Número de Expediente 1347/05
N° | Origen | Tipo | Extracto |
---|---|---|---|
1347/05 | Senado De La Nación | Proyecto De Declaración | CASTRO : PROYECTO DE DECLARACION ADHIRIENDO A LA CONMEMORACION DEL 195° ANIVERSARIO DE LA REVOLUCION DE MAYO . |
Listado de Autores |
---|
Castro
, María Elisa
|
Fechas en Dir. Mesa de Entradas
MESA DE ENTRADAS | DADO CUENTA | Nº DE D.A.E. |
---|---|---|
17-05-2005 | 18-05-2005 | 70/2005 Tipo: NORMAL |
ENVIADO AL ARCHIVO : 12-12-2005
Resoluciones
SENADO |
---|
FECHA DE SANCION: 18-05-2005 |
SANCION: APROBO |
COMENTARIO: SOBRE TABLAS |
NOTA:SE AP. TEXTO UNIF. CONJ.S.921/05 |
En proceso de carga
Senado de la Nación
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones
(S-1347/05)
PROYECTO DE DECLARACIÓN
El Senado de la Nación
DECLARA:
Adherir a la conmemoración del 195º Aniversario de la Revolución de Mayo y declara su reconocimiento a
todos los que con sus esfuerzos y gestos patrióticos hicieron posible dicha gesta revolucionaria.
María E. Castro.-
FUNDAMENTOS
Señor Presidente:
Los primeros años del Siglo XIX se vivían en toda América Latina con mucha expectativa debido, por sobre
todas las cosas, a los sucesos que estaban aconteciendo en España. El Virreinato del Río de la Plata ya
había atravesado diversas vicisitudes, entre las que podemos mencionar: las invasiones inglesas y sus
reconquistas, el motín de Álzaga, virreyes depuestos, revueltas de Chuquisaca y La Paz, etc.; en general,
todos estos sucesos habrían suscitado el interés por nuevas corrientes políticas y de pensamiento.
Una de esas corrientes era la "carlotista", denominada así porque algunos habitantes pensaron que la mejor
forma de salvar al Río de la Plata era coronar a la Infanta Carlota Joaquina, hermana de Fernando VII y
esposa del Regente de Portugal, que había escapado de Lisboa y establecido su corte en Río de Janeiro. La
idea tuvo buena recepción en algunos sectores y se formó el Partido Carlotista, que tuvo integrantes de
renombre como: Belgrano, Castelli, Berutti, Vieytes, Rodríguez Peña. El carlotismo se extendió al interior
y a parte de América, pero el excesivo interés demostrado en la coronación de la Infanta por la corte de
Brasil despertó temor en Buenos Aires y poco a poco el entusiasmo se fue apagando.
Por su lado, muchos habitantes del Virreinato (tanto españoles como criollos) adherían a posturas
colonialistas, pues consideraban que América era un apéndice colonial de España, independientemente de
quien ocupara el trono.
Existían también los grupos fernandistas, acérrimos defensores de los derechos de Fernando VII, aún a
sabiendas de que estaba retenido en Francia y con escasas posibilidades de recobrar el poder.
Finalmente, y dentro de los partidarios de la independencia, existían dos grupos que mantenían claras
diferencias entre sí: por un lado, los que seguían a Martín de Álzaga, quien había planeado dar el golpe
en octubre de 1808 pero lo postergó hasta el 1º de enero de 1909. Ya durante la Junta de Guerra de 1807,
Álzaga había planteado su intención de "plantar en Buenos Aires bandera republicana". El segundo grupo
estaba liderado por Cornelio Saavedra y se oponía al de Álzaga por que consideraba que estaba integrado
exclusivamente por peninsulares. No rechazaban del todo la autoridad de Fernando VII pero rechazaban en
forma absoluta la dependencia de la Metrópoli que los funcionarios sostenían.
En cuanto a la situación política y social, durante mucho tiempo todo parecía estar tranquilo. Los
habitantes del Virreinato vivían sin grandes conflictos, pero por detrás de las apariencias, había
descontento social. El malhumor fue saliendo poco a poco a la luz y se puso de manifiesto en 1810.
La transformación económica que produjo el Tratado de Libre Comercio modificó la vida social y las
costumbres de los habitantes. Hubo grupos que obtuvieron mucho poder y otros, tradicionalmente poderosos,
que lo fueron perdiendo; surgieron nuevas profesiones, nuevos oficios y nuevos puestos públicos. Ahora,
quienes nacían en familias modestas podían crecer en la escala social. Lo concreto es que en todo el
Virreinato, los grandes comerciantes y los hacendados se vincularon con los funcionarios virreinales. Esta
unión entre los poderes económico y político generó un grupo social que consideraba como el más elevado:
"La gente decente". A este grupo accedían también personas que sin ser ricos, pertenecían a familias de
linaje o poseían una sólida educación. Un escalón más abajo estaban los mestizos claros, que se
diferenciaban de los negros e indios. Muchos de estos mestizos se enriquecieron con el comercio y la forma
para mezclarse con la "gente decente" era mudarse lejos de su lugar de nacimiento, en donde nadie supiera
quienes fueron sus padres. En el último lugar de la escala social estaban los indios y los esclavos.
En Buenos Aires el grupo dirigente era integrado por comerciantes muy ricos, funcionarios, miembros de la
Iglesia y profesionales. Por debajo de este grupo había una clase intermedia integrada por pequeños
comerciantes, artesanos y funcionarios de segundo nivel. Este grupo tenía un deseo fijo: ascender, vivir
mejor, pertenecer a los "decentes". El problema es que éstos se aferraban a sus puestos, y trataban de
evitar el ingreso de los "intermedios" a la alta sociedad.
Pero también existía un tercer grupo integrado por los blancos pobres, hijos de españoles pobres. En fin,
los "del medio" querían progresar, los "decentes" no querían ceder ni un milímetro en sus privilegios y
los blancos pobres no encontraban soluciones; y para colmo, los "decentes" criollos comenzaron a
disgustarse con los españoles porque sentían que retenían para ellos los mejores cargos y los grandes
negocios. Como ya mencionáramos anteriormente, todos estos descontentos sociales y enfrentamientos
hicieron eclosión en 1810.
Por otro lado, debemos mencionar el impacto de la Revolución Industrial en el Río de la Plata: con la
apertura del puerto al libre comercio, los productos importados invadieron la ciudad. Había más
comerciantes y mayor circulación de dinero, por lo tanto también mejoraron la calidad de las viviendas y
las Iglesias; se desató una fiebre consumista y la ciudad se llenó de artesanos: sastres, talabarteros,
ebanistas, zapateros, sombrereros y también se empezaron a nombrar funcionarios a diestra y siniestra.
En este contexto, cuando los ingleses abrieron la importación y exportación y abolieron el monopolio, la
ciudad se "inundó" de mercaderías de mayor calidad y más baratas. Cuando fueron expulsados, los españoles
restablecieron el monopolio, pero esta medida fue muy resistida por los habitantes locales, que sumaron
así un nuevo descontento. Algunos notables que criticaron al monopolio fueron Manuel Belgrano desde el
Consulado y Mariano Moreno en sus trabajos "Representación de los Hacendados" y "Representación de los
Labradores". En síntesis, las "razones del bolsillo" también avivaron los deseos de libertad.
Con algunos detalles, esto fue lo que pasó en la semana previa a la de la Revolución. La idea
revolucionaria había comenzado a tomar fuerza en muchos criollos notables y los primeros pasos comenzaron
a trazarse en reuniones secretas que se llevaban a cabo en diversas casas. Una sociedad secreta integrada,
entre otros, por Nicolás Rodríguez Peña, Manuel Belgrano, Juan José Paso, Hipólito Vieytes, Agustín
Donado, Manuel Alberdi, Terrada, José Darragueira, Chiclana, Juan José Castelli, Domingo French, Antonio
Berutti, Viamonte y Tomás Guido organizaba las acciones. Las reuniones se realizaban en la casa de
Vieytes, en la de Rodríguez Peña o en la quinta de Orma. Por su parte, Cornelio Saavedra había ofrecido su
contingente armado: los Patricios.
En la mañana del 15 de mayo, el Virrey Cisneros supo, por noticias traídas en el barco inglés "Milestone"
que la Junta de Cádiz estaba a punto de caer en manos francesas. La noticia fue confirmada por los
viajeros del "John Parish Robertson", que arribó a Buenos Aires dos días después. El virrey Cisneros no
ocultó la verdad y el 18 de mayo, por medio de una Proclama expuso los hechos con claridad y manifestó su
voluntad de luchar por Fernando y por la "libertad e independencia " de toda dominación extranjera y
alertó también sobre la necesidad de no adoptar ninguna decisión sin consultar a las provincias del
interior. Esta proclama no fue suficiente para calmar la inquietud de los vecinos ni de los Comandantes de
Armas, algunos de los cuales se reunieron para evaluar los acontecimientos.
El día 19 de mayo, criollos reclaman la realización de un Cabildo Abierto para tratar la situación por la
que atravesaba España. Para lograr ese propósito, Saavedra y Belgrano se reunieron con el alcalde de
primer voto, Juan José Lezica, para que convocara, con anuencia de Cisneros, un Cabildo Abierto. Castelli
cumplió idéntica misión ante el síndico procurador Julián de Leiva.
Al día siguiente, Cisneros reunió en la Fortaleza a los jefes militares para pedir su apoyo, pero como
éstos se lo negaron, no tomó ninguna decisión. Entonces, los patriotas decidieron que Castelli y Martín
Rodríguez se presentaran ante el Virrey para exigirle la reunión de un Cabildo Abierto. Se reunieron con
él durante la noche y le reiteraron la necesidad de la convocatoria. Cisneros finalmente aceptó a convocar
a los principales vecinos para deliberar acerca de la gravedad de la situación.
El 21 de mayo, algunos vecinos se reunieron en la Plaza Mayor para apoyar la solicitud de un Cabildo
Abierto. Se convocó a los vecinos por medio de esquelas a participar del Cabildo Abierto del 22 de mayo.
En total se repartieron 450 invitaciones.
Con la presencia de 224 vecinos, en el Cabildo Abierto del 22 de mayo se destacó la propuesta de Cornelio
Saavedra por la cesación del Virrey y la delegación interina del mando en el Cabildo hasta la formación de
una Junta que lo ejerciera en base a la participación popular. Según sus palabras "No queda duda de que el
pueblo es el que confiere la autoridad o mando..." Adhirieron a su opinión Castelli, Belgrano, Paso,
Moreno y Rivadavia, entre otros. El escrutinio se postergó para el día siguiente.
El escrutinio del Cabildo Abierto del día anterior dio como resultado 155 votos por la destitución del
Virrey y 69 por su continuación en el mando sólo o asociado. Los miembros del Cabildo Ordinario Manuel
José de Ocampo y el Dr. Tomás Manuel de Anchorena le comunicaron a Cisneros que había cesado en el cargo.
Según la mayoría, el cargo debía quedar en manos de una Junta de Gobierno a nombre de Fernando VII.
Al día siguiente, el Cabildo resolvió nombrar una Junta de Gobierno, conforme al mandato recibido. Esta
junta quedó compuesta por: el Virrey Cisneros, el Dr. Juan Nepomuceno Solá, el Dr. Juan José Castelli,
Cornelio Saavedra y José Santos de Incháurregui. Queda claro que con la designación de esta Junta se buscó
que todos los factores de poder estuvieran representados: Cisneros era funcionario; Saavedra, militar;
Solá, clérigo; Castelli, abogado e Incháurregui, comerciante.
A pesar de que el Cabildo determinó la separación del virrey, éste fue nombrado al frente de la Junta por
la necesidad de no alarmar a las provincias del interior, ya que el Cabildo era una institución local.
Saavedra y Castelli aceptaron este argumento, ya que durante el Cabildo ellos habían sugerido la
importancia de consultar a los pueblos del interior.
La Junta juró en la tarde del 24, pero el pueblo porteño comenzó a inquietarse; no quería a Cisneros. En
el descontento de los cuarteles, los corrillos en los conventos y los rumores de los comerciantes comenzó
a tomar forma la agitación popular. Los cabecillas del descontento eran Domingo French, Antonio Berutti y
otros jóvenes conocidos como chisperos, integrantes de la llamada Legión Infernal.
El 25 de mayo de 1810, Saavedra y Castelli se plegaron al clamor popular y renunciaron. A su vez los
cabildantes resolvieron la renuncia de la junta presidida por el virrey y le aconsejaron a éste imponerse
por la fuerza. Para lograrlo consultaron a los jefes militares quienes negaron su apoyo. Mientras se
llevaba a cabo esta reunión un grupo de patriotas entró por los corredores del Cabildo y, luego de dar
fuertes golpes en la puerta cerrada de la sala, manifestaron que "querían saber de qué se trataba". El
comandante Martín Rodríguez tuvo que contener a los más exaltados.
Ante la presión popular el Cabildo aceptó la renuncia de la Junta. Un grupo de jóvenes encabezado por
Berutti se presentó en la sala de Acuerdos y dio a conocer la nómina de las personas que integrarían la
nueva Junta Gubernativa. Además se pedía que, una vez establecida debería enviarse una expedición de 500
hombres al interior.
Los cabildantes exigieron la ratificación de un petitorio firmado por 400 personas. El síndico Leiva se
asomó al balcón y al ver solo a un pequeño grupo de vecinos preguntó: "¿Dónde está el pueblo?", a lo que
los patriotas respondieron que se tocase la campana del Cabildo o que se llamara a generala y se abriesen
los cuarteles. Sin medios para resistir, los cabildantes reconocieron la autoridad de la Junta
Revolucionaria.
En el presente año, el Presidente Néstor Kirchner ha decidido festejar esta fecha patria en la "madre de
ciudades", Santiago del Estero, en lo que creemos es un gesto que reivindica, al menos en parte, el rol
protagónico que tuvieron ésta y otras provincias en el proceso histórico de conformación y consolidación
institucional del país. Sin embargo, esto no nos debe hacer olvidar que estas provincias, olvidadas
durante mucho tiempo, necesitan acciones concretas en el campo de obras públicas, de infraestructura y en
la acción social para poder integrarse definitivamente a un nuevo proceso de crecimiento social y
económico.
Para finalizar, estamos convencidos de que los difíciles momentos por los que atravesó nuestro país en los
últimos años deben alentarnos a reflexionar profundamente sobre los sucesos históricos que dieron origen a
nuestra Patria y, por sobre todas las cosas, apoyar en los grandes gestos patrióticos la reconstrucción de
nuestro querido país.
Por todo lo expuesto, solicito a mis pares la aprobación del presente Proyecto de Declaración.
María E. Castro.-