Número de Expediente 4169/05

Origen Tipo Extracto
4169/05 Senado De La Nación Proyecto De Declaración CAPARROS : PROYECTO DE DECLARACION ADHIRIENDO A LA CONMEMORACION DEL TRIGESIMO SEXTO ANIVERSARIO DE LA PROCLAMACION DEL " DIA INTERNACIONAL DE LA ELIMINACION DE LA DISCRIMINACION RACIAL " .
Listado de Autores
Caparrós , Mabel Luisa

Fechas en Dir. Mesa de Entradas

MESA DE ENTRADAS DADO CUENTA Nº DE D.A.E.
21-02-2006 08-03-2006 206/2005 Tipo: NORMAL

Fecha de Ingreso a Dir. Gral. de Comisiones

DIR. GRAL. de COMISIONES INGRESO DEL DICTAMEN A LA MESA DE ENTRADAS
27-02-2006 24-04-2006

Giros del Expediente a Comisiones

COMISIÓN FECHA DE INGRESO FECHA DE EGRESO
DE DERECHOS Y GARANTÍAS
ORDEN DE GIRO: 1
27-02-2006 24-04-2006

ENVIADO AL ARCHIVO : 11-08-2006

Resoluciones

SENADO
FECHA DE SANCION: 17-05-2006
SANCION: APROBO
COMENTARIO:
NOTA:SE AP. UN PD. CONJ. S. 4168,4119/05,456,28 Y 319/06

Órdenes del Día

NÚMERO DE FECHA ESTADO ANEXO
248/06 28-04-2006 APROBADA
En proceso de carga

Senado de la Nación
Secretaría Parlamentaria
Dirección Publicaciones

(S-4169/05)

PROYECTO DE DECLARACION

El Senado de la Nación

DECLARA:

1°) Su adhesión a la conmemoración del Trigésimo Sexto Aniversario de la Proclamación del ¿Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial¿ instituido por la Organización de las Naciones Unidas en memoria de las víctimas del apartheid.

2°) Ratifica su firme decisión institucional de sostener y defender el principio de igualdad entre los seres humanos como fundamento de la libertad y la convivencia social, repudiando toda actitud que atente contra la dignidad humana por causas de raza, sexo, nacionalidad o religión.

Mabel L. Caparrós.-

FUNDAMENTOS

Señor Presidente:

Hacia las postrimerías del último gran conflicto bélico mundial, se arraigó en la opinión internacional la convicción generalizada de que la cuestión relativa al amparo de los derechos humanos trascendía los confines nacionales y se había convertido en un deber de todo el concierto de naciones. Las tristes experiencias de violaciones emblemáticas a los derechos humanos acaecidas en el siglo XX puso de relieve que no bastan las instituciones nacionales para garantizar y defender estos derechos esenciales del hombre y exigir el cumplimiento de los deberes que le son correlativos, sino que la comunidad internacional toda debe proteger, garantizar y exigir el cumplimiento de estos derechos.

Es en este contexto que la Organización de Naciones Unidas reconoció entre los fines de su Carta fundacional ¿Realizar la cooperación internacional ...en el desarrollo y estímulo del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos, sin hacer distinción por motivos de raza, de sexo, de lengua o de religión.¿ (Artículo 1° párrafo 3ro. de la Carta de las Naciones Unidas).

Desde ese memorable 26 de junio de 1945 en que el concierto de naciones adopta estos principios rectores supranacionales, ríos de tinta y de sangre han corrido por igual en la defensa y el desprecio por los derechos humanos, las libertades fundamentales y la igualdad de las personas. Innumerables son los Pactos y Tratados en la materia suscriptos por los Estados Partes y lo son asimismo las matanzas, xenofobias, racismos y brotes discriminatorios por motivo de raza, religión o sexo que vulneran los derechos humanos de millones de personas en todo el mundo.

Hace 46 años un 21 de marzo, una sangrienta y brutal represión policial en Sudáfrica se cobraba 69 vidas humanas, como método para afianzar y afirmar el régimen discriminatorio institucional más violento del siglo, conocido mundialmente como ¿apartheid¿, en ocasión de una pacífica manifestación de ciudadanos de la ciudad de Sharpeville. Las naciones civilizadas repudiaron este exterminio y en 1966 la Asamblea General de Naciones Unidas proclamó que se recuerde cada 21 de marzo el triste acontecimiento como ¿Día Internacional para la eliminación de la Discriminación Racial¿ rindiendo así un justo homenaje a las víctimas de la persecución y el racismo. Pese a ello, en un nuevo siglo de esperanzadoras señales, debemos lamentar aún la existencia de situaciones de intolerancia y discriminación que deben resolverse.

Si bien el continente africano fue históricamente uno de los más afectados del mundo por las muestras de intolerancia de las clases dirigentes que sometieron a sus pueblos a verdaderas depuraciones étnicas para sostener su poder económico y político, no es menos cierto que Europa, Asia y América siguen siendo sacudidos esporádicamente por brotes xenófobos y racistas, que acosan a distintos sectores populares, ya sea por causa de nacionalidad, sexo, religión, orientación sexual, convicciones políticas o discapacidad.

La política de segregación racial practicada por la República de Sudáfrica hasta 1994, la masacre de la minoría tutsi en Ruanda en 1993 y la ¿limpieza étnica¿ emprendida por los serbios en la antigua Yugoslavia a partir de 1991, constituyen flagrantes violaciones de acuerdos internacionales y son claros ejemplos de la complejidad del fenómeno y de la dificultad de resolverlo y combatirlo desde el plano internacional. Pese a los claros postulados consagrados en la Carta de Naciones Unidas, en la ¿Declaración Universal de los Derechos Humanos¿, en el ¿Acuerdo sobre Derechos Civiles y Políticos¿, en la ¿Convención para la Prevención y lucha contra el Genocidio¿ o en la ¿Convención sobre la Eliminación de cualquier forma de Discriminación Racial¿, aún existen legislaciones internas de algunos países que alientan, fomentan o permiten, por acción u omisión, este tipo de practicas discriminatorias, xenófobas o racistas.

El racismo como teoría se fundamenta en el prejuicio según el cual existen razas humanas que presentan diferencias biológicas que justifican relaciones de dominio entre ellas, así como comportamientos de rechazo o agresión. El término se aplica tanto a la doctrina como al comportamiento en ella inspirado y se relaciona frecuentemente con la xenofobia y la segregación social, que son sus manifestaciones más comunes y evidentes. A principios del siglo XX tuvo lugar una toma de conciencia internacional del fenómeno y los procesos de Nuremberg a los criminales de guerra nazis crearon una situación psicológica y política decisiva en la voluntad de las naciones civilizadas para erradicar el racismo de la faz de la tierra.

Y aunque el desafío perdure y debamos lamentar la existencia de brotes racistas aún en países culturalmente evolucionados, la ideología en que se basa ha sido sometida a una crítica radical en la segunda mitad del siglo XX. La ciencia ha rechazado el concepto de raza poniendo en evidencia su carácter subjetivo y basado en prejuicios psicológicos y morales. Antropólogos, biólogos, genetistas y sociólogos han demostrado que la noción de raza carece de sentido en un contexto en que el género humano debe ser considerado como uno e indivisible.

Pese a ello y como una contracara de los progresos alcanzados por la humanidad, el siglo XXI muestra al hombre repitiendo una y otra vez el sangriento recorrido hacia su propia destrucción en luchas segregacionistas y xenófobas, repercutiendo las matanzas en todos los rincones del planeta. Las naciones del mundo debemos recordar el clamor de los mártires, reivindicar la lucha de Richard Wright, Nelson Mandela, Oliver Tambo, Joe Slovo, Martin Luther King, Gloria Steinem y tantos otros y fortalecer una conciencia internacional prospectiva hacia una sociedad universal más justa, digna e igualitaria.

Por ello este Senado considera necesario reafirmar los más altos valores de la igualdad sin discriminaciones y del respeto irrestricto a los derechos humanos, posición históricamente sostenida por el cuerpo en la tarea de construir cotidianamente una democracia que sea emblema de libertad y respeto para quienes habiten el suelo argentino. Pero ese compromiso podría verse malogrado si no mantenemos alertas a las instituciones en el repudio incondicional a las actitudes que atenten contra los derechos humanos y contra la dignidad de todos los seres humanos basados en consideraciones de raza, religión o color.

En cumplimiento de los principios que informan nuestra identidad nacional e imbuídos de los preceptos consagrados en el Preámbulo de la Constitución Argentina, es deber insoslayable reafirmar nuestra más tenaz decisión institucional de luchar por conductas sociales que enaltezcan al ser humano en un espíritu de solidaridad y tolerancia en la convivencia, como el trayecto más corto contra los fundamentalismos raciales y los prejuicios xenófobos.

Por los motivos expuestos, solicito de mis pares la aprobación del presente Proyecto de Declaración.

Mabel L. Caparrós.-