Número de Expediente 788/04
| N° | Origen | Tipo | Extracto |
|---|---|---|---|
| 788/04 | Senado De La Nación | Proyecto De Ley | SAADI : PROYECTO DE LEY DECLARANDO AL AÑO 2006 " AÑO DE LA MEMORIA Y LA RECONCILIACION NACIONAL " . |
| Listado de Autores |
|---|
|
Saadi
, Ramón Eduardo
|
Fechas en Dir. Mesa de Entradas
| MESA DE ENTRADAS | DADO CUENTA | Nº DE D.A.E. |
|---|---|---|
| 02-04-2004 | 14-04-2004 | 49/2004 Tipo: NORMAL |
Fecha de Ingreso a Dir. Gral. de Comisiones
| DIR. GRAL. de COMISIONES | INGRESO DEL DICTAMEN A LA MESA DE ENTRADAS |
|---|---|
| 06-04-2004 | SIN FECHA |
Giros del Expediente a Comisiones
| COMISIÓN | FECHA DE INGRESO | FECHA DE EGRESO |
|---|---|---|
|
ORDEN DE GIRO: 1 |
06-04-2004 | 13-09-2006 |
EL EXPEDIENTE CADUCO EL 28-02-2006
ENVIADO AL ARCHIVO : 13-09-2006
En proceso de carga
Senado de la Nación
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones
(S-0788/04)
PROYECTO DE LEY
El Senado y Cámara de Diputados,...
Artículo 1° - Declárase al año 2006, "Año de la Memoria y la
Reconciliación Nacional", con motivo del trigésimo aniversario del
golpe de estado de 1976.
Art. 2° - En orden a lo establecido en el artículo anterior, los
tres poderes del GOBIERNO DE LA NACION y el MINISTERIO PUBLICO
auspiciarán, a lo largo del ejercicio 2006, actos, seminarios,
talleres, conferencias, certámenes literarios y programas educativos,
que contribuyan al conocimiento integral y a la difusión en el país
de:
a) las circunstancias políticas, sociales, culturales y económicas de
los años setenta, sus antecedentes y causas;
b) la lucha por la recuperación y la consolidación de la democracia;
c) la evolución de las ideas políticas;
d) el desarrollo de los derechos humanos;
e) el rol y la actividad de las instituciones, los partidos políticos
y los diversos sectores de la vida nacional durante la dictadura y en
democracia;
f) propuestas para la instrumentación de acuerdos intersectoriales y
comunitarios tendientes al afianzamiento de la República y la
convivencia democrática con la articulación de los valores
constitucionales de libertad, igualdad, justicia, paz, pluralismo y
prosperidad.
Art. 3° - Dispónese que a partir del 1° de enero de 2006 y hasta el
31 de diciembre de 2006 la papelería oficial a utilizar en todos los
organismos del ESTADO NACIONAL deberá llevar en el margen superior
derecho la leyenda, "2006 - Año de la Memoria y la Reconciliación
Nacional".
Art. 4° - Invítase a los gobiernos provinciales y al GOBIERNO DE
LA CIUDAD AUTONOMA DE BUENOS AIRES al dictado de normas legales en
concordancia con lo dispuesto en la presente ley.
Art. 5° - Convócase a los organismos de Derechos Humanos y a las
organizaciones no gubernamentales en general a participar de las
acciones previstas en el artículo 2º de la presente ley.
Art. 6° - Los gastos que demande el cumplimiento de lo dispuesto en
esta ley se atenderán con las partidas del presupuesto 2006 que a tal
efecto requieran los diversos organismos del Estado; las partidas que
hasta tanto fuere menester asignar para la realización de actividades
preparatorias o preliminares se tomarán de las rentas generales con
imputación a esta ley.
Art. 7° - Comuníquese al Poder Ejecutivo.
Ramón Saadi.-
FUNDAMENTOS
Sr. Presidente:
Asistimos en estos tiempos a un muy importante debate acerca de nuestro
pasado reciente, centrando el análisis y la reflexión pública en lo que
fueron las causas y los efectos del régimen dictatorial que dio comenzó
con el golpe de estado del 24 de marzo de 1976.
La historia dirá si habremos sabido aprovechar esta instancia crucial,
quizás refundacional, o si no.
En circunstancias así, auspicio y deseo para mi país, por convicción y
propia experiencia, que todos los actores de este debate procuren un
objetivo a la vez común y diverso, cual es la mayor aproximación
posible a la verdad de los hechos, que de suyo es policroma.
Auspicio y deseo, asimismo y como condición previa, que depongamos el
prejuicio y el dogma, permitiendo y permitiéndonos expresar cada una de
las apreciaciones y conclusiones sin barreras y con honestidad; sin
miedo al disenso, con espíritu autocrítico y, ojalá, sin rencores.
Entre quienes se saben compatriotas y no enemigos.
Es y será un camino largo y con más curvas que rectas. Hay y habrá
factores proclives a desestimar la discusión y desalentar el
intercambio. Pero, ojalá también, los argentinos -que hemos aprendido
de nuestros errores- eludiremos la tentación del facilismo y
ahondaremos la deuda con quienes nos precedieron en la organización
nacional y la esperanza de un destino, para llegar airosos al puerto de
la verdad.
Vale la pena, entonces, en breve digresión, preguntarse cuál es el
sentido de arribar a la verdad, o por lo menos a esta verdad, fruto del
actual debate.
El sentido es el para qué. Y el para qué es nada menos que la
edificación de un escenario apropiado para le reconciliación de los
hombres y los sectores hoy en pugna.
Nada más enriquecedor y propiciador que la verdad, y nada más
progresista para ello que asumir los compromisos y las consecuencias
que supone y obliga el cabal reconocimiento de los hechos del pasado
infame, fratricida, plagado de sectarismos y reñido con el ideal de
colectividad, en el que las diferencias se zanjaban con la eliminación
del distinto.
Será la verdad, en suma, la que nos abrirá las puertas de la
reconciliación; y es la reconciliación (no el olvido ni la revancha) el
presupuesto irrenunciable para comenzar a recuperar o constituir el
ideal de comunidad, hoy fragmentado, débil.
Ese ideal será meta y horizonte, y se transformará en la cúspide hacia
donde nos orientaremos como nación y como conjunto de individuos para
lograr el desarrollo en paz, libertad, justicia y prosperidad
equitativa que nos merecemos.
Releyendo las consideraciones del acuerdo firmado entre el Estado
Nacional y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires por el cual se convino el
traspaso del predio de la ESMA para la creación de un Espacio para la
Memoria y para la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos,
destacamos, en línea con lo que venimos analizando, lo siguiente:
a) Es responsabilidad de las instituciones constitucionales de la
República el recuerdo permanente de esta cruel etapa de la historia
argentina como ejercicio colectivo de la memoria con el fin de enseñar
a las actuales y futuras generaciones las consecuencias irreparables
que trae aparejada la sustitución del Estado de Derecho por la
aplicación de la violencia ilegal de parte de quienes ejercen el poder
del Estado, para evitar que el olvido sea caldo de cultivo de su futura
repetición.
b) La enseñanza de la historia no encuentra sustento en el odio o en la
división en bandos enfrentados del pueblo argentino, sino que por el
contrario busca unir a la sociedad tras las banderas de la justicia, la
verdad y la memoria en defensa de los derechos humanos, la democracia y
el orden republicano.
He ahí, Sr. Presidente, qué es lo que tengo en miras al proponer esta
iniciativa.
Sé, por otra parte, que a los procesos sociales de tan profunda
complejidad como el que nos ocupa no se les puede fijar términos ni
límites. Así como el ejercicio de la memoria común es una labor
permanente de la comunidad, la reconciliación no es un hecho que
comienza y concluye según la determinación de un decreto. Por eso
debe entenderse la designación del año 2006, como la que estoy
promoviendo, no como una frontera sino como un sendero, en el que todos
nos obliguemos a hacer el esfuerzo virtuoso que nos conduzca a formular
las premisas de la nueva sociedad, que albergue, por igual, a unos y
otros, unidos en el ideal común.
De ese modo continuaremos cambiando para bien. Acentuando las
modificaciones que, poco a poco, van abriendo paso a una manera
diferente de hacer política.
Obsérvese que no han sido pocos los indicios que el pueblo dio, en los
últimos años, dirigidos a provocar una reacción positiva de dirigentes
y autoridades, pero también de los demás referentes de la sociedad,
sectoriales o corporativos. Fueron exigencias terminantes: se
conformaba un orden de valores distinto al que nos hizo desembocar en
el caos de diciembre de 2001 o el quebranto comunitario no podría ser
evitado y la disolución final no tardaría en llegar.
El orden alternativo reclamado implicaba que todos los argentinos, en
conjunto, nos decidiéramos a reconstruir la estructura social, pero con
un fundamento de compromiso, solidaridad, inteligencia, justicia,
honestidad y crecimiento ciertamente disímil del vigente.
Era cuestión de entender que los que tenían que cambiar no eran los
nombres, sino los hombres. Sin perder identidad ni lealtades.
Simplemente refrendando aquella consigna tan nuestra: nos salvamos
entre todos o no nos salva nadie. Cada cual en su rol y cada uno
aportando su experiencia y su verdad; sin enconos ni prohibiciones
contra el que piensa diferente.
Si todos los argentinos habíamos desperdiciado una y otra vez las
oportunidades que se presentaron, todos deberíamos, sin exclusiones y a
partir de un examen de conciencia y de la asunción de
responsabilidades, unir fuerzas.
A la sazón comenzaron a verificarse los cambios. Surgieron nuevas
maneras de escuchar la voz del pueblo, de gestionar la agenda pública y
de brindar respuestas a las necesidades sociales: se instaló una nueva
política.
Los argentinos hemos rechazado para siempre la hipocresía dando paso a
una vinculación más directa y honesta entre unos y otros.
Ahora nos toca fulminar las proscripciones y la intolerancia y buscar
la verdad y la reconciliación: nos toca demostrarnos que somos capaces
de ser mejores que lo que hemos sido.
Por lo expuesto solicito de mis distinguidos colegas la aprobación del
presente proyecto de ley.
Ramón Saadi.-
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones
(S-0788/04)
PROYECTO DE LEY
El Senado y Cámara de Diputados,...
Artículo 1° - Declárase al año 2006, "Año de la Memoria y la
Reconciliación Nacional", con motivo del trigésimo aniversario del
golpe de estado de 1976.
Art. 2° - En orden a lo establecido en el artículo anterior, los
tres poderes del GOBIERNO DE LA NACION y el MINISTERIO PUBLICO
auspiciarán, a lo largo del ejercicio 2006, actos, seminarios,
talleres, conferencias, certámenes literarios y programas educativos,
que contribuyan al conocimiento integral y a la difusión en el país
de:
a) las circunstancias políticas, sociales, culturales y económicas de
los años setenta, sus antecedentes y causas;
b) la lucha por la recuperación y la consolidación de la democracia;
c) la evolución de las ideas políticas;
d) el desarrollo de los derechos humanos;
e) el rol y la actividad de las instituciones, los partidos políticos
y los diversos sectores de la vida nacional durante la dictadura y en
democracia;
f) propuestas para la instrumentación de acuerdos intersectoriales y
comunitarios tendientes al afianzamiento de la República y la
convivencia democrática con la articulación de los valores
constitucionales de libertad, igualdad, justicia, paz, pluralismo y
prosperidad.
Art. 3° - Dispónese que a partir del 1° de enero de 2006 y hasta el
31 de diciembre de 2006 la papelería oficial a utilizar en todos los
organismos del ESTADO NACIONAL deberá llevar en el margen superior
derecho la leyenda, "2006 - Año de la Memoria y la Reconciliación
Nacional".
Art. 4° - Invítase a los gobiernos provinciales y al GOBIERNO DE
LA CIUDAD AUTONOMA DE BUENOS AIRES al dictado de normas legales en
concordancia con lo dispuesto en la presente ley.
Art. 5° - Convócase a los organismos de Derechos Humanos y a las
organizaciones no gubernamentales en general a participar de las
acciones previstas en el artículo 2º de la presente ley.
Art. 6° - Los gastos que demande el cumplimiento de lo dispuesto en
esta ley se atenderán con las partidas del presupuesto 2006 que a tal
efecto requieran los diversos organismos del Estado; las partidas que
hasta tanto fuere menester asignar para la realización de actividades
preparatorias o preliminares se tomarán de las rentas generales con
imputación a esta ley.
Art. 7° - Comuníquese al Poder Ejecutivo.
Ramón Saadi.-
FUNDAMENTOS
Sr. Presidente:
Asistimos en estos tiempos a un muy importante debate acerca de nuestro
pasado reciente, centrando el análisis y la reflexión pública en lo que
fueron las causas y los efectos del régimen dictatorial que dio comenzó
con el golpe de estado del 24 de marzo de 1976.
La historia dirá si habremos sabido aprovechar esta instancia crucial,
quizás refundacional, o si no.
En circunstancias así, auspicio y deseo para mi país, por convicción y
propia experiencia, que todos los actores de este debate procuren un
objetivo a la vez común y diverso, cual es la mayor aproximación
posible a la verdad de los hechos, que de suyo es policroma.
Auspicio y deseo, asimismo y como condición previa, que depongamos el
prejuicio y el dogma, permitiendo y permitiéndonos expresar cada una de
las apreciaciones y conclusiones sin barreras y con honestidad; sin
miedo al disenso, con espíritu autocrítico y, ojalá, sin rencores.
Entre quienes se saben compatriotas y no enemigos.
Es y será un camino largo y con más curvas que rectas. Hay y habrá
factores proclives a desestimar la discusión y desalentar el
intercambio. Pero, ojalá también, los argentinos -que hemos aprendido
de nuestros errores- eludiremos la tentación del facilismo y
ahondaremos la deuda con quienes nos precedieron en la organización
nacional y la esperanza de un destino, para llegar airosos al puerto de
la verdad.
Vale la pena, entonces, en breve digresión, preguntarse cuál es el
sentido de arribar a la verdad, o por lo menos a esta verdad, fruto del
actual debate.
El sentido es el para qué. Y el para qué es nada menos que la
edificación de un escenario apropiado para le reconciliación de los
hombres y los sectores hoy en pugna.
Nada más enriquecedor y propiciador que la verdad, y nada más
progresista para ello que asumir los compromisos y las consecuencias
que supone y obliga el cabal reconocimiento de los hechos del pasado
infame, fratricida, plagado de sectarismos y reñido con el ideal de
colectividad, en el que las diferencias se zanjaban con la eliminación
del distinto.
Será la verdad, en suma, la que nos abrirá las puertas de la
reconciliación; y es la reconciliación (no el olvido ni la revancha) el
presupuesto irrenunciable para comenzar a recuperar o constituir el
ideal de comunidad, hoy fragmentado, débil.
Ese ideal será meta y horizonte, y se transformará en la cúspide hacia
donde nos orientaremos como nación y como conjunto de individuos para
lograr el desarrollo en paz, libertad, justicia y prosperidad
equitativa que nos merecemos.
Releyendo las consideraciones del acuerdo firmado entre el Estado
Nacional y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires por el cual se convino el
traspaso del predio de la ESMA para la creación de un Espacio para la
Memoria y para la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos,
destacamos, en línea con lo que venimos analizando, lo siguiente:
a) Es responsabilidad de las instituciones constitucionales de la
República el recuerdo permanente de esta cruel etapa de la historia
argentina como ejercicio colectivo de la memoria con el fin de enseñar
a las actuales y futuras generaciones las consecuencias irreparables
que trae aparejada la sustitución del Estado de Derecho por la
aplicación de la violencia ilegal de parte de quienes ejercen el poder
del Estado, para evitar que el olvido sea caldo de cultivo de su futura
repetición.
b) La enseñanza de la historia no encuentra sustento en el odio o en la
división en bandos enfrentados del pueblo argentino, sino que por el
contrario busca unir a la sociedad tras las banderas de la justicia, la
verdad y la memoria en defensa de los derechos humanos, la democracia y
el orden republicano.
He ahí, Sr. Presidente, qué es lo que tengo en miras al proponer esta
iniciativa.
Sé, por otra parte, que a los procesos sociales de tan profunda
complejidad como el que nos ocupa no se les puede fijar términos ni
límites. Así como el ejercicio de la memoria común es una labor
permanente de la comunidad, la reconciliación no es un hecho que
comienza y concluye según la determinación de un decreto. Por eso
debe entenderse la designación del año 2006, como la que estoy
promoviendo, no como una frontera sino como un sendero, en el que todos
nos obliguemos a hacer el esfuerzo virtuoso que nos conduzca a formular
las premisas de la nueva sociedad, que albergue, por igual, a unos y
otros, unidos en el ideal común.
De ese modo continuaremos cambiando para bien. Acentuando las
modificaciones que, poco a poco, van abriendo paso a una manera
diferente de hacer política.
Obsérvese que no han sido pocos los indicios que el pueblo dio, en los
últimos años, dirigidos a provocar una reacción positiva de dirigentes
y autoridades, pero también de los demás referentes de la sociedad,
sectoriales o corporativos. Fueron exigencias terminantes: se
conformaba un orden de valores distinto al que nos hizo desembocar en
el caos de diciembre de 2001 o el quebranto comunitario no podría ser
evitado y la disolución final no tardaría en llegar.
El orden alternativo reclamado implicaba que todos los argentinos, en
conjunto, nos decidiéramos a reconstruir la estructura social, pero con
un fundamento de compromiso, solidaridad, inteligencia, justicia,
honestidad y crecimiento ciertamente disímil del vigente.
Era cuestión de entender que los que tenían que cambiar no eran los
nombres, sino los hombres. Sin perder identidad ni lealtades.
Simplemente refrendando aquella consigna tan nuestra: nos salvamos
entre todos o no nos salva nadie. Cada cual en su rol y cada uno
aportando su experiencia y su verdad; sin enconos ni prohibiciones
contra el que piensa diferente.
Si todos los argentinos habíamos desperdiciado una y otra vez las
oportunidades que se presentaron, todos deberíamos, sin exclusiones y a
partir de un examen de conciencia y de la asunción de
responsabilidades, unir fuerzas.
A la sazón comenzaron a verificarse los cambios. Surgieron nuevas
maneras de escuchar la voz del pueblo, de gestionar la agenda pública y
de brindar respuestas a las necesidades sociales: se instaló una nueva
política.
Los argentinos hemos rechazado para siempre la hipocresía dando paso a
una vinculación más directa y honesta entre unos y otros.
Ahora nos toca fulminar las proscripciones y la intolerancia y buscar
la verdad y la reconciliación: nos toca demostrarnos que somos capaces
de ser mejores que lo que hemos sido.
Por lo expuesto solicito de mis distinguidos colegas la aprobación del
presente proyecto de ley.
Ramón Saadi.-



