08 de febrero de 2020

Mendoza, condicionada por el contexto nacional

En general, cuando a la economía nacional le va bien, a las economías regionales les va mejor. Éste fue el contexto en el que Mendoza creció y mejoró sus índices en el trienio 2004-2006. Lamentablemente esto no se mantuvo ni se repitió porque la situación nacional no acompañó. El principal condicionamiento para el desarrollo productivo de nuestra provincia ha sido y es la situación de la economía nacional, sus vaivenes y magros resultados.

Tomar deuda en sí no es bueno, ni malo. Para hacer una valoración correcta debemos tener en cuenta aspectos como el origen y destino de la misma; la forma en que se va a cancelar y su impacto en las finanzas a lo largo del tiempo. En nuestra provincia esto se realizó en forma criteriosa y responsable, destinando esos recursos a la obra pública para beneficio de la sociedad. Además, se disminuyó la carga impositiva y se ordenaron las cuentas fiscales. En 2020, en un contexto en el cual varias provincias aumentarán sus impuestos, Mendoza no incrementará alícuotas.

A pesar de lo anterior, el contexto nacional nos condiciona fuertemente. 

En 2010 Argentina perdió el autoabastecimiento energético. Desde el 2011 a esta parte la balanza energética ha sido deficitaria en un monto superior a los 31.000 millones de dólares y en ese lapso importamos energía por más de 72.000 millones de dólares. Es una sangría permanente de recursos que encarecen los costos operativos y dificultan el desarrollo industrial y de otros sectores de nuestra economía.

A esto sumamos una variable que deteriora en forma acelerada el ingreso de los argentinos, impide la estabilización de la economía e incrementa en forma alarmante la pobreza: la inflación. Argentina, sólo en el último año, ha convivido con una inflación superior al 50% y esto así, es inviable. Necesitamos volver a la inflación menor a un dígito y consolidarla en el tiempo.

Lo mismo si analizamos la profunda devaluación de la moneda en la última década. Según el BCRA, en febrero de 2010 un dólar representaba 3,83 pesos. Hoy y sin tener en cuenta el recargo del 30% del impuesto PAIS, un dólar significa 60,35 pesos; esto es una pérdida del valor de nuestra moneda -en relación al dólar- del 1.475%.

Éste es el contexto nacional complejo en el que estamos inmersos hace años. Mendoza ha tenido orden y responsabilidad en la administración de sus finanzas y esto le permite estar en una situación mejor pero es imposible pensar en un desarrollo sostenido si no mejoran las variables macroeconómicas. 

Estamos fuertemente condicionados pero hay acciones políticas que sí se pueden y deben hacer.

La deuda total de la provincia es de 1.220 millones de dólares y su correlación en pesos -actualizada por inflación- es baja, con un ritmo semejante al incremento de los recursos. El 60% de la deuda es en dólares pero tenemos las regalías valuadas en la misma moneda que respaldan de alguna forma ese endeudamiento. Asimismo y en cuanto a los acreedores, la mitad de la deuda la representan los bonos: el gobierno federal un 7,7% (13.000 millones de pesos), un 15% el Banco de la Nación Argentina (11.000 millones de pesos) y el resto organismos multilaterales y otros bancos. Además, en  2015 el peso total de la deuda era del 11,6% respecto del PBG y para 2019 se proyecta en 13,2%, mostrando sostenibilidad y solidez. Esto es importante porque algunos esgrimen que aumentó el nivel de endeudamiento pero sin considerar la inflación lo cual es un error, por eso no debe ni puede ser un obstáculo para avanzar. 

Los servicios de la deuda en Mendoza, en relación a los recursos corrientes, no superan el 10% durante 2020, siendo que el máximo fijado por la Ley de Responsabilidad Fiscal es del 15% y varias provincias están superando ese límite y estarían incumpliendo lo estipulado por ley. De hecho, nuestros bonos cotizan mejor que los nacionales y los de provincia de Buenos Aires. 

Para sostener esto necesitamos que las fuerzas políticas traten el Presupuesto y autoricen el roll-over a fin de reestructurar la deuda, fundamentalmente teniendo en cuenta los vencimientos de 2022 y 2023. 

Estamos frente a una coyuntura que requiere voluntad y grandeza política para enfrentar esta etapa difícil de nuestro país, sin comprometer las finanzas provinciales.

Así lo hicimos los legisladores nacionales de diferentes partidos políticos al apoyar la ley de reestructuración de la deuda enviada por el Presidente al Congreso. 

Esperamos lo mismo de los legisladores provinciales para aprobar el Presupuesto y autorizar la refinanciación de la deuda pública solicitada por nuestro Gobernador, Rodolfo Suárez.