Número de Expediente 1086/03

Origen Tipo Extracto
1086/03 Senado De La Nación Proyecto De Declaración CAPARROS : PROYECTO DE DECLARACION ADHIRIENDO AL " DIA MUNDIAL DE LUCHA CONTRA LA DESERTIFICACION Y LA SEQUIA ".
Listado de Autores
Caparrós , Mabel Luisa

Fechas en Dir. Mesa de Entradas

MESA DE ENTRADAS DADO CUENTA Nº DE D.A.E.
06-06-2003 11-06-2003 70/2003 Tipo: NORMAL

Fecha de Ingreso a Dir. Gral. de Comisiones

DIR. GRAL. de COMISIONES INGRESO DEL DICTAMEN A LA MESA DE ENTRADAS
09-06-2003 01-07-2003

Giros del Expediente a Comisiones

COMISIÓN FECHA DE INGRESO FECHA DE EGRESO
DE POBLACIÓN Y DESARROLLO HUMANO
ORDEN DE GIRO: 1
09-06-2003 01-07-2003

ENVIADO AL ARCHIVO : 11-08-2003

Resoluciones

SENADO
FECHA DE SANCION: 23-07-2003
SANCION: APROBO
COMENTARIO:
NOTA:CONJ.S. 1164/03
OBSERVACIONES
Conjuntamente con S. 1164/03

Órdenes del Día

NÚMERO DE FECHA ESTADO ANEXO
357/03 07-07-2003 APROBADA Sin Anexo
En proceso de carga
Senado de la Nación
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones

(S-1086/03)

PROYECTO DE DECLARACION

El Senado de la Nación

DECLARA:

1°) Su adhesión al "Día Mundial de Lucha contra la
Desertificación y la Sequía" instituido por la Asamblea General de
Naciones Unidas el 17 de junio de cada año con el objeto de
sensibilizar a la opinión pública respecto de la necesaria cooperación
internacional para luchar contra la desertificación y los efectos de la
sequía, lo que ayudará decididamente a promover una conciencia
colectiva en la valoración mundial del suelo como recurso esencial para
el desarrollo de la humanidad.

Mabel L. Caparrós.-
FUNDAMENTOS

Señor Presidente:

La Asamblea General de Naciones Unidas, la
UNESCO, la Organización de Estados Americanos y los distintos foros
internacionales y regionales de política ambiental, han encarado desde
hace años una tenaz campaña destinada a concientizar a los Estados y
por su intermedio a su población, acerca de la urgente necesidad de
optimizar el uso del suelo a través de un aprovechamiento racional y
acorde a las necesidades básicas de cada región.

Las causas de la problemática y sus futuras
implicancias no pueden ser ignoradas si el concierto de naciones desea
encarar acciones responsables para encauzar el fenómeno: Las reservas
de selvas y bosques del planeta se tornan más escasas con el transcurso
del tiempo debido a la curva ascendente del desarrollo demográfico
mundial. A ello es necesario agregar la acción depredadora del hombre
y el agotamiento y contaminación de las reservas hídricas del planeta.

En efecto el elevado consumo de agua, la fuerte
mecanización y la utilización de productos agroquímicos, constituyen
los elementos característicos de la agricultura intensiva, cuyo
incremento en los últimos tiempos está propiciando un aumento de la
presión y degradación de nuestros suelos.

El 17 de junio de 1994 se firmó la Convención
Internacional de Lucha contra la Desertificación, como respuesta del
concierto de naciones frente a los peligros que representa el fenómeno
de las sequías graves y los procesos erosivos y desertificatorios en
diversas partes de nuestro planeta. El 19 de diciembre de ese mismo
año, la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas proclamó
el 17 de junio como el "Día Mundial de Lucha contra la Desertificación
y la Sequía" (resolución 49/115) en conmemoración a haberse firmado ese
día la Convención de las Naciones Unidas de lucha contra la
Desertificación, encaminada a brindar marco normativo internacional a
las acciones de los países afectados por sequías graves, en particular
en Africa.

Asimismo se invitó a los estados miembros de la
comunidad internacional a que dedicaran el Día Mundial para
sensibilizar a la opinión pública respecto de la necesidad de aunar
esfuerzos mediante la cooperación internacional para luchar contra la
desertificación y los efectos de la sequía y respecto de la aplicación
de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la
Desertificación.

La República Argentina suscribió la Convención
en 1994 y la ratificó en 1996, confiando en que esta nueva herramienta
normativa se convierta en un instrumento válido para prevenir, combatir
y revertir los graves procesos de desertificación que sufre nuestro
país. En efecto, las zonas de deterioro y degradación del ecosistema
comprenden el 75% de nuestro territorio nacional.

Según el informe GEO 2000, el total de tierras
degradadas ha afectado aproximadamente a 1900 millones de hectáreas en
todo el mundo, lo cual equivale a un 40% de la superficie terrestre. La
búsqueda de máximos beneficios a corto plazo de la agricultura
intensiva se ha convertido en la principal causa de la degradación de
los suelos y el agua y, por tanto, de los procesos de desertificación
que a ritmo vertiginoso y con características expansivas se vienen
registrando en todo el planeta.

Los usos del suelo que más contribuyen a los
procesos de desertificación son los cultivos leñosos y herbáceos de
secano, por su elevado potencial erosivo debido a un exceso de laboreo,
y los sistemas de regadío, por el agotamiento de los acuíferos,
contaminación de aguas y suelos por exceso de productos fitosanitarios
y abonos químicos y la salinización.

Estas formas abusivas de utilización del suelo,
a pesar de resultar insostenibles a mediano plazo, se han extendido
mucho en los últimos años, impulsados por factores de mercado. Otros
factores que influyen sobre los procesos de desertificación son las
grandes pérdidas de cubierta vegetal a causa de repetidos incendios
forestales y la concentración de actividad económica en las zonas
costeras como resultado del crecimiento urbano, las actividades
industriales, el turismo y la agricultura de regadío.

En definitiva el problema de la desertización
es un síntoma de la ruptura del equilibrio entre el sistema de recursos
naturales y el sistema socio-económico que los explota, y cuya solución
pasa tanto por la concientización como por un cambio de las políticas
hidrológicas, energéticas y agrarias de los gobiernos.

Los esfuerzos de todos los Estados deben
encaminarse a un racional y mejor aprovechamiento de todos los recursos
naturales. Esta es la piedra basal en que se asienta el principio de
desarrollo sustentable, es decir, para todos, para el futuro, para las
generaciones venideras. El crecimiento y progreso de los países
desarrollados o en vías de serlo no puede bajo ningún concepto
producirse a costa del equilibrio ecológico y la dilapidación de los
elementos básicos para la vida en el planeta.

Por las razones expuestas, solicito de mis
pares la aprobación del presente Proyecto de Declaración.

Mabel L. Caparrós.-