecta. El gusto por esa suprema
invención del tardío Renacimiento, había alcanzado en Buenos Aires a fines del Ochocientos un auge
deslumbrante, al punto que siete teatros rivalizaban en calidad de oferta. Pero el inesperado cierre del
Teatro Colón de la Plaza de las Victorias había quedado en el espíritu de la sociedad como una herida
abierta que no lograba mitigar la fascinante actividad que se desarrollaba en los otros teatros y que
hacía de la lejana Buenos Aires uno de los notables centros líricos del mundo entero. La prosperidad de
esta capital alimentaba las esperanzas de la gente y del propio gobierno, que no hacía oídos sordos a ese
clamor. Por lo demás, el proyecto de construir un teatro que reemplazara al primitivo Colón había sido
materia de debate antes de que el edificio de este último fuera destinado a las actividades bancarias. Ya
en esa época los terrenos que ocupaba la estación Parque del Ferrocarril Oeste (y en los que en definitiva
se elevó el nuevo teatro) estaban en la mira del Concejo Deliberante de la ciudad.
El mismo año del cierre del Teatro de la Plaza de las Victorias, el 20 de octubre de 1888, era sancionada
la ley que llevaba el número 2381, por la cual se llamaba a licitación pública para construir el nuevo
teatro. El propósito de las autoridades era inaugurar el nuevo Colón antes del 12 de octubre de 1892;
pero, como sabemos, el Iono fue sino una ingenua expresión de deseos, pues, si bien los trabajos se
iniciaron en 1889, desde la fecha en que fue dictada la ley y la inauguración del nuevo teatro
transcurrieron veinte años. Dificultades presupuestarias, técnicas, políticas, meramente burocráticas y
otras de diverso género fueron anudándose en ese prolongado lapso.
Finalmente, la obra dio comienzo según el proyecto del arquitecto Francisco Tamburini, a cuyo inesperado
fallecimiento entró en escena su más cercano colaborador y colega Víctor Meano, quien hubo de introducir
algunas modificaciones en el proyecto original, que ya habían sido estudiadas por su autor. Refiriéndose a
la arquitectura del nuevo teatro, Meano la definía de este modo: "Este género que no llamamos estilo por
demasiado manierado, quisiera tener los caracteres del Renacimiento italiano, alternados con la
distribución y solidez de detalle de la arquitectura alemana y la gracia, variedad y bizarría propias de
la arquitectura francesa". En esta dirección fue realizándose la obra hasta 1904, año en que otro infausto
acontecimiento enlutó el teatro en ciernes: la muerte del arquitecto Meano, bajo cuya dirección la obra
avanzaba firmemente en pos de las postreras etapas. La tragedia parecía acechar este proyecto, pues
también había fallecido Ángel Ferrari, entusiasta empresario italiano, concesionario del nuevo Colón.
El eminente arquitecto belga Jules Dormal asumió entonces la responsabilidad de llevar a buen término la
obra, en la que introdujo algunas modificaciones estructurales y dejó definitivamente impreso su sello en
el estilo francés de la decoración. La imponente construcción resume las reglas y las tendencias
arquitectónicas de la época. No podría darse síntesis más acabada del eclecticismo con que fue encarada la
arquitectura del Teatro, en la que se ensamblan de manera tan natural, tan coherente, tan armoniosa
estilos diversos, incluyendo en la fachada rasgos del neo griego. El exterior es imponente pero no
grandioso. Sin tener aspecto de masas colosales.
Actualmente por la actividad incesante, los nuevos requerimientos culturales, la fama internacional y su
apertura al mundo, y la necesidad de llegar a todos los públicos, el Teatro Colon necesita una estructura
que lo mantenga actualizado y a la altura de los mejores Teatros a nivel mundial, ya que nuestro país por
su trayectoria con la cultura no puede dejar que un simple descuido nos deje huérfanos de este patrimonio
de reconocimiento internacional.
María Laura Leguizamón.