Número de Expediente 1279/07

Origen Tipo Extracto
1279/07 Senado De La Nación Proyecto De Ley GIUSTI : PROYECTO DE LEY INSTITUYENDO EL 4 DE FEBRERO DE CADA AÑO COMO DIA DE LA AMISTAD Y LA PAZ ENTRE ARGENTINOS Y CHILENOS .
Listado de Autores
Giusti , Silvia Ester

Fechas en Dir. Mesa de Entradas

MESA DE ENTRADAS DADO CUENTA Nº DE D.A.E.
11-05-2007 23-05-2007 59/2007 Tipo: NORMAL

Fecha de Ingreso a Dir. Gral. de Comisiones

DIR. GRAL. de COMISIONES INGRESO DEL DICTAMEN A LA MESA DE ENTRADAS
16-05-2007 SIN FECHA

Giros del Expediente a Comisiones

COMISIÓN FECHA DE INGRESO FECHA DE EGRESO
DE RELACIONES EXTERIORES Y CULTO
ORDEN DE GIRO: 1
16-05-2007 28-02-2009

EL EXPEDIENTE CADUCO EL 28-02-2009

ENVIADO AL ARCHIVO : 26-06-2009

En proceso de carga

Senado de la Nación
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones

(S-1279/07)

PROYECTO DE LEY

El Senado y Cámara de Diputados,...

Artículo 1º.- Institúyase el día 4 de Febrero de cada año como ¿Día de la Amistad y la Paz entre argentinos y chilenos¿.

Artículo 2º.- Comuníquese al Poder Ejecutivo.

Silvia E. Giusti.

FUNDAMENTOS

Señor Presidente:

Como un paso más en el firme propósito de constituir el proceso de integración chileno-argentino, es que presento éste proyecto de ley que denomina al día 4 de Febrero de cada año como el ¿Día de la Amistad y la Paz entre Argentinos y Chilenos¿

Esta propuesta posee como antecedente un proyecto similar que presentó el Dr. Don Hernán Larraín Fernández, Presidente del Senado de la República de Chile, con fecha de ingreso el 5 de enero de 2005, (N° Boletín: 3779-06)

La larga geografía que nos une con la República de Chile, lo es tanto como la historia de acuerdos y tratados de cooperación mutua que nos hermana. La gran Cordillera de los Andes no es más que la cicatriz que une nuestros dos pueblos en culturas y tradiciones semejantes. Nuestro comienzo como una Nación de inmigrantes es el mismo. La hermandad entre nuestros pueblos originarios es más que profunda; al igual que la religión y nuestro idioma.

Son demasiadas las razones que nos unen con el pueblo chileno, son tantas que nos merecemos un día como éste. Algunas veces hemos tenido desavenencias, que gracias a Dios, no nos han llevado a mayores conflictos. Hoy, el proceso de integración lleva un largo recorrido y, éste proyecto no es más que otro paso hacia la celebración de una amistad y una paz que nunca dejó de latir.

No puedo dejar de remitirme a las palabras de alguien que, sin querer destacarse, hizo mucho por que nuestra cordial relación continúe ininterrumpida, esa frase fue, "Veo una lucecita al final del túnel", el hombre que la pronunció, el cardenal Antonio Samoré, enviado especial, del entonces flamante Papa Juan Pablo II, para lograr un imposible: ¿frenar el delirio mesiánico y desenfrenado por el que las dos dictaduras militares, la argentina de Jorge Videla y la chilena de Augusto Pinochet, marchaban con alegría hacia el enfrentamiento armado¿.

El 4 de Febrero de 1983 falleció éste gran hombre y es en homenaje a esta bella persona que he escogido esta fecha como el día de la amistad y la paz entre argentinos y chilenos.

El 8 de enero de 1979, en el palacio Taranco de Montevideo, los cancilleres argentino y chileno, Carlos Washington Pastor y Hernán Cubillos, estampaban su firma en el Acta de Montevideo por el que ambos países pedían la gestión del Papa para zanjar sus diferencias en el Canal de Beagle por las islas Picton, Lennox y Nueva. Junto a ellos firmó Samoré, que reinaba con sabia prudencia en los infinitos archivos y Biblioteca del Vaticano.

El triunfo de Samoré sobre la irracionalidad de los militares argentinos y chilenos de la época no solo fue un éxito diplomático de la iglesia, también lo fue del gobierno de los Estados Unidos, James Earl Carter Jr., Presidente de los Estados Unidos, le hizo llegar su deseo, tanto a Videla como a Pinochet: ¿había que evitar la guerra¿. Y al canciller del papa, Agostino Casaroli, un ruego especial: la iglesia debía ser mediadora.

Durante todo 1977 y buena parte de 1978, el papa Juan Paulo VI se había mostrado reticente a intervenir. Cuando el Papa murió el 6 de agosto, los mensajes de advertencia sobre la guerra inminente llegaron a su sucesor, Juan Pablo I. Pero Albino Luciani murió un mes después y el 16 de octubre fue reemplazado por Karol Wojtyla que muy poco conocía de los conflictos militares en el sur del mundo. Cuando Juan Pablo II inicio sus primeros pasos de su gestión, el enfrentamiento armado entre los dos países parecía inevitable.

El 22 de diciembre, mismo día en que Argentina tenía pensado atacar, Juan Pablo II anunció el envío de un representante personal para que buscara en su nombre la ¿posibilidad de una honorable composición pacífica de la controversia¿. El 26 de diciembre Samoré llegó a Buenos Aires, era un hombre que tenía la paciencia, el tesón y la perseverancia de dos mil años de cultura religiosa, descartaba argumentos con una sonrisa y podía tornarse amenazante con una sugerencia. Algunos militares, argentinos y chilenos, conocieron en carne propia el rigor de aquel representante del Papa.

En quince días, junto a su secretario, el español Faustino Sainz Muñoz, se entrevistó tres veces con Pinochet, cinco con Videla, usó la persuasión y los gritos, ofició misas, atendió a la prensa y se refugió en el calor intuitivo de la gente que lo vivaba, en Buenos Aires y en Santiago, casi como a un santo. Enfrentó el intrincado pleito limítrofe y el encono ancestral entre argentinos y chilenos con un arma que sabia imbatible: la figura enorme del Papa.

Finalmente empujó a los dos gobiernos a pedir la mediación y dos días después de la firma del acuerdo regresó a Roma. Le dijo con extrema modestia a los medios locales: ¿la intervención del Papa evitó una guerra¿. El cardenal murió cinco años después, el 4 de febrero de 1983. Juan Pablo II lo despidió conmovido en la Basílica de San Pedro. Durante la misa, en el momento de darse la paz, diplomáticos argentinos y chilenos estrecharon sus manos desbordados por la emoción.

No es necesario aclarar la grandeza de Karol Wojtyla, el Papa Juan Pablo II, no obstante éste proyecto pretende reconocer la fraternidad que nos une con nuestros hermanos chilenos, como así también a aquellos pequeños grandes hombres que sin brillar en el reconocimiento popular del pueblo, han bogado para que las futuras generaciones vivan un mañana mejor.

Por ello estoy convencida de éste reconocimiento a tan hermoso hombre que abrazó desde joven los principios fundamentales de la iglesia y que entregó los últimos años de su vida al conflicto que vivía nuestro pueblo. Es por ello que he elegido este día como fecha memorable a la amistad y la paz entre argentinos y chilenos.

La fecha es un pequeño homenaje para una gran persona y la institución de éste día es un importante reconocimiento a la conciencia y sabiduría de ambos pueblos.

Señor Presidente, por todo lo expuesto es que solicito a mis pares la aprobación del presente proyecto.

Silvia E. Giusti.