Número de Expediente 1353/05
N° | Origen | Tipo | Extracto |
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1353/05 | Senado De La Nación | Proyecto De Declaración | NEGRE DE ALONSO : PROYECTO DE DECLARACION RINDIENDO HOMENAJE A SU SANTIDAD EL PAPA JUAN PABLO II AL CUMPLIRSE UN NUEVO ANIVERSARIO DE SU NACIMIENTO .- |
Listado de Autores |
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Negre de Alonso
, Liliana Teresita
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Fechas en Dir. Mesa de Entradas
MESA DE ENTRADAS | DADO CUENTA | Nº DE D.A.E. |
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17-05-2005 | 01-06-2005 | 70/2005 Tipo: NORMAL |
Fecha de Ingreso a Dir. Gral. de Comisiones
DIR. GRAL. de COMISIONES | INGRESO DEL DICTAMEN A LA MESA DE ENTRADAS |
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20-05-2005 | 10-06-2005 |
Giros del Expediente a Comisiones
COMISIÓN | FECHA DE INGRESO | FECHA DE EGRESO |
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DE RELACIONES EXTERIORES Y CULTO
ORDEN DE GIRO: 1 |
20-05-2005 | 10-06-2005 |
ENVIADO AL ARCHIVO : 15-09-2005
Resoluciones
SENADO |
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FECHA DE SANCION: 27-07-2005 |
SANCION: APROBO |
COMENTARIO: CON MODIFICACIONES |
NOTA: |
Órdenes del Día
NÚMERO | DE FECHA | ESTADO | ANEXO |
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526/05 | 10-06-2005 | APROBADA | Sin Anexo |
En proceso de carga
Senado de la Nación
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones
(S1353/05)
PROYECTO DE DECLARACIÓN
El Senado de la Nación:
DECLARA:
Su homenaje y reconocimiento a Su Santidad el Papa Juan Pablo II, en ocasión de cumplirse el 85
aniversario de su nacimiento el próximo 18 de mayo de 2005, por haber realizado durante su vida una
inmensa labor en defensa de los derechos humanos en todo el mundo y un incesante trabajo por la paz de la
humanidad y de los argentinos en particular.
Liliana T. Negre de Alonso.-
FUNDAMENTOS
Señor Presidente:
Queremos manifestar nuestro homenaje y reconocimiento a Su Santidad el Papa Juan Pablo II, en ocasión de
cumplirse el 85 aniversario de su nacimiento el próximo 18 de mayo de 2005, por haber realizado durante su
vida una inmensa labor en defensa de los derechos humanos en todo el mundo y un incesante trabajo por la
paz de la humanidad y de los argentinos en particular.
Es justo rendir el presente también por su intensa labor apostólica.
En lo que hace a los derechos humanos, quiero resaltar la óptica de Juan Pablo II sobre los mismos.
En el siglo XX fue el gran defensor de los derechos humanos. De hecho, lo fue mucho antes de ser Papa,
porque cuando Alemania invade Cracovia, oportunidad en que todavía ni siquiera era sacerdote, él ayudó a
escapar a los judíos para que no fueran deportados por los alemanes.
Ello fue en ocasión de encontrarse trabajando en una fábrica química (Solvay) y en las minas, oportunidad
en que organizó junto con otros amigos la salida de los judíos, ayudándolos así a escapar.
Entonces, no fue sorpresa que la primera encíclica del Papa, en 1979, se refiriera a los derechos humanos.
En efecto, en su primera encíclica aborda directamente el tema de la defensa de los derechos humanos.
Allí, el Santo Padre dice: "Nuestro siglo ha sido hasta ahora un siglo de grandes calamidades para el
hombre; de grandes devastaciones, no sólo materiales sino también morales, más aun, quizás, sobre todo,
morales. Ciertamente, no es fácil comparar bajo este aspecto, épocas y siglos, porque esto depende de los
criterios históricos que cambian. No obstante, sin aplicar estas comparaciones, es necesario constatar
que hasta ahora este siglo ha sido un siglo en el que los hombres se han preparado a sí mismos muchas
injusticias y sufrimientos. La Iglesia no tiene necesidad de confirmar cuán estrechamente vinculado está
este problema con su misión en el mundo contemporáneo. En efecto, en la base del Concilio Vaticano II se
ha establecido que la paz se reduce al respeto de los derechos inviolables del hombre, mientras la guerra
nace de la violación de estos derechos y lleva consigo aun más graves violaciones de los mismos. Si los
derechos humanos son violados en tiempos de paz, esto es particularmente doloroso, y desde el punto de
vista del progreso, representa un fenómeno incomprensible de la lucha contra el hombre que no puede
contentarse de ningún modo con cualquier programa que se defina humanístico. Nutrimos la profunda
convicción de que no hay en el mundo ningún programa en el que, incluso sobre la plataforma de ideologías
opuestas acerca de la concepción del mundo, no se ponga siempre en primer plano al hombre. Ahora bien, si
a pesar de tales premisas los derechos del hombre son violados de distintos modos, si en la práctica somos
testigos de los campos de concentración, de la violencia, de la tortura, del terrorismo o de múltiples
discriminaciones, esto debe ser una consecuencia de otras premisas que minan o a veces anulan casi toda la
eficacia de las premisas humanísticas de aquellos programas y sistemas modernos. Se impone necesariamente
el deber someter los mismos programas a una continua revisión desde el punto de vista de los derechos
objetivos e inviolables de los hombres."
Decía también: "La Iglesia ha enseñado siempre el deber de actuar para el bien común, y al hacer esto ha
educado también buenos ciudadanos para cada Estado. Ella, además, ha enseñado siempre que el deber
fundamental del poder es la solicitud por el bien común de la sociedad. De aquí derivan sus derechos
fundamentales. Precisamente en nombre de estas premisas concernientes al orden ético objetivo, los
derechos del poder no pueden ser entendidos de otro modo más que en base al respeto a los derechos
objetivos e inviolables del hombre. El bien común al que la autoridad sirve en el Estado se realiza
plenamente sólo cuando están todos los ciudadanos seguros de ello. Es así como el principio de los
derechos del hombre toca profundamente el sector de la justicia y se convierte en medida para su
verificación fundamental en la vida de los organismos políticos."
Esta fue la primera encíclica -extractada, por supuesto- de Juan Pablo II en el año 1979.
En el año 1999 -sin perjuicio de que hay otros documentos- en el mensaje del Santo Padre para la Jornada
Mundial de la Paz, "El secreto de la paz verdadera reside en el respeto de los derechos humanos", dice
Juan Pablo II: "En 1998 se ha cumplido el 50° aniversario de la adopción de la Declaración Universal de
los Derechos Humanos. Ésta fue deliberadamente vinculada a la Carta de las Naciones Unidas, con la que
comparte una misma inspiración. La declaración tiene como premisa básica la afirmación de que el
reconocimiento de la dignidad innata de todos los miembros de la familia humana, así como la igualdad e
inalienabilidad de sus derechos, es el fundamento de la libertad, de la justicia y de la paz en el mundo".
En dicho mensaje menciona y resalta entre otros los derechos a la vida, a la libertad religiosa -centro de
los derechos humanos, a participar en la vida propia de una comunidad-, a no ser discriminado. Dice: "Un
signo positivo de la creciente voluntad de los Estados de reconocer la propia responsabilidad en la
protección de las víctimas de tales crímenes y en el compromiso por prevenirlo, es la reciente iniciativa
de la Conferencia Diplomática de las Naciones Unidas, que, con una deliberación específica, ha aprobado
los Estatutos de una Corte Penal Internacional, destinada a determinar las culpas y castigar a los
responsables de los crímenes de genocidio, crímenes contra la humanidad, crímenes de guerra y de agresión.
Esta nueva institución, si se constituye sobre buenas bases jurídicas, podría contribuir progresivamente a
asegurar a escala mundial una tutela eficaz de los derechos humanos."
También en este Documento se ocupa del Derecho a la propia realización: "Todo ser humano tiene derecho a
desarrollar sus capacidades."
Asimismo, en relación al Derecho humano en el progreso global en solidaridad, sostiene: "La rápida carrera
hacia la globalización de los sistemas económicos y financieros, a su vez, hacen más clara la urgencia de
establecer quién debe garantizar el bien común y global, y la realización de los derechos económicos y
sociales como derecho humano."
En el mismo sentido Juan Pablo II se refiere a la responsabilidad respecto del medio ambiente como derecho
humano y, finalmente, el documento termina diciendo: "Una cultura de los derechos humanos es
responsabilidad de todos." "Quisiera destacar, sin embargo, que ningún derecho humano está seguro si no
nos comprometemos a tutelarlos todos: cuando se acepta sin reaccionar la violación de uno cualquiera de
los derechos humanos fundamentales, todos los demás están en peligro. Es indispensable, por lo tanto, un
planteamiento global de los derechos humanos y un compromiso serio en su defensa. Sólo cuando una cultura
de los derechos humanos respetuosa con las diversas tradiciones se convierte en parte integrante del
patrimonio moral de la humanidad se puede mirar con serenidad y confianza el futuro."
Y se pregunta: "¿Cómo podría existir la guerra, si cada derecho humano fuera respetado? El respeto
integral de los derechos humanos es el camino más seguro para estrechar relaciones sólidas entre los
estados".
Luego de lo expuesto, precedentemente, sobre los derechos humanos y Juan Pablo II, quien fue un verdadero
líder de los derechos humanos en el siglo XX, quiero en los presentes fundamentos pasar a referirme
seguidamente a algunos datos biográficos de su vida.
Su Santidad el Papa Juan Pablo II nació con el nombre de Karol Wojtyla, en Wadowice, un pequeño pueblo al
sur de Polonia, el 18 de mayo de 1920. Era el segundo de los dos hijos del matrimonio integrado por Karol
Wojtyla y Emilia Kaczorowska. Su madre falleció en 1929. Su hermano mayor Edmund murió en 1932 y su padre
en 1941.
A los 9 años hizo la Primera Comunión, y a los 18 recibió la Confirmación. Terminados los estudios de
enseñanza media en la escuela Marcin Wadowita de Wadowice, se matriculó en 1938 en la Universidad
Jagellónica de Cracovia.
Cuando las fuerzas de ocupación alemanas cerraron la Universidad, en septiembre de 1939, el joven Karol
tuvo que trabajar en una cantera y luego en una fábrica química (Solvay), para ganarse la vida y evitar
que fuera deportado a Alemania.
En esa época conoció al célebre actor Mieczyslaw Koltarszyk, creador del teatro Rapsódico, y Wojtyla se
unió a su grupo, con el que interpretó papeles de contenido patriótico.
También participó en la resistencia contra Alemania para ayudar a salvar a familias judías.
En 1942 ingresó en el seminario que había fundado monseñor Sapieha, cardenal arzobispo de Cracovia, y
comenzó la carrera de Teología.
El primero de noviembre de 1946 cantó misa en la capilla privada de Sapieha.
Poco después se trasladó a Roma para asistir a los cursos de la Facultad de Filosofía del Pontificio
Ateneo "Angelicum", obteniendo el doctorado en Teología con la tesis "El acto de Fe en la doctrina de San
Juan de la Cruz".
En 1948 regresó a Polonia y ejerció su primer ministerio pastoral como vicario coadjutor de la parroquia
de Niegowic, en los alrededores de Cracovia, durante trece meses.
En noviembre de ese mismo año obtuvo la habilitación para ejercer la docencia en la Facultad de Teología
de la Universidad Jagellonica.
El 17 de agosto de 1949 se trasladó como Vicario a la parroquia de San Florián, en Cracovia, donde ejerció
el ministerio durante dos años, alternándolo con su trabajo de consejero de los estudiantes y graduados de
la Universidad estatal de esa Ciudad.
Nombrado profesor de Teología Moral y Ética Social del Seminario Metropolitano de Cracovia, el primero de
octubre de 1953, comenzó en 1954 a impartir clases de Ética en la Facultad de Filosofía de la Universidad
Católica de Lublín, en la que dos años después fue nombrado Director de la Cátedra de Ética.
El 4 de julio de 1958, a los 38 años, Pío XII lo nombró Obispo Auxiliar de la Archidiócesis de Cracovia,
bajo el administrador apostólico, Arzobispo Baziak.
Tras la Segunda Guerra Mundial, continuó sus estudios en el Seminario Mayor de Cracovia, nuevamente
abierto, y en la Facultad de Teología de la Universidad Jagellónica, hasta su ordenación sacerdotal en
Cracovia el 1 de noviembre de 1946.
Seguidamente, fue enviado por el Cardenal Sapieha a Roma, donde, bajo la dirección del dominico francés
Garrigou-Lagrange, se doctoró en 1948 en Teología, con una tesis sobre el tema de La Fe en las Obras de
San Juan de la Cruz. En aquel período aprovechó sus vacaciones para ejercer el ministerio pastoral entre
los emigrantes polacos de Francia, Bélgica y Holanda.
En 1948 volvió a Polonia, y fue Vicario en diversas parroquias de Cracovia y Capellán de los
Universitarios hasta 1951, cuando reanudó sus estudios filosóficos y teológicos. En 1953 presentó en la
Universidad Católica de Lublin una tesis titulada "Valoración de la Posibilidad de Fundar una Ética
Católica sobre la Base del Sistema Ético de Max Scheler". Después pasó a ser Profesor de Teología Moral y
Ética Social en el Seminario Mayor de Cracovia y en la Facultad de Teología de Lublin.
El 4 de julio de 1958 fue nombrado por Pío XII Obispo Auxiliar de Cracovia. Recibió la ordenación
episcopal el 28 de septiembre de 1958 en la catedral del Wawel (Cracovia), de manos del Arzobispo
Eugeniusz Baziak.
El 13 de enero de 1964 fue nombrado Arzobispo de Cracovia por Pablo VI, quien lo hizo cardenal el 26 de
junio de 1967.
Además de participar en el Concilio Vaticano II (1962-65), con una contribución importante en la
elaboración de la constitución Gaudium et spes, el Cardenal Wojtyla tomó parte en todas las asambleas del
Sínodo de los Obispos.
Fue el primer Papa eslavo de la historia, gobernó la Iglesia católica durante casi 30 años, la hizo entrar
en el tercer milenio y quedará en los anales de la segunda mitad del siglo XX y principios del siglo XXI
por su carisma, su estilo y sus ideas.
Desde el inicio mismo de su pontificado, Juan Pablo II imprimió su marca particular. Su elección al trono
de San Pedro, el 16 de octubre de 1978, cuando tenía 58 años, se produjo tras dos días de cónclave y
constituyó una sorpresa, ya que su nombre no figuraba entre los favoritos.
Desde el comienzo de su pontificado, el Papa Juan Pablo II realizó 99 viajes pastorales fuera de Italia,
y 142 por el interior de este País. Además, como Obispo de Roma visitó 301 de las 334 parroquias
romanas.
Entre sus documentos principales se incluyen: 14 Encíclicas, 13 Exhortaciones Apostólicas, 11
Constituciones Apostólicas y 42 Cartas Apostólicas. El Papa también publicó tres libros: "Cruzando el
umbral de la esperanza" (octubre de 1994); "Don y misterio: en el quincuagésimo aniversario de mi
ordenación sacerdotal" (noviembre de 1996) y "Tríptico romano - Meditaciones", libro de poesías (Marzo de
2003).
Juan Pablo II presidió 136 ceremonias de beatificación -en las que proclamó 1310 beatos- y 48
canonizaciones, con un total de 469 santos. Celebró 8 consistorios, durante los cuales nombró 201
Cardenales. También presidió 6 asambleas plenarias del Colegio Cardenalicio.
Desde 1978 hasta hoy, el Santo Padre ha presidido 15 Asambleas del Sínodo de los Obispos: 6 ordinarias
(1980, 1983, 1987, 1990, 1994, 2001), 1 general extraordinaria (1985), y 8 especiales (1980, 1991, 1994,
1995, 1997, 1998 [2] y 1999).
Ningún otro Papa se encontró con tantas personas como Juan Pablo II: en cifras, más de 16.700.00
peregrinos han participado en las más de 1000 Audiencias Generales que se celebran los miércoles. Ese
número no incluye las otras audiencias especiales y las ceremonias religiosas [más de 8 millones de
peregrinos durante el Gran Jubileo del año 2000] y los millones de fieles que el Papa ha encontrado
durante las visitas pastorales efectuadas en Italia y en el resto del mundo. Hay que recordar también las
numerosas personalidades de gobierno con las que se ha entrevistado durante las 38 visitas oficiales y las
690 audiencias o encuentros con jefes de Estado y 226 audiencias y encuentros con Primeros Ministros
En lo que hace a nuestro país, en el año 1978 inicia una exitosa mediación entre la Argentina y Chile por
el Beagle, logrando hacer triunfar una vez más la paz entre las personas.
Asimismo, pocos días antes de finalizar la Guerra de las Islas Malvinas vino a la República Argentina,
donde presidió una ceremonia multitudinaria por la paz.
El Papa llegó para compartir una oración y fortalecer el espíritu de un pueblo tocado por la guerra y la
muerte. En esa ocasión dijo: "mi presencia aquí hoy quiere significar la prueba visible de amor en un
momento histórico tan doloroso para vosotros como es el actual".
Su visita despertó el entusiasmo y la adhesión popular.
Volvió en 1987, en tiempos de paz y democracia; iniciando un peregrinaje por las ciudades de Bahía Blanca,
Viedma, Córdoba, Mendoza, Salta, Corrientes, Paraná, Rosario y Buenos Aires. Todas ellas vibraron a su
paso. En los actos se reunieron multitudes, y miles de argentinos se volcaron a las calles para
manifestar su cariño por el Santo Padre.
En idéntico sentido, Juan Pablo II se interpuso en todos los conflictos que ensangrentaron el mundo e,
invariablemente, invocó el perdón, con una perseverancia más fuerte que las divisiones, como camino
necesario para una paz verdadera.
Todo lo realizó con una sed de verdad muy viva en una sociedad cansada de mentiras y de modas efímeras.
Proclamó siempre sin temor una verdad perenne, una moral insobornable que se alza en defensa de la
dignidad del ser humano.
Dentro de su condena a todas las guerras, fueron especialmente valorados sus mensajes sobre las dos
guerras de Irak: la de 1991 para liberar Kuwait, a pesar incluso del aval de la ONU, y la de 2003. De la
primera, dijo que era "injusta", mientras que la segunda, la calificó de "inaceptable desde el punto de
vista moral", precisamente por el hecho de haber sido definida como "preventiva".
Una década después de contemplar la caída del comunismo, el Pontífice visitó Tierra Santa en marzo de 2000
y, rezando en el Muro de los Lamentos de Jerusalén, pidió perdón por los pecados católicos contra los
judíos en toda la historia. Además, bendijo el muro y colocó entre los milenarios bloques de piedra un
fituch, papelito que contiene pedidos, mensajes, meditaciones y oraciones dirigidas a Dios.
Siempre llamó la atención sobre la suerte de los necesitados y de los oprimidos de mundo, preocupándole
especialmente el pago de las deudas externas que pesan sobre los distintos Estados del Planeta.
Juan Pablo II ha sido valorado también, desde dentro y fuera del mundo católico, como un indiscutible
líder moral. Sin embargo, en sus posicionamientos sobre temas de interés público, no se ha callado y,
por tanto, no ha cambiado sus discursos para recibir menos críticas. Ha sido claro y firme en su defensa
de los derechos humanos fundamentales.
El natural sentimiento de afecto y gratitud que todos los cristianos manifestamos a Juan Pablo II, como
así también muchas personas no cristianas, es, en el fondo, el reconocimiento de que el Papa nos hizo
redescubrir lo mejor de nosotros mismos: nuestra relación personal con el Dios que nos ha creado en su
infinito Amor.
Ya en su primera Encíclica leemos que el ser humano "es el primer camino que la Iglesia debe recorrer en
el cumplimiento de su misión".
La razón última de su contacto inmediato con el corazón de los creyentes se forja en que la pasión del
Papa por el hombre hunde sus raíces en Dios hecho hombre. Por ello, Juan Pablo II siempre se mostró
cercano a cada persona, brotando naturalmente en cada uno de nosotros la necesidad de expresar nuestro
agradecimiento de todo corazón.
La coherencia fue una de sus virtudes más importantes: coherencia entre su ser, pensar, decir y hacer.
Asimismo, Su Santidad Juan Pablo II ha tenido un papel decisivo en los principales acontecimientos
políticos y sociales de los últimos 26 años: desde la caída del comunismo en Europa hasta el impulso al
diálogo interreligioso.
Podemos asegurar que su Pontificado pasará a la historia como uno de los de mayor impacto político y
social. En sus primeros años consumó el proceso de deshielo en las relaciones entre la Iglesia Católica y
los regímenes comunistas. Luego, siguió rompiendo esquemas, tanto en su apuesta por la nueva
evangelización en los países liberados del comunismo como en otros ámbitos sociales, en los que podemos
incluir los ya aludidos viajes a los cinco continentes, especialmente a África y Asia. Concretamente, a
países, en muchos casos, muy alejados del Catolicismo.
En tal sentido, con respecto, nuevamente, a la potenciación del diálogo interreligioso en varios ámbitos,
quiero agregar que en septiembre de 1986, se reunió en Asís (Italia) con líderes de las principales
religiones monoteístas en un histórico Encuentro que ha dado nombre a lo que se conoce como todo un
espíritu ligado a la Ciudad de San Francisco.
Además, fue el primer Pontífice que pisó una mezquita y que visitó a países ortodoxos, algo impensable
antes de 1978.
Condujo la Iglesia en su tránsito hacia el tercer milenio, a pesar de los vientos de secularismo y de
relativismo moral que soportó en los difíciles años de su pontificado.
En este sentido, otra de las fechas socialmente históricas en el Pontificado de Juan Pablo II, es la del
12 de marzo de 2000. En el marco del Jubileo Cristiano que la Iglesia celebra contemporáneamente cada 25
años, el Santo Padre pidió perdón, de forma pública y solemne en el Vaticano, por todos los errores y
ofensas cometidos por la propia Iglesia Católica en toda la historia.
Fue el llamamiento a la purificación de la memoria un mensaje acompañado, antes y después, por lo que el
Pontífice ha sostenido siempre como el gran trípode para la humanidad: "no hay paz sin justicia, ni
justicia sin perdón".
Así, convirtió al Jubileo en un momento de introspección global, de reconsideración, de reconciliación y
de despertar de la conciencia.
Ya el 31 de octubre de 1992, el Papa había dicho que la Iglesia Católica Romana se había equivocado
condenando a Galileo 359 años atrás por haber anticipado que la Tierra rotaba alrededor del Sol.
Gracias a su intervención se reconocieron errores del pasado como el mencionado.
Este tipo de actos, admisión del error y petición de perdón, fue el alma de la llamada de Juan Pablo II
para el Jubileo.
En 1994 escribió una Carta de 24 páginas a sus Cardenales indicando parcelas en las que la Iglesia debía
reflexionar en relación con otras injusticias del pasado.
Escribió que las guerras de religión atizadas por la Iglesia en nombre del Catolicismo habían causado
violencia y muertes imperdonables. Lo mismo cabía decir de la Inquisición.
En una Carta Apostólica posterior dijo que "la Iglesia no puede cruzar el umbral del nuevo milenio sin
animar a sus hijos para que se purifiquen, mediante el arrepentimiento por antiguos errores¿ estos errores
del pasado son todavía una carga para nosotros¿ y es necesario enmendarlos"
Pidió a los católicos que reflexionaran en todo lo que la Iglesia había hecho mal, que lo expiaran y
pidieran perdón.
En 1996, Juan Pablo II escribió "los nuevos conocimientos conducen al reconocimiento de la teoría de la
evolución como algo más que una mera hipótesis".
Reflexionó igualmente tanto en su fe como en su pasado personal y reconoció que la Iglesia Católica no
había hecho todo lo que habría podido hacer ante los males del nazismo.
El Papa también ha cambiado el mundo por haber sido recibido por multitudes entusiastas de todos los
rincones del Planeta; viendo sus danzas tradicionales o escuchando sus conciertos de rock. Todo, creyendo
siempre que lo que estaba en juego era ni más ni menos que la salvación de las personas.
En pleno trabajo apostólico, sufrió un atentado el 13 de mayo de 1981 recibiendo varios disparos en plena
plaza de San Pedro. Salvó su vida milagrosamente, para seguir trabajando por la Cultura de la Vida
insistiendo en la urgente erradicación de la pobreza, condenando la pena de muerte y recordando la
necesidad de promover la justicia económica. Todo ello predicando siempre el amor a nuestros hermanos y a
Dios por sobre todas las cosas.
Finalmente, quiero terminar estos fundamentos con el siguiente pensamiento de Su Santidad Juan Pablo II:
"Muchas injusticias en el mundo transforman la Tierra en un desierto: la más impresionante de todas estas
injusticias es el hambre que sufren millones de personas, con las inevitables repercusiones en el problema
de la paz entre las naciones" (Mensaje de Juan Pablo II a la Conferencia de la FAO, 03/11/2001).
Es por todos estos motivos que solicitamos a nuestros pares la aprobación del presente proyecto de
declaración.
Liliana T. Negre de Alonso.-